Capítulo 8
Andrew colgó el teléfono sin pensar que algo anduviera mal.

Pero Callista se veía medio molesta:

—Ya casi se acaban los días en los que somos tan solo los dos... después, vamos a tener que escondernos otra vez.

Andrew la escuchó y le contestó con un tono que ya sonaba a advertencia:

—Que Juliana no note nada raro, ¿eh? Ya sabes lo que pasa si se da cuenta.

Callista parecía al borde del llanto:

—Sí, sí... ya lo dijiste mil veces.

Andrew la vio con esa cara de perrito triste, así que se inclinó un poco y trató de calmarla:

—No llores, estás embarazada, no es bueno para el bebé.

—Pero me regañaste...

—Entonces déjame darte algo. ¿Te compro un bolso? Dime cuál te gusta.

Callista levantó la cabeza, sonriendo con picardía:

—Vamos a la oficina, pero antes de llegar, hagámoslo otra vez.

Andrew no estuvo tan de acuerdo:

—Ya le dije a Juliana que voy a llegar en dos horas. No tenemos tiempo.

—Solo dile que hubo tráfico, siempre hay tráfico saliendo del aeropuerto.

Andrew miró el reloj, dudando u
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