JessicaRick Lennox nos envió una invitación formal a Patrick y a mí para ir a la inauguración de su departamento. Según Patrick, era mucho más grande que el de él. Rick era un hombre sencillo con gustos refinados.El viernes once, me llamó.―Rick.―Hola, Jessica, quiero recordarte que mañana los espero en mi casa.―Sí, Rick, ahí estaremos.―Bien, no faltes. Tú menos que nadie.Yo me sorprendí.―¿Pasa algo? ―le pregunté un poco asustada.―Oh, no, no, nada de qué preocuparte, es solo que tengo una sorpresa y sé que te va a gustar.―Ah, bueno, con que no sea un cocodrilo gigante.Se largó a reír.―Por supuesto que no, niña, ¿cómo se te ocurre? Nos vemos mañana, la invitación dice a las seis, pero si pueden llegar antes, sería mucho mejor.―Está bien, le diré a Patrick.―Gracias, nos vemos.―Nos vemos, Rick.¿Esa llamada estuvo muy rara o solo fui yo? Le avisé a Patrick esa noche.Llegamos al departamento poco después de las cinco de la tarde y nos abrió la puerta ni más ni menos que Eri
Patrick ¿Cómo se atrevía mi mamá ir a aparecerse allá? ¿Qué se creía? Sabía que nadie la quería ya, mucho menos a Melissa, que no era nada de la familia.―¿Se habrá enterado de que ibas a hacer la inauguración hoy? ―le preguntó Jack.―No lo sé, seguramente.―Si es así, es porque te espía, no puede ser que se aparezca justo, no había aparecido en tanto tiempo… Además, ¿cómo sabe dónde vives?―No lo sé, solo ustedes tenían la dirección.―¿Alguien le dio la dirección a mi mamá o a Melissa? ―pregunté a los invitados.Todos negaron con la cabeza.―Sabes que a ninguno nos soportaba tu mamá ―respondió un viejo amigo de papá―, mal podría yo hablar con ella. Yo tampoco la soporto.Todos fueron negando así. Eso quería decir que mi mamá lo seguía, lo espiaba. ¡Estaba loca!Volvió a sonar el citófono.―Dije que no las quiero aquí. ¡Llamen a la policía! Esa mujer no entrará a mi casa. Está bien. Yo voy a ir.Cortó con violencia.―Quizá sea mejor que nos vayamos, amigo ―le dijo el amigo de papá.
JessicaHarold se quedaría por un tiempo en la ciudad, para disfrutar de sus hijos, nietos y bisnietos. El miércoles siguiente, nos invitó a cenar, fuimos a uno de los restaurantes más caros.―Quiero agradecerles por estar aquí, ustedes son mi familia ―dijo en el brindis―, le agradezco a la vida el poder haber conocido a mis nietos y a mis bisnietos. Doy gracias por los dos hijos que me regaló mi querida Stella, no saben cuánto desearía que siguiera aquí, aunque estoy seguro de que ella sigue con nosotros. Nuestro deseo siempre para ustedes es que fueran felices. El dinero es importante, lo sabemos, pero no más que la familia, que el amor, que el compartir. Siempre tengan presente que no hay bien mayor que el de tener gente alrededor, gente a la que uno pueda amar sin miedo, gente que a uno lo ame también sin condición. Espero que su vida, la de mis hijos, de mis nietos y mis pequeños bisnietos, esté llena de dicha. Gracias por este tiempo que la vida me ha regalado. Puedo decir que s
PatrickConversábamos animados acerca de los planes que tenían papá y mi abuelo. Mi padre quería entregarnos toda la administración de las empresas familiares para poder dedicarse a su pasión y a descansar.En eso estábamos cuando Stan se acercó a mí con el rostro demudado y nervioso.―¿Qué pasa? ―le pregunté de inmediato.―Hubo un incidente.―¿Un incidente? ―preguntó mi abuelo.―La señora Isabella entró al departamento de Jessica, iba con Melissa, ambas están heridas, las llevan a la clínica.―¿Ambas? ¿Quiénes ambas?―Las señoritas Jessica y Melissa.―¿Heridas? ¿Qué pasó? ―inquirió mi padre.―La señora al parecer tenía un arma y les disparó a las dos chicas.―¿¡Qué?! ¿Cómo mamá iba a dispararles? ―Fue mi primera reacción―. Debo ir a ver a Jessica.―Vamos todos ―dijo Jack―, mamá es capaz de eso y más.Yo no lo creía posible, una cosa era que estuviera enojada, pero ¿matar? Eso eran palabras mayores. ¿Y por qué querría matar a Melissa? ¿No se suponía que era su protegida, la mujer que
