—Ya voy —grita Andrea quien se dirige a la puerta.
—Esto es una invasión o qué —se queja Andrea. Automáticamente nosotras vamos a la puerta. ¡No puede ser! ¿Por qué demonios ahora me lo tengo que encontrar en todas partes? Afuera estaban, Dylan, Aiden, Liam y un chico que no había visto. —Creen que puede haber fiesta sin nosotros —comenta Liam. —Esto era "solo de chicas" —dice Andrea—, para la próxima me las llevo a un bar, dónde ustedes no sabrán. — ¿Cómo que no has dejado de ir a fiestas? —dice el chico que no conozco—, después vamos a hablar sobre eso. Andrea lo fulmina con la mirada. —Perdón cariño —expresa divertida—, ni aunque lo desees con todas tus fuerzas. —Nos van a dejar pasar o qué —se queja Aiden—. Dejen sus peleas matrimoniales para otro momento. —Solo los dejo pasar si ellas lo desean. —No pienso responder, por mi si se van. ¿A quién engañas? —Nos lo estás poniendo muy fácil —se ríe Liam—. A ver mi pelirroja bella, di cuánto deseas tenerme ahí contigo. Eileen lo mira y sonríe. Todos esperan su respuesta, Liam la apremia. Después de unos segundos le estira la mano. —Ven sexy esposo —expresa Keira—, donde sea pero contigo. Dylan se quedará afuera, no pienso decir nada. Aunque no es necesario, entra sin más. Besa mi mejilla y me susurra al oído: —Desde que te vi he luchado con todas mis fuerzas para quedarme y no llevarte a mi casa. Dios es un complot. —No pudieras aunque quisieras —le digo tan bajito que solo él escucha. Volvemos a la sala y ocupamos nuevamente el piso. Somos ocho. La mesita de nos queda pequeña. Andrea busca más vasos. —¿Qué están haciendo? —pregunta Aiden. —Un juego —comenta su esposa. —Verdad o reto —dice Aiden. Vaya, este juego sí es típico de ellos. —No —contesta Andrea—. Les explico. Voy a modificarlo para que juguemos todos. Se trata ahora, de que nosotras hacemos un equipo, ustedes otro. —Señala a los hombres—. Nosotras le haremos una pregunta a "nuestra pareja". —Utiliza las comillas en lo que dijo—. Keira por supuesto a Aiden, Eileen a Liam, Alessandra a Dylan y yo, que remedio, a Enzo. Enzo es el otro hombre que no conozco. Este le dedica una sonrisa. —Eso lo hablamos en privado —le dice. Estos dos tienen o tuvieron algo. —Empezamos nosotras a preguntar —continúa Andrea—, después nos preguntan ustedes. Son preguntas nuestras por ejemplo ¿Qué día es mi cumpleaños?, es un ejemplo —dice al ver que protestan—, quien no contesta correctamente tiene que tomarse un trago. ¿Entienden? Afirmamos. —Aunque ya iríamos tú y yo en desventaja —le comenta Andrea a Enzo—, él la mira con una sonrisa. —Espera —interviene Dylan—, el grupo que gane merece recompensa. —Explícate —le digo —Sí nosotros ganamos cada tienen que concedernos algo, como reconocimiento de nuestro esfuerzo. Si ustedes ganan pues —Se queda pensando—, nos toca complacerlas en algo. —Me parece buena idea —habla Eileen—. Está claro que ganaremos. —Pero hay que decirlo ¿No? —interviene está vez Andrea—. La recompensa de cada uno, o sea lo que cada uno quiere si gana, así sabemos que nos estamos jugando. —Empieza Dylan —digo—. Al final tú fuiste el de la idea. —Quiero que cuando terminemos aquí te vayas conmigo —dice de pronto. Siempre ha sido muy directo, lo sé. Algunas cosas no han cambiado. —Desde ya te digo que haré lo posible por ganar. ¿Sabes que quiero yo? —le respondo—. Que dejes de ponerme las cosas difíciles, tenerte lejos. Todos miran atentos lo que conversamos. —Si ganas —contesta él—, no me volverás a tener cerca, dejaré que sigas tranquila con la vida que elegiste. Pero, si pierdes —Muestra una sonrisa prepotente—, debes concederme lo que pedí, pero además, te puedes ir olvidando de lo que quieres. —No vas a ganar —zanjo. —Lo veremos —contesta con mucha seguridad. —Yo quiero una mascota —dice Eileen feliz, Liam bufa. Todos reímos. —Si gano —comenta Liam—. Tendrás que hacerte el tatuaje. Y por supuesto olvidas la mascota. —No sé cómo han llegado a este punto —dice Andrea entre risas. —Yo quiero que me dejes postear en I*******m esa foto