Ethan
Después de pasar casi tres meses de aburrimiento, la noche de la fiesta de independencia, vi a una chica hermosa entre la multitud de personas que se entraban a las carpas en busca de objetos o alguna cerveza, ella estaba perdida entre el medio de la multitud parecía como si quisiera salir de ahí, frente a ella había una mesa de souvenirs.
Una chica preciosa, su pelo rubio y castaño parecía brillar en la oscuridad, toda ella brillaba debajo de esa sudadera negra más grande que ella, audífonos puestos. Parecía no encajar con este lugar, llamó mi atención no por lo bella sino por la oscuridad que se veía en ella, la quise seguir, pero estaba con unos amigos y se me hizo imposible.
Cuando me dirigía a mi casa, la vi salir de un hotel con su bicicleta decidí seguirla, hasta al lago, se sentó en el muelle, la seguí me quedé un rato observando sus movimientos desde la oscuridad y apenas podía ver algo con la poca luz de la luna caminé hasta donde ella llevaba un rato sentada e hice lo mismo que ella, estaba fumando viendo al cielo como si esperara alguna respuesta olía a joint algo que conozco bien con un ligero toque a cigarrillo, con toda la oscuridad que nos rodeaba.
— ¿Quién eres? —le pregunté curioso por saber quién era.
— Alguien. —respondió sin ninguna emoción, me dio un cigarrillo, cerré mis ojos un instante recordando la sensación de libertad que me daba fumar, hacía tiempo que no fumaba, cuando volví abrir mis ojos se iluminaron al ver que de su abrigo sacaba un pequeño porro.
— ¿Quieres? —preguntó.
Respondí “No”, para mi sorpresa conocía la sensación que daba el joint esa manera en que te relajaba haciéndote olvidar de todo, sabía que no podía caer en las drogas otra vez, me quedé observando cómo lo lanzaba al lago, se levantó de repente tomando un poco de mi refresco de fresa. Me dió la espalda y se fue dejando su brillo en mi oscuridad.
Sin que ella se diera cuenta la seguí mientras daba vueltas por la ciudad, con las luces de los carros y las lámparas se veía aún más hermosa, esa chica parecía perdida en ella misma, en un momento la perdí.
Ella llamaba mi atención, la chica se veía tan vacía y sin ninguna expresión en su rostro.
A la mañana siguiente la vi en pijamas llegar al hotel y supuse que se hospedaba ahí. Decidí ir a casa a llevar lo que mamá me había ordenado para volver al hotel e intentar encontrarla. Regrese al hotel tan rápido como pude tenía miedo de no volverla a ver o que se marchase sin siquiera saber su nombre, para mi buena suerte estaba charlando con una chica preciosa de ojos grises en la recepción, cuando me vió se alejó seguro no me reconoció anoche estaba tan oscuro que apenas se podía ver algo, la seguí, hasta la entrada principal ella estaba parada en el medio de la acerca escuchando música mientras fumaba me acerqué a ella repetí la misma conversación de la noche anterior; su pelo, entre rubio y castaño, estaba suelto, olía a verano un olor peculiar con un poco de cigarrillo y joint .
Su mirada era algo en lo que te podías perder; un ojo que con los rayos del sol brillaban como el mismo desierto parecía miel, el otro en un tono verde como el Amazonas, como el más espectacular bosque del mundo su mirada encontrabas la noche y el día pero sobre todo no había ninguna emoción en ella solo eran los ojos más hermosos y vacíos que cualquiera pudiera ver.
En su barbilla había un pequeño hueco, es muy delgada se veía muy vulnerable, tan frágil e indefensa, tan rota ¿tal vez?
— ¿Cómo supiste que era yo? —preguntó sacándome de mis pensamientos.
— Te vi en el túnel, cuando las luces te dieron en la cara, eres fácil de reconocer.—admití, ella solo asintió con su cabeza.
