4. Alessandra

Tenerlo tan cerca y sentir su respiración hace que pierda el control de la situación. Otra vez caigo en su estúpido juego, sin medir consecuencias.

Una mano me agarra de la nuca, la otra me acaricia el trasero. Estoy completamente entregada a él hasta que alguien carraspea.

Me separo rápidamente de él y me encuentro con los chicos frente a nosotros, Aiden, Liam, Keira y Eileen. Eileen hace una seña para que mirara hacia atrás. Bruno venía en nuestra dirección.

—Cariño —expresa acercándose a mí y tomándome por la cintura. Los chicos nos han tapado, no ha visto nada—, vámonos ya a casa.—A veces me quedaba con él en su casa, tampoco es como que no me haya acostado con él hasta el matrimonio, estamos en pleno siglo XXI. Sin embargo hoy no me apetece, aunque negarme sería darle el gusto a Dylan, que me ha tomado como entretenimiento y hacer dudar a Bruno.

—¿A tu casa amor? —pregunto. En el fondo es para molestar a Dylan, me choca ver que no haya una mujer que le corra un metro.

—Si preciosa —me responde Bruno—. ¿Nos vamos?

—Si amor —le respondo y llevo mi mirada a los chicos, por dios me muero de vergüenza. Después de lo que ellos han visto que acaba de pasar.

—Adiós —me despido de todos.

Justo antes de irme, les pido el número a las chicas, otro día tendré que hablar con ellas.

Ahora sí me marcho a casa de Bruno. Donde viviré luego de que nos casamos. Aunque...

No puede ser.

Al llegar a su casa, ya saben que le sigue. Aunque traté de actuar como siempre, algo en mí se sentía diferente. No sentía ni remotamente lo mismo de ayer.

Dylan ha llegado a replantearme muchas cosas y eso me está incomodando.

Dylan marcó una etapa importante en mi vida, marcó un nivel difícil de superar, pero al conocer a Bruno no me era tan indiferente, me refiero a las relaciones sexuales, al principio se nos daba muy bien, pero al llegar a los dos años, eso ha descendido, puesto que gran parte del tiempo está enfrascado en su trabajo.

¡Y le estás viendo esos defectos ahora Alessandra!

Después Bruno se queda dormido.

                             ***

Me levanto al día siguiente y ya Bruno no está. En su sitio de la cama hay un sobre.

Cariño, me he marchado antes, tengo reuniones a primera hora. Lamento no estar a tu lado cuando levantes, en recompensa te he preparado desayuno. Todo listo en el balcón. ¡Disfrútalo! Iré a buscarte en la noche.

Salgo el balcón. Si les soy sincera, me gusta. Todo está organizado bonito.

Me siento a disfrutar de mi desayuno mientras leo uno de los libros que tengo aquí en casa de Bruno.

Cuando terminé ya había pasado casi una hora. Los libros son mi perdición, sin duda alguna.

Realizo las actividades diarias de aseo y busco entre las pocas prendas que tengo aquí. No vivo con Bruno, pero como me quedo con él algunas veces, tengo algunas ropas.

Llamo a Josh para que pase por mí.

Después de arreglarme, algo que no me toma mucho tiempo. Salgo en busca de Josh para ir al trabajo.

De camino decido llamar a Eileen.

—Hola —contesta después del segundo timbre.

—Hola Eileen, soy Alessandra —le digo.

—Ale —saluda con cariño —¿Te puedo decir así?

—Claro —contesto —, no hay problema. Te llamaba para reunirme contigo y con Keira. Lamento lo del otro día, realmente...

—Tranquila —me interrumpe—, no pensamos mal de ti. Si supieras que nuestras historias no fueron de típicos cuentos de hadas...

Reímos.

—Podemos ir por helados, hoy en la tarde a Bi-Rite Creamery en la 3692 18th St, la ansiedad me está matando.

—Me encanta —le digo—, nos vemos allí.

—Hasta luego Ale —se despide.

—Adiós, Ei.

Llego a la oficina. Después de saludar a todos y encontrarme como Emily voy a mi escritorio.

Mi trabajo me encanta, no lo niego, me pierdo entre las historias, hacen que viva millones de sensaciones, incluso, que escape de la realidad.

La mañana pasa y con ella mi entera dedicación al trabajo que llevo días realizando.

Voy a comer con Emily, pensé inventarme una excusa, ya que intentará enterarse de la noche de ayer, pero ella es demasiado lista.

—¿Cómo te fue ayer? —comienza a preguntar pero...—. No, mejor dime ¿Qué sentiste al ver a Dylan nuevamente?

