Lo beso con agonía, muerdo su labio como él lo hace conmigo, sacándole un gruñido gutural. No paro de besarlo ni de enredar mis dedos en su melena sedosa y negra. Él tampoco cesa de acariciarme y frotarme fuerte sobre él.
Llevo una de mis manos a su pantalón, suelto el botón y la meto dentro de sus interiores. Toco la piel alrededor de su falo duro, erecto, impecablemente rasurado. Lo abrazo con mi mano y presiono su glande con mi índice. Gruñe fuerte, excitado. No me detiene. Me sonrío, le tengo agarrado y se siente bien en mi mano. Me siento posesiva, lo siento mío. Esta es la primera vez que agarro el miembro de un hombre y me encanta como se siente en mi mano. La Samantha de antes, la aburrida, dedicada e inocente se abría avergonzado. La de ahora, la atrevida, la desvergonzada. No.
Me detengo de besarle, y le encaro mientras prosigo mi acción con mi mano sobr
No dormí bien, la recurrente voz de esa mujer que no pude reconocer y ni siquiera sé quién es, no me dejó pegar el ojo de solo pensar por qué Eliot ansiaba tanto su llamada. Tiene que ser eso para que estuviera esperándola. ¡Diantres! Me he levantado de mal genio por su culpa, o por la mía por crearme alas yo solita. Estúpidamente también tengo ganas de llorar. Eliot es un idiota. ¿Por qué no se quedó conmigo? Que ilusa soy de verdad al pensar que eso era posible. Largo un hondo suspiro, ya me he arreglado para salir de la habitación, pero no tengo muchas ganas de hacerlo y solo por no encontrarme con Eliot. Verlo solo me hará sentir más miserable. Así o más idiota que soy. Percibo golpecitos en la puerta, y miro hacia ella pensando quien toca de esa forma. Eliot no es, él simplemente abriría la puerta así le pusiera seguro. Decido ir a abrir cuando siento los golpecitos de nuevo, pero antes me percato que la falda plisada color coral que me p
Eliot definitivamente hará que envejezca rápido de los corajes que me da. Me doy la vuelta de espaldas y miro la lámpara en el centro del techo muy decepcionada. Me incorporo largando una exhalación y al hacerlo tropiezo mi vista con un hermoso vestido negro colgado en el perchero. Bajo de la cama y descalza voy a mirarlo más de cerca porque no lo he dejado allí y creo que alguien lo ha puesto allí. Mi decepción se aminora al ver que trae una nota pegada a la etiqueta. "Es para que brilles esta noche, princesa. M. Ferran". Sus palabras ponen una sonrisa más alegre en mi boca de las que haya tenido en todo el día. Que atento, siempre tan lindo y como me gustaría que estuviera aquí conmigo para ayudarme a pasar este mal trago. Lo que me hace pensar queno siempre el que tiene tatuajes y un pasado oscuro, doloroso, y lleno de traumas es el malo. Eliot ha tenido una vida de príncipe deDisney. ¡Y es un completo idiota!
El vestido que Ferran escogió para mí es precioso. Me queda ni mandado a hacer. Esa es la impresión que tengo cuando me miro al espejo. Recojo mi pelo en un moño alto, y voy a maquillarme cuando tocan mi puerta. Dejo eso a un lado y voy a abrir. Asumo que es Eliot que seguro debe estar esperando que baje, Pero me he tomado mi tiempo. Abro la puerta y me equivoco tremendamente, es Sabine y viene con una maletita muy bonita en sus manos. ―¿Puedo? ―pregunta levantándola hacia mí yo la miro con curiosidad―, es maquillaje, pensé que podía ayudarte ―añade y yo sonrío tonta. ―Sí, claro ―exclamo y me hago a un lado para que pase―, pero no tenías por qué molestarte. ―No es molestia, me encanta maquillar. Habría querido tener niños, pero ya vez ―expresa entrando y caminando hasta el tocador. Ella me mira y yo sonrío. Sabine me parece muy linda. ―Está bien, maquíllame ―le digo y ella sonríe empezando a abrir la maletita que está llena de toda cla
Me echo un poco para atrás cuando la acerca a mi cuello. ―¿Qué pasa, Sam? ―Eliot inquiere. ―No puedo aceptar llevar eso ―contesto, siendo un poco razonable. La miro con recelo, eso es demasiado para mí. ―Querida, es un regalo, y no acepto que me desaires negándote a recibirlo. Cuando dije que los regalos no siempre son para el destinatario, lo que quiero decir es que a Walter se olvidó que no tengo un cuello tan largo para lucir esa hermosa joya. En el fondo creo que lo compró para alguien como tú, y estaré feliz de que lo aceptes sin chistar. ―Me rehúso, debe ser muy costosa. Parezco tonta, pero hablo en serio. ―No te preocupes. Está hecha en platino engastada en diamantes. Tal vez solo un poco costosa; pero para mi marido es una baratija. Suspiro bajo y hondo, creo que tengo un mal concepto sobre las joyas costosas. Ahora resulta que son baratijas cubiertas de platino y diamantes. No insisto, me apena desairar a
