Raquel Martínez.
Despierto por culpa de mi celular el cual lleva minutos sonando.La alarma... Olvidé quitarla.Estiró mi mano con pereza hasta alcanzar el celular en la mesita de noche y quito la molesta alarma, dejando después el móvil en su sitio.Vuelvo a dejar mi cabeza sobre la almohada y cierro mis ojos con la intención de dormir otro rato más, pero desisto en hacerlo cuando dieron unos toques a mi puerta.Suspiro levantándome resignada de la cama, me coloco mis pantuflas rosas y camino hacia la puerta.— Buen día —saluda la mujer frente a mí con una sonrisa cuando le abro.— Hola Claudia —bostezo inconsciente. — ¿Qué sucede?—Solo vengo a avisarle que el joven Erick la espera en el comedor para desayunar con usted.— ¿Ahora? Claudia asintió.—Pero está demasiado temprano, además no tengo hambre.— Él siempre desayuna a esta hora —dice. — Y no tiene mucho tiempo por lo que me ordenó que hiciera que bajarás sí o sí.Suspiro derrotada.— Bajaré en unos minutos.— No tarde.Cierro la puerta encaminándome al cuarto de baño dentro de mi habitación, una vez dentro cepillo mis dientes y me doy una ducha con agua fría para acabar con el sueño que cargo encima.Ya vestida con short de jeans, una blusa de tirantes amarilla y unos zapatos converse blancos bajo al comedor.Sentado en la cabeza de la mesa está Erick con su plato intacto frente a él, me acerco limitándome a darle sólo los buenos días y me siento en la silla que está a su derecha.Poco después dejan un platillo frente a mí y ambos empezamos a comer en completo silencio.— Iré a trabajar —avisa él, rompiendo el incómodo silencio que se creó momento atrás. — Y cuando llegue quiero verte lista que saldremos.— Como digas —digo sin interés. Cuando acabamos de comer una empleada se encargó de recoger los platos y los vasos donde tomamos jugo. Erick sin decir nada se marchó a su trabajo para mí suerte, no tendré que verle la cara hasta la tarde cuando vuelva.Aburrida de no estar haciendo nada, subo a mí habitación para ver alguna película, pero cambio de opinión al decidir mejor ir a caminar así que de un dos por tres me cambio lo que tenía puesto y me pongo ropa deportiva.Recojo mi cabello en una coleta alta y agarro mi celular con los auriculares conectados al mismo. Bajo a la planta de abajo avisándole a Claudia que saldré a caminar, al principio se niega en dejarme salir, pero logro convencerla poco después.Camino sin rumbo alguno mientras Not In The Same de 5 Seconds of Summer entra en mi sistema auditivo, tarareo la canción hasta que termina y empieza otra canción del mismo grupo musical.Troto sin detenerme hasta que llego a un parque a unas cuantas cuadras de la zona donde vivo ahora; alrededor veo a mujeres ejercitándose, a niños jugando entre sí, a hombres paseando a sus mascotas o con sus parejas y uno que otro grupo pequeño de adolescente charlando sentados en los bancos.Camino a un banco que está bajo la sombra de un gran árbol que tiene atrás, me siento a observar todo a mi alrededor mientras sigo escuchando música.Paso más de veinte o quizás treinta minutos ahí sentada sin hacer nada más que revisar mi celular de vez en cuando o mirar a las personas que se pasean frente a mí; siento que una persona se sienta a mí lado poco después, no me inmuto en mirar quien es hasta que toca mi hombro.Giro mi cabeza a la izquierda y veo a un chico sonriéndome. — ¿Sí? —pregunto levantando una de mis cejas.— ¿Puedes decirme la hora? —dice el chico. — Mi celular acaba de apagarse.Lo miro dudosa por un momento.Es apuesto, sí, su piel es blanca, su cabello negro con rulos que caen sobre su frente, tiene ojos café y por sus brazos definidos deduzco que se mantiene en forma. Tampoco se ve mayor, aparenta tener tal vez mi edad o un par de años más a lo mejor— Claro —enciendo mi celular y veo la hora. — Son las diez y media.— Gracias —sonríe. — Soy Joel, por cierto... — Raquel —me presento, amable.— Siempre vengo a este parque y es la primera vez que te veo —comenta. — ¿Eres nueva en la zona o...?— Sí —afirmo, interrumpiendolo. — Me mudé ayer.— Eso explica mucho —murmura, asintiendo. — Iré a una heladería cerca de aquí, si gustas puedes acompañarme.