Mi corazón se detuvo. El apretón en mi mano aumentó y miré a mi hermana que tenía los ojos brillosos pidiendo ayuda. ¿Pero qué podía hacer?
Todos aplaudieron emocionados la elección del futuro novio, excepto nosotras. Mi padre sonrió calculadoramente pensando en todos los beneficios que iba a sacar de este matrimonio, mi madre fingía estar contenta, pero sus ojos reflejaban aburrimiento y los Tonelli, ellos estaban felices a excepción de Lucciano.
El capo dejó su copa y se acercó a Gianella estirando sus manos. Mi hermana las tomó y aceptó el abrazo que le dio.
-Bienvenida a la familia –dijo Tonelli.
Nella asintió e intentó sonreír pero no contestó. Eso provocó enojo en mi padre que la fulminó con la mirada. Carraspeé llamando la atención de ella y disimuladamente moví la cabeza hacia nuestro padre.
Captando la indirecta mi hermana habló.
-Gra…gracias señor Tonelli.
-Tímida ¿eh? descuida. Te acostumbrarás a la familia –respondió Tonelli.
Mi madre se limpiaba una falsa lágrima y padre solo apretaba los labios no satisfecho con la respuesta de mi hermana. Lucciano se acercó a Gianella y tomó su mano.
Sacó una cajita de su bolsillo y mostró el anillo de compromiso a mi hermana. Los labios de Nella temblaron, aún así sonrió dejando que Lucciano le pusiera el anillo.
Todo era un desastre, nada había salido como esperaba y encima, ahora debía idear un plan para que mi hermana saliera de esto. Aprovechando que todos miraban a la “feliz pareja” bebí de un trago lo que quedaba en mi copa para bajar la amargura que se había instalado en mi garganta.
Los demás aplaudieron y Lucciano besó la mano de su prometida antes de alejarse a su asiento.
Una campana sonó anunciando la cena y nos levantamos para ir al comedor. Gianella estaba temblorosa por lo que apoyé mi mano en su espalda.
-Recomponte –susurré en su oído. –Padre te observa y no está contento.
-¿Qué voy a hacer? –preguntó bajito.
-Yo lo resolveré, no dejaré que te cases con él. Algo se me ocurrirá.
Ella asintió y sonrió. Si algo sabía con certeza mi hermana, es que siempre cumplía mis promesas. Aunque tuviera que matar a Lucciano, no me importaba y jamás podía dejar que Nella se casara con ese hombre.
La cena transcurrió sin mucho drama. Solo los viejos y el hermano de Lucciano hablaron sin parar. Gianella apenas probó bocado, moviendo de un lado a otro la comida. Intenté animarla pero se veía desgraciada. Con los hombros hundidos y la mirada baja.
Por otro lado Lucciano comenzó a ponerme nerviosa, no dejaba de mirarme y entrecerrar los ojos. Intenté evitarlo pero su vista sobre mí me erizaba y cada pocos minutos lo observaba de reojo para ver si dejaba su intensa revisión. La última vez que lo miré tenía la mano en la barbilla y pasaba su pulgar por su labio inferior. Ni siquiera quería imagina que podría estar pasando por su cabeza.
Cuando terminó de servirse el postre, Lucciano se levantó sorprendiendo a todos.
-Padre, debemos retirarnos –dijo.
Su padre lo miro sin entender y Lucciano movió la cabeza hacia la puerta. Tonelli carraspeó y se levantó de la mesa, seguido por su esposa e hijos.
-Excelente noche Paolo, tus hijas son unas bellezas y estoy muy contento con que una forme parte de mi familia –expresó Tonelli y extendió su mano.
Mi padre se levantó y aceptó la mano de capo.
-Fue un placer cerrar negocios capo –respondió padre.
Apreté mis labios indignada. Nos trataban como objetos y no se molestaban en ocultarlo. Alejé el plato frente a mi molesta, hizo ruido y levanté la vista asustada por si habían escuchado, pero todos se estaban retirando de la mesa sin prestarme atención. Suspiré y me recosté sobre la silla. Soplé hacia arriba quitando un mechón de pelo que me estorbaba y giré mis ojos.
Una noche horrible y encima Gianella seguía sentada junto a mí, apática, mirando el plato frente a ella. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y al hacerlo noté la figura en la esquina del comedor, junto a la entrada de la sala. Lucciano estaba recostado sobre la pared y me mirada.
Levanté una ceja interrogante esperando alguna pregunta o palabra. Él sonrió de lado y se dio la vuelta marchándose.
-Que loco –murmuré.
