Nunca antes había sentido el miedo que experimento junto con la cólera de saber que de nuevo ella se estaba poniendo en peligro, saliendo de la hacienda sola. —¿Por qué nadie la detuvo? —Sophie soltó una risita que más lo hizo enfurecer.—Espero que tu perra no vuelva, que se la lleven los hombres de Rizzuto y la violen como lo ordeno Fiorela —abrió los ojos esta arpía desgraciada había estado aliada con Fiorela, ahora más que nunca la quería fuera de ese mundo —no pensé que fuera tan fácil hacer que ella saliera de la hacienda…—Tony llévatela, porque si permanece un minuto más delante de mí, te juro que la mató con mis propias manos— la aventó con despreció, como si fuera un montón de basura. Tony la sacó de la habitación, mientras Luca se ponía unos pantalones y una camisa, porque se había ido, pensó que él había aceptado que Sophie fuera a verlo, si era así era una tonta, ya había dado su palabra, la única mujer de su vida era ella. Al salir de la habitación se encontró a Tony
Al llegar a la hacienda, de nuevo la subió a su hombro para meterla a la casa, en ese momento lo único que quería era enseñarle por qué no debía desobedecer sus órdenes, ni desconfiar de su palabra. Entró a la habitación, fue con ella hasta la cama, y sentándose la puso en su regazo con su espalda hacía arriba. —Luca ¿Qué vas hacer? —intentó levantarse, pero su palma en su espalda baja lo impidió.—No te muevas o te ira peor, Colibrí —su voz era gruesa y dura, pero la cual prometía satisfacción —esperó que de ahora en adelante confíes en mí, que creas en mi palabra, y que no me temas…—Luca levanto la falda de su vestido, acaricio con avaricia la piel suave de Anastasia y lentamente bajo la barrera que impedía la vista perfecta de mejilla.—Luca, por favor, te juro que no lo vuelvo hacer —escuchó el nerviosismo en su voz, aunque lo jurara, ella debía tener una lección por los sentimientos que despertó en él. —Sin un buen correctivo eres capaz de volverlo hacer —su mano se levantó dá
Después del desayuno, tomo de la mano a Anastasia, cuando regreso del sótano le pidió que se pusiera ropa deportiva, ella le preguntó varias veces para que, pero Luca se negaba a decírselo. La llevo por un largo pasillo en la plata baja, le mostró una puerta donde guardaban sus armas, la siguiente puerta el gimnasio.—¿Por qué me traes aquí? —preguntó al ver todos los aparatos de ejercicio que había, en un área había pesas, en otra una caminadora junto a una bicicleta fija y demás aparatos que servían para hacer ejercicio, en el fondo estaba un área amplia con varias colchonetas de color rojo…—Tu me pediste que te enseñara defensa personal, pues hoy comienzan tus clases— al instante sus ojos brillaron, como una niña pequeña que estuviera recibiendo un regalo. —¿De verdad me vas a enseñar a como patearte el trasero? —su pregunta lo hace sonreír, la iba a entrenar, pero estaba muy lejos en dejar que ella pudiera patearle el trasero. —Nunca me lograras ganar, porque soy el mejor, per
Corrió entre los viñedos con Anastasia en sus brazos, inconsciente, no se explicaba que le había pasado si apenas unos minutos antes estaba bien. La calma y frialdad que lo gobernaba desapareció un momento, pero al ver a sus hombres su voz se volvió dura al ordenar que fueran por el médico. —No se queden ahí, vayan por el médico ¡ahora! —su tono era urgente, que sus hombres se movieron de prisa subiendo a un vehículo —tu abre la maldita puerta —con cada paso un miedo que nunca antes había sentido lo inundo. Al subir las escaleras se encontró con su padre quien comenzó con la misma pregunta que él se había hecho. —¿Qué le pasó a Anastasia? — visiblemente turbado al ver el rostro pálido de Anastasia recargado en el hombro de su hijo.—No lo sé papá —todo hombre y mujer se quitaba de su camino mientras subía las escaleras para llevarla a su habitación —le estaba enseñando a usar el arma, cuando de repente Anastasia se desplomó en mis brazos—le explicó mientras la dejaba sobre su cama,
