Tara se miró por última vez en el espejo de cuerpo completo, está a punto de romper a llorar de la felicidad al ver el vestido color dorado en ella, "es hermoso" se murmuraba para ella misma. Estaba lista para bajar y mezclarse entre los invitados. Alcanzó su capa sedosa y antes de salir se puso el antifaz. Era lo mejor de la noche, invitados detrás de una máscara vestidos en elegantes trajes de etiqueta, tal y como había escuchado de su madre unas semanas antes.
―Señorita Miller, ¿Gusta algo para degustar? ―una mesera se acercó a ella cuándo estaba a punto de terminar de bajar el último escalón.
―Sí, gracias―le ofrece una delgada copa de un líquido dorado y burbujeante. Tara da un sorbo y siente como el sabor llena su paladar y después baja por su garganta, cerró por unos breves momentos sus ojos para disfrutarlo.
― ¿Refrescante? ―una voz a su lado la hace voltear lentamente. Su piel se había erizado al escucharlo.
Tara parpadeó sin decir nada, al final había venido:
Alexander Cooper.
Ella solo hizo una mueca, regresó su atención a la copa que tiene en su mano, da otro sorbo y mira disimuladamente alrededor de ella, había mucha gente que estaba cruzando el largo pasillo principal hacia el gran jardín trasero, qué es donde la fiesta se lleva acabo. Alexander se puso frente a ella para captar su atención.
― ¿Qué? ―dice frustrada Tara. Le ponía nerviosa cada vez que estaba cerca de ella, el olor que desprende el hombre es algo que a ella le hacía sentirse rara. Así que intenta repelerlo. ―Mi madre está en el jardín, supongo. ―le hace una señal en dirección al jardín. Alexander da un sorbo a su copa sin dejar de mirarla detrás de ese antifaz azul oscuro, Tara toma otro sorbo para no tener que seguir hablando con él, cuándo ella está dispuesta a irse, Alexander la toma del brazo evitando su escapatoria.
―Hoy seré tu compañero. ―Tara abre los ojos aún más a sus palabras, ella sutilmente se suelta de su agarre y pone una sonrisa sarcástica.
―Lo siento, no necesito un "Chaperón" o un... "niñero" Tengo 21 años para poder pasear por mi propia fiesta de cumpleaños, así qué...―Alexander la interrumpe acercándose a ella, hasta quedar a unos cuantos centímetros de tocar sus cuerpos, se podía sentir como el calor de ambos se desprendía en grandes cantidades.
―No soy el chaperón de nadie mucho menos un niñero, sé qué edad tienes, por cierto, felicidades, ya eres toda una hermosa mujer, por último, Sofía ha dicho que podemos conocernos aún más, acabo de cerrar un contrato con ella y....―Tara lo interrumpe.
―Entonces vaya y festeje con mi madre y créame, no es necesario que tengamos que conocernos, no es como si...
― ¿Qué hacen aquí? Los estoy esperando desde hace diez minutos...―Sofía apareció a un lado de Alexander y le acarició el brazo con una sonrisa de oreja a oreja, después desvía su mirada hacia Tara, quien estuvo a punto de arquear una ceja al ver la cercanía con el invitado.
―Estoy diciendo a tu hermosa hija que seré su compañero esta noche―Sofía sonrió a Alexander, después se acercó a Tara, agarró su mano y lo enrolló en el brazo de Alexander.
―Sí, así es. Será tu compañero y más vale que te portes bien, Tara―éste último se lo murmuró en el oído.
―Pero...―Sofía le lanzó una mirada asesina.
―Nada. Vamos, la gente ya está tomando sus lugares para que empiece la fiesta, vamos Alexander.
Sofía se adelantó, Tara tensó su quijada y cuándo Alexander la pilló, ella solo hizo un intento de sonrisa, fallando por completo. "¿Qué mierdas está pasando? ¡Es mi fiesta!" Alexander avanzó con ella del brazo y éste la miró con un gesto triunfante. Ella no dijo nada ni siquiera mostró algún gesto, estuvo a punto de soltarse del brazo y volver a subir a su habitación, no podía creer que no disfrutaría de su propia fiesta de cumpleaños, y menos estando del brazo del hombre más atractivo que jamás había conocido y qué la ponía nerviosa.
