– ¿Ryan? –pregunté. ¿De nuevo aquí? ¿Y de nuevo corriendo? Este hombre no para.
– ¡¿Emma qué pasa?! –preguntó alarmado. Se sentó a mi lado y tomó mis manos. Achiqué los ojos. ¿Qué tan mal me veía para hacerlo preocuparse de esa forma? alejé mis manos de las suyas.
–Estoy bien… –respondí con una voz rasposa que dio pena.
– ¿Cómo qué estás bien? ¡Estás llorando! –Limpie mis lágrimas con mis manos y respire fuerte para despejar la nariz–. ¿Peleaste con Jack? ¿Acaso te hizo algo?
Me reí ante su preocupación
–Emm… ¿No es lo que piensas? –dije, tratando de no morir en el momento. Ryan no se aguantó la risa ante mis palabras. Lo fulminé con la mirada fugazmente.– ¿Qué? –soltó Jack caminando hacia mí–. ¿Qué me dijiste que debías hacer una llamada y en realidad estás aquí con éste? –señalo a Ryan quien se levantó apresuradamente a defenderse.– ¡No, no, no! ¡Te equivocas! –exclamé moviendo mis manos de un lado a otro–. Sí vine a hacer una llamada. De repente apareció Ryan y se quedó aquí.– ¿Ryan? –repitió indignado. Olvidé por completo que solía llamarlo p
Desperté con mucha luz y a él a mi lado. Recordé enseguida lo de anoche con vergüenza. ¿Yo hice eso? sacudí mi cabeza tratando de levantarme. Jack dormía plácidamente, di unas palmaditas en el abdomen para despertarlo. Se estiró y me miró con los ojos pequeños.–Vale, vamos a correr. –dije. Ladeó la cabeza.– ¿Enserio?– ¡Claro! Vamos levántate antes de que haga más calor.Me alegré al ver mi cuerpo al espejo. Todo el enrojecido había desaparecido. La crema de Ryan es milagrosa al parecer. Me llené de bloqueador, me puse shorts y sostén deportivo. Ate una cola de caballo y salí por la pue
Me di otra ducha para quitarme la arena. Aún debía hacerlo con agua helada por mi piel. Me fue difícil contener la emoción ya que por fin tengo la ocasión para estrenar mi nuevo vestido negro entallado y mis zapatos de tacón. Me maquillé (sutil pero nocturno), me puse un collar y unos aretes brillantes que hacen juego. Debía admitirlo: Me veía sensacional. Me sentía como otra Emma, segura y capaz de todo. Dejé mi lacio cabello lo más alborotado posible y salí en busca de Jack quien me esperaba en los sofás.–Lista. –admití, y él, quien estaba con el celular sentado en el sillón, levantó la vista y se quedó sin palabras. Dejó su celular en la mesa de enfrente y se levantó con un gesto sorprendido. Ryan se acercó hacia mí con su gesto sereno. Me alejé quedando contra la repisa de piedra de los lavamanos. Él tomó mis muñecas con fuerza y pegó su cuerpo contra el mío.–Ryan qué haces suéltame. –murmuré. Estaba demasiado nerviosa para hablar claramente. Deslizó la punta de su nariz por mi cuello. Traté de alejar mis manos pero me tenía acorralada. Traté de patearlo pero rápidamente apretó mis piernas con las suyas. Mi respiración se aceleró.–No tienes que limpiarlo. –susurró, pasó su lengua por mi escote que seguía mojado con el alcohol.–P-ara… –no podía ni hablar. Tenía miedo, pero mi La copa rebalsada
No me di cuenta cuando él había desaparecido. Estaba tan atenta a que abrieran la puerta y me salvaran que no noté cuando salió por la ventana rota. El vidrio en la orilla había quedado manchado con su sangre.Apenas dije su nombre Jack se levantó. Sus ojos ya no me veían a mí. Lo buscaban a él. Buscaban venganza, aun sin saber qué pasó realmente. Con solo mirar mis ojos lo supo.–Disculpa, ¿Pueden cuidarla por favor? –preguntó a los chicos vestidos de traje que trabajaban allí.– ¡Jack espera! –grité. Estaba por salir por la puerta cuando se volteó a verme–. No vayas por favor… quédate conmigo. -No sabía realmente qué tramaba. Per
Era el último día. No podía creer que todo terminó así. Pensé que esta experiencia me traería más confianza, pero finalmente solo incrementó mis traumas. Me sentí horrible por tener miedo. Por alejarme de Jack cuando realmente era mi único apoyo.Se sentó en la cama y me miró. Inmediatamente me alejé y quede afirmando mis piernas entre mis brazos. Él se sorprendió. Bajó la vista habló despacio, con una voz rasposa.–Emma… yo, dormiré en el sillón. –dijo, sin mirarme a los ojos. Negué con la cabeza.–Jack no… lo siento. –me tomé la cabeza con las manos y suspiré. No podía creer que le tenga miedo.
Recordé su sonrisa. Su cabello rubio y sus amables ojos verdes. Cuando choqué con él en la clínica. Cuando nos encontramos en Lakeside. El pollo con verduras que preparó. Su risa, como se burló de mí cuando le dije que no me coqueteara. La manera en la que miraba a Jack. Su olor cuando me abrazó mientras yo lloraba. Su entusiasmo. Su positivismo. ¿Qué tan malo puede ser un hombre así? ¿Quién era realmente Ryan?Luego de buscar todo tipo de cosas de él en internet, la duda permanecía. Ninguno de los datos, información o noticias que aparecían de este boxeador, me ayudaron a entender lo que había pasado. Pero sin duda tiene un trauma de infancia con lo de sus padres, que claro ni Jack ni yo teníamos idea. Nunca le preguntamos de su pasado, nunca nos contó.
Hora después llegó Jack al hotel. Entró quitándose la corbata y tirándola en el sillón con un suspiro.–Qué onda ese Billy… –solté indignada.–Ya veremos en el ring. –respondió con un gesto serio. Lo cual me pareció profundamente genial y atractivo. Me quedé allí parada admirándolo hasta que me devolvió la mirada. Le dio unas palmaditas al espacio al lado suyo. De un salto me senté a su lado y apoyé mi cabeza en su pecho. Acarició mi cabeza con su mano.–Es tan suave tu cabello… –susurró. Enseguida me levanté y lo miré sorprendida.– ¿Qué dijiste?