que tanto te enseñé —le dice Keira a Aiden. —Ni hablar —contesta Aiden. —Son fotos artísticas —contraataca ella—. No tienen absolutamente nada de malo. —Que no —dice Aiden serio. —Pues no es cuestión de que quieras cariño. Si gano, es lo que hay. Así que esfuérzate por ganar. —Definitivamente voy a ganar —le responde Aiden—, y si gano, no te dejaré salir de cama dentro de una semana. Reímos. — ¿Qué quieres tú Andrea? —interviene Keira. —Quiero que Enzo vuelva a su estado —expresa. —Si gano, tus próximos tres días serán completamente míos, para lo que yo quiera. —Imposible —responde Andrea—, necesito trabajar. —Técnica vieja —responde Liam—, pagarle a Hugo. —Ese viejo se hará millonario a cuenta de ustedes —replica Eileen. Empieza el juego, todos queremos ganar. Les toca a Andrea y Enzo. Vamos las chicas primero. —Enzo —lo llama ella—. Dime la hora exacta que nos encontramos en Pierd 39. Sé que ha intentando ponérsela difícil. Necesita ganar, mejor dicho, necesitamos ganar. —Keira me informó a las diez de la noche y contando los minutos de camino, a las diez y veinticinco minutos. —Por la cara de ella ha acertado. —Vamos bebe —le alcanza el trago de tequila—. Ya vamos por uno. —Liam.—Va Eileen—. Para mi cuál sería la combinación perfecta. Liam sonríe. No puede ser que anoten otro punto. –Un pote de helado de chocolate y N*****x —contesta él—. Aunque yo diría que eso era antes, ahora, mi cama, tu y yo. —Cómo qué las están poniendo muy fácil —se queja Keira—. Aiden, cuál es mi dulce favorito. —Mira quién habla de ponerlo fácil —comenta Andrea—. Vamos que eso lo sabemos casi todos. —Flourles Chocolate Cake —responde él y por su cara aceptó. Me toca a mí. Quiero ponérselo difícil. Pienso y pienso. —Dylan —lo llamo. Él espera expectante mi pregunta—. Dime fecha, hora exactos de mi primera vez. Sé que es una estupidez pero algo dentro de mí quiere saber que no ha olvidado nada de ese día. Él me mira, su mirada es diferente. Tarda unos segundos sin hablar, solo me mira. —Sí en dos segundos no contestas... Para ellos no es igual que nosotras, que detallamos esa fecha exacta. Ha pasado mucho y él no lo recordará. —1 de agosto de 2009, a las 11:00 pm. Juro que no sé lo que siento, pero lo siento. Estoy tan feliz de que al menos recuerda eso tan claro. Todos lo miran sorprendidos. Y continúan la vista hacia mí a ver si acertó. —Bien —contesto haciéndome la perdida. —Tenemos cinco —comenta Dylan. —Andrea —le toca a Enzo—. ¿De qué color llevaba el bóxer ese día? Reímos, Andrea lo fulmina con la mirada. — ¿Cómo coño quieres que sepa? —se queja ella en voz alta. —Uno, dos.... —empieza a contar él. —Blanco —suelta ella interrumpiéndolo. Enzo hace un sonido, así como en los programas cuando dices la respuesta incorrecta. —Fallaste —le dice. Andrea lo fulmina con la mirada —Eileen —le toca a Liam—. ¿Qué chico has tenido cerca, que me ha puesto más de los nervios? Eileen lo piensa. —Harry —contesta al final. Otra vez se equivocan por dios. Cómo puede ser esto. —Jack —comenta él—. Sabía que no serías capaz de responderme eso. Te fuiste por lo del desfile y no. No soportaba ver cómo te miraba o te tocaba Jack —dice con una sonrisa—, ya puedes olvidarte de la mascota. Eileen bebe su vaso de tequila. —Serio ¿Esto es planeado o qué? —me quejo—. Cómo puede ser que no tengamos ni un puto punto. —Keira —la llama Aiden—. ¿Qué me hizo fijarme en ti? Keira lo mira y sonríe. —Punto nuestro —expresa—. Como me veía. Esa niña buena que se puso nerviosa al situarse a tu lado. Aiden sonríe. —Alessandra —interviene Dylan. Se me queda mirando tratando de encontrar la pregunta—. ¿Cuál fue mi sueño alguna vez? Lo miro. Esos recuerdos llegan a mi mente y no puedo evitar que me invada tristeza y nostalgia. Una lágrima cae de mi mejilla. Rápidamente me levanto y salgo al balcón. No puede ser que la vida haya cambiado en minutos, teníamos todo tan planeado, tan perfecto. Era feliz, muy feliz. Dylan quería que al cumplir los diecinueve años, nos fuéramos juntos a Hawái, tenía todo