Capítulo cincuenta y seis: Noticias de último momento*Narra Maia Miller*Hace más de dos semanas que mi estado físico va en deterioro y no tengo idea de cómo he conseguido que Bruce no lo note.No tengo la menor idea.Supongo que el distanciamiento entre los dos ha hecho que esto sea posible y de su parte tampoco ha existido mucha intención de acelerar el proceso de reconciliación entre los dos, cuando no me ha observado lo suficiente como para saber qué está pasando.Termino de vaciar mi estómago para accionar la palanca del váter e ir al lavamanos. ¡Dios, qué asco! Creo que es un buen momento para empezar a enloquecer como una histérica. Llevo así estas dos semanas y tengo un retraso de alrededor de un mes. Soy muy consciente de lo que todo eso supone, pero he decidido desacelerar las cosas y no pienso cambiar de idea, menos ahora que queda tan poco.Comtemplo mi piel pálida en el espejo, el maquillaje cubre mis bolsas moradas bajo los ojos, pero soy consciente de que están ahí.
Capítulo cincuenta y siete: No quiero repetir la historia*Narra Maia Miller*Tomo una profunda respiración para poder contestar, porque si no perderé los papeles y desquitaré mi impotencia con él. —Hablaba con Anthony —soy sincera—. Alguien de nuestro equipo lo ha ensuciado para asegurar tu victoria. —¡¿Cómo?!—Como lo oyes. He puesto a Charlie a trabajar en ello, es el mejor en su terreno. No quería esto para ti, Bruce —añado con pesantez—, preferiría que ganaras de manera limpia. Claro que ahora recuerdo lo turbio de esta historia desde que comenzó y me da todavía más rabia. —Yo tampoco lo quería, pero así estamos —le veo suspirar y de manera inconsciente e inevitable le imito—. Pondré a mi gente de confianza a trabajar. Ahora más que nunca tenemos que reducir nuestro círculo. A estas alturas ya no sabemos quién es quién. —Desafortunadamente, el mundo de la política es de esta forma. Tenemos que mantener el ojo puesto en Brian O' Connor, porque estoy segura de que no se quedará
Capítulo cincuenta y ocho: La cima del poder*Narra Bruce Collins*Me rodea un maldit0 caos. Hasta uno de los botones de mi traje de investidura se me salta y ahora el bendito sastre me lo zurce. Esto es un puñetero infierno.Y lo es todavía más porque ella está lejos de mí, muy lejos. Ya se han confirmado la cifras de mi victoria y no consigo fabricar una auténtica sonrisa por ello.La veo caminar por todos lados y correr de aquí para allá y no puedo hacer más que acariciar la sortija que me dejó en mi despacho hace una semana, en donde reza la inscripción del profundo amor que me tiene, muy a pesar de todo lo que ha pasado. Quiso que tuviera algo suyo en mí en este día, ya que ella no podrá estar a mi lado. Es doloroso para ambos pero no queda más remedio.Sí, puede que sea un acto cobarde haber marcado esta distancia entre los dos, pero luego de lo sucedido y del inminente avance hasta la presidencia solo podía hacer esto. Por fin decidí en el mayor acto de egoísmo, acabar esta eta
Capítulo cincuenta y nueve: Embarazada*Narra Bruce Collins* ¿Que c0jones ha pasado?—¿Quién coño me ha disparado? —vocifero irritado revisando mi cuerpo al mismo tiempo que me suben al helicóptero. —Vamos a averiguarlo, señor. El servicio secreto de inteligencia ya está en ello —me confirma mi jefe de seguridad. No pude saber nada. Todo fue muy rápido y justo depuesto de todo el caos, me sacaron por encima de la gente, incluso usando gafas de infrarrojos para no encender las luces.Esto va a acabar por sepultar mi carrera política. ¿Quién se va a fiar de un mandatario que cada dos días intentan asesinar?Estoy más perseguido que Fidel Castro en sus días.—¿A dónde vamos? —pregunto cuando me ponen un chaleco antibalas encima de mi traje y un casco para comunicarme dentro del helicóptero—. ¿Dónde esta ella?—Señor, código negro —me confirman sin saber como odio esa palabra —. Aún no encontramos a la Primera Dama.Entiendo que piensen que pregunto por ella pero no lo hago, en absolut
