En esas estoy, entre medio excitada y asustada con la vista del fondo cuando la voz airada de Ferran y en un perfecto francés irrumpe en el aire captando mi atención. Me giro automáticamente hacia ellos. No entiendo nada de lo que dicen. Él discute con quien debe ser la administradora o encargada del lugar. Intento ir a su lado y ver qué pasa; pero Eliot toma de repente mi mano y me detiene llevándome con él. Incluso me pide que haga silencio. Obedezco un poco abrumada. Es la primera vez que le oigo hablar tan fluido en francés, y lo hace a la perfección aun estando enojado. Tan enojado, que asusta. La mujer corre despavorida de su presencia.
Él toma con rabia de un rincón que más parece un pequeño santuario. Un cuadro enorme que hay colgado en la pared con la imagen de una familia de tres los cuales solo logro atisbar al pequeño niño rubio de la mitad. Camina decidido, pasa de nosotros y lo tira con rabia por la terraza. El pequeño grito asustadizo que sale de mi garganta l
Luego de pasado el almuerzo y de recorrer las inmediaciones del hotel que en medio de todo va quedando fantástico, el día se me hace realmente corto y la noche nos cae encima. Algunas veces el día parece no alcanzarte nunca para hacer todo lo que quieres y justo me sucede ahora. Pero no puedo quejarme porque la he pasado de maravilla. Y a noche es joven, eso dicen. Ferran propone ir a cenar y luego a bailar en un increíble lugar, según sus palabras y lo cierto es que está muy animado y de algún modo no me fuerzo a hacer lo que me pidió Eliot, lo hago gustosamente. ¿Por qué no complacerle en lo que pida si al final nos divertimos todos? Por lo tanto, cenamos en un bonito restaurante del centro y en el que ya tienen hechas las reservas por anticipado. Allí nos atiende el propio dueño haciendo que la cena sea un tanto llamativa para los demás; sin embargo, Eliot y Ferran juntos o por separado siempre captan toda la atención y entonces siento que es mi hora de se
Cuando la placentera tortura termina y la mujer deja caer su cabeza hacia adelante exhausta, Ferran también luce agotado, se acerca a ella, pero el telón cae cortando el final de la escena y solo escuchamos con más intensidad los gemidos de la chica, y detrás de ese panel de vidrio ahora oscuro Eliot y yo solo escuchamos el cierre con el sonido audible de los jadeos y gemidos del otro lado. La presión de la mano de la mano de Eliot es fuerte, tanto que hace que le mire y me percate del brillo lujurioso en sus ojos fijos todavía en el panel. Bajo mi mirada a sus pantalones y veo como retuerce con incomodidad sus muslos. ―Ferran es un maldito, ha hecho que me den unas malditas ganas de follarte. Eliot suelta mi mano, me mira y toma con fuerza mi nuca llevándome cerca de él. Muerde y besa mi labio superior de forma brusca, salvaje. Me aparta de igual forma sin dejar de mirarme a los ojos. los suyos llenos de un claro e inagotable deseo. ¿¡Me desea!? ¿O l
No solo me saca de allí con apuro, sino que cuando estamos afuera me lleva sobre la pared.―Ven conmigo ―dice y yo suspiro hondo.No contesto a lo que pide, y lo aparto para cerrar la puerta de Ferran mientras él solo me ve como si no pudiera descifrar a quien tiene en frente. Tomo aire lo boto y procedo a irme a mi habitación. Eliot me sigue y me toma del brazo.―¿A dónde vas? ―increpa.Su tono no es severo; pero tampoco desenfadado. Debería decirle que prefiero ir a dormir. Ha sido demasiado por hoy.―A descansar ―respondo mostrando indiferencia a lo que tenga en mente.Trato de zafarme de nuevo y no me suelta. Sigue sin darse por vencido y lo cierto es, que no tengo ánimos para lidiar con sus cambios de humores.―Te pedí que vinieras conmigo ―repite muy firme, y no quiero encontrarle la razón a su pedido.―¿Por qué me pides eso? ¿Es solo por