Después de eso la pasaba a recoger todas las noches para dar vueltas por la ciudad o ir al lago a fumar. Ella siempre llevaba sus audífonos, siempre escuchaba rock sus camisetas siempre eran de bandas y casi siempre llevaba un abrigo de una banda que se llama The 1975, mi obsesión por ella creía todos los días un poco más me daba pavor pensar que el verano se terminara y ella se marchara junto con el.
Una de esas tardes que acompañaba a mi hermana a la librería la vía perdida entre libros se veía emocionada por primera vez vi un brillo en sus ojos, me sorprendió tanto verla ahí, ella no parecía de ellas chicas que lee parecía más de ellas chicas, realmente no se parecía a ninguna otra, emocionado la llame por su nombre la chica de recepción una dos le había dicho Verena, cuando escucho su nombre dio un fogueo a donde yo estaba.
— ¿Qué haces por aquí? —Pregunté curioso por esa chica.
— ¿No ves? Compro libros. —Ella rodó los ojos mientras sostenía sus libros.
— No sabía que eras una chica de esas.—intentaba bromear para quitar la incomodidad.
El ceño de la chica se frunció, haciéndola ver tierna.
— ¿Qué se supone que significa eso, qué, ¿porque me drogué no puedo leer libros? —se defendió enojada.
No entendía lo que había pasado ¿dije algo mal? Cuando iba a disculparme estaba saliendo de la librería quise perseguirla pero ella no había pagado los libros y mi hermana me necesitaba.
Ese día la esperé en el hotel, ella nunca salió, tampoco estaba la chica de la recepción, no estaba en el lago la busqué por todas partes era como si la tierra se la hubiese tragado.
Volví al día siguiente a ver si tenía suerte de ver a la chica de recepción, que ahora sé que su nombre es Alice, me dijo que ella volvería pronto, duré un par de días buscándola todos los días.
Una noche de esas, llegué a casa como de costumbre papá está sentado en el sillón viendo tv con una botella de cerveza en la mano y borracho, llegué, le di un beso a mi hermana y otro a mi madre iba salir de ahí. Pero mi padre dijo lo que siempre me decía.
—Eres un inservible, debiste morir tú y no él, ¿crees que no sé que aún consumes esa m****a? Tu ropa huele a hierba. Llegas todas las noches tarde, ¿con qué prostituta te estás metiendo?.—gritaba mientras se levantaba del sillón.
— ¿Crees que no lo sé, que deseas que fuera yo el que muriera, “el inservible”, “bueno para nada”. Siempre me lo echas en cara que él era mucho mejor que yo.—le respondí.
— ¡Cállate Ethan! No me hagas perder la poca paciencia que me queda contigo. Debiste desaparecer de aquí hace años, mi pregunta es, ¿por qué sigues aquí, si no sirves más que para dar problemas?.—me sostenía por la camiseta, sabía lo que vendría después.
— Mátame con tus propias manos “Señor Rorschach”, total, nunca le ha temblado el pulso para golpearme. —fue lo último que dije antes de sentir el impacto de su mano sobre mi cara.
Sentí la primera bofetada de mi padre y todo lo demás se convirtió en golpes.
Mientras mi padre me golpeaba, escuchaba los gritos de mamá decir que me dejara en paz, pero como siempre, él no hacía caso. Logré zafarme, subí a mi habitación para poder encerrarme, esta era mi vida desde hace años recibir golpes y odio de mi padre, vivía en un infierno del cual no podía escapar sin causarle más dolor a mamá, mientras me perdía en el dolor que sentía cerré mis ojos, a mi mente llegaron los ojos de esa chica; cuando el sol le daba era casi dorado uno de ellos, cuando el viento soplaba de ella salía un aroma tan delicioso, a fresas, con un toque de miel ligado con tabaco y joint
Pensar en esos labios, gruesos. rosados no la había visto reír o si quiera estar alegre; siempre parecía vacía, sin expresión alguna. Me dormí pensando en la chica cuyo nombre era único Verena.
Al día siguiente los golpes que me había dado mi señor padre eran notables, salí temprano de casa antes que me tocara otra ronda y mi hermanita los viera, fui al hotel, ella estaba en la recepción con Alice, cuando la vi, sentí una extraña sensación dentro de mí. Me acerqué a ellas como siempre, no había emoción en su rostro.
