La mañana llega, mis párpados pesan. Lentamente adapto mi vista a la habitación completamente iluminada por el sol. Esta vez no me quedé con los lentes, pero igual veo un poco borroso y por el sol que hace afuera debe ser tarde. Me incorporo de un tirón sobre la cama para encontrarme de frente con Eliot, sin camisa, vestido con el pantalón que usó anoche y descalzo. Está arrellanado en el sillón junto a la ventana, y mirándome con su pequeño Gerry en brazos. Ambos silenciosos, hasta el momento, y este apenas me ve despierta y sentada en la cama se suelta de los brazos de Eliot y como un pequeño bólido corre y se sube a mi lado.
¡Cielos!
Este chiquillo o trae ya injerto el gen confianzudo de su padre, o le caigo de maravilla. Menos mal no estoy desnuda. Llevo la camisa de Eliot puesta. Gerry se abraza a mi cuello y me besa ambas mejillas como toda una ternurita. Lo abrazo, lo apapacho y me lo como a besos hasta hacerlo totear de risa al hacerle cosquillas.
Eli
Pensándolo mejor, este es mi trabajo y la razón por la que estoy aquí. Tengo que darle por el momento la razón a ese idiota. A lo mejor, y es por esto que me negó mi salida; de todos modos, tengo que discutir ese tema con él.Tomo mi baño para relajarme, y me arreglo para salir de la habitación, directa, y apurada hasta el comedor de la terraza. Cuando llego casi todos están reunidos, solo falta el padre de Eliot. Sabine, tiene cara de resaca y Ronald lleva lentes oscuros, que Eliot le retira de forma brusca cuando me ve que me acerco a la mesa. Ron me regala unos buenos días acompañado de un guiño de ojos bastante pícaro y haciéndole torcer el gesto a Eliot, más de lo que lo tiene. Miro por los niños y estos desayunan en otra mesa con sus niñeras.Nos levantamos cuando se integra el señor Maddux. Nos saluda a todos en general, y solo se detiene
No debiera ser raro para mí el trato que se tienen él y Ferran, y debería mejor agradecer lo que planearon a mis espaldas para mí. Me la jugaron bien, porque en serio creí que no le habían dado importancia. Al final resulta que si tenían un regalo para mí y que prepararon ambos. ¿Será de mi graduación? Miro el bonito sobre y me pregunto de qué se tratará el regalo. Ambos aguardan a que lo abra y yo aun lo sostengo en mis manos, no me decido a abrirlo. La verdad, espero que no sea un cheque.―Que pasa pequeña, ¿por qué no lo abres?Ferran me mira y yo sonrío de repente nerviosa, y de verdad deseo que no sea u cheque.―Dicen que es un regalo de ambos, pero me pregunto por qué. No he hecho nada para merecer otro regalo más de todos lo que me han dado ―expreso.Y la verdad es que así lo siento, y creo que ya he recibido m
Llegamos…En efecto lo hemos hecho. Aterrizamos, y supongo que me dormí todo el viaje y fue mejor así. Me fijo en que estamos solo los dos. Le doy la mano y me ayuda a incorporarme con un leve tirón acercándome a él. Me le quedo observando y sin yo esperármelo me abraza fuerte encerrándome en sus dos brazos y acariciando mi espalda.Creí que era hora de abandonar el avión, y no. Él me aferra y sus brazos apresándome tan fuerte que me desconcierta un poco el gesto. No se siente como él, que siempre es cariñoso conmigo. Hay algo más.―Samantha ―susurra mi nombre, y es la primera vez que lo hace.Por lo general siempre soy Sam, osupequeña.―Sí ―apenas siseo.―Gracias por venir ―expresa con un deje de nostalgia en la voz que me hace preguntar a qué se debe esa conmovida reacció
Una sensación calentita recorre mi mejilla sintiéndose deliciosa. Me remuevo de mi comodidad, aunque no quiero, porque preferiría seguir durmiendo, pero nada que hacer. Entreabro mis ojos y parpadeo varias veces hasta que me acostumbro a la claridad del sol que se filtra por las ventanas, haciendo que la mañana se vea resplandeciente. Y mirando a cada lado le sumo a mi dicha dos torsos desnudos, uno tatuado y el otro impecablemente blanco, y ambos dormidos y profundos.Es como estar en el paraíso. Literalmente.Mirándolos a ambos me siento como una codiciosaEvacon dos Adanes. Me acomodo de nuevo de espaldas sobre la almohada con una sonrisa de oreja a oreja. Cierro mis ojos y aspiro el aire limpio mezclado con el perfume de feromonas masculinas que exudan ambos cuerpos. En este momento me siento el ser más feliz del universo.¡Realización total! Estoy flotando en