La puerta se cerró y escuché los pasos de mi padre volver. Eran inconfundibles y sabía que estaba enojado. Moví a mi hermana para que reaccionara.
-Prepárate –dije algo asustada por ella.
Padre volvió al comedor y se acercó a mi hermana levantándola del brazo. La llevó a la sala y los seguí con miedo.
-¡¿Qué demonios les dije ayer?! –preguntó enojado.
-Que debíamos comportarnos –contestó bajito mi hermana.
Me acerqué a padre.
-Todo salió muy bien padre, Lucciano eligió a una de nosotras –dije con miedo.
-¡POR SU FÍSICO OBVIAMENTE, NO GRACIAS AL COMPORTAMIENTO DE TU HERMANA! –gritó.
Levantó la mano y abofeteó a Gianella haciéndola caer sentada en el sillón.
-¡Papá no! –grité. Corrí hacia mi hermana pero él tomó mi brazo y me alejó.
-Jamás imaginé que tú, Gianella, faltaras a mi autoridad. De hecho creía que tú –me señaló. –sería la que causara problemas y sin embargo fue lo contrario.
Tomó el rostro de Gianella y lo apretó.
-Espero que de ahora en adelante te comportes cariñosa con Lucciano porque sino estarás en problemas jovencita. No quieres enojarme Gianella, arruina esta boda y pagarás muy caro.
Dicho esto soltó a mi hermana y se fue furioso a su oficina.
Me acerqué a mi hermana y la abracé mientras sollozaba desconsolada. Mamá nos observaba desde la cocina y no pude evitar molestarme. Desde nuestra adolescencia se ha mantenido al margen. Entiendo por qué, de pequeñas siempre nos defendía y se llevaba la peor parte, pero una vez que cumplimos los trece años decidió dejarnos solas. Sabía que era por miedo a lo que padre podría hacerle, la última paliza que obtuvo la dejó en el hospital con una brecha en la cabeza y moretones por todo el cuerpo. A partir de ese día la responsabilidad de evitar golpizas caía en nosotras. Aún así, sabiendo sus motivos para no intervenir, me era difícil evitar enojarme. Era mi madre, debía protegernos de todo y estar cuando la necesitemos.
-¿Qué voy a hacer? –preguntó Nella entre sollozos.
-Shh aquí no, vamos arriba.
La ayudé a levantarse y subimos al segundo piso. Entramos en mi dormitorio y mientras me quitaba las sandalias y el maldito vestido, mi hermana se tiraba sobre la cama a llorar.
Me estaba cansado un poco su llanto, debía ser un poco más fuerte. Si así esperaba salir de este problema le iría muy mal. Cerré la puerta con llave y me volví hacia ella.
-¿Quieres dejar de llorar? –pregunté molesta.
Ella levantó la cabeza y negó.
-¿Qué voy a hacer Gianna? Lucianno va a matarme, padre va a matarme y…
-Tranquilízate y déjame pensar. Nada resolvemos contigo moqueando sobre mi acolchado.
Mientras ideaba algún plan tomé del vestidor un pijama y me vestí nuevamente. De camino a la cama vi la foto que tenía frente al vestidor. Mi hermana y yo fuimos a la playa en una de las pocas vacaciones que padre había tomado. Todos se reían ya que no podían reconocernos porque teníamos el mismo bikini. Fue una idea tonta que se nos ocurrió y bromeamos todo el día haciéndonos pasar una por la otra.
Abrí mis ojos cuando caí en la idea.
-¿Cómo no se me ocurrió antes? –exclamé.
Gianella se incorporó y me miró limpiándose las lágrimas.
-¿Qué?
Señalé la fotografía y moví las manos obviando la idea, pero mi hermana no captaba nada.
-Juego de gemelas…-dije a ver si ahora entendía.
Ella abrió sus ojos y negó rotundamente.
-Es una locura ¿Y si Lucianno se da cuenta?
-No lo hará, ese día ni siquiera nuestros padres pudieron saber quién era quién. Funcionará.
-No sé Gianna, podrías ponerte en peligro con los Tonelli.
Me senté en la cama.
-Nadie notará la diferencia, estoy segura. Descuida.
Pensé que iba a poner algo de resistencia, pero asintió enseguida y me abrazó.
-Gracias hermana.
-Por ti, lo que sea Nella. Eres mi otra mitad –dije emocionada.
Besé su cabeza y ambas nos recostamos en la cama.
-¿Duermes aquí? –pregunté.
-Sí.
-Tenemos dos semanas para planear hasta el último detalle. Tendrás que dormir aquí y yo me iré a tu dormitorio. Debes hablar con Matteo cuanto antes. Después de mi boda desaparezcan. –le exigí.