JessicaDesperté de un modo extraño. Fue como si no hubiese despertado de verdad. Estaba consciente, no obstante, mis ojos no se abrían. Era como si viera sin vista. No sabía dónde estaba ni lo que había ocurrido, el último recuerdo que tenía era el de haber empezado a discutir con Isabella, la mamá de Patrick. ¿Qué había ocurrido? ¿Me había muerto? ¿Así se sentiría la muerte? Quise llorar. Yo no quería morir tan joven, me faltaba mucho por vivir.Sentí voces. Me asusté, pero luego pensé que, si yo me había muerto, entonces la fantasma era yo y de mí se debían asustar, como en la película.―Ella está grave, anoche hizo algunas apneas y tuvo dos descompensaciones. No sabemos si sobreviva. Está en coma, esperamos que salga, pero las probabilidades de sobrevida son mínimas ―dijo un doctor.Yo quise gritar que estaba despierta, que los escuchaba, pero no podía moverme ni hacer gesto alguno.Rhonda tomó mi mano.―Amiga, aquí estamos, recupérate pronto, te esperamos. ―Se largó a llorar. Yo
PatrickMe sentía mal. El día anterior, Rhonda me había echado de la sala de Jessica, ese día no me dejó entrar. ¿Cómo no podían entender que no desconfiaba de Jessica? El problema era asumir que mamá era una asesina sin conciencia. Esa madre no tenía ninguna relación con la que yo conocí de niño. Era cierto, ella tenía ciertos problemas, no sé, sus intrigas, sus mentiras, el perfeccionismo que esperaba de nosotros, pero de ahí a ser una asesina, eso, para mí, eran palabras mayores. No podía concebir algo así. Y no era que pensara que Jessica sí podía hacerlo, pues ella menos tenía ese perfil, al contrario, Jessica ni siquiera peleaba, ella decía las cosas de frente, no andaba con cosas raras, si a ella le molestaba algo, lo decía y ya. Dudo que pudiera ser capaz de tomar un arma y matar a quien se le interpusiera por delante. Ni a Rossy se le había podido enfrentar, que Rossy no era más que una estúpida celópata.El detective Marshall me llamó, debía ir a la comisaría a las once de l
JessicaLo escuché tan desesperado, que me dolió el corazón. Literal. Y también sentí rabia. Él había desconfiado de mí, él no creía que su mamá había ido a terminar conmigo y con Melissa. Prefería pensar que yo había sido capaz de matar a Melissa. ¿Por qué no pudo confiar en mí desde un principio como todos?Los pitidos de las máquinas me hicieron sentir un horrible dolor de cabeza. Me dolía todo, quería que acabara, sentí que me quemaban el pecho con unas planchas horribles. Sentía sus gritos, su desesperación, agujas que se clavaban directo en mi corazón.Sentí que me moría y no quería, yo debía seguir viviendo, tenía tantos planes, tantos sueños, tantas metas por cumplir. Incluso, sí, quería tener hijos, una familia, y nada de ello sería posible. Me estaba muriendo.Lloré de frustración, ¿cómo se volvía? ¿Cómo se regresaba el alma al cuerpo? Quería abrir mis ojos y decirles que todavía estaba allí, que seguía viva y quería seguir luchando, pero no sabía cómo, si alguien tan solo m
PatrickOtra vez se había descompensado por mi culpa. Yo le hacía mal. El problema era yo. Mi papá me llevó abrazado a la sala de espera.―Tranquilo, hijo, ella se pondrá bien.―No sé, papá, no debería haber venido.―Hijo…―Le hago daño, papá, ¿no te das cuenta? Yo solo la lastimo, mi presencia le hace mal. La otra vez igual se descompensó cuando estaba con ella.―Y se había descompensado cuando no estabas, cuando estaba sola… No es tu culpa.―Sí, lo es. Yo sé que lo es. Desconfié de ella, no la supe valorar, me equivoqué.―Y ahora la quieres dejar.―Es lo mejor.―Creo que, a juzgar por la reacción de ella, no está de acuerdo en eso.―Quizá ya no quiera verme más.―Se hubiera descompensado al escucharte hablar.―A lo mejor ni siquiera escucha.―No lo sabemos. Y si no escucha, ¿qué explicación le daremos por tu ausencia? Si tú la amas quédate a su lado, te necesita, es ahora cuando tú debes estar con ella.―Rhonda no me quiere ver cerca de ella.―Rhonda está sentida, toma en cuenta que