Iba a hablar, pero vuelve a interrumpirme.

—¿Tuvieron sexo? —pregunta—. ¿Cómo fue? ¿No te has replanteado si casarte o no?

Abro la boca de asombro.

—¿Ese es tu plan hoy? —comento—  Hacer que no almuerce.

Ella me dedica su peor mohín.

—Vamos contéstame —me apremia—,  recuerda mi dato sobre la paciencia.

—No pasó nada con Dylan —expreso rodando los ojos.

—Mientes —dice—, acabas de pasar la mano por tu pelo.

No puede ser que me conozca tanto.

—Tener amigas así es un arma de doble filo —digo —. Tendré que matarte y deshacerme de tu cadáver, me conoces mucho.

—Alessandra no me cambies el tema. Responde.

—Nos dimos un beso —digo a modo de rendición

Ella ríe.

—Como que ustedes no se pueden ver —replica divertida.

—No sé qué coño me está pasando— comento—. ¡Joder! Es que lo veo y no pienso.

—Yo creo que va a ser muy difícil alejarte de él —opina Emily probando la comida.

—También lo creo —suelto de pronto.

Pasa el horario de almuerzo y regreso a trabajar. Las horas pasan tan rápido que cuando observo el reloj ya pasan las cuatro y media.

Hora de reunirme con las chicas.

—Ale ¿Ya te marchas? —me alcanza Emily de camino a la salida.

—Quedé en reunirme con las mujeres de Aiden y Liam, para mi vergüenza presenciaron ayer la escenita del beso con Dylan y luego como me marché a casa con mi amor.

—Me acuerdo de ellos —expresa —. Fue hace mucho claro, cuando tú estabas con Dylan, pero los vi algunas veces.

—Si los ves —comento—, guapísimos todos. No parece que los años les vienen encima.

—Lástima que estén casados — comenta haciendo puchero.

—Y enamorados hasta los huesos — respondo—. Si vieras como se miran.

—A lo mejor me ven a mí y Cupido los flecha —me río a carcajadas con su comentario.

—Amiga no digo que no eres preciosa, pero si ellos llegaron a ese nivel de casarse es porque claramente esas mujeres llegaron dónde ninguna otra podrá llegar.

—No me rindo tan fácil —expresa. Termina riéndose al final de la frase —, pero ya tengo con qué entretenerme.

—Cómo así —comento.

—Adiós —dice, casi grita alejándose de mí—. Si se te ocurre algún plan magnífico para hoy llámame.

Me quedo pensando ¿Qué plan tendría hoy?

—Es viernes —grita—. ¿Lo olvidas?

Se me ha olvidado hasta el día de la semana. De todas maneras, para mí sigue siendo un día común.

Voy hasta Bi-Rite Creamery a reunirme con las chicas.

—Hola —la saludo con un beso. Nos encontramos en la puerta.

—Alessandra —habla Keira —, que bueno verte.

Le dedico una sonrisa.

Cuando entramos al local y pedimos helado. Nos sentamos a conversar.

—Chicas que pena con ustedes —digo y siento que mis mejillas se ponen un poco rojas, en serio que no quería que presenciaran semejante acto —, no estoy con los dos. Dylan ha llegado a revolucionar mi vida, pero yo intento mantener mi vida...

—Tranquila —comenta Keira—, no hemos pensado mal de ti. No sabemos cómo eres tú, ni de tu vida, pero si conocemos de Dylan.

—Mejor cuéntanos cómo fue su historia —expresa Eileen.

Suspiro.

—Hermosa —comento con una sonrisa al recordar aquellos momentos—, Dylan fue mi primer novio, mi primera vez. Todo lo nuevo en mi vida lo viví con él. Él era muy diferente a cómo es ahora, era tierno, me cuidaba tanto, estaba completamente pendiente a mí, no había momento feliz o triste de mi vida que no estuviera él. Hasta un día que —de pronto mi sonrisa se esfuma, recuerdo eso, por esa m****a de viaje, lo perdí, perdí lo mejor de mi vida—, al llegar a casa mis padres tenían las maletas hechas, no iríamos a vivir a otro lugar. No tuve tiempo de despedirme de él. Justamente Dylan había perdido a uno de sus amigos, se llamaba Gael y yo no pude acompañarlo.

—No sabía que Dylan tuvo otro amigo...—expresa Keira.

—Sí —respondo—, tal vez no le guste hablar de él.

—¿Se reencontraron en la fiesta? — pregunta Eileen.

—No —respondo—, lo había visto el mismo día que celebraba mi compromiso. Fui capaz de irme de aquella fiesta por él.

