Irene trató de separarse de él, pero no la soltó. Ella lo empujó a la pared intensificando el beso y, entonces Alan suspiró al sentir como su cálido cuerpo se rozaba con su bulto.
Cerró los ojos y, sintió sus delgadas palmas en su abdomen. Pero un instante después, su calor se fue por completo y se escuchó el azote de la puerta.
Irene salió del lugar a toda velocidad mientras le temblaban las manos y las piernas. Hasta casi llegar a la salida, se recargó en una pared y bastante agitada se cubrió el pecho con una mano mientras trataba de recuperar el aliento.
“¿Qué demonios acabo de hacer?”
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Mientras tanto, Alan furioso y frustrado se dejó caer en una silla mientras esperaba a que se le pasará el “ánimo”
Pero mientras más recordaba sus palabras, más se volvía loco. Era tan…
—Malditamente perfecta.
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Al llegar a su oficina, una mujer hermosa con un maquillaje perfecto y un vestido provocativo bastante de
—¿Disculpa? ¿Lo que YO le dije? Al contrario, estaba por cometer el error de obligarla a aceptar que eres su padre quiera o no. Gracias por interrumpir. Apretando los dientes paso encima de los vidrios y, se acercó a ella. —¡Ya basta! ¡¿Es divertido burlarte de mí?! Irene que estaba por alejarse, cruzó los brazos y sonrió. —¿Burlarme? Jejeje, por supuesto que no. El hecho de que eres un animal que no piensa con otra parte del cuerpo que no sea tu entrepierna ya era bastante conocido desde hace más de veinte años, lo que es increíble, es que tu hija lo haya descubierto de una manera tan estúpida y bárbara. ¿Conoces algo que se llama seguro? Los ponen en las puertas para que los uses en situaciones como esa. ¡Tienes una hija! ¡Reflexiona un poco antes de hacer tus barbaries! ¡Desde hoy y por el resto de tu vida, cualquier cosa que haga
—¡¿Qué demonios crees que haces?! ¡¿Qué crees que podrás hacer en contra de esos dos monstruos?! ¡Piensa un poco! ¡¿Planeas dejarme sola?! ¡Sólo harás que ese loco te mate! Karen lloraba y gritaba desconsoladamente mientras veía a su hijo preparar su maleta. Sólo un día le había bastado a Esteban para casi desfigurarlo, pero Carlos nunca se quejó o dijo una palabra al respecto. Estaba muy preocupada, sin embargo, para desgracia de todos no podían hacer mucho, simplemente esperaron al día en el que Irene regresara con el corazón pendiendo de un hilo. Carlos que no pudo soportar más la espera y el miedo, se decidió a ir a buscarlas, cada que recordaba esa última “charla” con Esteban, se le erizaba la piel. Ése día como los anteriores, Esteban se tambaleaba por la ebriedad. Arrastraba las palabras y, lo golpeó hasta que ya no pudo mantenerse más en pie. Mientras se levantaba, se cubrió con la mano una de las costillas en la que sintió dol
Irene estaba muy molesta con Alan, no obstante, desgraciadamente para ella, no podría moverse por mucho tiempo. No sabía a dónde los había llevado ni cuánto tiempo había pasado exactamente, salvo por aplicaciones de entretenimiento, no tenía más conexión con el mundo exterior. Su teléfono se había averiado y Alan con la excusa de arreglarlo no se lo devolvió. Y, con cada día que pasaba, se enfurecía más. Estefanía la visitaba diariamente e incluso llevaba a Tobías a hacer la tarea con ella a la habitación de Irene. La convivencia y el tiempo que pasaban juntos, fue suavizando de a poco la actitud de Tobías hacia ella. Era un niño muy huraño, pero a fin de cuentas un niño que anhelaba el amor de una madre. De a poco y con la amena convivencia de madre e hija frente a él, comienza a deshinibirse con ella. Debido al " problema", Alan les prohibió el Internet o teléfonos.