Caminamos un corto tramo y nos detenemos a una considerable distancia de los invitados. podemos verlos a todos desde donde estamos. Mi mente no deja de pensar en eso que dijo, y aun me resuena eso de que va a derrocar a su padre. No tengo muchas referencias personales del señor Maddux, aparte de que es un millonario que ha cosechado una inmensa fortuna y toda su popularidad se reduce a eso. No es una figura pública que ande comentando su vida personal es un hombre que se destaca por su riqueza y sus negocios y nada más. Supongo que no todas las familias son perfectas, y el perfecto nido familiar de Eliot, parece tener una fisura bastante considerable. Eliot empieza a señalar con su vista a los supuestos miembros deLa mesa de los doce, y que ahora pienso que debe de ser alguna clase de mafia de cuello blanco o una sociedad secreta. Que ideas me da de verdad. ―Ese de allá ―Señala a un hombre como de la edad de su padre. Viste muy elegante
El sonido para ambientar la fiesta desde un comienzo es instrumental. No distingo la melodía y la verdad, no soy tan experta en música clásica. Solo puedo decir que le da un toque sobrio y exquisito que va muy acorde con la velada de todos estos ricos. Al integrarnos con los personajes, los fui detallando más de cerca. Por fuera uniformados, elegantes, galantes para la ocasión, y si yo me escandalicé con la gargantilla que llevo puesta, que podría decirse de los accesorios que usan sus amables y complacientes compañeras. También he de aceptar que muy joviales, y seguramente a base de retoques y no precisamente dePhotoshop. Y complementando, tienen buen sentido del humor. Hacen reír al señor Maddux con mucha facilidad. Y he de agregar que es un hombre a pesar de sus muchos años quizás, muy atrayente. Una posible estampa de Eliot con más años, nada despreciable. Por un leve momento sentí su mirada fija en mí y pude notar que sus ojos son iguales a los de Eliot.<
Luego que el carismático hermano de Eliot asaltara la fiesta con su ritmo moderno el ambiente mejoró notablemente para algunos, y para otros acostumbrados a la sobriedad, no tanto. No todos se tomaron a bien el desparpajo juvenil del hermano rebelde de Eliot. Y por fin la velada acaba y llega la hora de despedirse de todo. Aunque solo Eliot y su padre, yo agradezco no tener que hacerlo. Mis pies duelen un poco de tanto bailar o más bien saltar con los tacones como nunca lo había hecho. Y lo hice sola, Eliot buscó una mesa y se dedicó a mirar cómo me divertía casi al final de la fiesta. Es cierto que al principio estaba algo molesta, pero conforme pasó todo me fui animando y terminé disfrutando y olvidándome de los malos ratos que me hace pasar Eliot. Y sí, no pensé que sucediera, pero la pasé genial. Aunque ahora tengo una agenda llena, información para redactar, y un baúl lleno de descubrimientos con muchas sorpresas sobre la vida empresarial y familiar de Eliot, aunque alg
La mañana llega, mis párpados pesan. Lentamente adapto mi vista a la habitación completamente iluminada por el sol. Esta vez no me quedé con los lentes, pero igual veo un poco borroso y por el sol que hace afuera debe ser tarde. Me incorporo de un tirón sobre la cama para encontrarme de frente con Eliot, sin camisa, vestido con el pantalón que usó anoche y descalzo. Está arrellanado en el sillón junto a la ventana, y mirándome con su pequeño Gerry en brazos. Ambos silenciosos, hasta el momento, y este apenas me ve despierta y sentada en la cama se suelta de los brazos de Eliot y como un pequeño bólido corre y se sube a mi lado. ¡Cielos! Este chiquillo o trae ya injerto el gen confianzudo de su padre, o le caigo de maravilla. Menos mal no estoy desnuda. Llevo la camisa de Eliot puesta. Gerry se abraza a mi cuello y me besa ambas mejillas como toda una ternurita. Lo abrazo, lo apapacho y me lo como a besos hasta hacerlo totear de risa al hacerle cosquillas. Eli