—¿Quién dice que necesito permiso para tocar mi propio cuerpo? Ya deja de estar apuntándome y baja mi pene.
—Si supiera cómo bajarlo, ya lo hubiera hecho — con la yema de sus dedos trata de tocarlo y me levanto de inmediato.
—¡Ni se te ocurra tocarlo, cochina!
—¿Y cómo quieres que lo baje si no lo toco?
Veo al vecino asomarse por la puerta, la cual permanece abierta por descuido y abre sus ojos en sorpresa por obvias razones. No creo que sea un escenario que se encuentre todos los días, ¿cierto?
—No es lo que crees, Peter — le digo, alcanzando el cojín del sofá y entregándoselo a ella para que se cubra.
—No he visto nada, jovencita. No se preocupe — su expresión de espanto es notable, debe estar pensando que estaba atragantándome con mi propio pene —. Les cierro la puerta inmediatamente — cierra la puerta sin permitir que me defienda.
—Es tu culpa. Ahora van a pensar mal de mí — le reclamo.
—¿De ti? ¿Y qué hay conmigo? Ahora de mi rostro nunca se va a olvidar.
—Ni de este par de cuajos que tengo colgando.
—Será mejor que no hables de cuajo, porque lo que tengo ahora mismo entre las piernas, es muy parecido.
—¿Cómo te atreves a comparar eso con mi pene?
—De la misma manera que acabas de compararlo con mis chichos, cretino.
—¿Qué demonios me hiciste? ¿Por qué tengo este cuerpo tan feo? ¡Devuélveme el mío ahora!
—¿Crees que, si supiera hacerlo, seguiría en este cuerpo?
—¡Te recuerdo que fuiste tú quien se abalanzó sobre mí!
—Ni en tus sueños, estúpido. Te menciono que no lo hice a propósito, a mí me empujaron.
—¿Quién te empujó? Vamos a buscar a la persona, ella tal vez sepa la manera de regresar a nuestros cuerpos.
—No sé.
—¿Cómo que no sabes?
—Es la hermana de un compañero de clase.
—¿De la universidad? Entonces vamos a buscarlo para que nos diga.
—No, ¡eso jamás!
—¿Qué? No estás en posición alguna de negarte. Ese cuerpo es mío y a toda costa voy a recuperarlo.
—Yo no voy a acercarme a él.
—Es cierto, soy yo quien debe hacerlo.
—No te atrevas a hacerlo.
—¿A qué demonios le temes? ¿Te hizo algo el tipo ese?
—No puedo hacerlo.
—Yo lo haré por ti. Voy a conseguir a ese tipo. ¿Cómo se llama?
—Giovanni.
—¿Sabes cuántos Giovanni existen?
—Te mostraré quien es, pero no voy a ser yo quien le hable.
—Deja de estar poniendo esa postura y haciendo esas muecas, parezco marica.
—¿No es eso lo que eres?
Su pregunta hace que la señale, pero es que es extraño discutir conmigo mismo.
—Debería patearte el trasero, estúpida. Vístete.
—Pero debo bañarme.
—No, no se te ocurra.
—¿Lo harás por mí entonces? ¿Te has dado cuenta de que hueles a excremento?
—Vuelves a ofenderme y te haré tragar la lengua.
—No pareciera que te bañas bien.
—Mira quién habla. La cerda que se levanta mojada y resbaladiza.
—¿Mojada? ¿Resbaladiza? ¡¿Qué has estado haciendo con mi cuerpo, depravado?! — alcanza el cuadro que cuelga de la pared y busco calmarla.
—Baja eso, no seas histérica y tóxica. Si me haces algo, tu cuerpo saldrá herido también. No tengo ningún interés en hacer nada con este cuerpo. Estás bien jodida y eres fea, así que despreocúpate.
—Como me entere que has hecho algo extraño, voy a golpearte.
Gracias a Dios no estuvo presente cuando desperté y me bañé, o ahora mismo no estaría vivo para contarlo. Luego de calmarla y acompañarla al baño, ella entra a la ducha para desnudarse dentro.