—Oyeee, tu sonrisa debe ser muy linda, por favor sonríe. Él simplemente la ignoró y reafirmó su seriedad. El día comenzó a nublarse pero era muy refrescante y sereno. —Buen día señorita, ¿Qué se le ofrece? —Quiero helado suficiente para seis personas. El hombre sonrió ante la seriedad de la linda niña, pero se sorprendió al ver las esposas en sus manos, al instante se puso nervioso y miró de reojo al hombre que iba con ella. Se veía muy joven, serio y muy bien parecido. Su manera de vestir era como la de los hombres que iban a la mansión de la montaña y, una inquietud emanó de su interior. Miró a Estefanía mientras trabajaba, esperando alguna señal de ayuda, pero ella miraba muy curiosa los alrededores. Justo cuando ella volteó nuevamente, vio la reacción del hombre y sonrió. —¿Esto? Jajaja perdón mi hermano es demasiado molesto y exagerado. Richard torció la boca pero lo ignoro. Estaba por pagar cuando
—¿Mamá? En la entrada, de la casa estaba Irene en una silla de ruedas, con una expresión preocupada y ansiosa. —Voy a morir… Susurro Estefanía mientras se secaba el sudor de la manos en su pantalón. Todos suspiraron aliviados al saber que alguien era capaz de controlar a ése demonio. Bajó del auto y, algo insegura se acercó a su madre. Irene le hizo una señal con las manos para que se acercara y la revisó de pies a cabeza. —¿Cómo estás? ¿Estás bien? —Si mamá, estoy bien. Sólo fui… —¡¿En qué demonios estabas pensando?! ¡¿Sabes lo preocupada que estaba?! ¡¿Cómo se te ocurrió semejante cosa?! —Solo quería dar un paseo, no seas tan dura con ella… Alan no quiso que el problema se hiciera más grande, debido a los guardias que habían regresado con él sabía cuál era el problema. —¡Tú cierra la boca! ¡¿Acaso te importa?! ¡Estoy reprendiendo a mi hija! —¡También es mía! ¡¿Cómo demonios quieres que
—¿Qué tiene de bueno ese lugar? ¿Alguna vez tuviste un solo día cómodo? ¿No debías hacer cosas que no querías? ¿Cómo la hija de la familia Martínez podría lavar un plato o limpiar una mesa? Más aún si es para una persona desconocida. Ambas se abrieron mucho los ojos y lo miraron sorprendidas. “¿Nos estuvo espiando?” Irene suspiró, y respondió con cansancio. —No importa el estatus de nadie, siempre deben de cumplir con sus responsabilidades sin importar lo mínimas que sean… PAS! Alan golpeó la mesa con ambas manos y la miró molesto. —¡¿Te estás escuchando?! ¡¿Cuándo demonios hiciste tareas tan bajas en nuestra casa?! ¡¿Cómo osas tratar a tu hija como una sirvienta?! Ella dejó los cubiertos en la mesa, se masajeó la frente y comenzó a mover su silla hacia el elevador. Estefanía rápidamente la empujó, sin embargo, antes de que pudieran ir muy lejos, se escuchó la voz de Alan. —¡No me importa cuales ideas le hayas m
—Usted… ¿Conoció a mi madre? Ante la pregunta inesperada, Irene lo miró algo confundida. Después de unos minutos de silencio, respondió. —Si, la conozco. Tobías tragó, sabía que su madre no era una buena persona y que le había hecho mucho daño pero aún así, quería escuchar su opinión de ella. Al final, Irene suspiró y continuó. —Ella… Es una mujer muy complicada, tiene un temperamento difícil y una percepción de la vida, muy…. Retorcida… No puedo mentirte y decir cosas bonitas de ella cuando no las siento y no las merece, pero eres su hijo y eso es suficiente para mí. Eres un buen niño, y es comprensible que quieras saber de ella, pero…. Trata de vivir bien y por lo menos en tu memoria, trata de mantener una buena imagen de ella. No está bien ser rencoroso, sé feliz y sin importar que. No la odies… Tobías se quedó atónito por su respuesta, cualquier otra persona, habría despotricado contra la persona que
Tobías se quedó en casa perezosamente como un lagarto tomando el sol, las palabras de Irene se le hicieron absurdas en el momento y un intento ridículo por quedar bien. Pero, cuando ella lo cubrió de la mirada de Esteban, sus emociones se volvieron complicadas. Tal vez fue reflejo o de verdad lo había hecho para protegerlo, pero desde el inicio notó que ella no lo miraba como los demás, era amable y respetuosa. Siempre lo trató como a Estefanía, nunca fue parcial e incluso lo llegó a tratar mejor que a ella. En ese momento odió ser tan perceptivo, estaba totalmente en contra de acercarse a alguien, no quería experimentar más decepciones. Después de rogar atención de Alan y Arturo y no recibir más que indiferencia, simplemente optó por no pedir nada de nadie sin importar quién fuera. Pero... Estaba preocupado. —Ese hombre... No se ve para nada sencillo. Sin poder siquiera disfrutar la paz que había sin ellas en cas