— Lo siento, pero ni siquiera te conozco —soy sincera—. No puedo aceptar tu invitación.— No pasa nada —asegura, todavía sonriendo.Lo pienso detenidamente.Es mejor ir a comer helados que ir a encerrarme a esa casa en la cual no quiero estar ni por equivocación.— Pensándolo mejor... —él me mira espectante—. Sí me gustaría ir.— ¿Eres bipolar o algo? —bromea.Sacudo la cabeza en forma de negación riendo.— Debo empezar a haber nuevos amigos, los que tenía están lejos de aquí así que... —me encojo de hombros.Y es tan cierto, mis únicos amigos —que no son tantos— ahora se encuentran fuera del país disfrutando sus vacaciones con sus respectivas familias y desde entonces ninguno se ha encargado de comunicarse conmigo, y aunque yo sí, no me responden.— Bueno, entonces vamos —dice él levantándose del banco.Copio su acción y caminando fuimos a una heladería cercana la cual está dos cuadras más adelante del parque.Entro con el pelinegro y nos sentamos en las mesas cerca de la pared de cristal que nos permite ver a las personas que pasan o cruzan las calles cerca de ahí, o a los automóviles que pasan en la carretera.Un chico rubio —empleado del lugar— se acerca a nosotros al poco tiempo de haber entrado y pedimos helados; uno chocolate con oreo para mí y otro de fresa con vainilla para él. El rubio se retira después dejándonos solos.Aprovechamos para hablar de cualquier cosa que se cruzaba por nuestra mente, y poco después el rubio se acercó de nuevo con nuestros helados, uno en cada mano. — Aquí tienen — dice dejando las copas de helados frente a nosotros. — Disfrútenlo. — Gracias — respondemos Joel y yo al unísono.El chico se marchó, dejándonos otra vez solos.Seguimos hablando como lo veníamos haciendo hace un momento y, a decir verdad, el pelinegro resultó ser un agradable y simpático, me inspiro confianza cosa que rara vez suele pasarme. Y por ello, espero que seamos amigos.Mi tarde se basó en comer helados y platicar con el extraño que ya no es tan extraño de varios temas diferencia hasta que noto que es demasiado tarde.«Cuando llegue quiero verte lista que saldremos» Cito las palabras del ojiverde durante el desayuno.«¡Demonios!» Me levanto del asiento al ver la hora en mi celular, falta un cuarto para las cinco... ¿Tanto así me distraje hablando con Joel que no fuí consciente de la hora?— Joel, debo irme.— Entonces vamos, te acompaño hasta tu casa.Hizo un ademán para levantarse, pero sacudo la cabeza.— No es necesario —le aseguro, y dejo un beso en su mejilla. — Nos vemos.Salgo de la heladería a paso apresurado.«Debo llegar antes que él» Pienso.<3<3<3<3
Narra: Erick
Le dí la tarde libre a mi chófer así que busco mi coche estacionado en el lugar de siempre, me subo dejando el maletín en el asiento del copiloto y manejo con rumbo a mi casa.Llego después de veinte minutos, paro el automóvil frente a la casa y me bajo cerrando la puerta luego. Entro a la casa y avanzo en dirección a las escaleras, subo al segundo piso de la casa y camino a la habitación de Raquel para indicarle que si no se ha arreglado que lo haga de una vez.Frente a la puerta de su habitación doy tres toques, en ninguno me abre así que termino abriendo la puerta yo encontrándome con la habitación vacía.— ¿Raquel? —la llamo.No recibo respuesta.Voy a su baño en el cual toco la puerta antes de abrirla al no escuchar nada, y tampoco está.Salgo de su cuarto y recorro casi toda la casa en busca de ella, entro a las habitaciones de arriba, voy a mi despacho, al patio, a la cocina, a todas partes, pero ella no está por ningún lado cosa que me hace enojar de un dos por tres.— ¡Claudia! —grito al pie de las escaleras— ¡Claudia ven aquí!Ella aparece frente a mí segundos después.— Dígame.— ¿Donde demonios está Raquel? —espeto, furioso.— En... en su habitación.— ¿Ah, si? ¡Entonces explícame por qué no la ví cuando fui por ella!Su rostro se volvió pálido en cuestión de segundos, y empezó a tartamudear incoherencias.— Cállate —le ordeno— Te lo preguntaré una vez más y por tu bien espero que no mientas. ¿Dónde está...?