Raquel MartínezDetiene el auto frente a la casa poco después, se bajó de primero para abrirme la puerta del auto y una vez pongo un pie afuera vuelve a tomarme del brazo. Entramos a la casa y el ojiverde desaparece unos minutos en los que creo que ya pasó todo, que no reclamará nada más, pero me equivoco al verlo salir del pasillo que da al pequeño despacho con unas llaves en sus manos.— Sígueme —pasa por mi lado, pero se detiene al ver que no lo sigo.—¿A dónde? —la voz me sale temblorosa.— ¡Qué te importa! —espeta, tomándome del brazo otra vez—. ¡Si te digo sígueme, pues me sigues sin refutar a nada!Me lleva arrastras por un pasillo de la casa que da a una parte en la que no había estado durante este tiempo. Una puerta se asoma al final, el sótano probablemente.— ¡Me lastimas Erick! —me quejo.— ¡Joder, cállate! —ordena irritado, molesto—. ¡Me tienes harto con tus quejas!— Si es así entonces suéltame, yo puedo caminar sola.— Ni crees que lo haré para que vuelvas a escaparte.
Raquel Martínez.El sonido de unas pisadas hacen que despierte y debo pestañear varias veces seguidas para acostumbrar a mis ojos a la claridad que proviene de las escaleras.Miro a dicho sitio y es cuando lo veo venir caminando hacia mí con señales de haber estado tomando, desde aquí puedo oler el olor a alcohol que viene de él.— Hola preciosa —dice sonriendo.Mientras camina se tropieza con algo, pierde el equilibrio y se tambalea hacia adelante, pero se sostiene de la silla cerca de las escaleras para evitar caer de bruces al suelo.— ¿Qué haces aquí? —pregunto seria—. ¿Y en ese estado Erick?— Quería verte —se encogió de hombros—. Y estoy bien, solo fue un trago.El que arrastre las palabras al hablar, se tambalee al caminar y se ría solo de quien sabe que como un retrasado me asegura lo contrario.— Por supuesto —digo sarcástica—. ¿Uno multiplicado por cuánto? Él no responde, sólo me mira.Suspiro, cansada.— Iré a buscar a Sandra para que te lleve a tu cuarto —me levanto de la
Raquel Martínez.Despierto temprano, tocó por inercia con mi mano el lado izquierdo de la cama el cual ahora se encuentra vacío, pero no le doy importancia a eso.Me estiro todavía sobre la cama y me levanto para después irme a mi habitación; una vez llego voy directamente al baño donde hago mis necesidades, cepillo mis dientes y me doy una corta ducha.Salgo a la alcoba y tomo del clóset lo primero que a mí parecer es más cómodo: una sudadera gris y unos pantalones cortos negros con mis converse blancos. Para después bajar a desayunar.Tarareando la canción Lovesick Girls de Blackpink cruzo la sala con la intención de ir a la cocina, pero me detengo cuando escucho como dicen mi nombre a mis espaldas.— ¡Raquel! —giro sobre mi propio eje encontrándome con una Sandra mirándome asustada—. ¿Qué haces ahí? Si Erick te ve...— Tranquila —suelto una risa por lo bajo—. Él mismo me dejó salir anoche.— ¿En serio? ¡Al fin!— ¿Dónde está él? —curiosa, pregunto, alzando una ceja.— Salió a corre
Raquel Martínez.En cuanto abro mis ojos, noto que ha amanecido por la luz del sol que se cuela por las ventanas abiertas.Estiro mi cuerpo todavía sobre la cama y me doy cuenta que dormí en la habitación del ojiverde. Pero él no está, tampoco su sobrino.Me siento en la orilla de la cama para ponerme mis zapatos y desde mi posición puedo ver cómo se abre la puerta del baño, dejando ver después a un Erick recién bañado quien sólo trae puesto una toalla cubriendo su cuerpo desnudo de la cintura hacia abajo.— Pensé que seguías durmiendo —dice cuando me vio.Se dirigió hacia su armario y entró a buscar ropa.— No acostumbro a levantarme tan tarde a veces —comento, tratando de no mirarlo—. ¿Por qué no me despertaste anoche?Salió del armario y lanzo una camiseta azul de mangas cortas y un jeans a la cama, justo a mi lado.— Porque no quise.Sin evitarlo, una vez que se detuvo al otro lado de la cama lo miré detalladamente.Su marcado abdomen parece estar definido cada vez más, así como s
