Capítulo cincuenta y dos: Mi esposo, mi amante y yo*Narra Maia Miller*Mi grito aún retumba entre los dos y toda la cocina también. No puedo creer que después de todo lo que ha pasado, Bruce siquiera se plantee traer a semejante alimaña de vuelta a una campaña que no solo quiere hundir sino que está sitiada por más gente de esa misma calaña. Es peligroso por no decir suicídico. —Confía en mí —se limita a decir.—Y lo hago —respondo enseguida—; pero soy incapaz de entender por qué harías una cosa así. Le veo seguir bebiendo su zumo tan pancho y estoy que no doy un maldito crédito por nada de esto.—No lo haría, Maia... pero lo haré —reafirma.—Y, ¿te molestaría demasiado explicarme por qué? —carraspeo sentándome de lado. Perpendicular a él. —No te pongas sarcástica que tú sueles ser bien directa, nena.—No le des más vueltas, Bruce Collins y habla de una vez.—Ese hombre sabe cosas que le hacen un arma de doble filo.—Exactamente —le interrumpo y le cito —: de doble filo. Tú lo has
Capítulo cincuenta y tres: Duelo de hipocresía*Narra Maia Miller*¿Cómo puede cambiarte la vida en un segundo...? La mía ya parece un camaleón de tantos cambios que da.Luego de salir de la prisión, un muro más fuerte que el de la Gran Muralla China se ha erigido entre Bruce y yo.Vamos en el mismo coche, uno al lado del otro, pero no tengo idea de a dónde nos lleva este silencio.Algo ha pasado en su cabeza ahí dentro y no quiero indagar en ello. Tenemos mucho trabajo por delante y saber que no estamos del todo bien puede entorpecer todavía más nuestro día.Llegamos a la Oficina del Senado y cada uno se marcha silencioso a sus labores. Trato de no pensar y para eso, solo me queda trabajar.—Aquí está su discurso, senador Collins —le entrego el papel y saludo con un gesto sin humor a Henry. —He oído que ya eres libre para casarte conmigo —me susurra nuestro amigo con sorna.—Tú ya estás casado, sinvergüenza —sonreímos bajito para no molestar a su majestad que tiene unos morros muy g
Capítulo cincuenta y cuatro: Un buen papel*Narra Bruce Collins*Salir de esta prisión, ver como ha quedado un hombre como ese por ambición, celos y traiciones me ha sentado fatal.Mi esposa ha provocado que eso suceda y me invade de pronto el pánico de que haga algo contra la mujer que amo y nuestra hija. Maia va a mi lado y no dejo de pensar en la posibilidad de alejarla de mí, de mandarla lejos hasta que esta campaña acabe y sea capaz de dejar a Christine fuera de la ecuación. Sería presidente cuatro años y luego me divorcio, pero entonces mi hija tendría cinco y me habría perdido su vida en una parte importante. No sé qué hacer.Ella guarda silencio a mi lado y creo que necesito un whisky, lo cual no es bueno teniendo en cuenta que son las nueve de la mañana. Un café tendrá que bastar.—Quiero que me digas qué coño te pasa —Henry entra y veo los cielos abiertos cuando me entrega un vaso de un Expresso recién hecho y me lanzo a por él. —Gracias por venir tan rápido —le envié un m
Capítulo cincuenta y cinco: Somos un equipo*Narra Maia Miller*—Las cosas se van a solucionar —apostilla Henry dentro de nuestro abrazo, tratando de consolarme. Como siempre, él y mi hermana quedan en el medio—. Entre todos encontraremos una salida y esta absurda historia de asquerosa manipulación tendrá el final que se merece en el que vosotros vengan con Brooke a comer los domingos a mi casa para asar morcillas y chuletas en a la barbacoa.Suelto un suspiro enorme de pura resignación y seco mis lágrimas cuando de manera instantánea se abren las puertas y entra Bruce hecho una furia. Ya he tomado mi decisión y me subí a este barco desde hace mucho tiempoLos dos nos quedamos observando como da vueltas de un lado a otro, intentando calmarse antes de hablar.—¿Has perdido la puñetera cabeza? —vocifera para mí y es evidente que la calma es lo único que no consigue reunir su poderoso carácter. —No le grites —me defiende Henry—. ¿Qué diablos querías que hiciera?Dejo que él suelte su fr
Capítulo cincuenta y seis: Noticias de último momento*Narra Maia Miller*Hace más de dos semanas que mi estado físico va en deterioro y no tengo idea de cómo he conseguido que Bruce no lo note.No tengo la menor idea.Supongo que el distanciamiento entre los dos ha hecho que esto sea posible y de su parte tampoco ha existido mucha intención de acelerar el proceso de reconciliación entre los dos, cuando no me ha observado lo suficiente como para saber qué está pasando.Termino de vaciar mi estómago para accionar la palanca del váter e ir al lavamanos. ¡Dios, qué asco! Creo que es un buen momento para empezar a enloquecer como una histérica. Llevo así estas dos semanas y tengo un retraso de alrededor de un mes. Soy muy consciente de lo que todo eso supone, pero he decidido desacelerar las cosas y no pienso cambiar de idea, menos ahora que queda tan poco.Comtemplo mi piel pálida en el espejo, el maquillaje cubre mis bolsas moradas bajo los ojos, pero soy consciente de que están ahí.
