La pequeña herida en la mejilla de Alexander le recordó una vez hace varios años atrás cuando Leonel se había caído de su bicicleta, eran tan solo unos pequeños, Dayana estaba tan asustada ya que su hermano estaba llorando y no sabía que hacer, una caricia suya en la mejilla lo hizo sesar el llanto y sentirse mejor. Cuando Dayana aterrizó de nuevo en la realidad miro que tenía su mano en la mejilla de Alexander acariciando su piel delicadamente con su dedo índice; ella aparto la mano rápidamente como si la piel de el le quemara, la hizo un puño que acercó a su boca y empezó a toser levemente de una manera algo forzada, sus mejillas se empezaron a teñir un poco de color rosado, Alexander sonrió, pero agachó la mirada para no hacerla sentir incómoda.— ¿Que fue lo que te pasó?Después de aclarar la garganta Dayana dijo lo primero que se le ocurrió, ella ya sabía lo que le había sucedido ya que el doctor Luis le comentó un poco pero sin lujo de detalles.— Ayer hiba saliendo de un desay
Dayana arrugó la frente y se hizo unos pasos atrás, recordaba que cuando ella se bajó de el autobús este siguió su camino y el hombre frente ella debió de haberse hido también a no ser que se bajaran en donde mismo y ella no se dio cuenta, aunque aún así la idea de que ese tipo pudo quedarse afuera esperando que saliera le puso los nervios de punta y todos los sentidos en alerta.— ¿Si? — Soy Raúl, mucho gusto veníamos en el mismo camión ¿me recuerdas?— Si claro el acosador... ¿Qué quieres? Dayana le contestó con su característica hostilidad y frialdad con la que trataba a todos, el hombre simplemente sonrió pasandolo por alto e ignorando su desprecio por el. — Lo lamento pero me llamaste mucho la atención no todos los días te topas a una chica tan bella como tu en el transporte, lamento si te incomode la discreción no es mi fuerte, soy nuevo en la ciudad me dijeron que había un gimnasio por aquí pero no lo encuentro, ¿Tu sabes donde está?Dayana se quedó seria y pensativa, si sab
Ambas se sostenían la mirada, pero apesar de que Esmeralda tenía una ira creciente en sus ojos está se fue apasiguando llenandola de incertidumbre al tener frente a ella la mirada fría de Dayana. — ¿¡Te gusta Alexander no es asi?! ¡Me lo quieres quitar!Esmeralda dio un fuerte pisotón al caer en cuanta que la actitud y comportamiento de Dayana se debían a que también estaba tras de ese hombre que ella quería, pero Dayana retrocedió al notar la hostilidad de Esmeralda.— La verdad es que no, te agradecería que me dejaras en paz, desperdiciar mi tiempo peleando con otra mujer por un hombre es algo que jamás haría.— ¡Eso es porque tu no lo quieres como yo! ¡Yo lo amo! Y lucharía por el con quién fuera— Eso es porque yo no estoy enferma de la cabeza, si fuera mi novio o esposo quizás lo haría incluso por un familiar, pero yo no me pondría a pelear con otra mujer por un hombre que no es nada mío, que podría estar conmigo un día así como abandonarme por otra al día siguiente, si eso pasa
El sábado temprano Alexander había sido notificado que en la tarde sería dado de alta y podría irse a casa, estaba más que deseoso de salir de ese hospital y no porque el lugar fuera malo si no que ya no soportaba la compañía de Esmeralda, desde la visita de Dayana se había vuelto más intensa y ostigosa.— Oo... y Alex recuerdas cuando íbamos juntos al cine, me tomabas de la mano siempre cuando bajaba las escaleras...– Esmeralda suspiró y miró al techo fantaseando con aquellos días.— Eras muy torpe siempre te doblabas el tobillo cuando llevabas zapatillas, bueno hasta la fecha...Alexander recordó el día de la fiesta en que hizo caer a Dayana junto con ella, la voz de Alexander era apagada y sin energías, Esmeralda pensaba que se sentía mal y cansado aún, ignoraba totalmente que estaba cansado pero de ella, de repente el teléfono de Esmeralda empezó a vibrar. — Disculpa un momento... Esmeralda salió de la habitación, el por fin pudo recostarse tranquilo disfrutando del silencio po
