Aunque Oliver se fue de la empresa sin decir palabra alguna, a la media hora me llegó un pedido de comida. Creí que estaría enojado conmigo, que no quería verme nunca más después de haberle confesado uno de mis mayores secretos. Me hizo sentir muy mal el que, aunque Oliver estaba herido por mi culpa, seguía pensando en mi bienestar, lo cual demostraba la persona gentil que era; pero reflejaba que yo era todo lo contrario. El almuerzo era una salsa de carnes con papas y ensalada, además de un pequeño postre de chocolate con arequipe que me hizo recordar a mi niñez. Una comida tan deliciosa, sorpresivamente, me hizo sentir sumamente triste.—Uh… Emma, ¿tienes algún enamorado que te envió hoy el almuerzo? —comentó Olivia al entrar a la oficina y sentarse al otro lado del escritorio.Acababa de terminar de almorzar y bebía lo último del té frío con el que vino acompañado.—No lo puedo llamar enamorado, es… un colega —respondí.—Pero un colega que se preocupa por cuidar de su compañera…
Esta era la parte que más me disgustaba de una venganza, el tener que seducir hombres no era lo mío, sin embargo, era un pacto que había hecho con Jader: si él destruía el matrimonio de Eloísa, yo también aceptaría hacer lo mismo si en algún momento lo veíamos necesario.—Bien, haré todo lo posible por ir a la velada —acepté.Terminé de tomar mi desayuno y me dirigí a la oficina. Llegué más temprano de lo normal, por lo cual algunos de mis compañeros de trabajo aún no habían llegado.Me ocupé revisando los últimos detalles de la presentación, así como también organicé la sala de juntas, colocando las carpetas en los respectivos asientos.Cuando volví al departamento de marketing, encontré a Alexa confrontando a Olivia, estuvo a punto de golpearla.—¡¿Qué está sucediendo aquí?! —espeté y me acerqué con rapidez, tomando el brazo de Alexa en el aire para impedir que la golpeara.Cuando Alexa reaccionó, alejó de un sacudón su brazo de mi agarre y dio un paso atrás.—Eh… no sucede nada —in
—Eres una gran directora, veo que Oliver tomó una gran decisión —me dijo el señor Bosson mientras avanzaba a la salida de la sala de juntas.—Muchas gracias, señor Bosson —dije con una sonrisa amable.—Sigue así, señorita, sigue así —animó antes de seguir su camino y acercarse a Alexa.Desde mi distancia podía escuchar la conversación que tuvo el antiguo presidente con la joven, quien desde mi perspectiva, se encontraba como un gato asustado y sin tener escapatoria.—Se-señor Bosson… —dijo Alexa.—Cuando tu familia me pidió que te dieran el puesto de directora —comenzó a decir el hombre con voz autoritaria, típica de alguien acostumbrado a ser jefe—, estaba convencido que serías mala en tu papel, porque nunca he visto que seas suficiente para el cargo, sin embargo, por la larga amistad que han tenido nuestras familias, decidí darte una oportunidad para que me demostraras lo contrario. Ahora veo que siempre tuve la razón, eres incompetente e irresponsable. Por tu culpa estuvimos a punt
Cuando Aureliano me llamó para citarme a la salida del trabajo supe para qué era, además lo que me diría.Al estar en el restaurante bar del centro, a tres cuadras de mi empresa, sentí el tiempo correr demasiado lento. Mi pierna derecha temblaba impaciente y comencé a comerme las uñas por la desesperación.Cuando un mesero se acercó para preguntarme qué iba a pedir, decidí tomar algo de alcohol, porque se me hizo demasiado tortuosa la espera, así que pedí un vodka doble.Pasado diez minutos de espera, vi que Aureliano llegó, traía puesto un abrigo negro que lo hacía ver mucho más robusto de lo que ya era; traía en su mano derecha un sobre de manila marrón.Nuestras miradas se encontraron con rapidez, así que llegó directo a la mesa de madera rústica donde me encontraba.—Hola, hermano, ¿cómo estás? —me preguntó.—Por favor, dime qué averiguaste —pedí con impaciencia.—Hey, cálmate, hermano, tranquilo —dijo y rodó el sobre por encima de la mesa—. Ya comencé a averiguar lo que me pedist
