“Heitor”He perdido la cuenta de cuántas veces he leído ese mensaje y he visto esa foto en los últimos días. Fueron enviadas por Isabella. Era una foto de mi padre abrazando a Samantha contra una pared y besándole el cuello, en el Club Social. Un gesto muy íntimo. En el mensaje, Isabella se limitó a escribir "la nueva conquista de tu padre". Esto me destrozó el corazón como un cuchillo caliente.Llevaba días sin ver a Samantha y ella me decía que estaba apoyando a Catarina, que iba a salir con las chicas para intentar animar a Cat, en fin, cada día una cosa. Entonces, una hermosa noche recibí este mensaje de Isabella. Quise matar a mi padre, pero no pude enfrentar a Samantha. En cambio, al día siguiente fui al Club Social, encontré a Isabella y me acosté con ella en el estacionamiento, como ya lo había hecho tantas veces antes de Samantha.Los días pasaban. Mi sobrino ya había regresado a casa, pero mi padre seguía rondando. Mi hermana programó otro almuerzo y tuve que decirles a to
“Isabella”Desde que Heitor empezó a salir con esa tal Samantha, me olvidó por completo, nunca más me buscó. Y como si no fuera suficiente, empieza a salir con ella. ¡Eso era un absurdo!Siempre estuve disponible para él, llevábamos mucho tiempo acostándonos y nunca quiso salir conmigo, sin importar lo que hiciera, siempre decía que era solo sexo y que nunca se comprometería con nadie.Entonces aparece saliendo con esa chica que ni siquiera sé de dónde salió. Necesitaba arreglar esto rápidamente, ¡no voy a perder a Heitor por ninguna otra, él es mío! Y si hasta la aburrida de Carol logró enganchar a Alessandro con ese embarazo repentino, yo también puedo enganchar a Heitor.Para mi desgracia, un embarazo no será posible, porque Heitor es muy cuidadoso, nunca se acuesta conmigo sin preservativo, ni siquiera cuando está borracho. Entonces tendría que ir por otro camino.Encontrar a su padre en el Club Social el otro día fue un golpe de suerte. El hombre es despreciable. Sigue siendo
Llegué a casa completamente agotada después de un día interminable. Entre la universidad y el trabajo, mis energías estaban por los suelos, pero, nada más entrar, vi que mis padres me esperaban en la sala con una expresión seria.—Siéntate, Catarina. Necesitamos hablar —dijo mi padre, visiblemente nervioso.—¿Qué pasa, papá? —pregunté con desgano. Lo único que deseaba en ese momento era darme una ducha y desplomarme en la cama. Sin embargo, sabía que algo importante estaba por suceder.—Llegó la invitación de la boda de tu prima —soltó mi madre, sin más preámbulos.—¡Esa no es mi prima! —respondí, alterada.—Catarina, te guste o no, ella es tu prima —insistió mi madre con firmeza—. Es hora de que dejes esa actitud infantil. Melissa ya armó un escándalo aquí en casa. ¡Ya es suficiente! Es la hija de mi hermana, por lo tanto, es tu prima.—Discúlpame, mamá, pero para mí ella ya no significa nada —repuse, intentando mantener la calma—. Se acostó con mi novio en mi propia cama. ¡Eso
Pero no hubo escapatoria. Meli me arrastró literalmente a la fiesta, en donde, nada más entrar, me llevó directo a la barra y me susurró con complicidad:—Esta noche es barra libre, ¡vas a ahogar todas tus penas de una buena vez! —exclamó, mientras me entregaba dos shots de tequila y sostenía otros dos en su mano—. ¡Vamos a darle con todo! Nos bebimos los tequilas de un solo trago, y Fernando ya nos estaba sirviendo sendos Cosmopolitan. Un momento después, Meli me jaló a la pista de baile y para mi sorpresa, empecé a disfrutar. Cuando sonó una música más lenta, Nando y Meli se abrazaron para bailar y yo aproveché el momento para escabullirme hacia el buffet. Sin embargo, nunca llegué.Una mano me jaló suavemente, y, al voltear, me encontré con un hombre con una máscara negra que me sonreía de una manera completamente irresistible. Besó mi mano con un gesto galante y me atrajo hacia él susurrando con una voz ronca que me erizó la piel:—La mujer más hermosa del salón no me puede