Siempre será igual porque así quedó marcado en la historia. En mi historia. Mis padres nunca volverían a vivir, aunque tuviera el poder de devolverme a aquel momento antes de su viaje. Suspiro hondo, me pregunto por qué de repente estoy pensando en ello cuando me prometí no recordarlo de nuevo y menos llorar. Eliot me pone en el miso y me mira interrogante. ―Ahora si vas a venir conmigo o vas a seguir haciéndote la de rogar ―expone estirando nuevamente su mano hacia mí y haciéndome volver a retomar el hilo de la conversación. Pestañeo varias veces para desaparecer la nostalgia y devolver a su sitio las lágrimas que se agolpan en mi garganta. Esta vez la tomo con decisión. Él la apresa con suavidad me lleva hasta la puerta de salida de la casa cuando pensaba que me llevaría a su habitación. Abre la puerta y salimos, nos dirigimos a la parte de atrás al rodear la piscina, hacia el camino que nos lleva a la playa. Es inevitable no escuchar el sonido de arrullo del mar e
Siento el roce de algo en mi mejilla y yo intento espantarlos a palmetazos como si fueran moscas. Insisten y no me queda más que a regañadientes y muy somnolienta abrir mis ojos. Mi visión borrosa de la primera hora de la mañana logra ver un atisbo del rostro de Eliot sus hermosos ojos saludándome al despertar. Me refriego los míos y me rasco la cabeza, mi cabello es un desastre.―¿Qué es? ―Increpo.Cualquiera mataría por ser despertada de esta manera. Pero yo mataría literalmente a quien me despierta de esta manera.―Ven ―dice estirándome su mano.―Eliot. ―Me quejo―. Qué horas crees que son. Tengo sueño ―Sigo quejándome, quiero seguir durmiendo y la cama está muy rica y calientita. Aparte está un poco oscuro todavía.―Lo sé; pero es la hora justa para ver lo que te prometí.Eso dice, y sin esperar a que diga a
Creo que a estas alturas he experimentado tantas cosas que no creo que agregarle cadenas y un látigo hagan mucho la diferencia. Bueno sí, si recrea conmigo lo mismo que le hizo a la mujer. Sin embargo, me queda una duda.¿Eliot también estará allí?Sé que comparten todo, pero es más del gusto de Ferra. Igual lo sabré cuando lleguemos a allí. y ya acepté su petición y no hay forma de echarme atrás. así de arrestada me he vuelto.«O sinvergüenza», me perece estar escuchando a mi subconsciente. Los tres subimos al auto y sin más demoras salimos hacia Sauvage nuit. El lugar donde Ferran tiene un espacio privado para hacer realidad sus fetiches. Esta vez no nos detenemos en el bar del club y nos adentramos por la puerta privada hasta esa habitación. No donde fui la espectadora junto con Eliot, sino donde yo sería la heroína, l
―¿Estás bien o te molestan los aros? Escucho la voz de Ferran desde un costado, ¿izquierdo o derecho? No lo sé, pienso buscando desorientada, su procedencia. ―Estoy bien ―contesto manteniendo mi nerviosismo a raya. Aunque es toda una peripecia. ―¿Alguna vez te han azotado pequeña? Ese es Ferran de nuevo. ―No tanto como eso ―respondo recordando su juego del postre que iba acompañado de fuertes nalgadas. ―Te molestaría si jugamos un poco con la fusta ―pregunta y su voz llega nuevamente cerca de mi oído. Puedo sentirlo que revolotea alrededor de mí. ―No ―respondo sintiendo como me recorre con esa cosa. ―¿La recuerdas? ―pregunta de nuevo metiéndola entre mis piernas haciéndome jadear. ―Sí la recuerdo ―susurro la respuesta. Bien, debo haber perdido la cordura siguiéndole el juego. ―Bien, ahora dime qué quieres que te haga. Su voz se tiempla hasta sentirla un poco fría. No me ex
El sonido de risas y chapoteos de agua llegan hasta mis oídos. El ruido no es molesto, pero hace que me incorpore en la cama un poco desorientada. Bostezo estirando mis brazos. Ya es de mañana y debe ser muy tarde por el abundante sol que hace afuera. Me enfoco y hago memoria de lo que pasó anoche, y mi cabeza se satura de inmediato con las imágenes que mi cerebro recrea a su manera del momento más sublime que haya vivido en mis pocos y ajetreados casi veintiún años de vida. No puedo evitar abrumarme, y que el rubor se me note en las mejillas. Las imágenes ruedan como una película sin fin una y otra vez y la sensación que siento recordando cada momento vivido es tan extraña, inconcebible e irreconocible; pero al final, muy placentera. Una experiencia única, de otro mundo. Recordar ser poseída por los dos al tiempo me hace erizar la piel. Me examino y estoy desnuda, llevo la sábana blanca a mi pecho tapándome y recordando también que llegué muy agotada y no t