PatrickDejé a Jessica en su casa después de un buen rato de conversación con ella, con Rhonda y con Brandon. Debo decir que siempre había tenido más relación con Stan, pero Brandon resultó ser muy agradable también, yo pensaba que él era más tosco en su trato y no, con Rhonda era un dulce de leche.Llegué a mi edificio y salí a comprar algo para comer. Debí haber pedido, en la puerta me encontré a Melissa.―Hola, querido.―Melissa, ¿qué haces aquí?―Vine a hablar contigo.―Yo no tengo nada que conversar.―Por favor, querido, claro que tenemos cosas que hablar, yo puedo perdonar tu desliz con esa mujer.―¿Desliz? Jessica no es un desliz, yo no tengo nada contigo, no tienes nada que perdonarme.―Soy tu prometida.―No eres mi prometida, Melissa, ¿en qué forma quieres que te lo diga?―Subamos a tu departamento para conversar mejor, no me gusta discutir en plena calle.―No estamos discutiendo, simplemente yo no tengo nada qué decirte.―Tu madre no piensa lo mismo.―Mamá no tiene por qué m
JessicaMe desperté temprano, me duché y entonces llamé a Patrick para despertarlo, como cada mañana cuando no dormíamos juntos. No me contestó. Me preocupé, pues hasta ese momento no había demostrado ser irresponsable.Me vestí y cada cierto rato lo llamaba, pero nada. Al final, su teléfono me mandaba directo al buzón de voz. O no quería hablar conmigo o algo le había pasado. Algo malo.―Patrick no me contesta ―le conté a Rhonda cuando nos encontramos en la sala.―¿Y eso? ¿Le habrá pasado algo?―No lo sé. Estoy preocupada, anoche me mandó un mensaje.―¿Qué te puso?―Te necesito. A la una y veinte. ¿Qué hacía despierto a esa hora? Y no me suena a un “te necesito” de que quería estar conmigo porque sí, no, lo siento desesperado.Mi amiga me miró con seriedad.―A lo mejor estoy viendo cosas donde no hay nada. ¿Vamos?―Claro.Abrimos la puerta y afuera nos esperaba Brandon.―Hola, ¿por qué no nos avisaste que estabas aquí afuera? ―lo reconvine―. Te hubiéramos hecho pasar.―No, supuse que
PatrickMe fui del departamento y le pedí a Stan que manejara por mí. No me sentía capaz.―¿Qué pasó?―No sé.―¿Cómo así?―Lo que pasa es que creo que Jessica ya no quiere seguir conmigo.―¿Y eso? Parece muy enamorada.―Es mi culpa.―¿Qué le hiciste?―Acompáñame al departamento para conversar, creo que necesito un buen tirón de orejas.Stan sonrió y siguió conduciendo el corto trayecto a mi departamento en silencio. Estacionó, yo ni siquiera me di cuenta, hasta que él me tocó el brazo para hacerme bajar.―Lo siento.―Sí que estás mal. Vamos.Entramos a casa y me tiré al sillón.―¿Puedes servirme un coñac, por favor?―No. Esta vez será un sano jugo de frutas.―¿Por qué?―¿No te bastó con la borrachera de anoche? Suficiente por la semana. Por un mes. Además, estoy aquí para jalarte las orejas, no para ser condescendiente.Sirvió un par de jugos y se sentó frente a mí.―Dime en qué metiste la pata.―En escuchar a mamá.―¿Qué te dijo?―Me dijo que Jessica solo quería jugar conmigo, que no
JessicaDespués de muchas horas de pensar y repensar en todo lo que había sucedido y en la desconfianza de Patrick, me dormí llorando. No me gustaba la sensación, no me gustaba sufrir. ¿Por qué Patrick tenía que colarse de esa manera en mi corazón? No tenía derecho. No debí permitirme estar con él, no debería haberse quedado a dormir. Lo extrañaba. Su mano en la mía me hacía dormir tranquila, en paz. Sentía que por solo sentir su mano cada noche, viviría con él cada día; aparte del excelente sexo que me otorgaba.Patrick me pasó a buscar como cada mañana, nos fuimos en su coche, pasamos a comprar nuestros cafés y llegamos al edificio en completo silencio. En el ascensor tomó mi meñique, ese gesto tan pequeño, me llenaba de motivos.―Nos vemos más tarde ―me dijo al bajar.Entré a mi oficina y me paré en el ventanal a beber mi café.―Bien, Jessica Wilson, a trabajar ―me dije a mí misma.Patrick estaba distante, serio, quizá se había molestado por lo que dije de su mamá, en realidad, yo
