Una castaña de piel morena se está acercando a dónde nos encontramos, parece un depredador a punto de cazar a su presa. Sus piernas son largas y bronceadas y sus pestañas se abanican con tanta fuerza que me marea solo verla.―¿Tendrían espacio para dos más? ―pregunta la chica señalando a una rubia a sus espaldas.No consigo disimular el desagrado que se plasma en mi rostro. Estás son las mismas chicas que dentro de la Academia rehuyen de nosotros como si tuvieramos lepra, pero ahora con unos cuantos tragos encima parecen dispuestas a regalarse.―No. No tenemos. ―La voz de Mei bien puede cortar el aire por lo afilada que está.La castaña da un paso hacia atrás y nos lanza tanto a la asiática como a mí una mirada iracunda antes de retirarse en silencio hacia donde está su amiga. Y en este momento me doy cuenta que Mei tiene poder en la escuela. Sea que les agrade o no, la gente parece respetar en cierta medida su posición. ―¿Podrías dejar de espantar a todas las mujeres que se nos acer
Por fin logramos sentarnos en una de las piedras que están bordeando el río, estamos algo alejados del sonido de la fiesta pero desde aquí tenemos una vista perfecta de los chicos. Enciendo la cámara y me pongo a grabar todo, tratando de desconectarme de lo que hay a mi alrededor, o más específicamente de él a mi lado siendo un idiota.Pasados dos minutos me doy cuenta que es imposible, su silencio solo hace que mi irritación aumente.―¿Te pasa algo? ―pregunto en un intento de hacerlo hablar―. Pareciera que estuvieras enojado conmigo ―agrego, al ver que no habla.Giro mi cabeza para verlo y lo encuentro concentrado viéndose las manos, como si estuviese cerciorándose que sus dedos continúan en su lugar. Parece notar mi mirada porque inclina la cabeza y sus ojos azules chocan con los míos. Un océano tormentoso en esos glóbulos oculares que tienen el poder de paralizarme.―No, Gabe. No pasa nada. ―No le creo. Y estoy a punto de hacérselo saber, cuando escucho la voz de Mei.La asiática s
Muda. Me quedo absolutamente muda, mi cerebro parece haber regresado de imprevisto y ahora tengo miles de pensamiento girando por mi mente sin orden alguno.Derek continúa viéndome con atención, él está… Oh dioses él está esperando que diga algo. Mi boca empieza a abrirse y cerrarse y nada sale de ella. La sonrisa en el rostro del castaño se hace más grande y cuando creo que es una humillación total, la voz eufórica de Mei llega a mis oídos como una plegaria.―¡Llevamos media hora esperándolos…! ―Los ojos de la asiática se abren de par en par y su vista se intercala entre Derek y yo―. Bueno, pero si necesitan más tiempo siempre puedo ayudarles…Mei sonríe cual Chesire de Alicia en el país de las maravillas; la emoción se filtra por todo su cuerpo.―No, no, ya nosotros íbamos para allá ―digo.Cómo puedo avanzo hacia donde mi amiga se encuentra y entrelazo mi brazo en el de ella. Detrás mío puedo sentir a Derek siguiendo nuestros pasos. Gracias a Dios no hizo ningún comentario. El viaj
Las clases que comparto con Derek pasan cada una igual que la anterior;no me ha dicho nada, ni una sola palabra. Aunque si soy justa, no le ha dicho una sola palabra a nadie desde que llegó y eso está empezando a preocuparme. Su aspecto en general me preocupa. Cuando por fin llega la hora del almuerzo, Mei se acerca hasta donde estoy, y entrelaza su brazo al mío para guiarnos hacia la cafetería. Nos mezclamos con facilidad entre el mar de personas, y en cierto punto Mei aprieta su agarre en mi brazo.―Gaby ¿Estás bien? ―La voz preocupada de Mei solo me hace sentir peor. Ella es la única que sabe lo que pasó entre Derek y yo. Se lo conté una vez estuve en mi casa.―Yo… Sí claro, Mei, estoy bien. ―No tengo ni idea de cómo me estoy sintiendo en estos momentos. Pero sé que bien, no es la respuesta. Aun así le doy una sonrisa.Mei pasa el brazo sobre mis hombros y me acerca un poco más a ella. Hay algo en sus abrazos que siempre logran hacerme sentir mejor.―Ve a la mesa, yo llevo la comi
