Aquí estoy, acostado sobre la jodida manta del patio de mi casa. Hace años no me sentía como me he sentido hoy. He bebido más de la mitad de la botella de whisky y aún siento este dolor en el pecho. Joder que yo me prometí a mi mismo no volver a sentirme como aquella vez. Que yo cambié, no soy como antes, nada puede afectarme.Otro buche de whisky. ¡Otro más! Pienso beber hasta que pierda el conocimiento. Mi teléfono suena, es Aiden. No voy a contestar, jamás permitiré que me vean así. Vuelve a sonar el teléfono, está vez aparece en la pantalla el nombre de Liam. —Joder que no voy a hablar con nadie —grito.Miro el puto lugar donde estoy. La mente juega en mi contra. Me acuerdo de ella. La dejé ir. Dejé ir a la única chica que me ha importado en toda mi vida. La dejé ir por mi maldito orgullo. Vuelve a sonar el teléfono, está vez es mi madre. No pienso hablar con nadie. Necesito estar solo. Tiro el teléfono a un lado.Sigo bebiendo como si no existiera un mañana.Escucho ruidos, pe
Otro día de luna de miel, otro día de castigo. Quisiera tener el poder de cerrar mis ojos y cuando los abra no estar en esta situación. Esto debe ser una mala jugada de la vida, por todas las malditas veces que decía en voz alta que mi vida era casi perfecta. Abro mi cartera y me tomo la píldora. Tomo un libro y decido ir hasta la orilla de la piscina. Levantarme y no ver a Bruno se siente de puta madre. Ojalá y le apareciera alguna chica en el hotel. —Buenos días esposa —esa voz que me repugna. Le muestro una sonrisa lo más finjido que puedo y sigo concentrada en mi libro.Al pasar unos cinco minutos levanto la vista del libro. Es como si alguien mirara fijamente y molesta. No sé si alguna vez han tenido esa sensación de que alguien los está mirando y así es. Pues, me está pasando, así que recorro con mi mirada el lugar hasta que encuentro a una chica observándonos u observando a Bruno. Ojalá y sea esa opción, necesito que se distraiga con alguien más.—Iré por algo de beber —le di
Me levanto con un fuerte dolor de cabeza. Miro a todos lados desorientada. Ya es de día, he estado inconsciente toda la noche. Rápidamente me tomo la pastilla anticonceptiva. El temor de salir embarazada se apodera cada día de mí. No podría tener un hijo del hombre que tanto odio.—Alessandra —me saluda Rita.—Hola Rita —le devuelvo el saludo, pero una punzada en mi cabeza me hace quejarme.—Espera —expresa—. Iré a buscarte algo para el dolor de cabeza.Asiento. Realmente esta chica me confunde. No sé que intenciones tiene. Quiere ligarse a Bruno pero se mantiene cerca de mí. —Aquí tienes. —Me extiende una pastilla. La miro dudosa, es algo que no puedo evitar.—Toma —dice con una sonrisa—. No te voy a matar. Al fin la tomo. No sé qué trama ella, pero, presiento que no es una mala persona.—Bruno te pegó muy fuerte ayer —comenta llenando un vaso con agua—. Llevas horas inconsciente. — ¿Cómo lo sabes? —pregunto mientras bebo un poco de agua que me ha alcanzado.—Iba a buscarlos par
—Me he tomado todas las píldoras —digo con lágrimas en mis ojos.— ¿Estás segura? —pregunta Keira.—Sí —contesto firme—. No sé cómo sucedió. Mañana iré a la clínica a hacerme pruebas y ver el tiempo. También llevaré las pastillas. Juro que no he dejado de tomar ninguna.— ¿Hay posibilidad de que sea de Dylan? —interviene con una sonrisa Eileen.—Ei lo que más quisiera es que fuera de Dylan, pero, Bruno abusó de mí cada día. Hay más probabilidad de que sea de Bruno que de Dylan. Me despido de las chicas, no sin que antes me repitieran unas mil veces que las llamase por cualquier cosa, que ellas me apoyarían y que mañana estarían en la clínica temprano.Miro el reloj, falta poco para que Bruno llegue así que le preparo la cena. Ahora sí debo impedir a toda costa que me pegue. Debo cuidar a mi hijo a como de lugar.Si es de Dylan, que las probabilidades son cortas, buscaré la manera de escaparme con él. Si es de Bruno, que es lo peor que puede pasarme en la vida, cuidaré a ese niño con
