—Acabamos de recibir una trágica noticia, el Comisario Gastón Ramos ha fallecido en cumplimiento del deber, este intachable agente de la ley ha sido asesinado por una prófuga de identidad desconocida, y aunque suene extraño, por su propio hijo, Joel Ramos —anuncia el conductor de un programa de noticias con una expresión de pena. —Es simplemente horrible escuchar esto, pero es la cruda realidad que estamos viviendo. El Comisario había desplegado un operativo para atrapar a estos fugitivos, sin embargo estos… criminales lograron escapar, no sin antes cobrarse la vida de este… héroe y otros agentes —continúa una periodista meneando la cabeza con decepción, como si fuese algo que incluso el decirlo le produjese rechazo. —¡Mentirosos! —farfulla Joel enojado apagando el televisor y dejando el control remoto sobre la cama de la habitación de un motel que alquilaron. —Los periodistas nunca dicen la verdad, o la tuercen a su beneficio. Y de ahora en más podrás ver como cada canal presentará
—Sigo considerando que esta no es una idea muy buena… —murmura Joel al estacionar un elegante Mercedes frente a una blanca mansión de estilo victoriano. —Tenemos que llegar a Rinaldi, y esta es la mejor forma de hacerlo. De hecho es una gran ventaja para nosotros que esté dando este baile —declara Lydia mirándose en el espejo para asegurarse de estar bien arreglada. —No tendremos otra oportunidad como esta en mucho tiempo, así que lo mejor para nosotros es no desaprovecharla —aconseja Emma sintiéndose algo extraña con el vestido de satén azul que ha tenido que vestir para entrar también a ese evento. —¿Y en serio crees que lograrás captar su atención en medio de tanta gente? —cuestiona el Detective tamborileando los dedos en el volante del auto con nerviosismo. —Tengo mis formas, ya lo sabes. Y mientras yo lo mantengo ocupado, tú con Emma buscarán la información que necesitamos —indica la mujer esperando estar a la altura de lo que las circunstancias le exigen. —Siempre y cuando l
Al ubicar a Rinaldi, Lydia se acerca lentamente observando la bella mujer morena de vestido dorado que lo acompaña mientras él habla con varios hombres con aires de grandeza. Rebuscando en su bolso disimuladamente, saca entre sus dedos un pequeño gotero. —¡Oh, querida, tanto tiempo sin vernos! —salida Lydia abrazando a la sorprendida mujer que con incomodidad acepta el saludo. —¿Nosotras nos conocemos? —pregunta la morena sintiendo el peso de las miradas de todo el grupo que ha guardado silencio. —No me digas que ya no me recuerdas, pasamos una noche increíble en Miami, debo confesarles que terminamos nadando desnudas en la playa. Algo que puede resultar vergonzoso para algunas personas, pero a mí me resultó muy divertido, y si mal no recuerdo a ti también querida —relata la rubia con tono divertido, viendo como la mujer se toma de un sorbo el contenido de su copa. —Yo…hum… con permiso… —se disculpa la mujer apresurándose hacia el baño al sentir una revolución en su estómago. —Oh
—Señor Rinaldi, debe calmarse… esto puede solucionarse de otra manera… no hay necesidad de hacer una locura —declara Emma levantando las manos a la vez que intenta que la voz no le tiemble demasiado. —Solo hay una forma de solucionar esto, es increíble que crean que pueden engañarme solo con una sonrisa bonita y un lindo trasero. No he llegado hasta donde estoy por ser fácil de engañar —indica el mafioso con aire de superioridad, tratando de determinar si esa gente viene de parte de la policía o de uno de sus rivales. —Señor, no estamos aquí para perjudicarlo, yo solo quiero saber qué pasó con mi hermano, con Arturo Ramos, él tenía conexión con usted y terminó muerto en circunstancias que no son claras —confiesa Joel apartándose de la caja fuerte en un intento por evitar que Lydia salga lastimada. —Ese es terreno pantanoso, muchacho. Si hubieses sido inteligente te habrías mantenido lejos de ese asunto, pero ya es tarde para que tomes esa decisión —declara Rinaldi arrugando la frent
