El miedo a la muerte

Justo Lara quiso saber por qué había sentido morir y él le contó que un catorce de Julio, dos años después del asesinato de Verónica Triana, estaba en un parque turístico con su esposa Natalia y su hija Valery de siete años. Relató que hicieron carreras, rodaron por la grama y montaron a caballo. Había poca gente por ser miércoles y estaba empezando a oscurecer:

-“Papi, Papi, un conejo Papi es un conejo, allá míralo”. Dijo mi hija. Lo recuerdo perfectamente porque fueron las últimas palabras que escuché de ella.

Abiel siguió contando, que la niña corrió colina abajo emocionada sin que ellos pudieran reaccionar rápido porque estaban acostados «Le gritamos al mismo tiempo que no corriera» narraba. Pero cuando su hija llegó a los arbustos, un hombre salió de la maleza, la cargó y corri&oacu

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