Creo enormemente de que este bebé es un milagro, he recibido un disparo, Bruno me ha pegado decenas de veces. Una lágrima resbala por mi mejilla. Voy a ser mamá. Al terminar la consulta me encuentro con las chicas, podía notar la desesperación de ellas. —¿Y? —interroga Eileen.—Dos semanas —cuento—. Creo que podría ser de Dylan... —No me dejan terminar de hablar. A Andrea se le escapa un grito de emoción, llamando la atención de las personas. —Andrea —me quejo.— ¿Qué? —se queja ella—. Estoy emocionada.—Vamos al auto —comenta Keira—. Ya hemos llamado mucho la atención.—Ahora sí habla —pide Keira cuando ya nos hemos sentado en su carro.—Llevo cinco meses creyendo que estaba cuidándome con las píldoras... resulta que no, no eran píldoras. Hace cinco meses que por efectos secundarios de las anteriores tuve que cambiar de píldora. Bruno me pidió que se encargaría de comprar las nuevas pues yo había recibido una llamada del trabajo que debía asistir urgente. Caí como niña pequeña. B
La llamada de Alessandra me toma por sorpresa. No quiero ser un maldito cabrón con ella, no puedo alejarla de mi joder. Mira que lo intento, cada puto día. He tratado de tirarme a cada mujer que se me ha pasado por delante, pero no, ya no es lo mismo, ella es el aire que respiro. Que importa el estúpido orgullo, el que pasará después, si se arrepentirá, si no haré bien las cosas, no puedo concentrarme en nada de eso. Voy a llevármela lejos, voy a tratar de cumplir sus sueños, aquellos planes que teníamos juntos. Quiero hacerla mi esposa. Tengo unos jodidos nervios y una estúpida sonrisa en mi cara. No sé de dónde salió tanto coraje, joder, pero voy a todo con ella, matrimonio, hijos, hasta el puto cielo voy con tal de bajarle una estrella. Estoy aburrido de luchar contra todo lo que me provoca. No más, necesito tocarla, sentirla cerca. —Spencer —digo después de que atiende el teléfono—. Prepara todo para un viaje a Hawái, hoy mismo.—Hago incapié en el tiempo—. Te dejaré al mano de
Tengo un nudo en la garganta y unas inmensas ganas de llorar. Maldigo la hora en la que conocí a Bruno, maldigo la hora en la que mis padres me separaron de Dylan. Me odio a mi misma por haber intentado tapar el sol con un dedo, por creerle a todos que mi vida era perfecta, por no correr a mi felicidad por miedo, por el estúpido pensamiento de no ser egoísta y pensar más en los demás que en mí. ¿Acaso alguien ha pensado en mí? Las lágrimas ya comienzan a salir a borbotones. No voy a contenerme. Tengo ganas de llorar, y hasta de matar al primero que se me cruce por delante, sino fuese por mi hijo ya me habría enfrentado a Bruno. No sé ni dónde estoy, han pasado muchísimas horas de viaje. El maldito Bruno se ha quedado dormido. Intento no mirarlo más, pues se me acabará ocurriendo un plan para asesinarlo, es lo que realmente tengo deseos, pero matar es ilegal y mi hijo me necesita. Busco mi teléfono en el bolsillo de su camisa ya que él me lo quitó cuando salimos de casa. Necesito l
Me levanto con un fuerte dolor en todo el cuerpo. No recuerdo mucho lo que pasó anoche. Voy hasta el baño y al verme en el espejo me doy cuenta de la horrible pinta que tengo. No voy a poder coger en un mes y eso ya me pone de mal humor de inmediato. Tomo una ducha y salgo en busca de un bóxer y un pantalón. No me peino, del pelo aún caen gotas de agua. El estómago me ruge del hambre así que salgo en busca de algo que comer en la cocina. Mi sala está como antes, y yo recuerdo haber hecho pedazos todo. —Miren quien se acabó de levantar — sale Keira de mi cocina junto con Aiden—: el imbécil que no sabe pasar el desamor como una persona normal.Está enojada. —Quien dijo que tuve desamor...—me tiro en el sofá.—No señorito no tuviste, tienes —dice dándome un manotazo de esos que me da mi mamá, que piensan que dan duro pero ni se sienten—. Cuando vuelvas a hacernos pasar un susto así juro que sobre la paliza que te den te doy yo otra. —Pareces mi mamá —vuelvo a quejarme.—Es que te e