Capítulo 11

Luego jugué con una rubia altota, de fuerte pegada, y que le gustaba mucho atacar a los costados. Todas sus pelotas buscaban siempre el ángulo. No me fue difícil adivinar su estrategia. Y cuando le respondía sus disparos, me ponía a bailar muy sexy y eso la enfurecía mucho. La vencí 6-1 y 6-1 y cuando conseguí el punto final, ella me lanzó su raqueta. La esquivé con las justas.

-Anda a bailar a tu abuela-, me dijo indignada, y se fue meneando las caderas, cargando su toalla y su maletín, echando humo hasta de las orejas.

Ashley no quiso que almorzara. Solo un surtido de frutas, agua y gelatina. Me pidió que me durmiera hasta las 3 de la tarde que debía jugar con una tal Nancy Hywoth que era la nueva estrella del tenis. -Ahora sí quiero verte-, me dijo, acomodando una gran frazada en una banca de madera para que me relajara.

Ni dormí, ni pensé en mi rival. Mi mente estaba copada por Marcial. Lo veía irresistible, en realidad. Estaba metida en toda esa maraña del tenis, por él, por
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