PatrickConversábamos animados acerca de los planes que tenían papá y mi abuelo. Mi padre quería entregarnos toda la administración de las empresas familiares para poder dedicarse a su pasión y a descansar.En eso estábamos cuando Stan se acercó a mí con el rostro demudado y nervioso.―¿Qué pasa? ―le pregunté de inmediato.―Hubo un incidente.―¿Un incidente? ―preguntó mi abuelo.―La señora Isabella entró al departamento de Jessica, iba con Melissa, ambas están heridas, las llevan a la clínica.―¿Ambas? ¿Quiénes ambas?―Las señoritas Jessica y Melissa.―¿Heridas? ¿Qué pasó? ―inquirió mi padre.―La señora al parecer tenía un arma y les disparó a las dos chicas.―¿¡Qué?! ¿Cómo mamá iba a dispararles? ―Fue mi primera reacción―. Debo ir a ver a Jessica.―Vamos todos ―dijo Jack―, mamá es capaz de eso y más.Yo no lo creía posible, una cosa era que estuviera enojada, pero ¿matar? Eso eran palabras mayores. ¿Y por qué querría matar a Melissa? ¿No se suponía que era su protegida, la mujer que
JessicaDesperté de un modo extraño. Fue como si no hubiese despertado de verdad. Estaba consciente, no obstante, mis ojos no se abrían. Era como si viera sin vista. No sabía dónde estaba ni lo que había ocurrido, el último recuerdo que tenía era el de haber empezado a discutir con Isabella, la mamá de Patrick. ¿Qué había ocurrido? ¿Me había muerto? ¿Así se sentiría la muerte? Quise llorar. Yo no quería morir tan joven, me faltaba mucho por vivir.Sentí voces. Me asusté, pero luego pensé que, si yo me había muerto, entonces la fantasma era yo y de mí se debían asustar, como en la película.―Ella está grave, anoche hizo algunas apneas y tuvo dos descompensaciones. No sabemos si sobreviva. Está en coma, esperamos que salga, pero las probabilidades de sobrevida son mínimas ―dijo un doctor.Yo quise gritar que estaba despierta, que los escuchaba, pero no podía moverme ni hacer gesto alguno.Rhonda tomó mi mano.―Amiga, aquí estamos, recupérate pronto, te esperamos. ―Se largó a llorar. Yo
PatrickMe sentía mal. El día anterior, Rhonda me había echado de la sala de Jessica, ese día no me dejó entrar. ¿Cómo no podían entender que no desconfiaba de Jessica? El problema era asumir que mamá era una asesina sin conciencia. Esa madre no tenía ninguna relación con la que yo conocí de niño. Era cierto, ella tenía ciertos problemas, no sé, sus intrigas, sus mentiras, el perfeccionismo que esperaba de nosotros, pero de ahí a ser una asesina, eso, para mí, eran palabras mayores. No podía concebir algo así. Y no era que pensara que Jessica sí podía hacerlo, pues ella menos tenía ese perfil, al contrario, Jessica ni siquiera peleaba, ella decía las cosas de frente, no andaba con cosas raras, si a ella le molestaba algo, lo decía y ya. Dudo que pudiera ser capaz de tomar un arma y matar a quien se le interpusiera por delante. Ni a Rossy se le había podido enfrentar, que Rossy no era más que una estúpida celópata.El detective Marshall me llamó, debía ir a la comisaría a las once de l
JessicaLo escuché tan desesperado, que me dolió el corazón. Literal. Y también sentí rabia. Él había desconfiado de mí, él no creía que su mamá había ido a terminar conmigo y con Melissa. Prefería pensar que yo había sido capaz de matar a Melissa. ¿Por qué no pudo confiar en mí desde un principio como todos?Los pitidos de las máquinas me hicieron sentir un horrible dolor de cabeza. Me dolía todo, quería que acabara, sentí que me quemaban el pecho con unas planchas horribles. Sentía sus gritos, su desesperación, agujas que se clavaban directo en mi corazón.Sentí que me moría y no quería, yo debía seguir viviendo, tenía tantos planes, tantos sueños, tantas metas por cumplir. Incluso, sí, quería tener hijos, una familia, y nada de ello sería posible. Me estaba muriendo.Lloré de frustración, ¿cómo se volvía? ¿Cómo se regresaba el alma al cuerpo? Quería abrir mis ojos y decirles que todavía estaba allí, que seguía viva y quería seguir luchando, pero no sabía cómo, si alguien tan solo m
