Dos semanas para algunos podría ser infinito, pero en mi caso pasó como un parpadeo. Antes de saberlo faltaban veinticuatro horas para la boda, todos los arreglos estaban preparados, pero yo no.
Llevaba dos semanas fingiendo ser Gianella y cada día se volvía muy difícil. Mi madre nos observaba más de lo normal, con sospechas seguramente. Padre por otro lado, no podía importarle menos. Solo tenía los ojos puestos en el gran trato que iba a cerrar con la boda, que una vez finalizada lo convertirían en uno de los miembros más importantes de su comunidad.
Claro que aún seguiría muy debajo de los Tonelli, pero volverse el suegro de Lucciano lo pondría en un pedestal que había deseado por años. No importaba si el costo era su hija.
La persona que me preocupaba era mi hermana, hacía una semana comenzó con las náuseas matutinas. Por suerte logramos esconder cualquier evidencia de las empleadas y mis padres, pero eso no bastaba para hacer sentir mejor a la pobre. Como no podía llevarla al médico, porque seguramente mis padres serían notificados al minuto de llegar, debimos buscar remedios caseros en internet y borrar cualquier evidencia de la búsqueda. El Ginger Ale ayudaba, al igual que las galletas saladas. Por suerte pude poner la excusa de los nervios para explicar porqué aumentó la compra de Ginger Ale.
Tenía que encerrarme en el baño y hacer sonidos de arcadas durante unos minutos, después salir y fingir dolor estomacal para que las empleadas y mi madre creyeran mi historia.
Estaba en mi habitación terminando de guardar los zapatos que me habían llegado cuando la puerta se abrió y Gianella entró dando saltitos.
La miré sonriendo y ella aseguró la puerta antes de acercarse.
-¿Qué? –pregunté.
-Matteo me dijo que todo está listo. Mañana luego de la fiesta nos iremos.
La abracé feliz por la noticia.
-Eso es genial hermana. ¿Saben a dónde irán?
-Debemos alejarnos lo más posible de aquí y de cualquier contacto con la mafia italiana. Padre tiene muchos aliados y los Tonelli aún más, así que nos decidimos por Islandia.
-Islandia –repetí no muy convencida.
-Nadie nos encontrará allí. Es un país de pueblos pequeños donde lo peor que ocurre son peleas por ovejas. La mayoría del país es campo, nadie pensará en buscarnos en un pueblo que está a la mitad de la nada.
Asentí de acuerdo. Jamás imaginarían que estaría en una cabaña, a la mitad de Islandia rodeada de pasto y animales. Me reí pensando en esa escena.
-¿Consiguió los pasaportes e identificaciones? –pregunté.
-Sí, incluso consiguió certificados de nacimiento. ¿Sabes lo difícil que es eso?
-Lo sé, es obvio que quiere asegurarse de protegerte lo mejor posible.
Ella asintió.
-Lo amo mucho y creo que seremos felices allí.
-Yo también lo creo –le contesté emocionada. –Te voy a extrañar mucho.
-Yo también, eres mi otra mitad –comenzamos a llorar como tontas y reímos al ver como moqueábamos. –Ojalá en algún momento podamos volver a vernos.
Asentí a eso. Después de mañana mi hermana se iría y no sabía si volvería a verla. Cualquier contacto con ella podría ponerla en peligro y ni en sueños arriesgaría su vida, la del bebé e incluso la de Matteo. Esperaba que tal vez en unos años, con mucha suerte, pueda comunicarme con ella y saber de su vida.
-Bueno, dejemos de llorar que tienes que prepararte para mañana –dijo Gianella. -¿Hiciste la maleta?
Negué
-Pues vamos a ello.
Las mujeres de nuestra familia, una vez que la noticia de la boda fue anunciada, comenzaron a enviar muchísimos regalos algo subidos de tono. Conjuntos de ropa interior en seda y encaje, negligé de varios colores, perfumes, cremas, camisones cortos y largos de seda fría que, si buen cubrían el cuerpo, eran bastante sensuales. Realmente no pensaba llevar más que los camisones, pero mamá dejó muy claro que no podía despreciar los obsequios, así que todo tenía que ir junto a mi ropa.