—Parece que te rompieron la cara ¿qué te pasó?—dijo Alice mientras me miraba de arriba abajo.
—Una pelea, nada grave.—me limité a decir.
—Ya.—dijeron ambas.
— ¿Qué vas hacer? Es decir, ahora.—la vi a los ojos.
—Ustedes son tan lindos.—Alice sonrió, Verena rodó sus ojos.
Ella me tomó por el brazo y me llevó a su habitación, encendió el joint estaba en el balcón fumando sola parecía nerviosa como si algo la molestara, cuando termino de fumar volvió a la habitación tumbandose en la cama yo hice lo mismo, tenía uno de sus auriculares en su odio, le pregunté qué escuchaba, retiró el cable de su celular, la canción inundó en toda la habitación.
“Don't you see me?
I, I think I'm falling, I'm falling for you.
Don't you need me?
I, I think I'm falling, I'm falling for you.
And on this night and in this light,
I think I'm falling, I'm falling for you.
Maybe you'll change your mind
I think I'm falling, I think I'm falling”.
Con ese sonido, los dos nos unimos con la mirada me acerqué lentamente hasta sus labios estaba nervioso y me moria de ganas de probar sus labios, la bese ella respondió a mi beso; sus labios sabían a joint, cigarrillos y tristeza. Fue un beso torpe, temía que ella se convirtiera en mi obsesión, pero ella se separó de pronto.
—Esto no puede ser Ethan, no está bien yo no puedo.—sus ojos estaban cristalinos.
—Está bien Verena no lo volveré hacer, lo prometo.
Después de ese día no la intenté besar más, siempre la buscaba y le hacía compañía, o ella me hacía sentir menos solo y brillaba para mí en mis noches oscuras.
Pasamos nuestra última semana en el lago donde la había conocido y donde ella se había robado mis pensamientos. después de nuestro último domingo.
Pensé que nunca volvería a ver a la chica sin emociones con olor a joint y cigarrillos que se había llevado mis esperanzas en sus labios, pero entonces pasó; la vi en el pasillo de la escuela, mientras yo iba abrazando de mi mejor amiga, ella sólo me ignoró, como si yo no existiera, siguió su camino sin siquiera mirarme.
Tenemos una clase en común, cuando entre al curso ella estaba sentada al frente con una cola, sus audífonos, se veía perfecta sentada tan tranquila ignorando el ruido de los demás y haciendo que mi corazón latiera tan rápido que pensé que se saldría, me senté detrás de ella para por lo menos poder sentir su olor a Joint y cigarrillos.
Ya había pasado una semana en esta escuela, y la odiaba, no me sentía cómoda, tampoco tenía amigos, no es que me importara, sentía que me asfixiaba entre tantas personas.Alice ya era popular se estaba preparando para la audición de las porristas, me tenía loca, mis hermanos hacían lo mismo; se preparaban para entrar en los equipos ser capitanes narcisistas eran todos, yo me preparaba para encender mi cigarrillo en mi lugar favorito de esta escuela el patio, debajo de un árbol cerca de las gradas y escaleras que daban a las canchas, un chico rubio de ojo azules y sonrisa seductora se acercó a mí.— Verena Milli, ¿verdad? —me preguntó con cara de duda. Me encuentro en la biblioteca, explicándole al estúpido otra vez las fórmulas que él no entiende. Estoy harta de explicarle cosas que al final no va a entender.— Me rindo, nunca lo entenderás, ya tenemos tres semanas en la escuela y no eres capaz de entender los ejercicios de la primera semana, ¿qué diablos harás para el examen?.—me queje.— Oh! vamos, no puedes rendirte ahora, tengo partido y necesito aprenderme varias jugadas.—entonces se me ocurrió.— ¡Eso! Aprenderás matemáticas como las jugadas de Lacrosse. Sabía que ver tanto Disney Channel con mi hermana algún día funcionaria.—dije mientras pasaba pag a mi cuaderno.Capítulo 8