Alexander entrelazó sus dedos en un gesto posesivo. Al verla bajar hace unos minutos atrás lo había dejado sin palabras, estaba simplemente hermosa, no era la joven de semanas atrás con sus pantalones de montar, sus botas y esa camisa de cuadros, no cargaba una coleta como siempre la había visto, se veía demasiado juvenil y se había plantado muchas veces los años de diferencia entre ellos dos, pero viéndola en ese vestido, era perfecta. Mientras bajaba las escaleras comenzó a distraerse con el movimiento de sus caderas, pero lo que no le estaba gustando era que parecía inmune a su atractivo, ¿Quién no babearía por Alexander Cooper? Pues al parecer, ella no. Lo cual se ha convertido en un desafío, antes de estar entre los invitados y esperar a que bajara Tara de su habitación, había estado discutiendo con Sofía en el despacho, aún seguía renuente a tener un matrimonio para obtener los terrenos que le interesaban, terrenos que solo Tara podría venderle, pero para eso podía usar sus encantos para obtenerlos sin necesidad de llegar a casarse, Sofía lo desafió aún más, dándole hasta media noche para obtenerlo, en caso contrario, ella cambiaría de prospecto para su hija, negando siquiera la oportunidad de aceptar casarse por última oportunidad, Sofía no daba segundas oportunidades, lo toma o lo deja, es lo que le dijo en un gesto decisivo y firme. ¿En qué m****a se había metido? ¿Tan importante eran esas tierras para su empresa? Sí, ¿Pero para casarse...?
Sofía llegó a un grupo de hombres en trajes elegantes con sus antifaces, ésta les hace señas a Alexander y a Tara para que se acerquen, Tara está a punto de soltarse pero Alexander le alcanza la mano y la acaricia mientras le da una sonrisa. "Tengo que lograrlo" se repitió a si mismo decidido a que la dulce chica de ojos verdes y pálida piel, le diga que si le vendería sus tierras y así se ahorrarían un matrimonio falso. ¿Cómo tomaría Tara la noticia de que a él no le viene el sexo suave? o como le dicen, "Hacer el amor", al contrario Alexander tiene gustos diferentes y que un dos por tres, ella saldría corriendo el solo mirar su cuarto de juegos, o el que se enterase que él era un dominante y no cambiaría nada, absolutamente nada de su vida sexual por sexo lento donde se involucran sentimientos y toda esa chorrada.
―Les presento a mi hija Tara Miller―los hombres impresionados por la belleza de Tara extienden sus manos rápidamente para tomar la mano de ella, Sofía sonríe satisfecha al ver el gesto tenso de Alexander.
"Este hombre tiene que darse cuenta de lo que va a dejar ir" Sofía se dijo a si misma con una sonrisa triunfante. Podía ver a Alexander lanzar una mirada a uno que otro del grupo al ser demasiados efusivos con la mujer a su lado, el último hombre agarró su mano con toda la delicadeza y besa el dorso de Tara, el hombre que lleva un antifaz negro mira fijamente a la mujer de ojos verdes, Alexander se tensa aún más y por impulso primitivo, tira de Tara para acercarla más a él, el hombre del antifaz negro lo mira con una sonrisa desafiante.
―Hermosa mujer tiene como hija señora Miller, son los ojos más hermosos que jamás he visto en mi vida―el hombre lanza su aguijón, Sofía se sentía una espectadora en primera fila, se podía sentir la tensión y la testosterona entre ellos.
―Gracias―balbucea Tara extrañada por la atención extra en ella. ―Con el permiso de todos, necesito ir a los servicios―Alexander baja la mirada hacia ella.
―Te acompaño―dijo Alexander, Tara le lanza una mirada fulminante. "¡Ya es el colmo!" pensó.
―Gracias, puedes quedarte con mi madre, no tardo. ―y sin esperar respuesta se suelta del agarre de Alexander y se mete entre los invitados. Éste la sigue con la mirada hasta que la observa entrar al interior de la casa.
