Puje y pujé entre los gritos de apoyo de mi hermana y los golpes que intentaban derribar la puerta hasta que por fin el primer bebé salió de mí, gritando a todo pulmón.
Enormes lágrimas bajaron por mis mejillas y sonreí feliz de que estuviera aquí. Estiré el cuello para verlo, rojo y enojado por haber sido arrojado a este mundo.
-Entrégamelo -le pedí a mi hermana.
-Es un pequeño varoncito -dijo llorando de felicidad.
Lo apreté contra mi pecho, calmándolo y besé su pequeña cabecita pegajosa. Al segundo de pegarlo a mi pecho paró su llanto y movió sus bracitos como si entendiera que era su mamá.
-Muy bien Gianna -dijo Doc -No tienes mucho tiempo antes de que venga el segundo, prepárate.
Asentí y dejé que mi hermana sujetara al bebé en su brazos.
-¿El cordón Doc? -p
Cinco años después...Gianna-¡DE NINGUNA MANERA! -Gritó Lucciano.Estaba en la cocina terminando de preparar las golosinas cuando mi esposo entró furioso con nuestra hija en brazos.Se veía hermosa con el vestido celeste acampanado y las pequeñas alitas de hada en su espalda que había elegido para su fiesta de cumpleaños. Estiró sus brazos y la agarré para llenar de besos sus cachetes gordos.-Papá está enojado -susurró en mi oído.-¿Cuándo no lo está? -bromé haciéndola reír -¿Qué pasó ahora? -le pregunté a Lucciano.-¡ESTABA BESANDO A UN MOCOSO! -exclamó indignado.-¿En serio? -fingí asombro.-¡SI, Y ENCIMA TUVO LA DESFACHATEZ DE DECIRME QUE ERA SU NOVIO!-¡Pero qu&e
La noticia de la boda llegó una mañana gris y helada. Adecuado a mis sentimientos. Sabía que en nuestro entorno, tarde o temprano llegaría el momento de casarnos. Pertenecíamos a la mafia italiana de Chicago, donde las mujeres eran criadas para ser buenas esposas y madres. Ese era nuestro trabajo, una estupidez si me preguntan.Deberíamos poder decidir nuestra vida, estudiar si así quisiéramos, viajar, poder ir a una tienda sin una manada de guardaespaldas armados al menos. Pero en nuestra familia eso no sucedería jamás.Suspiré mirando a mi hermana. Somos gemelas idénticas, exóticas en nuestro círculo. Nuestro cabello dorado con tonos rojizos, tez pálida y ojos negros era destacado por todas las personas que nos conocían. La mezcla perfecta entre nuestra madre y padre.Tan perfecta para todos que, a la hora de escoger novias, teníamos el primer
Mi corazón se detuvo. El apretón en mi mano aumentó y miré a mi hermana que tenía los ojos brillosos pidiendo ayuda. ¿Pero qué podía hacer?Todos aplaudieron emocionados la elección del futuro novio, excepto nosotras. Mi padre sonrió calculadoramente pensando en todos los beneficios que iba a sacar de este matrimonio, mi madre fingía estar contenta, pero sus ojos reflejaban aburrimiento y los Tonelli, ellos estaban felices a excepción de Lucciano.El capo dejó su copa y se acercó a Gianella estirando sus manos. Mi hermana las tomó y aceptó el abrazo que le dio.-Bienvenida a la familia –dijo Tonelli.Nella asintió e intentó sonreír pero no contestó. Eso provocó enojo en mi padre que la fulminó con la mirada. Carraspeé llamando la atención de ella y disimuladamente moví la cabez
Dos semanas para algunos podría ser infinito, pero en mi caso pasó como un parpadeo. Antes de saberlo faltaban veinticuatro horas para la boda, todos los arreglos estaban preparados, pero yo no.Llevaba dos semanas fingiendo ser Gianella y cada día se volvía muy difícil. Mi madre nos observaba más de lo normal, con sospechas seguramente. Padre por otro lado, no podía importarle menos. Solo tenía los ojos puestos en el gran trato que iba a cerrar con la boda, que una vez finalizada lo convertirían en uno de los miembros más importantes de su comunidad.Claro que aún seguiría muy debajo de los Tonelli, pero volverse el suegro de Lucciano lo pondría en un pedestal que había deseado por años. No importaba si el costo era su hija.La persona que me preocupaba era mi hermana, hacía una semana comenzó con las náuseas matutinas. Por suerte logram