El lunes, durante el almuerzo, Meli me entregó una pequeña bolsa de una tienda de lujo, la cual miré con desconcierto.—Mi mamá me pidió que te lo diera —me dijo con una sonrisa radiante—. Dice que te queda perfecto y que a ella ya no le va.Al abrir la bolsa, encontré el perfume que había usado la noche del baile y no pude evitar sonreír. Había adorado ese aroma y ahora era un recuerdo de la mejor noche de mi vida. Sin embargo, un pensamiento me cruzó por la mente: esperaba que esa noche inolvidable no me hubiera dejado como «regalo» alguna enfermedad venérea.Con esa idea en la cabeza, le agradecí a Meli y le comenté que más tarde llamaría a su madre para agradecerle, pero primero necesitaba contactar un laboratorio para hacerme unos análisis.Cuando llamé, me informaron que requería una orden médica para el seguro me cubriera los exámenes. Gracias a Dios la empresa nos proporcionaba cobertura médica a todos los empleados; de lo contrario, no sabría qué hacer. Mi sueldo era basta
El día de mi graduación, Pedro ya tenía dos años. Era un niño hermoso que caminaba por todos lados, siempre pegado a su abuelo. De hecho, «abuelo» fue su primera palabrita. Con su cabello negro bien lacio, piel clara, una naricita respingada y unos enormes ojos azul violeta que me hacían suspirar, era literalmente mi sol. Y ahora tendría más tiempo para dedicarme a él.Después de la ceremonia de graduación, mi jefe me llamó para tener una conversación. Era un jefe extraordinario que me había demostrado verdadero aprecio. En la reunión, él me explicó que estaba muy satisfecho con mi trabajo en la constructora, pero sabía que yo merecía mucho más, por lo que me aconsejó buscar trabajo en mi área profesional para asegurar un mejor futuro para mi hijo. Así también me garantizó que mi puesto seguiría disponible si las cosas no resultaban como esperaba, lo cual me dio total tranquilidad, y, emocionada, acepté su consejo.Cuando le conté a Meli, inmediatamente, se ofreció a ayudarme. Habló
A la mañana, siguiente, llegué a la empresa, puntual, a las ocho de la mañana. La señora Mariana me recibió con una cálida bienvenida y se encargó de presentarme a todo el equipo. Todos fueron extremadamente amables conmigo, aunque el jefe aún no estaba en la oficina, ya que se encontraba de viaje y regresaría hasta el fin de semana.La oficina era impresionante. Un diseño moderno que combinaba perfectamente el blanco, con el acero inoxidable y los detalles en verde. Lograba ser profesional y acogedora a la vez, con un toque de elegancia que me cautivó por completo. Y me sentí particularmente satisfecha por mi elección de vestuario: un traje negro impecable, con una blusa de satén verde oscuro y unos tacones negros que complementaban el conjunto a la perfección. Consciente de que ahora trabajaría directamente con el presidente de la empresa, sabía que debería mantener ese nivel de elegancia todos los días.A media mañana, recibí un mensaje de Meli, en el que me informaba que había
«Alessandro».En la habitación del hotel en Nueva York, un pensamiento se volvió insistente en la mente de Alessandro Meléndez: cómo sería su nueva asistente.Esa voz, parecía haberse quedado dentro de mi cabeza. Cuando llamé a la oficina solo quería contarle a Mariana que había cerrado el contrato que había ido a negociar a Estados Unidos, pero cuando escuché esa voz, algo en mí se agitó completamente. Era una voz tan melodiosa, tan tranquila… No sé por qué me irrité tanto.Ahora estaba allí sentado en mi habitación de hotel, con un vaso de whisky en la mano, mirando el Central Park por la ventana y pensando en cómo sería la dueña de esa voz. Eso me quitó completamente el foco de los detalles que necesitaba confirmar y me enojé demasiado por no saber qué decir y tener los pensamientos tan agitados. Por eso había terminado gritándole como un desquiciado a la mujer del otro lado de la línea. Creo que la asusté. Tal vez ni siquiera estaría allí cuando yo regresara y Mariana acabaría c