planeado. Nos casaríamos de una vez por todas, después de cuatro años, o sea solo llevábamos tres, pero cuando cumpliera 19, hubiésemos llevado cuatro años. Y de ahí en adelante teníamos muchos planes juntos para nuestras vidas. Vuelvo a la sala, observo la cara de preocupación de todos. Les sonrío. —Sabes que no olvidaría eso, por muchos años que hayan pasado —le contesto mirándolo a los ojos. —Igual hemos ganado —contesta Aiden. —Vamos —me dice serio Dylan levantándose del piso. —Hablamos después —le digo a las chicas. Cuando llegamos al carro, Dylan me pasa la mano por la cara. —No me gusta que llores —expresa—, nunca me ha gustado. Lo beso. Fue un impulso, es que no sé ni que me pasa, pero estoy volviendo a sentir todo. Hemos llegado a un hotel. —Dylan no puedo bajarme contigo a un hotel —le explico—. Sabes lo que pasaría si cualquiera se le ocurre tirar alguna foto. —Tranquila —me dice—. Nadie te verá. Es mi hotel y he mandado a todo el piso de arriba fuera. Entramos contando con toda la precaución posible. Llegamos a una sala bastante espaciosa. Había muebles y un ambiente tranquilo. Era un lugar un poco oscuro, debido a los colores que profundizaban en la habitación. En el medio y justo delante de un sofá hay una enorme cama. Me sienta en el sofá y se coloca a mi lado. Sus manos se apoderan posesivas de mi cuello y me besa, haciendo que su lengua invada mi boca. Estoy tan a gusto aquí, que no he pensado en más nada. De pronto alguien tose. Dylan se separa y observamos quien llegó. Es una mujer, con una diminuta lencería de encaje y unos zapatos de infarto. —Podrás ver con tus propios ojos en qué me he convertido pequeña —dice. De pronto se levanta y comienza a besar a la chica. No puedo evitar sentir un dolor inmenso. No me agrada para nada verlo besar a otra chica. Y si pensaron que ahí acabaría todo, pues no. Poco a poco se deshace de su ropa. Tumbando a la chica en la cama. No puedo con esto, esta situación me supera. Intento que no se note cuanto me duele y no puedo. Acaba de entrar en ella. Una lágrima cae por mi mejilla. Ella gime y yo solo quiero matarla. Salgo de ahí, no puedo seguir viendo esto. ¡No puedo! Me voy por dónde mismo entré, teniendo el cuidado del mundo. Camino por la calle intentando que el viento me haga sentirme más tranquila. Pero por mucho que invada mi cuerpo, no logro sentirme mejor. He vuelto a sentir mucho por él. Pensé que sería un momento bonito. Jamás imaginé que me haría esto. Voy por la cuarta cuadra cuando llego a un parque. Me siento, es tarde, aún así me duelen mucho los pies. Una señora que debe rondar los cincuenta pasa sin ánimos por delante de mí. Iba a caer pero la ayudo a sentarse. —Gracias señorita —me dice—. ¿ Qué hace tan sola aquí? —Tomando un poco de aire —respondo—. ¿Y a usted que le sucede? ¿Se encuentra mejor? —Me paso todo el día trabajando para mantener mi casa, a veces ni como —responde—, pero ya estoy bien. Llamo a Josh y le doy la dirección del parque. Llevo a la mujer a casa, le doy de comer y le entrego bolsas para que se lleve a casa. —Muchas gracias... —Espera a que le diga su nombre. —Alessandra —le digo—. ¿Cómo te llamas tú? Disculpa no haberte preguntado antes. —Brisa —responde—. Esta es la dirección de mi casa. No es un barrio, ni una casa elegante como en el que vives tú, pero no es tan malo tampoco. —Brisa, Josh te llevará a casa —le digo —No señorita —responde—, ya ha hecho bastante por mí. —No está en discusión Brisa —le digo—. Josh te llevará. Te visitaré pronto. Ella después de agradecer muchas veces se marcha con Josh. Yo subo a mi habitación y me ducho. Vuelvo a sentir tristeza, vuelvo a pensar en ese momento, hasta que logro dormirme. *** Ya en la oficina dedico la mañana en terminar el trabajo que tenía pendiente. Así que después de almuerzo y volver a pasar por el cuestionario de mi mejor amiga me encierro en mi oficina. Estoy en ese momento en el que me siento inspirada. Tengo ganas de escribir. Así que aprovechando el momento, abro el portátil y