Lo que Rubén le contó a Emily y Marge no las sorprendió, no después de que ellas hubieran recibido la carta del abogado Carrara en las que las invitaba a asistir a su oficina para llegar a un acuerdo, y evitarse demandas, a raíz del incumplimiento del contrato de la apuesta.
—Ahora sí que no entiendo a mi hermano —dijo Rubén después de que las chicas le hubieran contado sobre la cita que Emily tenía, la próxima semana—. No sé qué le sucedió. Está del todo transformado, no es el mismo que dejamos en el yate.
Emily y Marge ya habían especulado al respecto, pero no daban con ninguna respuesta que las satisfaciera. Al menos no ninguna que sonara lógica o no implicara la abducción por parte de extraterrestres.
Era el quinto día consecutivo en que el precio internacional de la criptomoneda de Javier estaba en descenso y el margen de la pérdida de valor se incrementaba cada día. La tendencia estaba inquietando a los inversionistas, que pedían a Javier una reunión general con carácter urgente. Cuando, al sexto día, la moneda volvió a perder fuerza, Javier mismo fue quien citó a sus inversionistas, para una evaluación de lo que podía estar ocurriendo. Reunidos mediante el sistema de teleconferencia, Javier quiso conocer la opinión de sus aliados, antes de dar su propio concepto.—Es un tema de confianza en el mercado —dijo uno de los inversionistas, el primero en hablar—. Creo que hay un clima general de escepticismo hacia la moneda, es como si, por alguna razón, estuviera adquiriendo una imagen negativ
Luego de recibir el mensaje de Javier, confirmando la cita con la abogada Elizabeth García, Emily saltó en la cama, junto con Marge, lanzándose cojines y arrojándose sobre las cobijas.—¡Esto va a ser increíble! ¡Vamos a hacer el video más viral de la historia de Youtube! —gritaba Emily.—¡De verdad que no creí que fuera a aceptar! ¡Y no te reconoció con la foto, es increíble! —respondió Marge.—Pero, ¿si crees que no me reconoció? —dudó Emily, acostada en la cama luego de que Marge la hubiera lanzado con fuerza. —Si te hubiera reconocido, no te habría dado la cita, eso seguro —respondió Marge, de rodillas sobre la cama, con un cojín entre sus brazos, esperando al contraataque de Emily. —¿Y si lo hizo para ser él quien me está planeando tender una trampa?—¡Nah! Los hombres no son así de confabuladores. Solo te habría dicho que no, que no lo siguieras acosando. No se va a poner a perder tiempo con trampas. Aprovechando que su amiga se pasó la mano por la cara, para retirar un flequ
Mientras se colocaba una sudadera, Emily escuchó lo que Rubén acababa de enviarle a Marge y se preguntaba qué tanto cambiaba esa nueva situación los planes de Elizabeth, “su” abogada.—Entonces ha citado a su exnovia a la misma hora —dijo Emily, subiéndose los pantalones de la sudadera—. ¿Y eso se lo dijo esa misma chica a tu novio?Marge simuló molestarse por el hecho de que Emily llamara así a Rubén, solo para ocultar la noticia de que, en efecto, lo era.—...pero sí, me dice que también fue ex de él y que por eso se lo dijo.Con las cejas fruncidas y los labios encogidos, Emily le pidió que le dejara el mensaje.
Las chicas no tuvieron otra alternativa que enviar a Elizabeth sin otra argucia que la que pudiera improvisar de acuerdo con las circunstancias del momento, cuando estuviera enfrentada a Javier, en su oficina, y con quien creían, iba a presentar como su nueva prometida.—¿Qué tal quedé? —preguntó Emily a Raquel y Marge cuando la estilista terminó de peinarla y maquillarla.—Eres otra mujer —dijo Raquel cuando contempló el resultado de su trabajo, de más de tres horas, a una sola de salir a la calle y enfrentarse a aquello por lo que había sido creada—. Pero todavía no sé qué personaje de anime eres.—Es una fusión. —Se apresuró a contestar Marge cuando vio que
Eran más de las nueve de la mañana y Emily no se había despertado. Preocupada por lo que le podía haber pasado -porque ella era siempre muy madrugadora- Marge entró en su habitación y la encontró despierta, mirando al techo como una mujer que acababa de morir y nadie había tenido la gentileza de cerrarle los párpados.Comprensiva de lo que debía estar atravesando, y que tanto le costaría procesar, se sentó a su lado, contra el borde de la cama.—¿Quieres que te prepare algo? ¿O te traigo un croissant de mermelada?Los ojos de Emily, fijos en el techo como los de una poseída, se giraron para penetrar en los más hondo de la mirada de su amiga.&
Después de su jugada maestra con la abogada de Emily, a la que la dejó desconcertada y, según le dijeron los vigilantes del edificio y, después comprobó, entre risas, con las cámaras de seguridad, entró a los baños del piso novenoa vomitar, Javier estaba convencido de que el video grabado en su despacho debía ser suficiente para limpiar su imagen y demostrar que era EmiCrusher quien no deseaba llegar a un acuerdo sobre el cumplimiento del contrato de matrimonio.—Debemos subirlo sin ediciones, señor —dijo el consultor de redes sociales de Javier, a quien el joven multimillonario había enviado el video y ahora tenía en teleconferencia—, para no generar controversias sobre su autenticidad o descontextualización de las escenas y diálogos.
El nuevo debate que ocupaba la atención de Emily y Marge era si, a la reunión de esa tarde con Carrara, debía ir la influencer o “su” abogada. La balanza estaba más inclinada a la primera que a la segunda, pero Emily tenía sus dudas o, más bien, se sentía motivada por el repentino e inesperado cambio de la situación y deseaba asistir en el rol de su nuevo personaje, hasta que Marge sacó el argumento con el que dirimió la situación:—No tenemos dinero para el maquillaje de Elizabeth, lo siento, tampoco para alquilar su carro y el traje de chófer.—¡Aich! —Se lamentó Emily.—Y, de todas formas, ¿qué ibas a hacer haciéndote pasar por una abogada entre abogados?
Uno de los abogados se encargó de hacer de secretario de la reunión que, pese a estar siendo grabada, también contó con las anotaciones que haría el recién designado sobre los acuerdos a los que las partes llegaran.Carrara se encargó de introducir el objetivo de la reunión, que no era otro sino el de llegar a un acuerdo sobre lo que Emily y Javier estaban enfrentados.—Y evitar las costosas y largas demandas que ello pudiera acarrear —precisó Carrara sin apartar su mirada de Emily, a quien iba dirigida esa advertencia.—Yo quiero decir algo —dijo Emily al sentirse aludida por el último comentario del abogado—. Y es que, además de mi representante, amiga y asistente Marge, también cuento con la asesor&ia