El tan esperado día llegó. Me miro en el espejo admirando el vestido de novia. Desde el momento en que mis ojos se fijaron en este vestido supe que era el indicado. Era una chica con gustos sencillos, lo clásico siempre estaba antes que lo extravagante, así que terminé eligiendo un vestido de seda, corte A y escote corazón. Tenía mangas con detalles ondulados en las esquinas y una cinta en la cintura. Me parecía precioso.Obviamente mi madre no estuvo de acuerdo con mi elección, le pareció demasiado sencillo y bohemio. Se esperaba que escogiera algo tradicional, con pedrería que demostrara la posición en la que estaría mi familia a partir de ahora. El poder era muy importante en nuestro círculo, era importante demostrarlo para infundir respeto y miedo.Sin embargo, no me importó la opinión de nadie. Esta boda era la única que tendría
Mis manos empezaron a sudar de los nervios e intenté alejarlas de las suyas, para poder secarlas en el vestido al menos, pero él no soltó su agarre y volvió su mirada hacia mi mientras apretaba los labios.Realmente me estaba preocupando su expresión así que no pude evitar preguntarle qué demonios le pasaba.-¿Estás bien? –susurré muy bajito y apenas articulando para que solo él entendiera.Lucciano entrecerró sus ojos y no contestó nada. Simplemente volvió su rostro hacia el cura y me ignoró.Tal vez no notó nada y simplemente estaba enojado por ser obligado a casarse, pero yo tampoco quería estar metida en este lío, sin embargo aquí estoy, afrontando mi realidad. Intentando aparentar pura felicidad cuando lo que realmente quería era tomar un cuchillo y apuñalar una almohada. Sinceramente l
Cerré la boca después de eso. Su expresión asesina me indicó que estaba al límite de su paciencia.Él sacó otro móvil de su chaqueta y lo llevó a su oído. Me miró de reojo, deteniéndose en mis pechos y sonriendo de medio lado. Llevé las manos al pecho para taparme de su vista, algo que pareció divertirle mucho.-No iremos a la fiesta. Avísale a mi padre y si pregunta por qué, dile que decidimos empezar la luna de miel antes. –dijo sonriendo y colgó.Abrí mis ojos muy asustada. No sería capaz de lastimarme de esa forma ¿no? Me alejé de él hasta llegar al final del asiento mirándolo con mucha cautela. Dejé mi mano apoyada en la manija de la puerta por si decidía tomarme desprevenida. Me tiraría del auto sin dudarlo.No le di más motivos y permanecí callada, h
Estuve encerrada por mucho tiempo y con cada minuto que pasaba pero me sentía. Por un lado temía por Nella y por el otro, en mi pecho, una opresión aumentaba ante el enojo de Lucciano, el sentimiento de culpa. No podía dejar de pensar en que, tal vez, estaba furioso porque tenía sentimientos por mi hermana. No amor, porque dudo que alguien como Lucciano pudiera sentir un sentimiento tan profundo como ese, pero en mi cabeza se repetía una y otra vez cómo miró a mi hermana en el altar antes de decir “acepto” ¿Habría sido por eso o el encierro me estaba llevando a pensar cosas que no tenían sentido? No lo sabía, pero durante un par de horas no deje de repetir una y otra vez cada expresión de Lucciano desde la noche en que eligió a Nella, y por qué eso me molestaba. Al final intenté dejar de lado eso porque solo lograba entreverarme más. Como no quería quedarme solo con la ropa interior que llevaba, me pasé por el trasero la advertencia de Lucciano y decidí cambi