Hoy era uno de esos días donde no quería ir a la escuela, no me sentía bien, las voces en mi cabeza no se callaban, debía fingir que todo estaba bien. Estábamos terminando de desayunar cuando mamá me habló.— Linda ya encontró tu nuevo psiquiatra, si quieres voy contigo.—estaba recogiendo la mesa, hoy ella está libre.— No hace falta mamá, ya estoy acostumbrada a esto, no tienen que pausar su vida por mí.—jugaba con las migajas de pan que estaba en mi plato—Chicos nos dejan un segundo a solas con su hermana.—Papá miró a mis hermanos todos se pararon de la mesa. Estábamos en el hospital. Todos, incluyendo Pirim. Alice no paraba de llorar, ahora que ya estaba consciente entendía la gravedad del problema; me iba a suicidar delante de mi hermana, eso la habría destrozado.Un señor mayor rubio canoso con ojos azules llegó con Linda.— Él es el doctor Slucher, tu nuevo psiquiatra. —Dijo Linda.Miré al doctor, se me hizo familiar.— ¡Hola! Verena es tu nombre, ¿no?.—estaba viendo mi récord.Capítulo 10
Después de mi larga charla con Pirim fui al hotel, me tocaba trabajar, en la recepción estaba haciendo la tarea, después fui a la oficina de papá, antes de que empezara mi me faltaban unos minutos antes de que empezara mi turno, como por el momento no me podía quedar sola en casa hasta nuevo aviso o mi psiquiatra lo decidiera o debía estar siempre acompañada de alguien preferí ir al hotel que al hospital, me tumbe en el sofá que había en la oficina a pensar un poco en el desastre de mi vida y todo lo que Pirim me había contado. La puerta se cerró sola por la brisa no me levante para abrirla. Marcos abrió la puerta y se paró en el marco de brazos cruzados.—¿Qué quieres?.—dije aunque tenía los ojos cerrados su perfume lo delataba, el Paco Rabanne que le regale para navidad.
hoy decidí ir a la escuela, nadie estaba de acuerdo como me importa muy poco lo que piense mi familia y no me quería quedar el dia entero en el hotel, decir que lo mejor era ir a la a la escuela, estábamos desayunado quería y estaba antojada de un pan tostado con mantequilla me levanté de la mesa puse un pan en la tostadora, saque la mantequilla de la nevera fui por un cuchillo pero no encontraba ninguno, me giré para preguntarle a mamá es de las que cambia todo de lugar en cualquier momento.—¿Mamá dónde están los cuchillos?No los veo— en la cocina se hizo silencio sepulcral , todos me miraron.— ¡Ah! claro ocultaron todo lo filoso de la casa para que la loca no se suicide delante de sus hermanos.—un problema de
Estaba paradas la puerta del consultorio del Doctor Schuler, pensado en qué sentido tiene que venga hoy, no estoy de ánimos para nada menos de estas sesiones sin sentido.—Buenos tardes Verena—me siento en el sillón y pongo mis pies sobre los brazos del sillón.—¿Qué se cuenta Doc?,¿puedo fumar aquí?.—encendí mi cigarrillo.—Pensé que lo habías dejado—levante una de mis cejas.—¿Acaso el diablo deja el infierno?, claro que no ¿porque dejaría yo lo que me mantiene en calma?.—saque un libro de mi mochila.
Ethan y yo estábamos en el sofá viendo una película comiendo palomitas cuando escuché la voz de mi mamá desde el pasillo, me asuste tanto que no quería compartir mi pequeña felicidad con nadie.—Tienes que irte ¡ya!—dije mientras lo levantaba del sofá.—¿Por qué? ¿Estamos haciendo algo malo?.—frunció su ceño.—Por favor Ethan te explico después no te pueden ver aquí—cuando estaba apunto de abrir la puerta de la cocina para que se fuera escuché a mamá detrás de mí.—Verena.—miré a Ethan cerré los ojos y enfrente a mi madre.<