—¡Rinaldi está muerto, dos disparos en el pecho! —anuncia Lydia entrando en la habitación del motel con un par de vasos de café y un periódico en la mano. —¿Qué? ¿Cómo es posible? Estaba vivo cuando nos fuimos —exclama Joel tomando el periódico para ver la noticia que habla de la muerte y tortura del empresario al encontrarlo con un abrecartas atravesándole la mano. —Lo estaba, pero quizás llegó un contrincante y aprovechó la oportunidad, o no lo sé, aunque no me importa tanto que esté muerto, sino que se llevó lo que sabia a la tumba —refunfuña la mujer sentándose en la cama dando un largo sorbo a su café para tragar esa mala noticia. —¿Y si lo encontró esa gente a la que tanto temía? ¿Crees que ellos ya sepan sobre nosotros? —interroga el Detective con una expresión de alarma ante la posibilidad de tener que enfrentar a esa gente que incluso atemorizaban a un Jefe de la mafia. —No, si hubieran sido ellos habrían echo desaparecer el cuerpo —indica Lydia desestimando la idea rápida
—¿Y crees que es sensato confiar en ella? —pregunta un hombre de gafas cuadradas tecleando en su computadora.—No lo sé, Amanda siempre fue alguien dedicada a su trabajo, por lo que me inclino a creer que no podría ser parte de ese mundo oscuro de corrupción. Pero a la vez hay algo que me inquieta, no puedo terminar de creer que nos cruzamos por pura casualidad —murmura Joel tomando un sorbo de su lata de cerveza mientras espera que su amigo logre chequear la información que le ha brindado.—Te has encontrado con que estás rodeado con gente de doble cara, así que no te puedes recriminar por tu desconfianza, pero… ¿Y si tu desconfianza resulta tener su base en tu orgullo herido? —expone el amigo con la cruda franqueza que suele caracterizarlo, producida sobre todo por su poca interacción con personas físicas.—¿Ósea de que si estoy siendo despechado? ¡Claro que no! Hace mucho tiempo que superé… eso, Diego! Aunque admito que hubiese preferido que siguiese siendo parte de mi pasado —decla
—No me siento cómoda con la idea de tener que confiar en una completa extraña —protesta Lydia sentada en el interior de un vehículo tomando fotografías a una pareja que sale de un edificio de estilo colonial.—No es como que tengamos demasiadas opciones, ¿No crees? —replica Joel cruzando en una base de datos las fotografías tomadas por su compañera para identificar a cada persona.—La opción de ser cuidadoso siempre debe ser primordial, nunca puedes estar seguro de cuándo se están aprovechando de tus sentimientos para engañarte —advierte la mujer que por alguna razón siente que no puede confiar en esa mujer, incluso cuando no ha encontrado nada reprochable sobre ella.—¿Es eso o te incomoda la relación que tuvo conmigo? —plantea el Detective arqueando una ceja con una mezcla de reclamo y diversión.—¿Acaso estás insinuando que estoy celosa? —recrimina Lydia endureciendo su expresión ante ese tonto planteo.—Pues es lo que parece, quizás intentas disfrazarlo de “precaución”, pero creo q
—¡No puedes estar hablando en serio! ¡Es una locura! —exclama Joel tomando a su compañera del brazo para evitar que baje del auto.—¡Una locura es quedarnos de brazos cruzados mientras tu dichosa amiga hace quien sabe qué ahí dentro! —protesta Lydia zafándose del agarre para entrar en el orfanato y saber qué está sucediendo.Soltando un suspiro de frustración, el Detective se apresura a seguir los pasos de su compañera. Si bien cree que es una mala idea, no puede dejarla ir sola, no le quedará más remedio que apegarse al plan de hacerse pasar por unos padres interesados en adoptar.—¡Bienvenidos, Señor y señora Daffer! ¡Los hemos estado esperando! —los recibe un elegante mujer de traje negro con una amplia sonrisa.—No veíamos la hora de llegar, aunque si no es mucha molestia, antes de ver a los pequeños quisiera tener un recorrido del lugar para poder ver el lugar en el que creció el niño que llevaremos —pide la rubia con ojos suplicantes mirando a su alrededor con aparente curiosidad