Alexander se tensó y miró a Ginger.
—Es un contrato de negocios. —confesó, de repente Alexander maldijo entre dientes al haberse escapado aquello. Era confidencial.
Ginger arqueó una ceja, estaba sorprendida con la confesión.
—Entonces, ¿Negocios? ¿Qué negocios? ¿Qué es lo que te hizo enredarte con ella al grado de casarte para hacer negocios? Te desconozco totalmente, Alexander. ¿Tuviste que hacer todo real para qué?
Tara despertó al sentir una punzada fuerte en su cabeza, abrió los ojos y el techo de la habitación es lo único que pude ver por el momento, su mano se fue a su cuello y entonces se dio cuenta que tenía un collarín. Cerró los ojos y recordó haber llegado a la habitación y el dolor le había nublado de la vista hasta ya no recordar nada más. Alexander caminaba de un lado a otro, ansioso por poder entrar a la habitación, aún no se le tenía permitido. Jack, sentado y de brazos cruzados observó la preocupación de su ex mejor amigo. Realmente estaba preocupado, bueno, ¿Quién no estaría por su esposa? Sería, ¿Esposa fa
Alexander entró en la habitación de Tara, se le estrujó el corazón al verla acostada sin almohada, solo con su collarín, ambas manos a su costado. Cerró la puerta detrás de él, buscó una silla para acercarse a ella, la encontró, en cuanto se sentó a su lado, su móvil vibró, cuando lo agarró, la pantalla anunció el nombre de su madre. —Mierda. —canceló la llamada y le mandó un texto que estaba ocupado, que más tarde le regresa la llamada, pero su madre contestó: “Estamos llegando al hospital, nos hemos enterado lo de Tara, usted y yo hablaremos, jovencito.” Negó Alexander, no estaba de humor para ponerse a discut
Alexander se giró a ella cargado de ira mezclada con sorpresa. — ¡Hey! No me he acostado con nadie desde que pisé la Hacienda Miller ni desde que hemos consumado este matrimonio, odio la infidelidad y no está en mi ADN ser infiel. No voy a permitir que me abandones, no, no, nadie abandona a Alexander Cooper. Tara no pudo creer lo que estaba escuchando. —Es mi decisión, Cooper, y ya está tomada. Alexander no supo qué más decir. Su corazón latía a toda velocidad, la ansiedad carcomía por dentro, la ira corría por s
—Estaba haciendo compañía en lo que…—Alexander entrecerró sus ojos. —Yo le dije que se quedara hacerme compañía. —intervino Tara. Alexander suavizó su rostro al ver que Tara habló en su dirección. —Debes tener reposo, la enfermera vendrá a dejar la comida en unos momentos más. —Jack miró el intercambio de miradas entre ellos. —Bueno tortolitos, tengo que ir a darme una ducha y a cambiarme de ropa. Vendré por la noche a visitarlos
Había pasado una semana exactamente desde que había ingresado al hospital y finalmente se había quedado unos días más para confirmar que todo estaba bien. Tara ya podía moverse, el collarín era de regla tenerlo durante tres semanas más tomando reposo. Tara se había vuelto fría con Alexander, solo contestaba “Sí” “No” “Tal vez” “No, gracias” “Por favor” Alexander intentó tener toda la paciencia del mundo con ella, no quería meter la pata. Tara ya no había mencionado acerca de irse, así que Alexander estaba por el momento tranquilo. Había decidido darle espacio pero siempre y cuando tuviera a Andrew. Sofía no se había enterado de lo que le había pasado a su hija, pero lo que si sospechaba es que Tara se escuchaba extraña durante las llamadas, ahora era ella quien contestaba como ella lo había hecho la semana pasada. Julya miró a Sofía quien estaba mirando la foto que adornaba el escritorio de su despacho. Era Tara de pequeña arriba de su yegua, l
Horas atrás… Tara estaba sentada en su silla favorita, la que adornaba aquel rincón frente a la gran ventana de su habitación, veía los edificios vecinos, su mirada se quedó perdida en sus pensamientos, repasando su vida en aquella hacienda a la que le había llamado “Hogar”, extrañaba cabalgar en su yegua, “Simu”, recordó a la hija del capataz, Ángela, una joven de su edad quien a veces se escapaba con ella para andar en los campos o simplemente para hacerse compañía de vez en cuando, contándose sus sueños a futuro, ella fue una buena amiga y recordó cuando su madre le había prohibido j
—El viernes pasado hubo una fiesta de bienvenida con sus amigos de sociedad, me he puesto unas zapatillas altas, me han empujado por accidente y he me he golpeado, por eso Cooper canceló la visita a las tierras. Sofía sintió que su hija le ocultó algo. — ¿Segura? Si tú no me vas a decir la verdad completa, voy a llamar a Alexander y preguntar directamente. —Tara se tensó, si hacía eso, Alexander se daría cuenta que se había ido. —Puedes llamarle. —Tara dijo intentando mostrarse tranquila. Sofía entrecerró sus ojos.
Alexander miró atónito la pantalla de su móvil, nadie en su vida le había colgado una llamada, bueno, eso no importaba en esos momentos, lo que importaba era Tara, necesitaba reposo, tenía que tomar los medicamentos que se le había asignado, por unos momentos solo escuchó su corazón latir, estaba sintiendo un tornado de emociones, no sabía qué hacer ni cómo actuar, pero no le gustaba lo que le hizo sentir Tara con aquellas palabras. ¿Quién se tomaría unas vacaciones largas de él? Muchas mujeres querían estar con él, al precio que fuera, pero él no estaba interesado…se dejó caer en el sillón de la sala, dejó caer