Ellas me miran asombradas.

—Sí —comento—, una locura. Dylan hace que yo no piense correctamente.

—Será que los tres son iguales — expresa Keira—, nunca pensaba cuando se trataba de Aiden, por más loco que fuera le seguía.

—Bueno y ustedes —digo —cómo fue que llegaron a casarse.

—Bueno —comienza Keira—, mi historia fue bastante complicada. Empecé a trabajar en la empresa de Aiden, aunque tenía conocimientos para desempeñar otro puesto, Aiden hizo que ocupara el puesto de secretaria. Ahí empezó mi tortura.— Río—. Me fui enamorando como tonta de él, él por el contrario era distante, frío. Nos acostamos, sí, sin ser nada y pasamos meses así. A veces hacia cosas que demostraban que me quería pero acababa haciendo otras para que no notara que estaba enamorado. Teníamos una especie de relación, que ya sabían todos, familia y amigos, sin embargo, no éramos una pareja formal. Hasta un día, por un descuido, quedé embarazada. —Abro la boca, me asombró—. Él se puso como loco. Yo simplemente me iría, aunque no tuviera su apoyo, yo cuidaría de mi hijo sola. Y nada, se apareció en Nueva York, dónde había ido a pasarme unos días y me preparó una sorpresa.

—Sabes, recuerdo a Aiden, serio, no hablaba mucho, es como si nunca estuviera de humor. Cuando lo vi ahora se notaba diferente.

—Ha cambiado muchísimo —responde Keira—. Es más pegado a las personas.

—¿Y tú Eileen? —la apremio a que cuente su historia.

—Yo me enamoré de Liam la primera vez que lo vi. Jamás pensé que podía enamorarme de un rubio, ni siquiera me gustaba, pero al encontrarme con él, caí rendida a sus pies. ¡Quien no! —Ríe—. El caso es que él cada vez que coincidíamos se marchaba con dos chicas —La miro asombrada—, si dos. Una noche alguien entra por la ventana de mi cuarto, no se le veía la cara por la oscuridad, pensé que era mi novio de aquel entonces. Llevaba una relación con mi mejor amigo de infancia. No quería hacerle daño pero Liam me hacía caer, cada vez que lo tenía cerca. Un día Jack, mi mejor amigo y novio, nos vio besándonos y todo se acabó. Volví nuevamente días después a los brazos de Liam, tuvimos momentos lindos, muy buenos y un maldito desfile jodió todo. Se filtró el vestido que cerraba su desfile en la empresa contraria, empresa en la que yo trabajaba y Liam pensó que había sido yo. Busqué las pruebas necesarias para demostrarle cuánto se equivocaba. Eso me hizo alejarme de él, hasta que tuvo un trágico accidente por seguirme para que lo perdonara.

—A Liam lo recuerdo bastante mujeriego -—Reímos—, ese sí que no se enamoraba. Nunca lo podías ver con la misma chica. Resulta ahora que el mujeriego es Dylan —digo.

—El mujeriego mayor —dice Keira—,  porque Aiden y Liam lo eran hasta que se enamoraron.

—Soy editora y escritora —digo—, me encantaría escribir sobre sus historias. Son interesantes.

Ellas sonríen.

—A mí me pasa algo similar con Dylan —explico—. No pienso cuando lo tengo cerca. Se supone que llevo una vida casi perfecta, comprometida con un prestigioso hombre, ejerciendo el trabajo que me gusta, dónde me gusta. Sin embargo, aquí estoy traicionando a esa persona. Es que no puedo evitar ver a Dylan y sentir nuevamente mil cosas. Nuestra relación no acabó por traición, acabo porque me fui lejos, cuando mejor estábamos. Sufrí muchísimo y él sé que también.

—¿A quién tenemos que matar? —dice una mujer que llega a la mesa—.  Esto parece un complot contra los tres reyes del sexo.

Keira y Eileen la miran y sonríen.

—Alessandra —dice Keira—, ella es Andrea, nuestra amiga. Es loca hasta decir basta, la que no se enamora, la que vive en fiestas. Es un amor de persona, aunque parezca todo lo contrario.

—Andrea ella es Alessandra —le dice Eileen—, fue novia de Dylan hace algunos años.

Andrea toma asiento rápidamente.

—¿En serio Dylan tuvo novia? — pregunta curiosa—. Pensé que eso de no tener novia, ni querer enamorarse era como Liam, una rebelión desde la adolescencia.

—Pues no —contesto—. Era muy diferente. Tuvimos una relación de tres años.