-Lo haremos, no te preocupes.
Suspiré pensando en el plan. Esperaba que todo saliera bien, de lo contrario estaríamos las dos muertas. La mafia no perdona traiciones como la que íbamos a cometer y aún menos embarazos fuera del matrimonio. Te convertías en una paria social, si no morías “accidentalmente” antes, claro.
-¿Qué piensas de Lucciano? –pregunté.
-Realmente no le presté atención pero parecía intenso –contestó ella.
-Creo que estaba enojado, me asustó un poco. No paraba de mirarme con gesto de furia o fastidio, no pude interpretarlo del todo. La verdad es difícil de leer.
-¿Te preocupa que sea como padre? –preguntó Gianella.
-Estoy resignada a que todos son así, nos han golpeado desde que tenemos memoria hermana. No será diferente con Tonelli. Aunque presiento que está en la misma posición que nosotras.
Nella frunció el ceño.
-¿A qué te refieres?
-Creo que también fue obligado a casarse. Se notaba que su interés era mínimo y solo quería largarse de la cena cuanto antes.
-Es posible, tiene casi treinta años y un padre por retirarse. Tonelli debe haberlo presionado. Un capo debe estar casado y producir herederos –explicó Nella.
-Tonelli quiere asegurar su apellido antes de retirarse –dije.
-Exacto.
-Entonces querrá un nieto cuanto antes –susurré asustada.
Estaba ideando un plan suplantar a mi hermana en la boda, pero olvidé la parte fundamental de un matrimonio. El sexo. Nunca lo había hecho y me asustaba que Lucciano fuera el encargado de mi primera vez. No lo conocía y lo poco que he visto de él solo me provoca miedo. Un poco.
-Es posible si lo que pensamos es cierto.
Mi hermana tomó mi mano y la apretó animándome.
-Tal vez tienes suerte y es un buen marido. Podrías llegar a quererlo.
Solté una carcajada muy sarcástica.
-Lo dudo hermana, realmente.
-La esperanza es lo último que se pierde Gianna, te has sacrificado por mí. Estoy segura de que tu valor será recompensado.
La miré muy seria.
-¿Desde cuándo dices frases como esas? El embarazo te está afectando el cerebro.
No aguantamos la risa y terminamos carcajeándonos en la cama.
Dos semanas para algunos podría ser infinito, pero en mi caso pasó como un parpadeo. Antes de saberlo faltaban veinticuatro horas para la boda, todos los arreglos estaban preparados, pero yo no.Llevaba dos semanas fingiendo ser Gianella y cada día se volvía muy difícil. Mi madre nos observaba más de lo normal, con sospechas seguramente. Padre por otro lado, no podía importarle menos. Solo tenía los ojos puestos en el gran trato que iba a cerrar con la boda, que una vez finalizada lo convertirían en uno de los miembros más importantes de su comunidad.Claro que aún seguiría muy debajo de los Tonelli, pero volverse el suegro de Lucciano lo pondría en un pedestal que había deseado por años. No importaba si el costo era su hija.La persona que me preocupaba era mi hermana, hacía una semana comenzó con las náuseas matutinas. Por suerte logram
El tan esperado día llegó. Me miro en el espejo admirando el vestido de novia. Desde el momento en que mis ojos se fijaron en este vestido supe que era el indicado. Era una chica con gustos sencillos, lo clásico siempre estaba antes que lo extravagante, así que terminé eligiendo un vestido de seda, corte A y escote corazón. Tenía mangas con detalles ondulados en las esquinas y una cinta en la cintura. Me parecía precioso.Obviamente mi madre no estuvo de acuerdo con mi elección, le pareció demasiado sencillo y bohemio. Se esperaba que escogiera algo tradicional, con pedrería que demostrara la posición en la que estaría mi familia a partir de ahora. El poder era muy importante en nuestro círculo, era importante demostrarlo para infundir respeto y miedo.Sin embargo, no me importó la opinión de nadie. Esta boda era la única que tendría
Mis manos empezaron a sudar de los nervios e intenté alejarlas de las suyas, para poder secarlas en el vestido al menos, pero él no soltó su agarre y volvió su mirada hacia mi mientras apretaba los labios.Realmente me estaba preocupando su expresión así que no pude evitar preguntarle qué demonios le pasaba.-¿Estás bien? –susurré muy bajito y apenas articulando para que solo él entendiera.Lucciano entrecerró sus ojos y no contestó nada. Simplemente volvió su rostro hacia el cura y me ignoró.Tal vez no notó nada y simplemente estaba enojado por ser obligado a casarse, pero yo tampoco quería estar metida en este lío, sin embargo aquí estoy, afrontando mi realidad. Intentando aparentar pura felicidad cuando lo que realmente quería era tomar un cuchillo y apuñalar una almohada. Sinceramente l
