Capítulo 2

Me encuentro bajo una carpa con varias personas. El calor que hace aquí es infernal; tantas jodidas personas borrachas o buscando una forma de fastidiar a los demás sobre pasa mi paciencia. Gracias a lo que sea que exista en el mundo, todos los souvenir que tenía en la mesa se acabaron. Recogí todo saliendo  de ese lugar como si mi vida dependiera de ello. 

Mientras iba caminando de regreso al hotel, decidí primero ir a la casa a bañarme y tomar algunas cosas.

Al entrar en casa todo estaba en total silencio y oscuridad perfecto para mi, fui directo al baño para tomar una larga ducha, me lo merecía, tomé un poco de chocolate caliente mientras recorría la casa en total silencio después de un rato decidí vestirme; unos jeans, una camiseta y mi abrigo. Tomé una la caja de cigarrillos que tenía oculta en mi habitación baje al garaje en busca de mi  bicicleta para poder ir al hotel, pedalee hasta el hotel disfrutando de las pequeñas luces de este pequeño pueblo. Llegue al hotel y fui directo a la  oficina de papá, le entregue el dienro querindo salir lo más rápido de ahí pero papá quería conversar. 

—¿Vas a salir?.—pregunto papá levantado la cabeza. 

—No papá, sólo me visto así y tengo mochila porque es lo último en la moda.—el sarcasmos se noto, papá sequedo observándome. 

— ¿Alguna vez dejaras de comportarte de esta manera? ¿Volverás hacer esa niña que una vez conocí?.—se sentó sobre el escritorio, sus ojos azules miraron los míos intentando descifrar lo que pasaba por mi mente. 

—No lo sé, tal vez nací para ser así.—me encogí de hombros. 

Comencé a caminar dándole la espalda a papá quería salir de aquí lo antes posible. 

—Naciste para ser más que esto, lo sabes Verena. No fue tu culpa y nunca lo será debes perdonarte antes de que te consumas por completo.—papá dio unos pasos para acercase a mi. 

—Me largo de aquí.—fue lo último que dije antes de perderme por el pasillo. 

Después de pedalear un rato, llegué al lago, dejé mi bicicleta y caminé hasta el muelle, me senté, encendí un cigarrillo con mis audífonos puestos y mire al cielo me perdí en tanta belleza; al rato me di cuenta de que no estaba sola, había un chico al lado mío. 

—¿Quién eres?.—Preguntó mientras observaba el movimiento de mis manos y labios con el cigarrillo. 

—Alguien.—dije apartando la vista de él. 

Volví a fijar mi mirada al cielo o donde sea que estaba viendo antes,le di una calada a mi cigarrillo. Cerré los ojos, iba a volver a pineme los audífonos cuando el chico hablo. 

—¿Está bueno?—preguntó viendo el cigarrillo en mis manos.

—¿Quieres?—le pregunté él asintió, le tendí la caja y tomó uno.

—Son buenos.—dijo  después de unas bocanadas.

—Lo sé.— saqué otro cigarrillo, pero éste era diferente, el chico miro el joimt y luego a mi.—¿Quieres de este también?.—pregunte mientras él observaba aquel rollito con papel blanco en mis manos.

Despus de pensarlo de sus labios salió un rotundo. 

—No.—pero la forma que lo decía era más bien para convencer así mismo. 

—Bueno tu te lo pierdes.—lancé el joint al lago.

— ¿Por qué lo lanzaste?.—dijo alarmado. 

—Porque no quería fumar más.—dije  encogiendome de hombros.                                         

Con la poca luz que había, no podía ver mucho al chico, lo único que podía ver bien era como su pelo se movía con el viento algo que tenía un pequeño brillo en su labio inferior., su voz no sonaba muy gruesa, pero no era muy suave, hablaba con calma y despacio como si le costara hablar. Le agradecí mentalmente su compañía en ese momento.

Después de un gran silencio él decidió volver hablar.

— ¿Eres de por aquí?—quería sonar despreocupado pero en su voz había algo más que no podía distinguir. 

— No.—me limite a responder. 

— ¿De dónde eres?.—dijo casi en un susurro. 

—De un lugar.—lo volví a ver. 

—Eres una chica de pocas palabras, ¿no?—un cabello rebelde salió su oreja haciendo que él lo volviera a poner en su lugar. 

 Me encogí de hombros, me levanté del muelle, limpie la parte trasera de mi jeans y le di un sorbo a lo que él chico estaba bebiendo, era refresco de fresa.

—Fuiste una agradable compañía. Pero haces muchas pregunta.—puse la lata en su lugar. 

No deje que el chico hablara, y seguí mi camino hasta mi bicicleta, di una mirada a la espalda de aquel chico. Algo me decía que esa noche él necesita sentirse menos solo para callar a su demonios al igual que yo. 

Pedalee toda la noche en las pequeñas calles  de Aldort, viendo como todo estaba en silencio, al llegar a casa me derrumbé en mi cama, quería dormir y no volver a despertar nunca.