Consigo salir de la cafetería y empezar a caminar sin rumbo por los pasillos; lo único que quiero hacer es desaparecer, alejarme completamente de la vista de todos. Quiero estar en mi casa, hundida en mi cama y poder dejar salir mi frustración y de paso las lágrimas que me han estado picando en los ojos. Pero no lo hago. No lo hago por dos razones: la primera, porque eso es justo lo que desea quién quiera que sea que está detrás de esto, quiere verme derrotada y rota, y no pienso darle esa satisfacción. Y la segunda: no quiero que mi padre me vea así. Y eso es suficiente para convencerme de enfrentarme a la realidad. Sigo caminando sin rumbo fijo hasta que mis ojos dan con las puertas que llevan hasta las canchas donde el equipo suele entrenar para los partidos. Atravieso las puertas y el aire fresco es bien recibido en mi rostro, me ayuda a despejar un poco la locura que traigo en la cabeza. Avanzo hasta las gradas vacías y me siento lo más lejos posible de la entrada. Aún queda al
Llego tarde a la clase de arte contemporáneo, porque me toma más de lo previsto el reponerme y armarme de valor para salir del baño, y también porque no quería ver a nadie. Si llegaba como estaba a la clase lo más probable es que hubiese explotado y armado una escena delante de todos. Así que el retraso es lo que menos me importa ahora mismo.―¿Puedo pasar? ―El profesor tiene los ojos clavados en mí, antes de desviarlos al reloj de la pared, y enarcar una ceja en mi dirección.―Viene con quince minutos de retraso, señorita Blanchett.En otras circunstancias estaría totalmente nerviosa y aterrada por la manera en que el profesor me observa y la reprimenda que tomara. Pero hoy eso casi me hace reir.―Lo sé. ―Mi voz sale totalmente carente de cualquier emoción, mis ojos están fijos en el rostro del profesor y el salón detrás de él, en absoluto silencio.El hombre me observa por unos minutos más, y luego hace un asentimiento con la cabeza con el que me indica que entre. Cuando camino a su
Luego de haber hablado con mi padre no pude dejar de darle vueltas a todo lo que me ha estado pasando desde que llegué a este pueblo. Los anuncios en el periódico, las notas, todo. Y se me hace casi increíble que ya haya pasado un mes desde que todo esto comenzó. La lista, antes inexistente de sospechosos, ahora mismo está conformada por quienes hace menos de un día consideraba como mis amigos:* Mei Leing, la única que sabía lo qué había pasado con Derek.* Nate, novio de Mei y quien sabe lo que ocurrió con Davis.* Derek… Quien siempre ha estado demasiado cerca.* De Luke, bueno de él no se realmente que pensar.Mi mente no dejó de trabajar en toda la noche y ahora sufro las consecuencias del insomnio. Entre mis pensamientos corriendo en espiral, las pesadillas sacándome de los sueños y las lágrimas quemando mi garganta no conseguí dormir más de dos horas seguidas. Siento que estoy a punto de volverme loca, todo esto parece sacado de algún libro retorcido de Stephen King y debo repe
En silencio tomamos la comida que nos dan en la fila y nos encaminamos hasta la mesa de siempre, donde Nate y Luke ya están instalados y para sorpresa mía no hay rastros de Derek y no sé cómo sentirme respecto a eso; la que sí está es la pelirroja de la clase de de hace un rato, vaya.Aunque trato de actuar lo más normal posible, todo es un poco raro. Puedo sentir a Mei viendome de reojo cada dos de tres, e incluso a Nate mirándome de manera interrogante. Lo único bueno es la distracción que ha puesto Amanda, la pelirroja, sobre Luke.En medio del almuerzo noto el cuchicheo y la euforia hacerse cargo del lugar y sin siquiera dudarlo ya sé cuál debe ser el motivo, está empezando a convertirse en una rutina. Esta vez no estoy dispuesta a bajar la cabeza, ni salir del lugar. Estoy cansada de toda esta situación. Paseo mi mirada y veo como todos corren a la entrada de la cafetería donde una pila de periódicos ha sido depositada, sin darme tiempo a pensarlo dos veces alejo la bandeja y me