Cerré la boca después de eso. Su expresión asesina me indicó que estaba al límite de su paciencia.Él sacó otro móvil de su chaqueta y lo llevó a su oído. Me miró de reojo, deteniéndose en mis pechos y sonriendo de medio lado. Llevé las manos al pecho para taparme de su vista, algo que pareció divertirle mucho.-No iremos a la fiesta. Avísale a mi padre y si pregunta por qué, dile que decidimos empezar la luna de miel antes. –dijo sonriendo y colgó.Abrí mis ojos muy asustada. No sería capaz de lastimarme de esa forma ¿no? Me alejé de él hasta llegar al final del asiento mirándolo con mucha cautela. Dejé mi mano apoyada en la manija de la puerta por si decidía tomarme desprevenida. Me tiraría del auto sin dudarlo.No le di más motivos y permanecí callada, h
Estuve encerrada por mucho tiempo y con cada minuto que pasaba pero me sentía. Por un lado temía por Nella y por el otro, en mi pecho, una opresión aumentaba ante el enojo de Lucciano, el sentimiento de culpa. No podía dejar de pensar en que, tal vez, estaba furioso porque tenía sentimientos por mi hermana. No amor, porque dudo que alguien como Lucciano pudiera sentir un sentimiento tan profundo como ese, pero en mi cabeza se repetía una y otra vez cómo miró a mi hermana en el altar antes de decir “acepto” ¿Habría sido por eso o el encierro me estaba llevando a pensar cosas que no tenían sentido? No lo sabía, pero durante un par de horas no deje de repetir una y otra vez cada expresión de Lucciano desde la noche en que eligió a Nella, y por qué eso me molestaba. Al final intenté dejar de lado eso porque solo lograba entreverarme más. Como no quería quedarme solo con la ropa interior que llevaba, me pasé por el trasero la advertencia de Lucciano y decidí cambi
No podía creer las palabras que acababan de salir por su boca. Planeaba realizarle un aborto a mi hermana sin pestañear, como si se tratara de algo sin importancia.-¿Serías capaz de hacerle eso a mi hermana?–pregunté mostrando la decepción que me causó pensar que una persona fuera capaz de tal atrocidad.Permaneció callado durante lo que me pareció demasiado tiempo.-Contéstame. Eso es lo que acabas de decir ¿no?Se dio vuelta y se alejó hacia el vestidor, dejándome parada en la puerta mirando su espalda. No iba a dejarlo pasar, de ninguna manera. Lo seguí al vestidor y observé cómo se desvestía.-¿Lo harías? ¿Matar a su bebé por venganza? &
Una luz intensa y cegadora me despertó del mejor descanso que he tenido en mi vida. Quien haya creado esa cama se merece el cielo, siento que dormí sobre una nube. Poco a poco abrí mis ojos y miré cómo alguien se movía en la habitación, la empleada de Lucciano.El lado derecho de la cama estaba vacío, así que mi esposito se había levantado antes. Anoche pensé que rompería su palabra de no tocarme. ¿Quién confiaría en la palabra de un mafioso?, pero me vi sorprendida cuando se acostó de espaldas a mí y apagó la luz para dormirse.Bueno, no se durmió enseguida, lo supe por su respiración desigual, era obvio que no lo haría hasta que yo durmiera. Intenté quedarme despierta toda la noche, pero llevaba un par de días agitados y estaba cansada, por lo que terminé durmiendo unos minutos despu&
No tengo idea de cuánto tiempo me quedé en la terraza sintiendo mucho enojo, tristeza y decepción. Repetía una y otra vez la escena en mi cabeza, donde mi hermana sufría perdiendo a su hijo y yo, a su lado, la consolaba sabiendo que su dolor era mi culpa. ¿Pero qué opciones tenía? Ninguna, estaba entre la espada y la pared, bueno, entre un arma y la pared más bien.Lucciano no cedería y aunque odiara admitirlo, tenía razón. Si el bebé de Giannella no se parecía a ella, estábamos muertos, todos. Los hijos Tonelli incluidos.El carraspeo de cierta empleada irrespetuosa me sacó de mis pensamientos.-¿Qué? –pregunté de mala gana.-Necesitamos limpiar la terraza y lleva mucho tiempo aquí.Me levanté para volver a mi habitación. No estaba de humor para replicarle nada a esta mujer.-Los pad