Alexander Cooper
Alexandra se ha dormido sobre mi regazo, tengo una mano libre y con ella muevo el mouse para revisar mi correo personal, había leído a Michael decir buenas noticias con las últimas importaciones con los de occidente. Todo está viéndose a nuestro favor, quizás y muy pronto paguemos lo que nos hace falta y terminar por estar limpios. No había comentado eso con Tara, lo que menos quería era preocuparla por las bajas de la empresa, termino de leer el resto, luego finalizo sesión. Se escucha un toque en la puerta, anuncio de que pueden entrar.
— ¿Alexander? —es la nana Julya.
— ¿Sí? —ella entra y cierra la puerta detrás de ella.
—Vengo por la niña, Elizabeth ya está lista para cenar.
—Oh, sí. —Me muevo un poco, la despierto, — ¿Ale? ¿Hija? —ella se empieza a mover toda adormilada, sus ojos me miran y me sonríe.
—Papi—su voz es soñolienta.
—La abuela ha llegado para prepararte para la
Tara Cooper Despierto cuando siento un golpeo de agua en mi rostro, no recuerdo en que momento he perdido la conciencia, reacciono asustada, el frío me eriza y me tensa la piel, cuando intento moverme, me doy cuenta de que mis manos están atadas a mi espalda. —Señora Cooper, ya era hora que despertara. —entro en pánico al escuchar esa voz, tira de mi cabello húmedo para que lo mire a la cara. —Por favor, no…—tira con más fuerza—…me duele. —gimoteo del dolor, abro los ojos, él sonríe triunfante a mi dolor.
Alexander Cooper Estoy a punto de perder la cordura cuando llegamos al lugar que muestra el GPS del auto de Tara, pero ella no está, el lugar esta desierto, no hay absolutamente nada, solo árboles. —Esto…—Seymour no puede terminar de decir su oración cuando la ira lo envuelve.— ¡Maldito!—lo apoyo en ello. —Esto lo veía venir, es un anzuelo...—dice Bryan, el cabeza del grupo de táctica de Tanori. Wood se gira hacia él con la ira latente en él.—Tengo otro equipo en otra área, así qué no todo está perdido, Wood.—puedo ver un poco de duda en su mirada. — ¡Jefe!—escuchamos a un hombre a nuestras espaldas, todos nos giramos, escucha algo por el radio que tiene en la mano.—Han encontrado a Abner.—pero ya no dice nada más, niega dos veces, miramos a Bryan quien da las gracias con un movimiento de barbilla. — ¿En qué parte?—el hombre finalmente se acerca hasta n
Tara Cooper —Iker, por favor, —suplico cuando veo que sus guardaespaldas avanzan hacia a mi padre y Cooper, ellos no se mueven, pero veo la mirada de mi padre, sus intenciones son demasiado claras y evidentes para mí, mis ojos un poco más y todo se vuelve en cámara lenta, mi padre comienza a disparar con mucha agilidad, Iker tira de mí con mucha fuerza, haciendo que tropiece con el estúpido vestido, suelto un grito de dolor al caer, Iker con ira, tira de mi cabello para arrastrarme sin darme oportunidad de levantarme, tira de nuevo para avanzar hacia el helicóptero, chillo del dolor, el escozor crece, me alcanza a levantar del brazo en un solo movimiento, se gira hacia a mí y siento un piquete, luego dejo de sentirlo, él sonríe y me suelta bruscamente para caer al suelo como un simple costal de papas, levanto la mirada y Cooper está sobre él, peleando, puño cerrado, de fondo, gritos, más disparos, me cubro con mis brazos sobre mi cabeza, perma
Alexander Cooper Ginger había parado a la cárcel cuando se develó que era cómplice de Iker en el secuestro, ahora, le deparaba muchos años en ese lugar. Ha pasado casi un año desde que Wood nos había dejado, Tara aún se le veía aquel brillo de nostalgia, sabía que después de terapias, ella no volvería a ser la misma de antes: la pérdida de nuestro bebé, la de su padre y el trauma del secuestro. ¿Quién en su sano juicio quedaría de nuevo como antes? Nadie. Intentaba volverle a mostrar el camino de regreso a Tara, pero algo nos cambió, cambió nuestro matrimonio, nos hizo de alguna manera…madurar más. Nuestras metas crecieron, nuestros proyectos se expandieron, ahora, Tara estaba más entregada a su familia, trabajo y…a nosotros en nuestra intimidad. “Las reglas del juego han cambiado, señor Cooper.” Empujo la puerta del bar, la gente que pasa a mi lado me saluda de manera sonriente y efusiva, las hermosas m
Quince años después…Las campanas suenan, Tara y Alexander están en la primera fila viendo como una de sus pequeñas gemelas, daba el sí en el altar ante todos. Elizabeth se limpia una lágrima que cayó discretamente por su mejilla, el hombre a su lado, en traje elegante, le entrega una mirada cargada de amor, un amor que sería para todo una vida.Tara desvía su mirada hacia su otra gemela, quien luce un hermoso traje de dama de honor a lado de la n
Muchos, muchos años después…El tiempo pasa y no se detiene, las situaciones como el secuestro, el ver a alguien morir frente a nosotros, de cierta manera me habían marcado en el alma, como un recordatorio de que nadie tiene la vida comprada, que todos tenemos una cita con la muerta, pero mientras llegase el día, tenías que abrazar la vida.Esas palabras siempre se había remarcado en el camino a nuestras gemelas, que vivieran la vida y la disfrutaran al máximo.Alexander sonríe cuando alcanza mi mano, la eleva lentamente a sus labios y deja un beso tierno, sincero y luego la entrelaza con la suya, el ruido de las olas golpear, se había hecho parte de nuestra música de fondo cuando compramos la casa de la playa, habíamos decidido vivir nuestros últimos años juntos, cerca del mar.Alexandra se había casado dos a&nt
La espuma se expande a lo largo de la superficie de la bañera. El olor a jazmín inunda el cuarto de baño, ella lentamente asciende a la superficie, dejando que sus cabellos castaños se queden adheridos a su pálida piel. Atrapa aire bruscamente, mientras que con ambas manos se retira el cabello de su rostro. —Tu madre sigue esperando en el comedor, Tara. Tara pone los ojos en blanco al comentario de su querida nana Julya. Estaba harta de las reglas de su propia madre, el horario de la cena, el cómo tiene que portarse, la forma de vestir y, la forma de hablar. Simplemente es absurdo para ella. Ya iba a cumplir veintiún años y rogaba a Dios poder irse un día de la hacienda, un lugar al que considera una cárcel de oro. S
—Mucho gusto, soy Tara Miller, señor Cooper—Tara extendía su mano hacia el hombre alto que vestía muy formal. Cuando sus manos se tocaron, Alexander pudo sentir como un tipo de electricidad le recorría la espina dorsal. Como si fuese algún tipo de advertencia. —Alexander, puede decirme solo Alexander—respondió en un tono frío hacía Tara. Esta no estaba en lo absoluto sorprendida por el atractivo del él. Aunque no pasaba desapercibido a ella no le llamaba algún tipo de atención. —Bueno, ya listas las presentaciones, pasemos a sentarnos. Tara ocupa tu lugar, por favor. Sofía, como siempre presidia en la silla principal, a su mano derecha Tara y enfrente de esta, Alexander. Alexander intentaba bloquear la curiosidad por la mujer que estaba frente a él. Julya entraba con el resto de la cena. —Tara, Alexander es un empresario muy poderoso en New York, está interesado en comprar algunas tierras de la hacienda y entre otros asuntos, pero eso