―¿Quieres que cuelgue, y te marque alrato? ―No, tranquila, ya casi entro al garaje. ¿Dónde estás? Te oyes bastantelejano. ―¡Y sí que lo estoy!, ¿a qué no adivinas dónde estoy? ―digo emocionada. Camino hacia la ventana echando un vistazo afuera donde Eliot ya no habla por teléfono y si con Ferran. Me alejo y vuelvo al interior sentándome en un cómodo sillón. ―Vamos cuéntame que me tienes en ascuas ―dice Mar apurándome y yo vuelvo a concentrarme con ella. ―Bueno, no me lo vas a creer, pero la razón de que te cancelara es porque estoy fuera delpaís con Eliot y Ferran. Así tal cual como lo digo. ―¿Hablas en serio? Eso es super, ¿y en dónde estás? ―pregunta, pero no se le oye eufórica. Quien la entiende. Me rezó para que consiguiera un marido millonario y ahora que tengo dos y me voy de viaje con ellos a un paraíso soñado, no parece muy feliz. Algo debe pasarle para esa falta de euforia que no es propio de
En esas estoy, entre medio excitada y asustada con la vista del fondo cuando la voz airada de Ferran y en un perfecto francés irrumpe en el aire captando mi atención. Me giro automáticamente hacia ellos. No entiendo nada de lo que dicen. Él discute con quien debe ser la administradora o encargada del lugar. Intento ir a su lado y ver qué pasa; pero Eliot toma de repente mi mano y me detiene llevándome con él. Incluso me pide que haga silencio. Obedezco un poco abrumada. Es la primera vez que le oigo hablar tan fluido en francés, y lo hace a la perfección aun estando enojado. Tan enojado, que asusta. La mujer corre despavorida de su presencia. Él toma con rabia de un rincón que más parece un pequeño santuario. Un cuadro enorme que hay colgado en la pared con la imagen de una familia de tres los cuales solo logro atisbar al pequeño niño rubio de la mitad. Camina decidido, pasa de nosotros y lo tira con rabia por la terraza. El pequeño grito asustadizo que sale de mi garganta l
Luego de pasado el almuerzo y de recorrer las inmediaciones del hotel que en medio de todo va quedando fantástico, el día se me hace realmente corto y la noche nos cae encima. Algunas veces el día parece no alcanzarte nunca para hacer todo lo que quieres y justo me sucede ahora. Pero no puedo quejarme porque la he pasado de maravilla. Y a noche es joven, eso dicen. Ferran propone ir a cenar y luego a bailar en un increíble lugar, según sus palabras y lo cierto es que está muy animado y de algún modo no me fuerzo a hacer lo que me pidió Eliot, lo hago gustosamente. ¿Por qué no complacerle en lo que pida si al final nos divertimos todos? Por lo tanto, cenamos en un bonito restaurante del centro y en el que ya tienen hechas las reservas por anticipado. Allí nos atiende el propio dueño haciendo que la cena sea un tanto llamativa para los demás; sin embargo, Eliot y Ferran juntos o por separado siempre captan toda la atención y entonces siento que es mi hora de se
Cuando la placentera tortura termina y la mujer deja caer su cabeza hacia adelante exhausta, Ferran también luce agotado, se acerca a ella, pero el telón cae cortando el final de la escena y solo escuchamos con más intensidad los gemidos de la chica, y detrás de ese panel de vidrio ahora oscuro Eliot y yo solo escuchamos el cierre con el sonido audible de los jadeos y gemidos del otro lado. La presión de la mano de la mano de Eliot es fuerte, tanto que hace que le mire y me percate del brillo lujurioso en sus ojos fijos todavía en el panel. Bajo mi mirada a sus pantalones y veo como retuerce con incomodidad sus muslos. ―Ferran es un maldito, ha hecho que me den unas malditas ganas de follarte. Eliot suelta mi mano, me mira y toma con fuerza mi nuca llevándome cerca de él. Muerde y besa mi labio superior de forma brusca, salvaje. Me aparta de igual forma sin dejar de mirarme a los ojos. los suyos llenos de un claro e inagotable deseo. ¿¡Me desea!? ¿O l