—No entiendo por qué te ocultas, he visto mi cuerpo desnudo desde que nací.
Tira la ropa por arriba de la cortina y la pongo sobre el lavamanos. Al instante de hacerlo, escucho su grito y abro la cortina.
—¿Por qué se sacude de esta manera? ¡Parece trompa de elefante! — con el pote de champú trata de mantener quieto mi pene.
—¿Quién no se movería, si andas como bus escolar, de lado a lado? Si sigues haciendo eso, me dejarás sin hijos. Dame esa cosa — le arrebato el pote de champú de las manos y se gira temerosa—. Voy a ayudarte, y espero no pongas resistencia, porque esto es algo de vida o muerte. Es mi pene el que está en juego y no voy a perderlo por tu culpa.
Es el colmo que tenga que enseñarle a cómo hacer esto. A mí nadie me enseñó a lavarme su tajadura y tuve que hacerlo solo. Si no la ayudo, terminaré con una infección en el pene. ¿Puede existir algo más humillante que esto? Quiero morirme.
—Voy a necesitar que no te muevas o te voltees, no importa lo que sientas, ¿he sido claro?—Trataré.Respiro hondo, mientras pongo jabón en mis manos y rodeo su cuerpo para agarrar mi pene. Teniéndolo entre mis manos, ella se mueve y hace un extraño sonido que, por alguna extraña razón, un escalofrío recorre mi cuerpo.—Pareces una yegua relinchando. Quédate quieta y no hagas esos ruidos extraños.—Es que se siente muy extraño cuando tocas ahí.—¿Y cómo crees que me siento yo? Esto es una simple erección matutina, así que la tendrás a menudo, si es que no logramos regresar a nuestros cuerpos. Ahora aguanta un poco — froto mi pene entre mis manos y no deja de temblar.Eso puedo comprenderlo, pues me ocurrió lo mismo cuando toque sus balones. ¿Así me escucho cuando gimo? Creo que cuando regrese, no podré hacer esto de la misma manera. La camisa me e
—¿Así que estamos de ánimo para chistes? Rebusquen el apartamento— ordena Cesar.—¿Y con qué permiso? — pregunto molesto y Cesar solo me observa.—¿Y tú quién eres, guapa? ¿No me digas que eres novia de ese imbécil? — su mano se posa en mi mentón y se la quito de un manotazo.—¿Qué hay con esa mirada sucia? ¿Cómo te atreves a mirarme así, marica?—¿Marica? ¿Acaso tienes pene, guapa?—Yo lo tengo — la respuesta de Araceli me hace mirarla. ¿Qué demonios hace?—No estamos hablando contigo, así que no te metas, Fabián — vuelve a mirarme y sonríe como un idiota—. ¿Por qué no me cuentas un poco sobre ti, muñeca? ¿Cuál es tu relación con
—Date prisa, quiero bañarme.—Pero si ya te bañaste.—Eso fue en la mañana. ¿No me digas que solo te bañas una vez al día? Bueno, eso explicaría el olor a perro muerto que cargas encima.—Cuidado con lo que dices. Y claro que debo bañarme una vez. ¿Eres tú quien paga el agua?—Eres tacaño como tú solo. ¿Cómo puedes vivir de esta manera?—Si no estás satisfecha, puedes irte a tu casa y explicarle a tu madre que ahora tendrá un hijo, en vez de una hija.—Como si pudiera.Termino en el baño y enciendo varios fósforos seguidos.—Nos bañaremos juntos — le aviso.—Yo no voy a bañarme contigo.—Bueno, si prefieres que me bañe solo, no me responsabilizo
Su risa se pasma justo cuando mi sólido puño aterriza en su boca. Cae al suelo casi noqueada, sin poder ni reponerse y volteo a ver a la mujer que me tiró la pintura por encima, quien retrocede con el cubo hasta pegar su espalda contra la pared. Sin decirle una sola palabra, le arrebato el restante de pintura y se lo tiro, finalizando con un fuerte golpe con el mismo cubo en la cara. Las risas dejaron de oírse, todos estaban sorprendidos por lo que estaba ocurriendo. Estoy viendo un lado positivo a este cuerpo y es que ella tiene fuerza, es una lastima que no la aproveche para darse a respetar.—No soy de halar pelo o arañar como gata en celo, soy de tumbar dientes, en tu caso, de acomodarlos. ¿Alguien más tiene intenciones de joder conmigo? — alcanzo a ver al idiota de Giovanni mirando la situación a lo lejos —. Esto va para todas las estúpidas que vengan buscando problemas. La que se atre
