V

Capítulo 5

El novio falso de Rose Jones.

*


Él no me vio porque andaba distraído hablando con alguien que se encontró en el pasillo, corrí hacia el escritorio y casi me deslicé por el suelo ocultándome debajo.

Maldita sea, esto de ser algo así como un espía era más difícil de lo que hacían ver las películas.

Casi aguanté la respiración cuando escuché los pasos del decano Wesley Piere entrar y tomó asiento acomodando lo que parecían ser unas carpetas, mis ojos fueron a sus tobillos desnudos, el pantalón se le había subido un poco y no llevaba calcetines, haciendo notable el tatuaje de la estrella azul con ese punto amarillo en todo el centro, aunque ahora que detallaba mejor, parecía ser una especie de llama ardiente, como el que estaba en la carta que encontré…

Interesante.

 Él estuvo un largo rato cantando Callaíta de Bad Bunny, me parecía muy gracioso que el decano cantara tal cosa, sin embargo tuve que resistirme a la idea de mantenerme quieta y respirar por la boca para evitar hacer algún tipo de ruido.

No sé cuánto tiempo llevaba ya, pero por fin el decano se dignó a levantarse del escritorio, tomar sus cosas y salió, solo cuando lo escuché cerrar la puerta fue que logré salir de mi escondite en el escritorio, me dolían las piernas por la mala posición. Miré alrededor, asegurándome de que no hubiera nadie, ni cámaras vigilando y fui hacia la puerta, pero cómo no… estaba cerrada bajo llave.

Pasé una mano por mi cabello tomando una profunda respiración sin saber qué —coños— iba a hacer ahora, cuando de repente mi mirada se enfocó en la ventana de la oficina, estaba a un nivel alto dejando entrar la luz del sol, puede que mi cuerpo pasara por ahí. Me acerqué rápidamente subiéndome a una silla, tragué saliva pesadamente para subirme al estante rogando para que no se cayera conmigo encima porque si no sería un real desastre.

Bien, todo bien, calma Rose…

Toqué la ventana donde estaba el seguro y la abrí mirando hacia abajo, solo estaba el suelo sin ninguna clase de estorbo, miré a los lados; no parecía haber nadie merodeando cerca que pudiera verme.

Perfecto.

Salí sacando mis piernas primero para que el impacto no fuera en mi cabeza, me estaba deslizando con cuidado, todo iba bien… hasta que me di cuenta que no calculé el tamaño de mi culo.

Mi maldito culo no cabía por la maldita ventanilla.

Sentí mi respiración acelerarse empujando hacia atrás, necesitaba salir rápido antes de que alguien me viera, la universidad era un lugar grande, evidentemente cualquier persona podía p***r en cualquier momento.

Siempre cagándola, Rose.

Empujé con más fuerza apretando el culo y apoyándome del marco de la ventana cuando de súbito mi culo pasó y el resto de mi cuerpo le siguió por la intensidad de la fuerza que ejercía, causando que cayera al piso de espaldas; completamente tendida y adolorida.

Me quedé un momento ahí; acostada pasando el dolor, hasta que escuché pasos y abrí los ojos para levantarme pero era muy tarde, una persona estaba a mi lado observándome como si intentara saber si estaba muerta o si me había ocurrido algo.

— ¿Estás bien? —preguntó el muchacho, se me hizo ligeramente familiar y fue cuando recordé sus ojos verdes, era el muchacho que acompañaba a Ethan ayer en el club, si no recordaba mal se llamaba Israel.

Joder, lo que faltaba.

—Sí —murmuré levantándome del suelo, Israel alzó la vista hacia la ventanilla y luego me volvió a mirar pareciendo conectar los cabos sueltos con rapidez.

— ¿Qué hacías en la oficina del decano?

M****a.

— ¿Qué? —Me hice la que no hablaba su idioma— no comprendo.

Él entrecerró los ojos, su mirada era bastante inquietante porque parecía ser de esas que ven tu alma.

—Estabas en la oficina del decano —me acusó—, ¿qué hacías ahí?

Intenté parecer casual, como si no me hubiera atrapado y dije encogiéndome de hombros:

—No te incumbe.

— ¿Acaso quieres que te acuse? —Alzó una ceja— puedo ser un soplón.

Joder, si me acusaba de seguro que me iba a expulsar, maldita sea.

—Bien, tu ganas —solté en un suspiro—, soy amante del decano Wesley, nos vemos en secreto y follamos en la oficina, siempre salgo por la ventana cuando nadie ve, luego de que él se va para no levantar sospechas.

Israel pareció sonrojarse pero no quitó esa mirada escudriñadora de mi cara, miró por un momento mi ropa exhibicionista de camisa escotada y jean ajustado, de seguro que pensaba que sí parecía una posibilidad.

—El decano es mi padre —soltó.

Sentí palidecer, joder, eso no me lo esperé.

—Oh, perdón —dije creyéndome mi papel de amante—, pero tú querías explicaciones.

Israel pareció poco convencido.

—Bueno, vamos a hacer que te creo —dijo con desdén—, pero mi silencio tiene un precio.

Oh no.

Fruncí los labios negando con la cabeza.

— ¿Qué? —dije ligeramente fastidiada, odiaba cuando no tenía el control de la situación o cuando la situación se salía de mis manos.

Como ahora.

Él lo pensó por un momento y sus labios se estiraron ligeramente.

—Hay una fiesta el domingo en la noche —dijo—, necesito que te hagas p***r por mi novia.

Fruncí el ceño sin comprender.

— ¿Ah? —Repetí incrédula—, Men ¿y por qué?

Israel era muy guapo, no tanto como los Milano, pero su cabello era abundante en rulos, alto, bien vestido, y sin contar sus ojos verdes que le daban un atractivo extra, no parecía ser del tipo que tuviera problemas para conseguir mujeres, mucho menos pedir novias falsas.

—Yo tengo mis razones —se limitó a decir—. Mi silencio a cambio de este secreto.

—Uhm, okey —me encogí de hombros, no me parecía algo tan grave—, pero nada de sexo oral, anal o plenamente sexo, no me voy a acostar contigo.

Necesitaba dejar eso muy claro.

—Bien —dijo con una ligera sonrisa girando los ojos—, ¿Cómo te llamas, por cierto?

—Eres mi falso novio y ni mi nombre sabes —dije con sarcasmo—. Soy Rose Jones.

Estiré mi mano, él la estrechó y dijo:

—Israel Piere. Okey, dame tu número, créeme que si no estuviera desesperado en este momento no te pidiera este favor.

No entendía qué le pasaba pero tampoco iba a preguntar, así que le di mi número y él me llamó para confirmar que era ese, cuando vio que mi teléfono sonó en mi bolsillo sonrió complacido.

—Perfecto —dijo pareciendo satisfecho—, el domingo te escribiré para decirte donde es la fiesta.

—Creo que sé dónde es —dije—, en una fraternidad, ¿no?

Ethan había hablado de eso, por eso nos reuniríamos más temprano para hacer el trabajo.

—Sí —dijo—, después te digo los detalles de lo que quiero que te pongas.

—Ah —alcé una ceja—, uhm, está bien, supongo.

Esta situación me parecía completamente rara.

—Perfecto. —me miró por un segundo más y dijo: — Hey, por cierto, me gustan tus ojos, son como el humo de mi cigarro.

¿Se suponía que ese era un cumplido?

—Gracias, novio falso y deja de fumar, eso es nocivo para la salud —dije, él sonrió y se fue caminando por el pasillo.

Todavía no comprendía lo que acababa de p***r, pero al menos había comprado su silencio…

Solo que no sabía, lo caro que esto iba a salirme.


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