Cuando mi despertador sonó , lo quería  estrellar contra la pared, me estrujo los ojos y acomodo mi cabeza mejor en la almohada. Ruedo por la cama cubriéndome aún más con las sábanas, pero como la paz es algo que mi madre, al parecer, nunca conoció, entra a mi habitación como perro por su casa.

— ¿Dónde estabas anoche? ¿Qué es ese olor? ¡Por Dios, Verena! ¿Cuándo vas a madurar? Ya todos lo hicieron, todos lo superaron.—mientras me gritaba, movía sus manos de un lado a otro es algo típico en ella. 

Veo a mi madre y siento ganas de matarla, y romper todo lo que está a mi alcance.

—Muy bien Rose, felicidades por superar algo, ¡que no tiene que ver nada contigo!.—grite levantándome de la cama. 

—Escúchate ahora por Dios.—intento decir algo más pero le pase por el lado. 

Salí de mi habitación hecha una furia, tomé mi bolso y salí de esa maldita casa, siento mil emociones por segundo, las lágrimas amenazan con salir, pero no las voy a dejar, aquella sensación de que no puedo respirar y el pecho se saldrá en cualquier momento volvió aparecer comencé a respirar a toda prisa, aumenté mis pasos para llegar al hotel, necesitaba llegar y tranquilizarme, pero antes de llegar tuve que esconderme en un callejón y tranquilizarme respirar y repetirme que todo estaba bien una y otra vez. 

Estoy caminando al hotel en pijama a pedirle a mi padre que se apiade de mí y me envíe con alguno de sus hermanos, veo  cómo mi abuela me está saludando, pero la ignoro, sólo sigo caminando hasta llegar al maldito hotel. Sin embargo, un chico choca conmigo, piensa disculparse, pero sigo mi camino, escuché que gritó algo, pero lo ignoré, cuando entré, veo que en la recepción está Alice.

—¿Dónde está papá?.—prácticamente grite.

—Estás en problemas, Verena. Creo que debes...—levanto mi mano para que Alice se calle.

—Y una m****a me importa lo que digas, quiero largarme de este maldito lugar y voy hablar con papá.—mi hermana me observo por un momento como si quiera matarme.

—¿Por qué no me sorprende que sólo pienses en ti? ¿Sabes? Tienes hermanos, que aunque pases de nuestro lado, estamos aquí y nos duele ver por lo que pasas, pero como siempre, sólo piensas en ti. ¡Maldita sea, nunca pedí tener una hermana menor!.—sus hermosos ojos estaba cristalizando, en cualquier momento lloraría. 

Escuchar decir eso de Alice me dolió, es decir, en los últimos tiempos nuestra relación no ha sido la mejor, sé que es por mi culpa que debimos de irnos de Geneva. Tome la decisión de mejor marcharme del hotel y no lastimarla más ella no se lo merecía realmente nadie se merece que los trate así, la única que merece morir soy yo.

"Estoy harta de todo". Después de mi rabieta, fui a casa por ropa y volví al hotel, por lo menos me pagarían por trabajar. Estaba sentada en la recepción, cuando un chico de cabello castaño, casi rubio, un poco largo que estaba revuelto en rizos, ojos café, alto, sus labios eran con un tono un poco rosado, tenía un arito en su labio; me miró directamente, como si buscara algo. 

—Bienvenido.—Dijo mi hermana a mi lado-.

Me levanté del banco en el cual estaba sentada y salí afuera con mis audífonos y un cigarrillo, el chico se paró justo al lado mío.

—¿Está bueno?.—preguntó el chico.

—¿Quieres?—pregunté de lo más natural.

—Son buenos.—dijo cuando le dio la primera calada.

 —¿Cómo supiste que era yo la de anoche?.—Pregunté.

— Te vi cuando ibas por el túnel, unas luces te dieron en la cara.—Asentí y expulsé el humo por mi nariz y boca.

—¿Trabajas aquí?.—se veía un poco tímido. 

—No—respondí.

—¿Siempre eres tan pensada?.—sono un poco molesto. 

—Qué coincidencia ese es mi segundo nombre.—le volví a ver a la cara él era hermoso, debía de admitirlo.

—¿Qué hacías en el lago anoche?.—pregunto, colmando mi paciencia.

—¿Siempre preguntas demasiado? No sabía que tenía que darle explicaciones a un extraño.—sus mejillas se sonrojaron un poco, después volvió a poner su mirada al frente, tiré el cigarrillo al piso, lo pise con mis tenis y empecé a caminar. El chico me preguntó-.

—¿Cómo te llamas?.—pude sentir su mirada en mi nuca. 

— ¿Para qué quieres saber mi nombre?.—dije de espaldas.

—Por cortesía, tal vez.

—Bien, no debes de ser cortés con una persona que no volverás a ver.

Entré al hotel  dejándolo  al chico en la entrada principal. Mi hermana me vio con total desaprobación y yo me encogí de hombros. 

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