Nella me ayudó a armar las tres maletas que serían enviadas esta noche a casa de Lucciano. Nadie me había dicho que debía usar una vez casada, por lo que tiré de todo un poco para, al menos, no avergonzar a mi esposo los primeros días hasta poder comprar las prendas adecuadas.
Las mujeres jóvenes y casadas que conocía eran bastante llamativas, todas llevaban blusas escotadas y pantalones ajustados que mostraran su figura y vestidos de diseñado, mientras que las más viejas preferían la discreción con vestidos o trajes combinados.
-Eso es todo –dije cansada después de doblar y guardar casi todo mi guardarropa, bueno el de Gianella que era muy parecido al mío
Un golpe sonó en la puerta.
-¿Gianella puedo pasar? –preguntó mi madre.
-Adelante madre –contesté suavemente como lo hacía mi hermana.
Madre entró en la habitación y frunció el ceño al ver a mi hermana.
-Necesito hablar con tu hermana a solas, Gianna –dijo mirándola.
Mi hermana se levantó y me miró de reojo antes de salir del dormitorio cerrando la puerta. Madre esperó unos segundos antes de sentarse frente a mí.
-Mañana te casas y quiero que estés preparada –comenzó. –Lucciano es un hombre joven, con necesidades…
Abrí mis ojos entendiendo a donde quería llegar. Levanté la mano deteniéndola por la vergüenza que me provocaba escuchar a mi madre hablando de sexo.
-Madre estoy muy informada acerca de eso. No es necesario tener “la charla” –expliqué enfatizando con mis dedos.
Ella frunció el ceño hasta que entendió a qué me refería. Negó sonriendo.
-No me refiero a eso tonta.
-Entonces no entiendo.
Ella giró los ojos.
-Por supuesto que no entiendes, por eso estoy aquí –suspiró. –Los hombres en nuestro entorno están acostumbrados a tener amantes, no quiero que te sorprendas si Lucciano prefiere estar con su amante que contigo. Obviamente no se casan por amor y Lucciano no está contento con la boda. Supe que tiene una amante fija desde hace meses.
Abrí mi boca ante la noticia que acababa de darme.
-¿Fija? –pregunté.
Eso significaba que tenía sentimientos por esa mujer y era preocupante.
-Sí, necesitaba decírtelo antes de la boda para que no te llevaras la sorpresa.
-¿Es alguien conocida?
-No, solo una stripper de su club.
Apreté los labios molesta.
-Es probable que él no la deje una vez casado –continuó ella. – Y debes dejarlo ¿me escuchas? No sé cómo será Lucciano, ya que no es muy expresivo y prefiere mantener su vida privada, pero sé que no toma bien las ofensas. Ha matado a hombres que le han faltado el respeto como si nada. No quiero imaginar lo que podría hacerte a ti si en algún momento lo molestas.
Tomó mis manos en las suyas y las apretó.
-Prométeme que tendrás cuidado con él.
Asentí.
-Tendré cuidado, lo prometo.
Ella respiró hondo, se levantó y me abrazó besando mi cabello.
-Sé que no he sido la mejor madre, pero quiero que sepas que las amo con mi vida, a ambas. Son la única luz que me permite vivir en este tormento.
-Mamá… -susurré.
-¿Si Gianna? –preguntó.
Abrí mis ojos sorprendida y la miré.
-¿Cómo…
-¿Crees que no reconocería a mi propia hija? No sé que las llevó a hacer este intercambio, ni quiero saberlo. Pero confío en las decisiones de mis niñas, y si lo hicieron de esta manera por algo fue.
-Nosotras…-comencé a explicarme pero ella negó con la cabeza.
-No quiero saberlo, es más seguro así.
Era cierto, si padre sospechaba algo podría llegar a torturarla para sacarle información. Utilizaba cualquier excusa para golpeara y una vez que Nella se fuera, donde padre tuviera la mínima sospecha de que mamá estaba enterada, la torturaría sin inmutarse.
-Te dejaré descansar. Mañana será una locura -Besó mi mejilla y se marchó.