Raquel Martínez.— Hola.Lo saludo, dándome cuenta de los notorios golpes que le adornan el rostro, son tres que están tornándose en tonos más oscuros que resaltan por su pálida piel. Uno que le tiene hinchado el ojo izquierdo, otro en su pómulo derecho y el último no tan llamativo en el labio. Sin contar su ceja rota.— Demonios, Zack —murmuro apenas lo veo.— Esto no es nada —se apresura a decir—. En unos cuantos días desaparecerán.— ¿Te duelen mucho? —una pregunta estúpida, porque de solo verlo hasta a mí me duelen.Me siento a su lado.— No mucho.— Erick es un salvaje, no debió golpearte así.— Tampoco me dejó tan mal.Y ambos sabemos que miente, de sólo ver su rostro es algo obvio y puedo asegurar que también tiene hematomas bajo la tela del suéter que cubre su torso y brazos, pero guardo silencio.Ni pensar que Erick salió sin un solo rasguño de esa pelea.— Yo... lo siento, es mi culpa el que estés así —bajo la cabeza—. Si tan solo Erick no nos hubiera visto...— No es tu cul
Raquel Martínez.Despierto por culpa de sea lo que sea que me ha llegado al celular. Abro mis ojos a la vez que estiró mi cuerpo sobre la cama y bostezo, estiro mi mano a la mesita de noche dónde está mi móvil y lo agarro. Lo que ha llegado es un mensaje."Zack:Hola bonita, buenos días.¿Cómo amaneciste?8:31 a.m."No pude evitar sonreír. Él es tan lindo conmigo, de inmediato escribo una respuesta corta para él:"Raquel:Buenos días.Amanecí bien, gracias. :)8:34 a.m.""Zack:Me alegra el saberlo.8:36 a.m.""Raquel:Oye...Hay algo que debo decirte.¿Te parece si nos vemos al mediodía?8:37 a.m.""Zack:¿Decirme qué?Sí, por supuesto.8:42 a.m.""Raquel:Te lo diré estando en persona.8:43 a.m."Dejo el celular a un lado sin esperar por su respuesta y me levanto de la cama, voy al cuarto de baño para hacer mi rutina de todos los días, una vez termino y me cambio, bajo.En la planta baja veo a Sandra con el pequeño sobrino de Erick, ambos sentados en el sofá con forma de L viendo se
Erick Collins.Estoy mal.No sé que mierdas me ocurre, pero no puedo dejar de pensarla, de desearla, de querer que este junto a mí las veinticuatro horas del día, sencillamente no puedo y me jode, me jode el no saber que me está pasando.Ella te importa más de lo que crees...No. Eso no es así.Ella es realmente hermosa, eso no lo puedo negar, tampoco que tiene un cuerpo espectacular y una sonrisa deslumbrante. Pero sencillamente no puedo permitirme el que está atracción que estoy sintiendo se convierta en algo más fuerte. No puedo ni deseo enamorarme de nadie más.Raquel es distinta...Sacudo la cabeza repetidas veces apartado aquel pensamiento.Por muy distinta que sea no puedo dejarla entrar como una vez hice con Camille, ni a ella ni a ninguna otra porque tarde o temprano buscará la manera de joderme, lo sé y porque lo sé no dejaré que me vean la cara de estúpido de nuevo.«No es más que cama» Me repito tratando de convencerme, si la quiero es solo para saciar las enormes ganas q
Raquel Martínez.Las palabras salen por si solas de mi boca, claramente sorprendido Erick abre sus ojos como dos grandes faroles, lo veo abrir su boca dos veces, pero las dos veces la cierra de golpe sin poder articular palabra.No puedo evitar sentirme arrepentida al instante en que lo digo, pero ya es demasiado tarde como para poder retractarme o lamentarme. — ¿No vas a decir nada? —cuestiono ante su silencio.Él permanece en silencio y niega con la cabeza varias veces a la vez que termina de bajar los escalones restantes. Se da la vuelta y lo veo ir a la licorera a servirse un trago el cual se lo toma todo de un solo golpe.— No tengo nada que decirte —habla, finalmente.Deja el vaso de cristal sobre la barra y se vuelve hacia mí dándome una mirada que me hace sentir tan diminuta como una pequeña hormiga.— ¿No?— No —afirma—. ¿Acaso crees que me comeré el cuento de qué lo estás a estas alturas?— Pero si es la...— No, ¡cállate! —demanda, enojado—. Esa ridiculez no es más que una