Capítulo cincuenta y siete: No quiero repetir la historia*Narra Maia Miller*Tomo una profunda respiración para poder contestar, porque si no perderé los papeles y desquitaré mi impotencia con él. —Hablaba con Anthony —soy sincera—. Alguien de nuestro equipo lo ha ensuciado para asegurar tu victoria. —¡¿Cómo?!—Como lo oyes. He puesto a Charlie a trabajar en ello, es el mejor en su terreno. No quería esto para ti, Bruce —añado con pesantez—, preferiría que ganaras de manera limpia. Claro que ahora recuerdo lo turbio de esta historia desde que comenzó y me da todavía más rabia. —Yo tampoco lo quería, pero así estamos —le veo suspirar y de manera inconsciente e inevitable le imito—. Pondré a mi gente de confianza a trabajar. Ahora más que nunca tenemos que reducir nuestro círculo. A estas alturas ya no sabemos quién es quién. —Desafortunadamente, el mundo de la política es de esta forma. Tenemos que mantener el ojo puesto en Brian O' Connor, porque estoy segura de que no se quedará
Capítulo cincuenta y ocho: La cima del poder*Narra Bruce Collins*Me rodea un maldit0 caos. Hasta uno de los botones de mi traje de investidura se me salta y ahora el bendito sastre me lo zurce. Esto es un puñetero infierno.Y lo es todavía más porque ella está lejos de mí, muy lejos. Ya se han confirmado la cifras de mi victoria y no consigo fabricar una auténtica sonrisa por ello.La veo caminar por todos lados y correr de aquí para allá y no puedo hacer más que acariciar la sortija que me dejó en mi despacho hace una semana, en donde reza la inscripción del profundo amor que me tiene, muy a pesar de todo lo que ha pasado. Quiso que tuviera algo suyo en mí en este día, ya que ella no podrá estar a mi lado. Es doloroso para ambos pero no queda más remedio.Sí, puede que sea un acto cobarde haber marcado esta distancia entre los dos, pero luego de lo sucedido y del inminente avance hasta la presidencia solo podía hacer esto. Por fin decidí en el mayor acto de egoísmo, acabar esta eta
Capítulo cincuenta y nueve: Embarazada*Narra Bruce Collins* ¿Que c0jones ha pasado?—¿Quién coño me ha disparado? —vocifero irritado revisando mi cuerpo al mismo tiempo que me suben al helicóptero. —Vamos a averiguarlo, señor. El servicio secreto de inteligencia ya está en ello —me confirma mi jefe de seguridad. No pude saber nada. Todo fue muy rápido y justo depuesto de todo el caos, me sacaron por encima de la gente, incluso usando gafas de infrarrojos para no encender las luces.Esto va a acabar por sepultar mi carrera política. ¿Quién se va a fiar de un mandatario que cada dos días intentan asesinar?Estoy más perseguido que Fidel Castro en sus días.—¿A dónde vamos? —pregunto cuando me ponen un chaleco antibalas encima de mi traje y un casco para comunicarme dentro del helicóptero—. ¿Dónde esta ella?—Señor, código negro —me confirman sin saber como odio esa palabra —. Aún no encontramos a la Primera Dama.Entiendo que piensen que pregunto por ella pero no lo hago, en absolut