Me quedé mirando la puerta mucho tiempo después de que se fue pensando en todo lo que me había dicho. Sorprendida por su muestra de afecto y preocupada por la información sobre Lucciano. Sabía que muchos hombres tenían amantes, mi padre incluido, pero jamás una mujer fija. Por lo general pasaban un par de meses hasta que se aburrían. Esperaba que con mi futuro esposo no fuera diferente.
Si bien no me casaba por amor, quería tener, al menos, respeto en mi matrimonio. Tal vez no al inicio porque tener relaciones con Lucciano inmediatamente no estaba en mis planes. Quería conocerlo primero, aunque corría el riesgo de que no me gustara lo que encontraría y aún así, en caso de que él lo quisiera, no podría evitarlo. Pero en mi interior esperaba que sucediera como lo imaginaba, conocernos y tal vez en un futuro llegar a agradarnos.
Estaría destinada a permanecer casada hasta la muerte, en nuestro entorno el divorcio estaba muy mal visto, así que esta boda sería la única que tendría y esperaba que mi futuro matrimonio fuera moderadamente bueno. Si no había amor, no me preocuparía. Llegará el momento en donde Lucciano necesite herederos y podría verter mi cariño en esas criaturas.
Por ahora me conformaré con tener tiempo.
El tan esperado día llegó. Me miro en el espejo admirando el vestido de novia. Desde el momento en que mis ojos se fijaron en este vestido supe que era el indicado. Era una chica con gustos sencillos, lo clásico siempre estaba antes que lo extravagante, así que terminé eligiendo un vestido de seda, corte A y escote corazón. Tenía mangas con detalles ondulados en las esquinas y una cinta en la cintura. Me parecía precioso.Obviamente mi madre no estuvo de acuerdo con mi elección, le pareció demasiado sencillo y bohemio. Se esperaba que escogiera algo tradicional, con pedrería que demostrara la posición en la que estaría mi familia a partir de ahora. El poder era muy importante en nuestro círculo, era importante demostrarlo para infundir respeto y miedo.Sin embargo, no me importó la opinión de nadie. Esta boda era la única que tendría
Mis manos empezaron a sudar de los nervios e intenté alejarlas de las suyas, para poder secarlas en el vestido al menos, pero él no soltó su agarre y volvió su mirada hacia mi mientras apretaba los labios.Realmente me estaba preocupando su expresión así que no pude evitar preguntarle qué demonios le pasaba.-¿Estás bien? –susurré muy bajito y apenas articulando para que solo él entendiera.Lucciano entrecerró sus ojos y no contestó nada. Simplemente volvió su rostro hacia el cura y me ignoró.Tal vez no notó nada y simplemente estaba enojado por ser obligado a casarse, pero yo tampoco quería estar metida en este lío, sin embargo aquí estoy, afrontando mi realidad. Intentando aparentar pura felicidad cuando lo que realmente quería era tomar un cuchillo y apuñalar una almohada. Sinceramente l
Cerré la boca después de eso. Su expresión asesina me indicó que estaba al límite de su paciencia.Él sacó otro móvil de su chaqueta y lo llevó a su oído. Me miró de reojo, deteniéndose en mis pechos y sonriendo de medio lado. Llevé las manos al pecho para taparme de su vista, algo que pareció divertirle mucho.-No iremos a la fiesta. Avísale a mi padre y si pregunta por qué, dile que decidimos empezar la luna de miel antes. –dijo sonriendo y colgó.Abrí mis ojos muy asustada. No sería capaz de lastimarme de esa forma ¿no? Me alejé de él hasta llegar al final del asiento mirándolo con mucha cautela. Dejé mi mano apoyada en la manija de la puerta por si decidía tomarme desprevenida. Me tiraría del auto sin dudarlo.No le di más motivos y permanecí callada, h