— ¿Me buscabas? —dice a mis espaldas.Giro sobre mi propio eje, y hundo mis cejas en un gesto de confusión al pasar mi mirada por su cuerpo, detallando lo que trae puesto.He de admitir que le sienta bien la ropa ajustada, le reluce de una manera basta bien sus curvas.Aparto la mirada de su cuerpo rápido, enfocándome en sus ojos color café que son igual de hipnotizantes que su cuerpo con las proporciones perfectas, a mi opinión.— ¿Dónde estabas? —pregunto molesto.— Salí a caminar, y me quedé en el parque a unas cuadras de aquí. —se encoge de hombros.No le respondo, y giro mi cabeza hacia la mujer de cuarenta y seis años que está a mi lado atrás.— Creo que te dí una orden.— Lo sé, señor.— ¿Y por qué no la cumpliste? —enarco una ceja— Claramente te dije que no la dejarás salir. — No la trates así —la defiende Raquel— Ella no sabía que salí.Suspiro, pasando las manos por mi rostro.— Ve a arreglarte —le ordeno. — Te quiero lista en treinta minutos máximo.Ella obedeció, y subió las escaleras hasta el segundo piso.— Que esto no se repita otra vez, Claudia —le advierto.— No pasará de nuevo —asegura.Me doy la vuelta y subo a mi habitación para darme una duchay arreglarme también.Narra: Raquel.Me coloco la ropa y peino mi cabello, haciéndole ondas a las puntas de manera rápida para llevarlo suelto. Me maquillo de forma no tan llamativa y me echo perfume.Me observo en el espejo de cuerpo completo y, a decir verdad, para arreglarme de manera rápida quedé estupenda.Salgo de la habitación y bajo a la planta baja, donde me espera Erick quien luce un traje negro echo a la medida con una corbata azul marino y camisa de botones blanca. Y he de admitir que no se ve nada mal.Como si supiera que estoy ahí, él alzó la mirada hacia mí y a medida que me acerco a él, su mirada verdosa viajó por todo mi cuerpo hasta clavar sus ojos en los míos.— ¿Estás lista? —pregunta.— Sí —asiento, mi expresión seria.—Vámonos.Camina a la puerta de la casa y camino detrás de él.Salimos y su camioneta está frente a la casa, bajamos los pequeños escalones de la entrada antes de subirnos al coche y él mismo comenzó a manejar.Durante el camino ninguno pronunció ni una sola palabra, y e
Una vez que llego a la sala me encuentro con una chica que no he visto antes en la casa.Ella está limpiando la repisa que está arriba de la chimenea, sin embargo, no trae puesto el uniforme que le he visto a la servidumbre.Al notar mi presencia, ella dejó de limpiar y llevó sus manos detrás de su espalda.— Buen día, señorita —dice ella, sonriendo.La chica es de mi estatura, tal vez unos centímetros más baja, sus ojos son de un color verde opaco, su de piel blanca bronceada ligeramente, su cabello castaño oscuro y por su apariencia le cálculo un par de años mayor que yo.— Buen día —respondo, amable—. No te había visto antes, ¿Quién eres?— Recién llegué —explica—. Soy Sandra.Miro por encima de su hombro y noto como Claudia viene hacia nosotras, cuando se acercó habló.— Señorita Raquel —sonríe al verme—. ¿Cómo ha dormido? — De lo mejor —sonrío, sin poder evitar que los recuerdos de la noche anterior me vengan a la cabeza.—Veo que conoció a mí ahijada, ella estará un tiempo acá
Tanto Erick cómo yo volteamos, encontrándonos con Sandra quien viene caminando hacia nosotros con una sonrisa, una que se esfumó de su rostro cuando el antes mencionado habló. — Jefe para ti —enarcó una ceja, serio—. Ya te lo he dicho. — Perdón —posa su mirada en el suelo, desilusionada por alguna razón—. Pero pensé que... — Que nada —le corta, grosero—. Así que mejor lárgate de mi vista antes de que te despida por inepta. — Erick seas tan duro —intervengo—. Ella sólo... — Tu cállate —espeta, sin mirarme si quiera—. No te metas. Y ahí gente. Ahí está devuelta el hombre grosero y malhumorado que es siempre. Una muestra más de que lo bueno dura poco y está no es la excepción. — ¡A mí no me hables así! —elevo la voz, molesta—. Y te informo que si lo haré, ella no merece que la trates así. El ojiverde me dio una mirada recelosa a la vez que un músculo de su mandíbula se tenso. Camino hacia mí y con más fuerza de la necesaria me tomó del brazo para llevarme con él a su despacho.