Unas chicas nos interrumpieron para hablarme a mí.—Estuviste genial. ¿Dónde aprendiste a golpear así?—No hablemos de eso aquí — llevo la mano a la nuca para disimular.La mirada asesina de Araceli, estremeció todo mi ser de temor. Incluso me veo temerario y terrorífico. No sabía que tendría una manera de ver mis propias expresiones.—¿Así que te estabas divirtiendo?—No es lo que piensas.—Váyanse de aquí — las espanta y vuelve a mirarme—. ¿No llevas ni quince minutos desde que entraste y ya has formado una pelea?—Yo no tengo la culpa de que seas la última coca cola, en un desierto donde hay tanta sed. Por tu culpa he sido manchado por la desgracia. Esto es algo que va a perseguirme de por vida — me está doliendo mucho la
Me como la comida que preparó en silencio, mientras ella solo me observa.—Te daría medicina, pero desafortunadamente mi cuerpo nunca responde a ellas.—¿Y quién podría responder? Debes tomarte el pote entero para que te haga algo. Es insoportable este dolor. No me gusta sentir esos labios tan resbalosos, es asqueroso. Además, esa toalla que me diste es incómoda. Me guaya la raja.—Tendrás que soportar los siguientes tres o cuatro días con la quebrada salida de su cauce.—¿No hay una forma de quitarme esa basura de ahí? No lo sé, ponerme una gasa. ¿No es eso lo que le ponen a las heridas y detiene el sangrado? La tela de una gasa es mucho más suave que la lija que tengo ahí.—No quiero imaginar lo que voy a tener que vivir contigo desangrándote y haciendo este teatro todos los d&
Me empuja fuertemente por el pecho y su mano aterriza en mi mejilla.—Eres un pervertido. ¿Cómo te atreves a besarme y meter tu lengua en mi boca? — su fatiga no le permite hablar claramente—. Si llegaba a saber que eras capaz de esto, jamás hubiera aceptado quedarme aquí contigo.—Entonces lárgate y déjame solo. Soy yo quien jamás hubiera aceptado que una mujer como tú se quedara en mi casa a querer criticar todo lo que tengo. Maldigo el maldito día en que esto tuvo que pasar y tuve que tener la mala suerte de conocerte.—Bien, ya lo he entendido. ¿Quién en su sano juicio o por decisión propia querría estar al lado de alguien tan despreciable como tú? Adiós — se levanta de la cama y, sin recoger sus cosas, sale del cuarto y de la casa corriendo.Debo estar acostumbrado a la soledad. A fin de
—¿Cómo que quién soy?El médico se acerca a ella a evaluarla junto a la enfermera y me le quedo viendo. ¿Qué quiere decir con eso de quién soy? ¿Está mal de la cabeza o qué?—Este joven estuvo involucrado también en el accidente. Según tengo entendido por testigos, fue quien salvó a su hija de algo mayor. No tengo conocimiento de si se conocen de mucho antes del incidente, pero es toda la información que puedo brindarles. Con respecto a ambos casos, necesitaré evaluarlos a profundidad, ya que aún no logro dar con una posible causa del estado en que ambos estuvieron. El cuadro de ambos y signos vitales eran muy similares, es algo de lo que no puedo tener una explicación médica comprobada o precisa.—Araceli, no sé lo que está pasando, ¿pero por qué finges no conocerme? —