LILIBETH
—Lo besaste.
Retrocedo, el ambiente es hostil y no hace falta que Aiden diga algo, está enfadado, se siente y se ve por todos lados.
—¿Y? —replico.
—Eres…
—Tú amiga —refuto—. ¿O acaso tengo que recordarte las palabras que me has dicho?
Su cuerpo se tensa.
—Me hiciste sexo oral, me has besado —levanto el mentón—. Me tocas, te crees mi dueño pero no dices nada, no aceptas lo que sientes por mí, argumentando que eres malo para mí, dejaste claro que solo somos amigos, así que creo que lo que haga o deje de hacer, eso no debe importarte.
—Tienes razón, puedes hacer lo que deseas con quien quieras, menos con Oliver Strong.
&
AIDENSé que no es correcto, sé que esto nos va a llevar a ambos al infierno, pero Lilibeth sabe a pecado, y uno que estoy saboreando gustoso. Le meto la lengua hasta la garganta mientras mis manos se aferran a sus caderas, quiero borrar todo rastro de ese hijo de perra en ella, gime en mi boca y no me importa, solo quiero esto.—Aiden —gime cuando rompe el beso.—¿Estás segura? No habrá marcha atrás, no se podrá borrar.«Di que sí, solo di que te haga mía»Sus ojos grises se anclan en los míos, es hermosa, lo es, la amo como nunca he amado a nadie. Ella siempre ha sido el universo en el que yo giro, solo ella ha hecho que mi corazón lata con fuerza. Y es por ello que espero su respuesta, sabiendo que puede negarse y tendré que e
LILIBETHAgarro con fuerza las esquinas de la mesa del laboratorio, Aiden empuja cinco veces más y me corro, está enfadado porque no permití que me follara sin condón, le amo, confío en él, pero no me gustaría hacerlo sin protección alguna, ha pasado un par de días desde que me quitó la virginidad, y desde ese momento no ha dejado de follarme a lo bestia.El aire se comprime en mis pulmones, sin embargo, sale de mi cuerpo y bajo mi falda, mi respiración es acelerada al igual que la de él.—Aiden —digo, pero frunce el ceño—. No te enojes.—Quiero follarte sin nada —espeta con dureza.—Lo haremos algún día, pero no ahora —me muerdo el labio inferior.Aiden me lanza una mirada que no pued
LILIBETH—No es nadie en la vida de Aiden, no tienes nada de qué preocuparte —dice Elsa pareciendo más amiga de mi novio que mía.Sigo mirando a Aiden, quien ahora está hablando con Levi y con el árbitro, mientras Teal, la chica que al parecer es su ex, sigue sentada frente a mí, sin verme, solo a mi novio, está cerca del cuadrilátero.—¿No debería ser yo quien esté ahí? —pregunto.—Pues claro, pero como Aiden es libre…Volteo a ver a Silver, quien parece estar disfrutando de mi sufrimiento en silencio.—Me refiero a que Aiden jamás será de una sola mujer, ¿no lo entiendes?—¡Ya cállate Silver, deja de ser tan perra y meterle ideas a Lilibeth en
XANDERLa vida suele llevarte por caminos inexplicables, en especial cuando eres alguien que nace bajo el legado King. Ya con el simple apellido, se sabe que tienes que ser un hijo de puta, la cuestión es que Aiden se tomó su papel muy en serio.Me hizo a un lado por un error que cometí, cuando él ha hecho más de los que se saben. Lilibeth es una chica a la que quiero con toda mi alma, y haberla dejado en manos de él no me deja tranquilo, pero por el momento es lo mejor que puedo hacer.Aiden es el lobo con piel de cordero. Eso es lo que lo lleva a la gloria, ha podido con todos, menos con Oliver Strong, quien por alguna razón perdió en su pelea y algo me dice que fue para que ella volviera a la comodidad de su vida.Que equivocado está.Y ahora, luego de que me diera la patada en el culo
LILIBETHMuerdo un pedazo de tostada francesa sin dejar de mirar a Levi, quien está frente a mi, sentado en el comedor principal, luego de que me enterara que Aiden pasó la noche con Teal, subí y me encerré en mi habitación, dejé pasar una hora para que recapacitara sobre lo sucedido, sin embargo, al ver que no subía decidí bajar para encontrarme con la sorpresa de que Aiden seguía encerrado en su oficina con su ex.—Deja de verme así —suspira con cansancio Levi.Dejando de lado los papeles que leía con ímpetu para evitar un enfrentamiento o el tema de conversación que tanto me interesa.—No sé de qué hablas —encojo los hombros.Mi mal humor va en aumento, no soporto los celos que me carcomen la poca paciencia que me queda.
AIDENMe preparo para la pelea, miro mi reflejo en el espejo y no me agrada lo que veo, soy como el monstruo que se empeña en no serlo pero por donde lo veas, no se puede ocultar la naturaleza de lo que soy. Muevo mi cuello con estrés, quisiera decirle toda la verdad a Lilibeth sobre Teal, y puede que en algún momento lo haga, pero no ahora, no cuando el objetivo de esta noche es estar cerca de Xander para ayudar a Teal.Reviso mi teléfono móvil, tengo cinco minutos antes de bajar, por lo que salgo a toda prisa y me paso por la habitación de Lilibeth, toco un par de veces, no me responde, intento abrir pero ha puesto el cerrojo, puedo empujar la puerta valiéndome de lo que piense al violar su privacidad, pero eso la cabrearía más y no quiero dejarla con tanto odio sobre los hombros.—Lilibeth, tenemos que hablar tarde o tem
LILIBETH—Deja de morderte el labio o juro que te follo aquí frente a todos —me dice Oliver por lo bajo.No puedo hacerlo, estoy nerviosa, sé que le pedí que me trajera por impulso, por hacer enojar a Aiden y para demostrarle que así como me puede tener, me puede perder. Pero no sirve de nada, tengo un miedo inmenso y no me doy cuenta de que estoy apretando su brazo, hasta que me coloca su enorme mano encima de la mía.—Oye, tranquila —me susurra llamando mi atención—. Eres la mujer más hermosa de esta puta fiesta, estás conmigo, nadie se atreve a mirar lo mío, así que mantén la calma.—Pero yo no soy tuya —le devuelvo el susurro.Nuestros ojos se conectan y nuestros alientos chocan, debido a la cercanía que ejerce el momento.
Oliver no me hace más preguntas, asiente en silencio y sin despedirse de nadie pese que hay gente que en cuanto lo ve, le llaman, me toma de la mano y me lleva hasta la salida, entramos a su auto y enciende los motores. Me coloco el cinturón de seguridad, en el trayecto evito mirarlo, dejando salir mis lágrimas en silencio.Aiden me mintió, me engañó. Estoy llena de rabia, pero también de dolor, no me doy cuenta de donde estoy hasta que el carro se detiene, conozco este sitio, es una de las fortalezas de Oliver.—Pensé que no querrías llegar a casa —dice—. Andando.Me quito el cinturón de seguridad y bajo del auto, ni siquiera me importa el frío que hace, lo sigo hasta la entrada, me da el paso y me sabe gracioso el hecho de que sea amable y caballeroso. Como que no queda con su personalidad. El vestíbulo es enorme y elegante, le sigo hasta lo