Capítulo 54

Me echo un poco para atrás cuando la acerca a mi cuello.

―¿Qué pasa, Sam? ―Eliot inquiere.

―No puedo aceptar llevar eso ―contesto, siendo un poco razonable.

 La miro con recelo, eso es demasiado para mí.

―Querida, es un regalo, y no acepto que me desaires negándote a recibirlo. Cuando dije que los regalos no siempre son para el destinatario, lo que quiero decir es que a Walter se olvidó que no tengo un cuello tan largo para lucir esa hermosa joya. En el fondo creo que lo compró para alguien como tú, y estaré feliz de que lo aceptes sin chistar.

―Me rehúso, debe ser muy costosa.

Parezco tonta, pero hablo en serio.

―No te preocupes. Está hecha en platino engastada en diamantes. Tal vez solo un poco costosa; pero para mi marido es una baratija.

Suspiro bajo y hondo, creo que tengo un mal concepto sobre las joyas costosas. Ahora resulta que son baratijas cubiertas de platino y diamantes. No insisto, me apena desairar a

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