comienzo. Esta historia de amor no comenzó con nada irrelevante, o bueno sí, esa mirada tan intensa que me hizo perder el norte. La palabra amor puede tener varios significados, según la persona. Están los que ven el amor como una debilidad, los que lo ven con miedo, los que lo tachan de malo; están aquellos que creen en el ciegamente, los que han sufrido y aún así siguen pensando que es algo bueno en la vida y estoy yo que creo que es complicado, pero tampoco podemos hacer nada para evitarlo, es difícil muchas veces, pero la vida no sería la misma sin él. Cómo cada día pasaba por Nieve Cinco de Mayo a comprar un cono enconfitado de chocolate y banana Split. Esto era una rutina diaria, pasar por un helado. Llevaba alrededor de tres días chocando con el mismo hombre. La primera vez, justo cuando acababa de pagar mi helado y me volteo para marcharme, no sé de qué forma acabo tropezando. Algo firme me detuvo. Juro que ese algo firme, tenía los ojos más encantadores que he visto nunca. No suelo encantarme tan fácil por un hombre, puesto que leo demasiado, y debo confesar que el tipo de libro que me gusta hace que uno se cree expectativas un poco altas. Pero, aquella mirada, me estremeció por dentro. Estaba tan torpemente perdida en sus ojos que no me di cuenta de que el helado se me estaba derritiendo sobre su ropa. —Disculpa —expreso con una pena enorme. —Eres muy torpe pequeña —dice él. Lo observo incrédula por cómo me dice pequeña. No puedo mentirme, me encantó la forma en la que habló. —A veces —comento elevando los hombros, restándole importancia a su comentario. Todo quedó ahí, eso creí yo. Sin embargo, al día siguiente el mismo encuentro. En ese momento pensé que era casualidad. Sí, la vida está repleta de casualidades. El tercer día, volví a encontrármelo. —No pienso dejarte escapar hoy —me dice mientras me da un beso muy cerca de mis labios. ¡Sí existe! ¡Sí sucede! Esa corriente eléctrica que te sucede al sentir ese roce. He acabado de sentirla. Sí, el mundo está repleto de casualidades, pero esta, fue la más bonita de mi vida. —Ale ¿piensas dormir aquí? —me saca de mis pensamientos Emily. Miro el reloj, ya es hora de marcharme, Bruno pronto irá a recogerme a casa. —Ya me marcho —digo recogiendo todo. —Salgamos —dice Emily—. Escuché de una fiesta en la playa China Beach. —Estás loca —le digo—. ¿Qué escribirían en las noticias si me ven en de fiesta sola, cuando apenas me comprometí? —Nena tu vida era mejor cuando no te preocupaban los reportajes y la gente —dice mi amiga—. Llama a Bruno, tal vez quiera venir. —No te prometo nada —le digo—, hablaremos dentro de una hora. Me despido de Emily y al llegar a casa ya Bruno me está esperando. —Amor —dice él antes de besarme—. Lamento haberme marchado tan pronto en la mañana, pero el trabajo está en auge. —Cariño —le devuelvo el saludo—. Tengo un plan para hoy. Vamos a la playa China Beach, Emily nos espera... —Preciosa tengo asuntos pendientes ahora —comenta—, pero prometo alcanzarte ahí. Yo creo que estábamos mejor antes de comprometernos. —Ok —solo digo eso—. No vemos más tarde entonces.Llego con la botella en la mano a la tumba de Gael. Llevaba cerca de dos meses sin venir. —Hermano.—Cojo un buche de la botella y echo un poco sobre su tumba—. Pensé que no volvería a sentir en lo que quedaba de mi jodida vida. —La he vuelto a ver —expreso al viento—. Si vieras lo preciosa que está. —Te echo de menos ¿sabes? —me doy otro buche.Él sonido de mi móvil me hace prestarle atención.—Dime —contesto de mala manera.—Hola guapo —expresa alguien de otro lado de la línea. No tengo idea de quién demonios es—. Soy Alana.¿Alana, Alana? Trato de recordar ese nombre. Me toma algunos minutos. Es la hija de algún empresario, aquella que se acercó a mí en la fiesta Society Harmony.—Quería invitarte a una fiesta que se hará en la playa China Beach —dice—. Tal vez te guste…—Tal vez sí… —le digo. No sé porque iría a una fiestas de adolescentes, pero, tampoco tengo otro plan.—¿En serio? —expresa contenta—. Está bien. Nos vemos ahí.Cuelgo sin decir alguna palabra más.—Nadie volver