PatrickOtra vez se había descompensado por mi culpa. Yo le hacía mal. El problema era yo. Mi papá me llevó abrazado a la sala de espera.―Tranquilo, hijo, ella se pondrá bien.―No sé, papá, no debería haber venido.―Hijo…―Le hago daño, papá, ¿no te das cuenta? Yo solo la lastimo, mi presencia le hace mal. La otra vez igual se descompensó cuando estaba con ella.―Y se había descompensado cuando no estabas, cuando estaba sola… No es tu culpa.―Sí, lo es. Yo sé que lo es. Desconfié de ella, no la supe valorar, me equivoqué.―Y ahora la quieres dejar.―Es lo mejor.―Creo que, a juzgar por la reacción de ella, no está de acuerdo en eso.―Quizá ya no quiera verme más.―Se hubiera descompensado al escucharte hablar.―A lo mejor ni siquiera escucha.―No lo sabemos. Y si no escucha, ¿qué explicación le daremos por tu ausencia? Si tú la amas quédate a su lado, te necesita, es ahora cuando tú debes estar con ella.―Rhonda no me quiere ver cerca de ella.―Rhonda está sentida, toma en cuenta que
JessicaQuería quedarme sola con Patrick, saber por qué había dicho todo lo que dijo, él dudaba de que su mamá me hubiera disparado, pero sí pensaba que yo o Melissa podríamos haberlo hecho. Después, no volvió por días y luego se fue a despedir de mí. ¿Qué quería? ¿Qué significaba que siguiera allí después de su adiós? ¿Qué esperaba? No entendía su actitud, no sabía a qué atenerme, ¿estaba conmigo por lástima? Necesitaba respuestas.Al rato, se fueron Rhonda, Erick y Rick, iban a la oficina pues debían trabajar. Harold salió a tomarse un café con Brandon para dejarnos a solas. Yo sabía que Harold no se iba, pese a la edad, se quedaba allí todo el día, por suerte, había un sofá muy cómodo donde se ponía a leer o ver televisión.Cuando salieron, miré a Patrick.―¿Qué haces aquí? ―le pregunté de frente.―¿Qué?―Ayer o no sé cuándo, te viniste a despedir. Me dijiste que te ibas y que ya no me volverías a lastimar.―Lo siento, creí que lo mejor sería alejarme de ti después de haber dicho q
PatrickEscucharla hablar de matrimonio, de hijos, de familia, me hizo sentir una dicha que nunca había sentido. Era maravilloso pensar en eso. Conversamos un buen rato de ese tema, aunque no nos pudimos poner de acuerdo en los nombres para nuestros bebés.Al rato, ella estaba incómoda en el sofá, así es que había llegado la hora de acostarse.―Si quieres puedo dormir en el otro cuarto, no me gustaría golpearte dormido ―le ofrecí, a pesar de que quería dormir con ella como había deseado todo ese tiempo.―Nunca me has pegado, no tendrías por qué hacerlo ahora, además, mi mente es la que está mal, no mi cuerpo, ya mis heridas están todas sanas.―No del todo, pero te confieso que estoy un poco nervioso, ¿sabes? Volver a tenerte aquí…―Sí, yo también estoy algo aprensiva.La abracé con cuidado, me daba miedo pasar a llevar sus heridas, golpearla sin querer o hacerle daño de algún modo.―No te quiero lastimar ―insistí.―No lo harás. Vamos.Me tomó de la mano y me llevó a la habitación.Se
JessicaLa fiesta de compromiso la haríamos cuando yo estuviera recuperada del todo, para no tener que cuidar las comidas o el cansancio, además, así daríamos tiempo para el juicio, que los abogados de los Lennox suponían no tardaría mucho tiempo, pues las pruebas eran irrefutables en contra de Isabella Marín. Rick ya había iniciado los trámites de divorcio.Melissa atestiguó desde la clínica. Dio la misma versión que yo, Isabella le había disparado a quemarropa. Mi antigua contrincante había dicho que descubrió a mi querida suegra con su entrenador personal, y que por eso le ofreció el matrimonio con Patrick, para que guardara silencio respecto a su infidelidad, y Melissa podría mantener el estilo de vida al que estaba acostumbrada, ya que su familia estaba en la bancarrota. Eso le ayudó a Rick para que el divorcio demorara menos de lo esperado.Le dieron diez años de presidio efectivo. Al salir del juzgado el día de la sentencia, nos fuimos a un restaurant a comer. Yo ya podía comer