Raquel Martínez.— Hola Joel —lo saludo, esbozando una media sonrisa.— Hola —me devuelve el gesto—. Qué gusto verte otra vez.Tomó asiento a mi lado, giró su torso hacia mí y apoyó su brazo del respaldo del banco.— ¿Cómo estás?— De lo mejor —miento.— ¿Segura? —cuestiona, levantando una ceja.Muevo la cabeza en un gesto afirmativo, mirando el suelo. Pero mi mente me falla, recordando las palabras de Erick y lo estúpida que soy, mis ojos se llenan de lágrimas que me niego a soltar.Joel colocó su mano en mi mentón para así obligarme a mirarlo.— ¿Te ocurrió algo?— No, tranquilo.— No llores —me pide, y es en ese momento que noto como una lágrima baja por mí mejilla—. A ver, sé que a penas nos conocimos hace unos días. Pero puedes confiar en mí, Raquel.Dudo entre si contarle o no, sé que a penas nos conocemos, pero algo en su mirada me dice que es así como dice él, por lo que inhalo, exhalo y procedo a decirle todo, desde lo que sucedió con mi padre hasta lo que sucedió hoy.Él per
Erick Collins.Me encuentro en mi oficina revisando unos reportes de algunos empleados respecto a la construcción próxima que haremos.Hace tan solo minutos Raquel se marchó a la casa, puesto a que estaba cansada y como agotó mi paciencia la dejé ir.También estoy agotado así que no espero a terminar y guardo los documentos en mi maletín para culminar con todo en casa, y salgo de mi oficina sin más. Ya alrededor de esta hora todos los empleados ya se están yendo a sus casas, por eso mismo me encuentro con varios al subirme al elevador.Una vez afuera de la empresa un taxi se detiene frente a mí a los segundos, de éste de bajan una pareja de ancianos. Me acerco con la intención de subirme al taxi, abro la puerta del mismo, pero del otro lado de la calle escucho algo que llama mi atención.— ¡Suéltame! —grita una voz femenina, una totalmente aterrada.Esa voz...Miro en la dirección de donde proviene la voz femenina y confirmo lo que pensé en cuanto escuché el grito.Raquel.Está en la
Capítulo con escenas +18. Si no te gusta leer ese tipo de cosas, sin problema alguno puedes saltarte esa parte. Pero si decides leer el capítulo completo, entonces será bajo tu responsabilidad.<3 <3 <3 <3Raquel Martínez. Me quito el vestido amarillo que llevaba puesto y lo dejo sobre la cama con la intención de envolver una toalla alrededor de mi cuerpo ahora semidesnudo para ir a darme una ducha. Cosa que no hago puesto a que cuando hago un ademán de tomar la toalla que yace sobre mi cama unas manos rodean mi cintura, provocando que dé un pequeño salto por el susto.Giro sobre mi propio eje, encontrándome con unos penetrantes ojos color esmeralda mirándome con auténtico deseo.— ¿Q-Qué es-estás haciendo aquí? —tartamudeo nerviosa por su cercanía.— Quise venir a hacerte un poco de compañía —sonríe con fingida inocencia, recorre con su dedo índice mi cuello, dejando después besos húmedos por el mismo sitio los cuales hacen que mi piel se erice y mi corazón bombee sangre con frenes
Erick Collins. Por la mañana recibí un mensaje de Sabrina —mi secretaria— el cual decía que debía ir a la empresa debido a una reunión donde mi presencia por ser el presidente era obligatoria y la cual admito que olvidé.Así que aquí estoy, rodeado de los ejecutivos importantes de la empresa y de mi padre en el salón de juntas.Todos están hablando sobre algo a lo que no estoy prestando atención, puesto a que tengo mi mente en otra cosa o, mejor dicho, en una persona.Raquel...Ni siquiera entiendo por qué razón pienso en ella, pero simplemente no puedo sacar de mi cabeza a la castaña de ojos color café y para cuándo me doy cuenta todos están levantándose de sus puestos, dando por concluida la reunión.Con una sonrisa fingida le doy un apretón de manos a todos los presentes en la reunión, a excepción de mi padre con quién me quedó hablando un par de minutos. Me despido de él después y antes de irme le aviso a Sabrina que no vendré por unos días y que cancele todos mis pendientes hast
Erick Collins.— Familiares de la señorita... —un doctor sale a la sala de espera, leyendo un nombre en una carpeta en sus manos—. Raquel Martínez.Estoy sentado en la sala de espera del hospital desde hace media hora y en cuanto escucho que dijo su nombre me levanto rápido del asiento y con grandes zancadas voy hasta el doctor.— Yo, soy su... Su novio —miento.Si le digo quien soy y por qué ella está conmigo me verían extraño, puesto a que no todos los días escuchas algo como... "Fui quién la trajo, su padre me la dio como garantía de que me pagaría el dinero que me debe"Poniéndolo así, es algo que suena horrible.— ¿Ella está bien? —pregunto preocupado.— Si —dice, y siento cómo si me quitarán un peso de encima. El alivio cruzó mi pecho—. Afortunadamente sus cortadas no fueron profundas, por lo que no afectó a ninguna de sus venas y no está en peligro —explica con calma—. Pero a consecuencia de la perdida de sangre se encuentra muy débil.— ¿Puedo pasar a verla? —pregungo sin pens