―No te preocupes, si no viene en unos momentos más, yo misma iré por tu acompañante―Alexander sonrió.
―No, esperaré.
Los hombres comenzaron a hablar de temas de negocios, de vez en cuando Alexander giraba su cabeza para mirar si venía su acompañante, pero nada.
Él sentía esa necesidad de cerrar el trato, antes de que alguien más se lo arrebatara. Pensó, pensó y siguió pensando, pero estaba tan distraído por estar mirando hacia la mansión en espera de que Tara saliera, la espera lo lleva a un nivel nuevo para él, estaba ansioso, cosa que nunca en su vida había experimentado. Siempre tenía ese control en sus manos.
― ¿Estás bien? Te ves ansioso―Sofía murmuró cerca de él con una sonrisa.
―A la m****a, cerremos el trato.
Sofía sonrió extasiada al escucharlo.
―Perfecto, pasemos al despacho. Luego hablaré con Tara.
―No, yo hablaré con ella...a solas.
Alexander no entendía esa ansiedad por esa mujer, pero de lo que sí estaba seguro es que obtendría esas tierras a como fuese lugar...incluso si tenía que casarse.
Tara buscó el grupo dónde había dejado a Alexander y a su madre, pero no apareció por ningún lado. "Mejor" se dijo Tara. Alcanzó otra copa y caminó distraída por la orilla de jardín, viendo desde ahí a todo mundo quienes no dudaban en divertirse, sintió una opresión en su pecho. ―Diversión. ―repitió esa palabra en voz alta. ―Ojalá supiera el verdadero significado de eso. Tara literalmente se escondió con una nueva copa en mano, se sintió por fin relajada ante tanto estrés que cargaba casi desde que había cedido su madre hacer la fiesta. No conoce a nadie, solo había escuchado los nombres de los hacenderos que están cerca de su casa, pero de ahí nada. Después de una hora de ver a todo mundo, decidió irse a su habitación, los ánimos se habían ido y el alcohol empezaba a marearla, no quería que nadie lo notara. Se maldijo entre dientes, si solo hubiese comido algo. Levantó de un costado su vestido para caminar más rápido, pero su huida es detenida por el agarre de Sofía
Tara avanzó hasta quedar cerca al escritorio de su madre, Alexander caminó hasta quedar a unos cuantos pasos frente a ella, se metió ambas manos a los bolsillos de su pantalón de etiqueta. ―Dime tus condiciones―dijo ella. Alexander le hizo una seña de que tomara asiento en el sillón individual, luego él se sienta en el que está frente a ella, cruzó su pierna dejando su tobillo en la otra rodilla. Sus dedos se posaron en la barbilla. ―Tienes algo que a mí me interesa. ―Tara arrugó su entrecejo intrigada. Tenía el nudo en la garganta, no se podía creer que estuviese negociando con Alexander Cooper, ahora todo encajaba, si estaba anteriormente en la hacienda, era por algo. Ahora sabría por qué. ― ¿Qué es? ―Tara cruzó su pierna y se recargó en el respaldo del sillón, ambas manos las dejó en su regazo. ―Las tierras del lado sur de la hacienda. ―Tara se reincorporó y arqueó una ceja desafiante. Esas tierras le pertenecían, era un regalo por parte de
Exactamente el día de hoy se cumplía dos semanas desde aquel día que cerraron el trato en el despacho de su madre. Tara miraba por el gran ventanal de su habitación con vistas al gran jardín, había gente que caminaba de un lado a otro, la persona que se había contratado para arreglar el evento apuntaba algo en su tableta mientras daba órdenes a unos tipos con overol y gorra. El maquillista y el peinador acaban de salir de la habitación, sería la última noche que se quedaría ahí antes de irse a vivir a New York, la emoción la llenaba, pero a la vez tenía miedo. Tocaron la puerta. ―Pase. ―dijo en voz alta. La puerta se abrió y entró Julya vestida muy elegante, se cubrió la boca con ambas manos al ver a su nieta vestida
