Días después...
Tara estaba sentada en la cama de su madre con la urna de las cenizas de Sofía entre sus manos, le contó en voz baja como fue su ceremonia, las personas que habían ido a verla, así como la cena que se había ofrecido al pueblo en su honor. Le contó que la madre de Alexander había hecho aquella cena y que junto con la hermana de él, habían llenado de flores el lugar.
—Cuéntale también de que no has comido bien. —dijo Julya limpiando sus lágrimas, cerró la puerta detrás de ella y se sentó a un lado de Tara.
Tara apenas pudo sonreír.
—Lo sabe, así como no he tenido el estómago muy bien…—Julya negó en reprobación.
—Debes de seguir intentando, en cualquier momento vas a azotar, no puedo seguir cubriéndote con Alexander.
Tara soltó un suspiro.
—Solo sigue diciendo que he comido fruta o algo así. —Tara no dejó de mirar la urna.
—Promete que vas a comer más. —Tara le
Julya limpió sus lágrimas. —Nana…—Tara abrazó a Julya. —Siempre te he considerado alguien importante para mí, había sentido que eras más, eras como esa abuela que nunca había conocido, ve, realmente eres mi abuela… —Gracias corazón. —suspiró Julya. —Se fue en paz, estás tres semanas le diste el mejor tiempo que pudo haber pedido y que merecía, cuando se lo pidió a Alexander el día después de que llegaste…—Tara se separó y miró a su abuela con el ceño fruncido. — ¿Qué? —Julya la miró confundida. —Alexander su
Tara casi se desvaneció ante aquellas palabras de Antonietta, notó emoción en su mirada, pero a Tara era sorpresa mezclada con pánico. Ella siguió negando en silencio con su mano en su boca. Tragó saliva y su corazón no dejó de latir a toda prisa. —Espera, he dicho que es una probabilidad, para confirmar hay que hacer una prueba casera o ir directamente al médico...—Antonietta sonreía, no lo pudo evitar, estaba realmente emocionada, quería ser abuela, quería niños corriendo por su casa o la hacienda, ya se imaginaba los picnics que harían al atardecer. —Es que eso no puede ser posible, yo...él...—Tara casi se atragantó con su propia saliva.
Tara se separó del beso, se bajó lentamente dejados besos en el abdomen, luego en el vientre de este, la erección de Alexander era grande y quería salir, así que ella bajó el bóxer y liberó la erección, Tara intentó recrear aquel video en su mente, estaba nerviosa pero deseaba hacerlo, quería darle placer ella también, Alexander respiró aceleradamente cuando vio como la boca de Tara se abrió para acoger su miembro, cerró los ojos y gruñó. Ella comenzó a chupar y a salivar, Alexander estaba a punto de venirse, negó para él mismo, conteniéndose. Tara bajó y subió lentamente saboreando lo que estaba haciendo, le excitó mucho cuando Alexander gruñía, se quedó al final del miembro y chupo, luego con su lengua hizo movimientos que Alexander tuvo que atrapar a Tara para que no venirse en su boca. —Espera, espera...
"Dios mío." Pensó para el mismo. Se pasó ambas manos por su cabello rebelde y despeinado, miró hacia Tara quien estaba quieta en el mismo lugar, intentando controlar sus lágrimas en silencio. Tara debía de estar aterrada. Ella era igual que él, nueva en esta etapa, era... Alexander se sentó sobre sus talones cuando se acercó a ella, acarició ambas mejillas limpiando al mismo tiempo esas lágrimas. — ¿Ya está confirmado? —preguntó Alexander intentando no romperse. Tara levantó su mirada de la nada, hacia los ojos grises aterrados de Alexander. Tragó saliva y negó. —Yo...me hice todas las pruebas, hay que esperar tres minutos...—Tara apenas podía entender sus palabras. Si se asomaba, vería la verdad. — ¿Cuánto tiempo ha pasado? —Tara quedó suspendida en el tiempo por unos segundos. Miró de nuevo al lavamanos de mármol. —Creo que como más de cinco minutos, —desvió la mirada hacia Alexander que estaba sobre sus talones frent
Comienzo de la segunda temporada: Tara y Alexander Cooper comienzan a probar las mieles y hieles amargas como cualquier matrimonio, durante el camino, tienen que mudarse a París para cumplir un trato con el que ayudará a rescatar la hacienda y la exportadora que Sofía Miller dejó, pero alguien no quiere que logren el objetivo, así que intentará por todos los medios llevar a declive empresas Cooper...y de paso terminar un matrimonio que nunca debió ser. ------------------------------------------------------------------------------------- Julya se limpió las lágrimas con el mandil, Emerson y Antonietta estaban abrazados llorando de felicidad, Leslie no dejó de llorar, sollozaba de la emoción de ver a su hermano enterarse que sería padre. Habían escuchado la gran noticia cuando Emerson preocupado había abierto la puerta un poco y saber qué estaba pasando en el interior.
—Tiene que comer más…—dijo en voz baja Alexander. —Saludablemente. —contestó Rony. —Tienes que tomar agua, lo mejor es un vaso de agua cada hora. Es el mejor medio de mantener bajos la tensión arterial y el riesgo de sufrir gestosis. —Alexander se tensó. — ¿Todas las indicaciones nos las anotarás? ¿O hay folletos? —preguntó a toda prisa Alexander. —Hay folletos, junto con las vitaminas prenatales que empezará a tomar a la de ya, —miró a Tara— te recomendaría que fueras con un nutriólogo, en la ciudad hay muy buen
Tara estaba cabreada, bueno, eso era poco, sintió como su sangre hacía ebullición el solo imaginar que otra mujer besara siquiera los labios de su esposo. Esperó abrazada a si misma con la bolsa de la pastelería, intentó controlarse, pero no pudo. Alexander se acercó y se inclinó, Tara pensó que la besaría pero no, abrió la puerta y como todo un caballero, le ayudó a subirse al auto, Tara bajó la bolsa de la pastelería entre sus pies, Alexander iba a ponerle el cinturón y Tara lo alejó. —Tengo manos, puedo hacerlo yo sola. —Alexander sin mostrar su irritación, rodeó el auto y llegó a su
*** —Si hay testamento, de último momento por petición y deseo de la señora Sofía Elizabeth Miller. —Tara miró a Alexander. Ambos estaban sentados en la sala del despacho, el abogado frente a ellos con documentos en sus manos, intentando acomodarlos. Alexander atrapó la mano de Tara para darle tranquilidad. Tara lo agradeció. — ¿Y necesita a alguien más para la lectura? ¿Eso no se tenía que avisar con anticipación? —preguntó extrañado Alexander. —Sí, lo siento, pero así lo ha pedido la señora Miller, días después de su incineración dijo que viniera para hacer la lectura, los nombrados son la señorita…—el abogado ajustó sus lentes y leyó en voz alta. —La señora Cooper, en este caso es Tara Elizabeth Miller, ahora de casada Cooper, y al señor Alexander Cooper, esposo de su hija. —Sí, soy yo. —El abogado asi