PatrickEstaba alistándome para ir a casa de mi hermano, cuando recibí una llamada.―Jack ―respondí.―Hermano, te llamo porque se presentó un problema.―¿Qué pasó?―Lo que pasa es que Susan tuvo que ir a casa de sus padres porque algo pasó, así es que seremos solos los dos para celebrar tu cumpleaños, ¿te parece que vamos a algún bar?―Claro, pero si tienes que ir con tu mujer…―No, no, ella ya está con mis suegros.―Ah, bueno, si no es problema para ti.―No, para nada. Te paso a buscar y nos vamos por ahí.―¿Y por qué no nos quedamos? La verdad es que no tengo ganas de salir.―¿Seguro? Es tu cumpleaños, hermano.―Sí, sí, pedimos algo, nos tomamos unos tragos y conversamos.―Parece que lo necesitas.―Sí.―Está bien. Voy para allá, nos vemos.―Gracias.―Te quiero, hermano.―Yo también.Llegó en menos de treinta minutos, pedimos pizza y algunas cosas para picar. Serví dos vasos de whisky.―Ya, hermano, dime, ¿qué te agobia tanto?―Estoy sufriendo lo que tú sufriste con mamá y Hanna.―Me
JessicaÉl cerró la puerta y me colgué de su cuello. Se veía tan sexi, tan deseable, me hizo recordar al día en que lo conocí. Nos besamos por largo rato, hasta que él me tomó en sus brazos y me llevó a la habitación.―Te extrañé mucho anoche ―me dijo sin dejar de besarme.―Y yo a ti ―respondí―. ¿Cómo lo pasaste con tu hermano?―Después te cuento ―me contestó y siguió besándome, me hizo el amor como aquellos primeros días.Nos quedamos en la cama y al rato, él se durmió, tomé su mano y me dormí también, había dormido muy poco la noche anterior y me gustaba estar con él.Despertamos pasado el mediodía. Nos duchamos y yo me puse a preparar todo. Él se sentó a la orilla de la cama a observar cómo me movía de un lado para otro buscando las últimas cosas para llevar.―¿Y ese traje? ―me preguntó cuando saqué un vestido casual de mediodía.―Mañana quiero que vayamos a almorzar a un lugar lindo ―respondí.―¿Es una cita?―Algo así ―respondí con una cínica sonrisa, no iríamos a ningún lado.―Me
PatrickMe levanté sin ganas, quería hacerla mía, pero ella se negó. Pensé que quizá ya no quería estar conmigo, el fin de semana terminaba y solo me había prometido esos días.Se metió al baño sola. Me dejó mucho rato afuera, había cerrado con pestillo. Me preocupé, esa es la verdad, porque ella nunca hacía eso.Cuando salió, estaba más relajada. Tenía una toalla alrededor de su cuerpo.―Estás muy deseable, Jessica Wilson, ¿me dejarás así?―Vamos, que estamos atrasados, después, cuando volvamos, te compensaré, lo prometo, pero ahora debemos irnos. No quiero perder la reservación.―¿Y me dirás dónde vamos?―Ya lo sabrás, hoy me toca conducir a mí.―Como digas.Me metí a duchar mientras ella terminaba su arreglo personal.Al salir, terminaba de maquillarse, solo tenía puesta la ropa interior. Esa mujer me quería matar.―No, definitivamente, esto es una clase de tortura, ¿qué hice para merecer este castigo? ―le pregunté de modo dramático.Ella se acercó a mí y puso su mano en mi pecho d
JessicaMe besó con tanta dulzura que se me llenaron los ojos de lágrimas.―¿Qué pasó, preciosa? ―me preguntó al ver mis ojos inundados.―Nada, solo estoy feliz.―¿De verdad? ¿Es felicidad?―Sí, ¿qué más podría ser?Me tomó de la mano y se sentó conmigo en el sillón.―No quieres dejarme, ¿verdad, Jessica?―No, no quiero dejarte, yo sé que estaba rara y que… No, no quiero que te vayas de mi vida.―Yo pensé que ya no querías seguir conmigo. Esta mañana, cuando te encerraste en el baño y me rechazaste, yo pensé que no querías seguir y no sabías cómo terminar. Temía que el fin de semana fuera el fin de nuestra relación.―Sí, lo pensé, pero yo quiero seguir contigo, me siento vacía sin ti, me duele mucho estar sin ti, lo peor es que ni siquiera es por ti, o por nosotros, nuestros problemas vienen de afuera…―De mi mamá ―terminé su oración.―Sí ―aceptó con culpa.―Lo sé, el viernes cuando hablé con mi hermano me di cuenta de que las mismas artimañas que usó con él, las está usando conmigo.