La alarma suena y yo la siento muy lejos. No quiero levantarme. Me muevo un poco en la cama y me encuentro con el cuerpo de Bruno. Él rodea su mano en mi cintura y me atrae hacia él. Sus besos dominan todo mi cuello. Horas antes...Trato de calmar mi respiración agitada. Dylan es un cabrón con letras mayúsculas. Quisiera odiarlo, pero no puedo. Es imposible odiar a quien he amado tanto. Quiero reaccionar ante todos los malditos sentidos que apuntan que me estoy equivocando, que por muy bien que me sienta en esos brazos, él no es el mismo. Que la vida ya dio unas mil vueltas y ya no estamos en aquel sitio, ya no pensamos de la misma forma. Salgo de la playa, pienso marcharme ya a casa. Con un poco de suerte no me encontraré con nadie en mi camino. —Es temprano aún —escucho a alguien. Esa voz la reconozco. Ahí está a escasos metros de mí Bruno, con mi mejor amiga.Ella abre los ojos. Una reacción que puede significar muchas cosas. Primero, le ha inventado un cuento de que me he mar
Llevábamos alrededor de dos horas practicando deporte. Cada uno va a su baño para bañarse y cambiarnos de ropa. Iríamos después al club un rato. Cuando estoy cambiándome recibo un mensaje de Andrea, que nos esperan a todos en su casa.Me pongo a pensar si se me olvidó alguna fecha importante, algún cumpleaños. Y nada.Cuando ya termino de vestirme, salgo del vestidor y me encuentro con mis amigos.—Andrea que nos espera en su casa —comento mientras me miro por última vez a otro espejo acomodándome mi pelo, que por estar mojado está hecho un desmadre. —A mí también —dice Aiden—. No sé que se celebrará.—Ni yo —expresa Liam—, ero tampoco es como que nosotros necesitemos motivos para armar una fiesta.Sí, es cierto.Alrededor de veinte minutos estamos frente al departamento de Andrea. Toco varias veces. Andrea abre seria. —Pasen —dice después de saludarnos.Las chicas están sentadas en la sala. Yo solo me quedo viendo a Alessandra. ¿Qué hace aquí?. No puede ser que me la encuentre en
Otra vez Dylan lo hizo. Me dejó ahí como si nada y se marchó. Todos estaban pendiente cuando salí del baño. Yo me despedí y me marche a mi casa. Cómo puede comportarse así, como logra confundirme tanto. Intento alejarlo, pero se acerca, respira, me habla y ya caigo nuevamente. Hoy no quiero hablar con nadie. Suerte y no veré a Bruno. Lo he llamado antes y le conté en dónde estaría. Él se lo tomó bien, por supuesto, así tendría más tiempo para su trabajo. Al entrar a casa, me llama Mily, nuestra ama de llaves. La verdad para mí es mi familia. —Mi niña te buscan en la cocina —informa. ¿Quién será? Al entrar a la cocina me encuentro con Brisa. No la fui a ver, con tantas cosas en mi cabeza. —Hola Brisa —la saludo—. Disculpa que no te haya visitado, es que estuve un poco ocupada. —Tranquila —contesta—. Disculpa que te moleste nuevamente pero tengo un problema. —Cuéntame Brisa en qué te puedo ayudar —Me siento a su lado. —Mi hija mayor se gradúa y... —No sabe cóm
Dylan se baja del auto. En mi interior algo se estremece, mi corazón late de prisa, parece que fue hoy cuando lo vi por primera vez. Él se detiene al verme, pero continúa, como si fueran movimientos planeados, el ponerse las gafas y sentarse sobre la parte delantera de su auto.Tiene la camisa remangada, unos jeans un poco ajustados y un par de zapatillas blancas. Si yo dirigiera está huelga los mandaría todos a casa solo por ese físico tan apetecible.Intenta parecer seguro y puede que todos se lo crean.Las personas siguen con sus gritos, él no se inmuta, los mira a todos sin emitir sonido alguno. —Brisa dile a todos que se callen, así no van a resolver nada —le digo bajo. Conozco a Dylan y no va con él probar fuerzas.—Podrían hacer silencio —grita Brisa y ellos obedecen.Dylan los observa una vez más. —Terminaron el teatro —expresa serio.—Perdón pero no queremos segundos aquí —le dice Brisa—. Queremos al jefe para decirle a la cara que no permitiremos que nos dejen sin hogar.