El cuarteto de cuerdas toca la entrada principal de la ceremonia, Tara y Emerson bajaban lentamente los últimos escalones del final de la escalera principal y en dónde Alexander espera ansioso y muy pero muy nervioso. Éste estaba hipnotizado por la belleza de su futura esposa, la tela de encaje se adhiere a las curvas, la sonrisa tímida de sus labios y el rosa de sus mejillas se estaba volviendo su color favorito. Emerson se acerca a Alexander y le cede la mano de ella, Alexander nervioso la toma, y por un leve momento siente como esa electricidad los traspasa, Tara mira el agarre de ambos sorprendida por lo que acaba de pasar. "Debe de ser la estática"
Tara enterró su rostro en el pecho de Alexander e intentó controlar las lágrimas, ¿Cuándo se iba a imaginar cantar esa hermosa melodía a alguien a quien no ama? ¿Tendrá razón su madre en que uno puede enamorarse en el camino? Alexander está tenso y al terminar la canción todo mundo aplaudió, Tara se da cuenta y cuando sus miradas se encuentran, solo puede ver frialdad, ¿Qué pasa? Ella pide respuesta con su mirada y el ceño arrugado, pero Alexander esquivó su mirada y se acercó para hablar: ―Recuerda, solo son negocios―después para reafirmar lo que ha dicho murmura cuando se inclina cerca de su oído―Las reglas no
Alexander se removió nervioso, ahora todo empezaba a tomar forma y empezaba a dudar ensífue necesariotodoesto. Tara estaba recostada sobre su brazo, abrazada a sí misma, con sus ojos hinchados de tanto haber llorado. Sí, fue una bajeza al faltar a su palabra, pero Sofía tuvo que ver mucho y si no hacía algo, todo se hubiera ido a la m****a. Este suspiró. ¿Ahora debía de jugar a la casita para que Tara cediera a darle las tierras? Se preguntó al volver a mirar a la mujer que estaba casi un ovillo a su lado. Levantó la mirada hacia enfrente y casi sintió alivio al ver la pista privada y su helicóptero que se encontraba en una zona privada. Ya podrían volar a New York y en unas horas después de descansar se organizaría con ella. "Mis reglas" se repitió dentro de su cabeza. Pero el cansancio estaba desconectando la poca fuerza que cargaba. El hacer el papel de novio enamorado lo había agotado. El vuelo a New York tardaría dos horas, quer
Tara pasaba sus dedos por la ropa que colgaba en los elegantes percheros del gran armario de Alexander. Sonrió al ver su primera victoria. Aún cargaba con rencor por lo que había hecho: Romper una promesa. Se acercó al espejo de cuerpo completo y se miró. El vestido de novia tenía arrugas y unas manchas en la parte final. Se desabrochó con cuidado los primeros botones por su cuello adheridos al encaje y después lanzó sus manos hacia su espalda y con dificultad puedo deshacerse de la mayoría. Salió por debajo con toda dificultad, cuándo al fin pudo salir, dio un grito del susto al ver a Alexander en la entrada del armario de brazos cruzados y con una sonrisa triunfante. —Pensé que vivirías por siempre dentro de ese vestido—Tara se cubrió con el vestido pero lo que no vio fue que Alexander desde ahí podía ver su cuerpo de espalda, solo tenía unas bragas de encaje blanco, unos ligueros con las medias y no usaba sostén. — ¡No puedes entrar así! ¡
— ¿Acaso tengo que aprenderme una historia del por qué nos hemos casado? —Alexander se irritó. No había previsto eso. ¿Por qué su familia tenía que complicar todo? Lo único que no quería es que ellos adoraran a Tara, el matrimonio duraría muy poco y el habría obtenido las tierras, claro, entregando el porcentaje pactado. —Me temo que sí. Puedes armarte algo sencillo y práctico. Sin mucho drama y romanticismo o no nos creerán. Saben perfectamente que soy muy diferente a eso. Tara mordió por fin la tostada, su mente comenzó a maquinar una historia de lo más pero más romántica, dramática y empalagosa. Y eso le lleno de emoción. Quería ver la cara de Alexander cuándo relatara toda una historia de amor.
Último capítulo