Conforme ambos se acercaban a la puerta de la casa, Alexander se sentía ansioso, tenía en mente que Dayana haría algo o diría algo que haría enfurecer a Edgar y terminaría corriendola, sea lo que sea el quería ver. El sonido de la puerta abrirse llegó a los oídos de Samantha quién estaba bajo el cuerpo de Edgar envueltos en las sabanas, ella puso sus manos sobre el pecho de el haciéndolo que se apartara. — ¿¡Que pasa?!. – Pregunto Edgar sorprendido por la manera brusca en que lo alejó.— La puerta de tu casa... alguien entró— Es mi padre seguramente, tu tranquila.Edgar se volvió a inclinar para besar a Samantha mientras en medio de él salón de la entrada Dayana se había quedado parada observando hacia el pasillo que iba al cuarto de Edgar. — Podrías llamar a Edgar y decirle que estoy aquí porfavor.Alexander arrugó la frente nuevamente ante tal petición extraña, aunque el sabía que ella nunca entraba a la habitacion de el, quizás quería evitar que Edgar terminara arrastrandola de
Edgar estaba nervioso a un punto inimaginable, quería que la tierra se lo tragara en ese instante, a su cerebro se le estaba dificultando mucho encontrar alguna escusa, aunque por obra de magia se le ocurrió una. — No sería bueno que entraras, en ese espacio cerrado podrías contagiarte.La escusa era tonta pero hasta cierto punto creíble, Dayana empezó a suavizar su gesto y levantó una ceja, bajó la mirada a su mano entre la de Edgar y empezó a sacudirla para deshacerse de su agarre el tenía la mano muy caliente y sudada, que la hizo sentir algo se asco.— Bueno creo que tienes razón será para otra ocasión, te dejo para que descanses si te pones peor deberías ir al médico... con permiso.Eso último se le dijo a Alexander cuándo paso frente a el en la cocina, ella abrió la puerta y se marchó, Alexander se quedó boquiabierto eso no era nada parecido ni cercano a lo que se había imaginado; por lo que le dijo antes de que entraran, ella parecía tener conocimiento de lo que Edgar escondía
En otro lado de la cuidad, en la parte más desolada e insegura los tacones rojos de una mujer resonaban entre las paredes de un callejón oscuro y húmedo, al verla desde lejos se podía saber que era una mujer adinerada no estaba en una zona segura para ella, al llegar al final del callejón un grupo de vándalos estaban fumando y bebiendo mientras escuchaban música ruidosa, al percatarse de el acercamiento de la mujer uno de ellos se puso de pie y se encaminó a su encuentro mientras los demás gritaban piropos y tiraban besos a la mujer.— ¿¡Porque me hiciste venir a este lugar tan desagradable?! La mujer chillo molesta, no era nada más y nada menos que Esmeralda, se llevó la mano a la nariz para evitar seguir percibiendo los aromas fuertes del tabaco, el alcohol y la suciedad del lugar. El hombre frente a ella era mucho más alto, llevaba una camisa de tirantes delgados blanca, su piel era clara y su cabello ligeramente rojizo, tenía tatuajes en ambos brazos, ojos claros que miraban a l
Para Dayana era sumamente desconcertante encontrarlo en ese lugar, había personas un tanto mayores estudiando pero no tanto, ese hombre tenía quizás alrededor de 36 años, casi de la edad de Alexander, llevaba puesto un conjunto deportivo negro dudaba que hubiera salido a correr y terminara dentro de la universidad por casualidad; Dayana estaba absorta en sus pensamientos sacando mil y un conclusiones, el hombre pasó su mano frente a los ojos de ella para hacerla reaccionar. — ¿Anna? ¿Estas bien? Ella sacudió un poco la cabeza para después ponerse de pie rápidamente, en ese momento recordó que le había mentido a ese hombre le había dicho que ella se llamaba Anna solo que ella no recordaba el nombre del sujeto. — Ee.. si estoy bien... em que sorpresa encontrarte aquí. Ella acomodó su mochila sobre sus hombros, le hablo en un tono neutral y acusatorio, el sonrió radiante acomodándose el cabello.— Bueno es una gran coincidencia que estudies aquí, yo soy el nuevo instructor de deport