La atmosfera del viñedo era de júbilo, Luca vivía una mezcla de emociones y alegría que llenaba cada rincón de su ser. La noticia que había recibido del doctor le daba una buena razón para sonreír. Pronto se convertiría en padre, algo que había anhelado desde que tuvo a Anastasia en sus brazos, ella era la mujer indicada para llevar a su hijo, y la única que tendría la fortuna de ser la madre de sus hijos. Después de despedir al doctor, ordeno que abrieran botellas de vino y brindaran todos sus hombres por la noticia, pronto se inició una fiesta, para celebrar con su jefe. Subió a la habitación, quería abrazarla y darle las gracias, al entrar la vio recostada en la cama leyendo un libro, cuando levantó los ojos, Luca estaba a unos centímetros de ella. Rodeo los brazos en torno a su cuerpo, ella se sorprendió por ese abrazo inesperado de Luca. —Gracias por este regalo —dijo en su oído en un suave susurro. —¿Qué regalo? —escuchó que preguntaba desconcertada, se separó un poco y t
Luca caminaba de un lado a otro en la sala del hospital, su padre y Tony lo acompañaban mientras esperaban alguna noticia de Anastasia. Al fijar la mirada en su padre, Luca hizo un comentario en tono casual.—Voy a ser papá, por finCuando vio ese líquido en el suelo, con unas marcas rojas, sintió una emoción indescriptible. ¡Era la señal de que su hijo finalmente iba a llegar al mundo! Se suponía que faltaba una semana para la fecha prevista de nacimiento, la doctora le explicó cuando llegaron al hospital que a veces solía suceder, y no era nada de preocupación todo estaría bien.Mirando la puerta por dónde había entrado con Anastasia sentía su corazón latir con una mezcla de ansiedad, llevaba horas ahí dentro sin que le informaran nada también felicidad pronto podría cargar a su hijo en brazos, al fin.—¿Por qué tardan tanto? —su padre sonrió ante la preocupación de su hijo, se acercó a darle unas palabras, pero no pudo al ver a la doctora.—Señor Di Mauri, el área donde se encuent
La bodega estaba llena de jefes, todos con diferentes expresiones en sus rostros, pero todos compartían la misma opinión: era un error aceptar a Fiorela nuevamente en la familia. Aunque ya tenía clara la resolución de la reunión, Luca quería escuchar las opiniones de todos.Todos tenían claro que Fiorela era una Rizzuto, y tenía derecho a estar en la familia, pero todos estaban seguros que lo único que buscaba en la vida era venganza. Lo había visto el día que llegó a la casa de Luca. Su mirada feroz y sus labios apretados dejaban claro que no había espacio para la bondad en su corazón.Los Rizzuto habían sido una de las grandes familias que formaban parte la organización durante generaciones. Habían acumulado gran fama y fortuna por sus negocios ilegales, y nadie se atrevía a meterse con ellos. Hasta que Giovanni cometió una tontería robándose las armas de los rusos.Luca tomó la palabra para hacer un comentario, era mejor tener a Fiorela cerca. Su comentario fue recibido con cierta
—No hay rastro de Raphael —escuchaba por milésima vez, ya habían pasado tres años desde que escapo de prisión sin dejar rastro de él, como si se lo hubiera tragado la tierra. Era una búsqueda sin descansado, por meses salió por las noches a interrogar a los hombres de sus jefes para saber si ellos tenían conocimiento, si escucharon algo sobre Raphael Rizzuto, alguien tenía que estar ayudándolo, como también lo ayudo a salir de la cárcel y terminar con los padres de Anastasia, pero ¿Quién?Quién se atrevía a desafiar su orden. Sospechaba de Fiorela, a quien la mantenía vigilada, pero ella no hacía nada inusual, parecía como cualquier mujer de posición yendo a los centros comerciales de compras. Incluso arriesgando su vida, aprovechando la fiesta del bautizo de la hija de Ares y Fiorela para revisar su casa, todo estaba limpió ni una sola señal de su presencia, Raphael había desaparecido de la faz de la tierra. —Tiene que estar en algún lado… —muchos otros hubieran bajado la guardia,