Cada paso ardía. ¿Cómo me quede dormida? Esto nunca me pasa. Llegamos a su cabaña, la número 9 que de suerte estaba al lado de donde compramos los helados.
–Pasa –me dijo apenas abrió la puerta. Me sentí incómoda, ¿no es raro que estemos solos? Apenas lo conozco–. Buscaré la crema. Pasa al baño a ducharte. –dijo, mientras caminaba a su habitación.
–Eh… –su cabaña era casi igual a la nuestra, pero no tenía piscina enfrente, ni tampoco nuestra vista al lago. Caminé hasta el baño, perfectamente ordenado. Abrí el agua helada y me metí. Suspiré de alivio. Por dios Emma… segundo día y ya te estás quemando. Tuve que haberle hecho caso a mi mamá por el prot
– ¿Jack?¿Jack? ¿Jack lo llamo? ¿Cuándo intercambiaron números? ¿De qué me perdí? Me acerqué a Ryan para ver de qué se trataba. Él me miró de reojo y se alejó por el pasillo. – ¿Si? Sí, estoy con ella. En mi cabaña…¿Por qué escapa? Algo me están escondiendo… lo seguí por el pasillo pero de inmediato cortó. Se puso frente a mí, desafiante. Tuve que estirar mi cuello para verlo a los ojos.– ¿Qué acaso no sabes que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación? –preguntó, levantando una ceja.–Sí, p-pero ¡Es Jack
Me retorcí de placer. Cada cosa que hacía denotaba su experiencia. Precisamente lo que a mí me hacía falta. Pero a él parecía no importarle. Nunca me habían tratado así en mi vida… me tocaba como si fuese de porcelana. Amaba cada detalle. Desde sus gestos, su forma de mirarme, su olor, y el roce de su piel con la mía. Sus dedos, sus cejas, su cabello y sus lunares. Todo de Jackson Callen me volvía loca. Evité pensar en el dolor que sentía de mi piel quemada, y concentrarme en el momento. Pero de repente el sonido de mi celular me hizo dan un brinco del susto. Jack continuó besando mi cuello.–No respondas… –dijo. Le hice caso, dejamos el ringtone sonar unos segundos. Luego se detuvo y empezó de nuevo. Esta vez me levanté en su búsqueda. Jack se movió a un costado
– ¿Ryan? –pregunté. ¿De nuevo aquí? ¿Y de nuevo corriendo? Este hombre no para.– ¡¿Emma qué pasa?! –preguntó alarmado. Se sentó a mi lado y tomó mis manos. Achiqué los ojos. ¿Qué tan mal me veía para hacerlo preocuparse de esa forma? alejé mis manos de las suyas.–Estoy bien… –respondí con una voz rasposa que dio pena.– ¿Cómo qué estás bien? ¡Estás llorando! –Limpie mis lágrimas con mis manos y respire fuerte para despejar la nariz–. ¿Peleaste con Jack? ¿Acaso te hizo algo?Me reí ante su preocupación
–Emm… ¿No es lo que piensas? –dije, tratando de no morir en el momento. Ryan no se aguantó la risa ante mis palabras. Lo fulminé con la mirada fugazmente.– ¿Qué? –soltó Jack caminando hacia mí–. ¿Qué me dijiste que debías hacer una llamada y en realidad estás aquí con éste? –señalo a Ryan quien se levantó apresuradamente a defenderse.– ¡No, no, no! ¡Te equivocas! –exclamé moviendo mis manos de un lado a otro–. Sí vine a hacer una llamada. De repente apareció Ryan y se quedó aquí.– ¿Ryan? –repitió indignado. Olvidé por completo que solía llamarlo p
Desperté con mucha luz y a él a mi lado. Recordé enseguida lo de anoche con vergüenza. ¿Yo hice eso? sacudí mi cabeza tratando de levantarme. Jack dormía plácidamente, di unas palmaditas en el abdomen para despertarlo. Se estiró y me miró con los ojos pequeños.–Vale, vamos a correr. –dije. Ladeó la cabeza.– ¿Enserio?– ¡Claro! Vamos levántate antes de que haga más calor.Me alegré al ver mi cuerpo al espejo. Todo el enrojecido había desaparecido. La crema de Ryan es milagrosa al parecer. Me llené de bloqueador, me puse shorts y sostén deportivo. Ate una cola de caballo y salí por la pue
Me di otra ducha para quitarme la arena. Aún debía hacerlo con agua helada por mi piel. Me fue difícil contener la emoción ya que por fin tengo la ocasión para estrenar mi nuevo vestido negro entallado y mis zapatos de tacón. Me maquillé (sutil pero nocturno), me puse un collar y unos aretes brillantes que hacen juego. Debía admitirlo: Me veía sensacional. Me sentía como otra Emma, segura y capaz de todo. Dejé mi lacio cabello lo más alborotado posible y salí en busca de Jack quien me esperaba en los sofás.–Lista. –admití, y él, quien estaba con el celular sentado en el sillón, levantó la vista y se quedó sin palabras. Dejó su celular en la mesa de enfrente y se levantó con un gesto sorprendido. Ryan se acercó hacia mí con su gesto sereno. Me alejé quedando contra la repisa de piedra de los lavamanos. Él tomó mis muñecas con fuerza y pegó su cuerpo contra el mío.–Ryan qué haces suéltame. –murmuré. Estaba demasiado nerviosa para hablar claramente. Deslizó la punta de su nariz por mi cuello. Traté de alejar mis manos pero me tenía acorralada. Traté de patearlo pero rápidamente apretó mis piernas con las suyas. Mi respiración se aceleró.–No tienes que limpiarlo. –susurró, pasó su lengua por mi escote que seguía mojado con el alcohol.–P-ara… –no podía ni hablar. Tenía miedo, pero mi La copa rebalsada
No me di cuenta cuando él había desaparecido. Estaba tan atenta a que abrieran la puerta y me salvaran que no noté cuando salió por la ventana rota. El vidrio en la orilla había quedado manchado con su sangre.Apenas dije su nombre Jack se levantó. Sus ojos ya no me veían a mí. Lo buscaban a él. Buscaban venganza, aun sin saber qué pasó realmente. Con solo mirar mis ojos lo supo.–Disculpa, ¿Pueden cuidarla por favor? –preguntó a los chicos vestidos de traje que trabajaban allí.– ¡Jack espera! –grité. Estaba por salir por la puerta cuando se volteó a verme–. No vayas por favor… quédate conmigo. -No sabía realmente qué tramaba. Per