No imaginaba quién podría ser tan tarde en la noche, me había acercado a la puerta con inseguridad, preguntándome si sería Alan o Jader quien debían darme alguna noticia, aunque lo creía poco probable, porque habrían avisado por mensaje o llamada que irían a mi apartamento.Cuando revisé por la mirilla, tuve un sobresalto al darme cuenta que se trataba de mi jefe Oliver. El miedo me consumió de repente, ¿cómo sabía con exactitud el número de mi apartamento? Además, ¿qué hacía a esa hora de la noche buscándome?Tuve un mal presentimiento y envié con rapidez un mensaje a Jader:“Oliver está aquí, ven rápido, no sé qué intenciones tiene”. Después de enviar el mensaje, volví a escuchar el timbre ser tocado dos veces. Me acerqué a la puerta y volví a curiosear por la mirilla.—¡Emma, por favor, abre, necesito hablar contigo! —dijo—. Sé que estás allí, abre, por favor, hablemos.Revisé mi celular y el mensaje de Jader:“Estoy revisando las cámaras de seguridad, voy en camino, le he avisad
—Nidia era mi mejor amiga, la única amiga verdadera que llegué a tener —confesé.Estábamos acostados en la cama, pero todo apuntaba a que no podríamos dormir, había demasiadas cosas por hablar y ninguno de los dos era capaz de conciliar el sueño. Sabía que Jader y Alan estaban vigilando afuera del edificio, pero no podía enviar un mensaje porque Oliver no me daba oportunidad de quedarme a solas.—¿Por qué Eloísa la asesinó? —preguntó él.—Nidia intentó defenderme, ella y Alexa me hacían bullying y Nidia era la única en la escuela que tenía la valentía de enfrentarlas.Hubo un momento de silencio. Los recuerdos volvían a mí como oleadas que intentaban ahogarme.—Esa tarde volvimos de una suspensión, Eloísa y Alexa estaban más insoportables que nunca y terminamos peleando, creo que estaban furiosas porque antes de la suspensión fui capaz de enfrentarlas, lo que conllevó a que nos llevaran a rectoría y sus mamás fueron llamadas. Esa tarde Nidia me defendió como siempre. Estábamos en el b
Me encanta leer sobre psicología humana, es como adentrarse en un tablero de ajedrez donde debes analizarlo todo: las piezas, los movimientos, los tiempos y tu posición. La mente humana tiene un patrón de comportamiento; pero mi mente favorita es la de los sociópatas como Eloísa. Lo he estudiado tanto que mi mente favorita es la de ella, a veces sueño que le abro la cabeza y le extraigo su cerebro. En mis días libres me gusta seguirla, comprar la misma ropa que ella y verme frente al espejo con sus mismos atuendos. He aprendido a actuar como ella: sonreír ladeadamente, peinar mi cabello con mis manos tal cual como lo hace cuando coquetea; sentarme sensualmente y cruzar las piernas; hasta el peso de mi cuerpo es el mismo, me ha costado tantos días de hambre, pero por fin lo he conseguido y sufro la misma anemia que ella. También mi pasatiempo favorito se ha convertido seguirla en la noche hasta la lujosa cabaña que tiene cerca de la playa, donde lleva a sus amantes y guarda sus objeto
—¿Crees que has ganado? —preguntó Eloísa con la sangre corriéndole por la frente y apuntándome con el arma—. ¡Tú misma lo dijiste, esta es una maldita guerra, nunca acabará si una de las dos no está muerta!—Pero tú ya estás muerta, Eloísa —le dije mientras avanzaba lentamente a ella—. Y a mí ya no me puedes asesinar, porque morí hace mucho tiempo.Ella apretó con fuerza el arma, aunque sus manos temblaban y soltó un fuerte grito.Estábamos en el balcón de la escuela, justo donde había muerto Nidia. Eloísa retrocedió hasta pegarse a la baranda del balcón. Sus ojos por primera vez estaban llenos de lágrimas y no llevaba esa maldita sonrisa en su rostro: estaba acabada, su mente colapsaba, podía verlo en su mirada.Solté una carcajada mientras seguía acercándome a ella.—Si vieras tu hermoso rostro en este momento —solté mientras acariciaba la punta de la pistola con los dedos de mi mano derecha—. Oh… es tan hermosa. Estás viendo la muerte, ¿verdad? Yo tuve esa misma expresión cuando es