Está haciendo demasiado calor aquí. Necesito tenerlo nuevamente en mi interior, volver a sentirlo. No sé cómo lograré salirme con la mía, algo se me ocurrirá, pero Dylan va a concederme hoy lo que yo quiera.Llegamos al barrio de Brisa. Solo pienso en lo que pasará cuando salgamos de aquí. Bajo del auto y me detengo. ¡Joder! Tenía planes para Dylan.Bruno está apoyado en la parte delantera de su auto.Al estar frente a él lo saludo. Mira a Dylan con desconfianza pero finalmente le estrecha la mano. Dylan se mantiene en calma. Sé que a mi chico nadie es capaz de ponerlo de los nervios...¡Bueno, yo sí, estoy segura!— ¿Nos vamos? —pregunta Bruno—. Tenemos muchas cosas que hacer.—Sonríe.Observo de reojo como Dylan tensa la mandíbula.—Está bien —le contesto sin emoción alguna—. Me despediré de Brisa y la peque, ya regreso.Camino con Sami hasta la casa de Brisa.—Tío Dylan me gusta más —comenta la nena.¡A mí también pequeña!Yo solo río y me limito a no contestar.Brisa abre la puer
Horas antes...—Te he visto demasiado cerca de mi mujer —me dice Bruno.—A veces no podemos estar tan seguro de ciertas cosas —le sonrío irónico. — ¿Qué me quieres decir? —pregunta el cruzando los brazos.Bruno cree que me intimida. A mí que no me intimida nadie. ¡Imbécil!Vuelvo a reírme.—Larga vida al amor —expreso y me marcho.No puedo cabrearme porque no estoy dispuesto a entregarle más de lo que le está entregando él. No voy a casarme, no voy a formar una familia...eso que ella desea, no puedo dárselo yo...el sí. Mi mente me explica eso, pero mi cuerpo se tensa y no de la forma que me gustaría. Ya lo he dicho que soy un puto egoísta que mentalmente sabe que es lo lógico y físicamente quiero partirle la cara al imbécil.Voy en busca de Ditzy de seguro su boquita me va a alegrar el jodido día.— ¿Noto muy tenso a mi señor? —expresa ella mientras se acerca a mi silla. —No digas ni una palabra —le ordeno.Ella se deshace del botón de mis pantalones y saca mi erección.Agarro su p
Anoche fue demasiado duro. Me dolió enormemente verlo con dos mujeres, aunque debería estar adaptada, se iba a follar a una en mi cara, que es peor. Me levanto de la cama. Bruno ya se ha marchado. Antes me quejaba por su exceso de trabajo, ahora necesito que trabaje mucho más.Entro a la ducha y dejo que el agua me relaje. Recuerdo exactamente la noche, me preocupa la actitud de Emily, algo no me está gustando. Quiero confiar en ella, es mi mejor amiga de toda la vida, pero jamás en tanto tiempo de amistad se ha comportado tan distante como ahora. Termino de ducharme, me enrollo en una toalla y alcanzo el teléfono para poner música en Spotify mientras me seco el cabello. Quiero ir a casa de Brisa para comentarle lo de la reunión de padres. Busco en el vestidor de Bruno ropa. He dejado algunas ropas aquí desde que comenzamos nuestra relación. Finalmente me pongo un vestido gris ajustado con mangas y unas sandalias del mismo color. Antes de salir para casa de Brisa, decido llamar a