Capítulo sesenta: Giros inesperadosMe despierto con unos húmedos labios sobre los míos... los suyos. Deja pequeños besos en idénticos intervalos ee tiempo en los que va susurrando en cada fusión: perdóname. —Perdóname —le siento decir nuevamente justo detrás de otro beso —. Perdóname —otra vez lo mismo —. Perdóname —abro los ojos y le miro —. Por favor, perdóname —en esta ocasión cambia al menos el titulo de su peculiar monólogo de una sola palabra. —Bruce, basta ya —le regaño con una media sonrisa —. Tienes que dejar de hacer esto cada vez que abro los ojos.Hace doce horas volamos los aires. Aún la inteligencia no aprueba que volvamos a tierra y solo aterrizamos para echar combustible un par de veces.El médico me examinó muy bien, incluso mejor que en un quirófano y solo fue un sangrado nervioso. Poco más. Desgraciadamente el resto de la sangre que había en mí no me pertenece. Mataron a Charlie justo a mi lado, la sangre era suya.Sin embargo mi adorado presidente no deja de cul
Capítulo sesenta y uno: Finalmente libre*Narra Maia Miller*Hace cuatro horas que estoy en el sótano de la agencia central de inteligencia americana. Me han traído para acá incluso con el médico para que garantice mi salud física pero ni siquiera Bruce, en su calidad de presidente de la nación ha podido impedir mi encarcelamiento. —¡Confiese, y delate a su equipo!El agente que me interroga no para de intentar que confiese algo que la verdad no he hecho. Puedo decir muchas cosas pero no diré jamas que he atentado contra la vida de Bruce, cuando en el fondo no lo he hecho.No puedo tampoco confesar que somos amantes ni que esperamos un segundo hijo porque eso sería como clavar las últimas puntillas en mi ataúd. Debo callar y esperar que me saquen de aquí los que saben mi verdad o simplemente aceptar mi destino, me he equivocado y ahora tengo que asumir mis propios errores.—Es la tercera vez que le digo que soy víctima de un complot a gran escala y que viene de hace algunos años a
Capítulo sesenta y dos: La máxima expresión de nuestra felicidad*Narra Bruce Collins*El golpe de realidad que me dió Maia cuando me puso en perspectiva estar sin ella los siguientes cuatro años me hizo reaccionar del todo.No puedo renunciar a ella y tampoco podría nunca renunciar a nuestros hijos para ser presidente de ningún gobierno. No sería un buen hombre ni un buen padre si hiciera algo así. Y no me lo perdonaría en la vida.Estaba dispuesto a decírselo cuando la arrancaron de mis brazos y se la llevaron presa.Fue como sentir la necesidad de arrasar con todo, como si me hubiese convertido en una maldit@ bomba atómica. Llamé a toda mi inteligencia, pedí los videos del atentado y revisé dentro del maldito coche cada espacio de tiempo que ellos me ofrecieron en el video, entonces pude ver que quien se llevó la usb de la mano de Maia y la dejó en el suelo a riesgo de muerte, fue mi distinguida esposa vestida de hombre mientras a mí me sacaban del lugar por encima de la gente com
Epílogo: Amor y Vívida felicidadDos años después...*Narra Maia Collins*Arrugo la nariz en repuesta a algún estímulo externo que me está despertando en mi mañana de día libre.He quedado con Laura, la esposa de Henry, para desayunar juntas y preparar la fiesta benéfica de mañana y resulta que algo me está molestando.—Despierta, preciosa y amada esposa —abro los ojos y veo a Bruce pasando unas plumas roja de cabaret por mi rostro. ¿De dónde las ha sacado?—No me hagas la pelota que sabes que quería dormir hoy, ¿que coño pasa? —le ladro.—Veo que te alegras de amanecer, nena.—Hable, señor presidente —me retuerce un pez0n que escapa de debajo de las sábanas y gimo —. Le escucho, pero si me toca, voy a tener que gritarle mientras le muerdo y me empalo en su miembro presidencial.¡Mi madre! ¿De dónde ha salido eso?—¡Joder, nena! —él también lo ha notado —. Se me está poniendo tiesa, tú solo te pones tan caliente así cuando...—Ay, no sigas —lloriqueo y me siento en la cama.No puede s