—Aquí tienes otra amiga —comenta—, pregúntales a ellas, soy lo mejor.

Ellas ríen.

—¿Y has vuelto con él? —pregunta.

—No —respondo—. Estoy comprometida.

—¿Podrían escribir un libro saben? — comenta ella—. Las tres, llamen a una escritora.

—Ella es escritora —comenta para su asombro Eileen.

—Estás tardando entonces —responde —, que te parece ¿Cómo capturar a un rey de la promiscuidad, la posesión, la belleza y sobre todo el sexo? Ahí darían tips de como conquistarlo.— Todas reímos —sí, tienen experiencias en el asunto.

—Y —continúa—. Antes que lo pienses, como ya le sucedió a alguien que conozco —Mira a Eileen—, no me acosté con ninguno. Sé que son dioses del sexo por ellas que están derretidas como un helado fuera de nevera — volvemos a reír—. Y Dylan no debe ser excepción, son muy parecidos ¿En la escuela le habrán enseñado también eso?

Sin dudas me cae muy bien.

—Merecemos de una salida —dice Andrea, las chicas rodean los ojos — ¿Qué? —expresa—. En esta vida incluso respirar es un motivo por el cual celebrar.

—Andrea recuerda que ella está comprometida —dice Keira.

—¿Y? —contraataca esta—. Tú estás casada. Y no por eso dejas las fiestas.

—Siempre salgo con Aiden —responde Keira.

—Qué ella lleve a su prometido —le dice Andrea.

Pero se pone a pensar en lo que dijo.

—No sería buena idea —comenta—. Pero tengo otra opción —Le prestamos atención—, hacer una fiesta solo de chicas en mi casa.

—¿Te apuntas? —pregunta.

Me quedo pensándolo.

—Está bien —contesto al fin.

Andrea da una palmada.

—Admiro tu capacidad de convencimiento —le dice Eileen.

Está le dedica un mohín.

Terminamos de conversar y comer helados y volvemos cada una a lo nuestro. Me dan la dirección de la casa de Andrea.

En lo que voy camino a casa, llamo a Bruno.

—Cariño —contesta después del tercer tono.

—Amor iré hoy a casa de una de las chicas que estaban en la fiesta, Keira ¿Recuerdas? Me he encontrado con ella. ¿No te molestaría?

—Cariño justo iba a llamarte porque hoy saldré más tarde, necesito resolver problemas de trabajo y no podré recogerte.

—¿Algo de qué preocuparse? — pregunto.

—Nada cariño —responde —cuídate mucho. Te amo.

—Yo igual amor —contesto, esas palabras no suenan como siempre —. Cuídate tú.

                               ***

—Mi niña —me saluda mi padre al llegar a casa—. ¿Estabas con Bruno? No te sentí llegar a casa.

—Sí papá —contesto.

—Que orgulloso estoy de ti—expresa.

—¿Y mamá? —pregunto cambiando el tema.

—Ha salido de compras —expresa.

—¿Y tú qué haces tan elegante? —le pregunto.

—Reunión con socios —responde dándome un beso en la frente y marchándose.

                              ***

—Estábamos apostando si llegarías o no —dice Andrea—. He ganado.

—Siempre ganas —se queja Eileen.

—Ustedes son presas fáciles —se defiende Andrea.

Andrea va a la cocina y trae vasitos de tequila y por supuesto una botella.

—La vieja confiable —expresa.

Acomodamos cojines en el suelo alrededor de la mesita de centro y nos sentamos.

—Sal, tequila, limón —comenta.

—Sí, lo sé —contesto—. Aunque lo que más me he dado de tequila ha sido un pequeño buche.

—Desperdicio —me dice—. Esta bebida está como para tomarse una botella.

—¿Acaso no te emborrachas? —inquiero.

—Sí —ríe—, pero no importa.

Nos sirve un vasito a cada una. Chocamos los vasos y de un trago lo bajamos. Es fuerte, pero aún así me gusta.

—Juguemos un juego —dice Andrea.

—Verdad o reto —responde Keira—, es el juego típico de nosotros. El que siempre jugamos cuando nos reunimos.

—Creo que es hora de cambiar —contesta Andrea—. Qué te parece, "¿Qué tanto me conoces?". Explico: cada una hará una pregunta sobre uno, al que le toque el pico de la botella responde. Si no respondes lo correcto te toca un trago. Ale, tu por conocernos hoy, bueno, a mi hoy, te tocarán preguntas fáciles.

Andrea se para y busca una botella de agua San Peregrino. La pone en la mesita y justo cuando va a darle vuelta tocan la puerta.

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