Estuve encerrada por mucho tiempo y con cada minuto que pasaba pero me sentía. Por un lado temía por Nella y por el otro, en mi pecho, una opresión aumentaba ante el enojo de Lucciano, el sentimiento de culpa. No podía dejar de pensar en que, tal vez, estaba furioso porque tenía sentimientos por mi hermana. No amor, porque dudo que alguien como Lucciano pudiera sentir un sentimiento tan profundo como ese, pero en mi cabeza se repetía una y otra vez cómo miró a mi hermana en el altar antes de decir “acepto” ¿Habría sido por eso o el encierro me estaba llevando a pensar cosas que no tenían sentido? No lo sabía, pero durante un par de horas no deje de repetir una y otra vez cada expresión de Lucciano desde la noche en que eligió a Nella, y por qué eso me molestaba. Al final intenté dejar de lado eso porque solo lograba entreverarme más. Como no quería quedarme solo con la ropa interior que llevaba, me pasé por el trasero la advertencia de Lucciano y decidí cambi
No podía creer las palabras que acababan de salir por su boca. Planeaba realizarle un aborto a mi hermana sin pestañear, como si se tratara de algo sin importancia.-¿Serías capaz de hacerle eso a mi hermana?–pregunté mostrando la decepción que me causó pensar que una persona fuera capaz de tal atrocidad.Permaneció callado durante lo que me pareció demasiado tiempo.-Contéstame. Eso es lo que acabas de decir ¿no?Se dio vuelta y se alejó hacia el vestidor, dejándome parada en la puerta mirando su espalda. No iba a dejarlo pasar, de ninguna manera. Lo seguí al vestidor y observé cómo se desvestía.-¿Lo harías? ¿Matar a su bebé por venganza? &
Una luz intensa y cegadora me despertó del mejor descanso que he tenido en mi vida. Quien haya creado esa cama se merece el cielo, siento que dormí sobre una nube. Poco a poco abrí mis ojos y miré cómo alguien se movía en la habitación, la empleada de Lucciano.El lado derecho de la cama estaba vacío, así que mi esposito se había levantado antes. Anoche pensé que rompería su palabra de no tocarme. ¿Quién confiaría en la palabra de un mafioso?, pero me vi sorprendida cuando se acostó de espaldas a mí y apagó la luz para dormirse.Bueno, no se durmió enseguida, lo supe por su respiración desigual, era obvio que no lo haría hasta que yo durmiera. Intenté quedarme despierta toda la noche, pero llevaba un par de días agitados y estaba cansada, por lo que terminé durmiendo unos minutos despu&
No tengo idea de cuánto tiempo me quedé en la terraza sintiendo mucho enojo, tristeza y decepción. Repetía una y otra vez la escena en mi cabeza, donde mi hermana sufría perdiendo a su hijo y yo, a su lado, la consolaba sabiendo que su dolor era mi culpa. ¿Pero qué opciones tenía? Ninguna, estaba entre la espada y la pared, bueno, entre un arma y la pared más bien.Lucciano no cedería y aunque odiara admitirlo, tenía razón. Si el bebé de Giannella no se parecía a ella, estábamos muertos, todos. Los hijos Tonelli incluidos.El carraspeo de cierta empleada irrespetuosa me sacó de mis pensamientos.-¿Qué? –pregunté de mala gana.-Necesitamos limpiar la terraza y lleva mucho tiempo aquí.Me levanté para volver a mi habitación. No estaba de humor para replicarle nada a esta mujer.-Los pad
En el instante que la puerta de entrada cerró me acerqué mi hermana. Levanté su mentón y la obligué a mirarme. Enorme tristeza se reflejaba en sus ojos, la abracé y dejé que llorara sobre mi pecho sin importarme nada.Escuché a los dos hermanos acercarse y a mi esposo suspirar tirando de su cabello.-¿No salió tan mal eh? –preguntó Loretto sonriendo.Lo fulminé con la mirada. ¿Era idiota o se hacía? Mi hermana llora desconsolada y él bromea.-Solo quería relajar el ambiente un poco. Amargados.Se acercó al bar y se sirvió unos dedos de whiskey bebiéndolo de un solo trago, para volver a servirse más. Los brazos de mi hermana me rodearon y la apreté contra mí fuertemente temiendo soltarla y perderla nuevamente.-Todo va a estar bien Nella –mentí.Nada volver&ia