Capítulo 35: Mi esposa se fue.Lena, miró al joven doctor a los ojos vacilante. —¿Encerrada? —inquirió y llevó sus manos a su boca cubriendo un sollozo. —Lena, se que es tu mejor amiga, y se que ella no tuvo nada que ver con la caída de la abuela. —¿Cual caida… de qué hablas? —le pregunto bastante confundida. —¿Hace cuanto no hablas con ella? —Un poco más de un mes —contestó con sinceridad. —Sube al auto. La chica miró a su jefe, se despidió de él con su mano y subió al auto obedientemente. Podrías llevarme a mi departamento por favor, te invitaré a cenar allí, no quiero salir a ningún lado. El joven asintió en respuesta y aceleró el auto por todo el camino. Al llegar al departamento, entraron juntos, Lena, dejó que el hombre entrara y lo invitó a sentarse mientras preparaba todo para cocinar, mientras él hablaba de lo que sabía y todo lo que había sucedido desde la barra de la cocina, observaba a la chica como se movía de un lado a otro preparando la cena. Se detuvo y la mi
Capítulo 36: Un auto negro.la pequeña mujer sintió lástima por él, miró a sus ojos y asintió. —Esta bien, pero solo si ella me llama, por que no se donde esta, te lo juro; no sé donde está —afirmó la chica. El joven asintió en respuesta, se acercó a la puerta y antes de salir se detuvo. —Me alegro que por fin se hayan dado la oportunidad de conocerse —luego siguió su camino. Atónitos la pareja se miraron entre sí. —Yo… Antes de que hablara Fernando, se acercó a ella a toda prisa y la abrazo por la cintura sujetándola como si se fuera a escapar de sus brazos.—No tienes que decir nada —la mirada de la niña se suavizó al ver sus ojos color abellanas, él bajó lentamente su cabeza y la besó con suavidad dejándose llevar por el beso la llevó de nuevo a la cama.****Martín llevó su cuerpo agotado hasta el auto y desesperado golpeó con su puño la cajuela del auto. —¿Dónde estás? —preguntó al viento observando al cielo, el mismo cielo que observaba la pequeña chica que se encontraba en
—¿Sabes lo que estuve apunto de hacer? —le pregunto, sus ojos ardían por la ira. —No me detuviste, ¿acaso estas loca mujer? soy un hombre casado. —¡Si pero ella no está, ella no te ama como yo! —sin darse cuenta había hablado de más y se había delatado, se cubrió su boca con las manos, bajo la mirada de él. Respirando profundo y entendiendo un poco a la chica volvió para verla. —Jenn, lo siento si en algún momento te hice sentir cosas por mi, pero yo no siento nada por ti, debes entender que estoy casado y la amo, aunque no esté aquí, sé que ella volverá y la esperaré. —No Martí, por favor no hagas esto, divórciate de ella, yo te amo, no la esperes más… —la mujer desesperada levantó sus manos lentamente y bajo sus tirantes por sus hombros, las tiras bajaron por todo su cuerpo bajo la mirada de él. —hazme tuya —rogó en un susurro, el hombre al momento de rodearla para salir, miro la espalda de la chica recordando la cicatriz que tenía su esposa, él se cubrió su boca con disgusto
—Aquí está —manifestó Gordon, y al decir eso la pequeña niña recobró todos sus sentidos, se soltó con todas sus fuerzas del agarre del hombre y corrió sin detenerse, pero aun así sentía que su debilidad no la dejaba correr como quisiera, se retiró sus tacones de 8 Cm, los recogió, y enterró sus uñas en las manos para mantenerse y seguir corriendo. El hombre quedó aturdido al ver que su víctima se había soltado de su agarre. —¡Eres una M*****a! —gruño, al mismo tiempo salió corriendo detrás de ella, pero para él, era imposible alcanzarla ya que su peso no se lo permitía. No muy lejos la niña, visualizo a un joven camarero saliendo de una de las habitaciones, la puerta estaba a punto de cerrarse, pensando que estaría desocupada, sin más, entró; cerrando la puerta detrás de ella, con un profundo suspiro se apoyó en esta, sintiéndose a salvo. Mientras tanto del otro lado, Ben, se acercaba, pero no vio a la chica por ningún lado, el joven camarero aun sorprendido por lo que acababa de
Capítulo 7: La información ha llegado. —¿Podrías por favor, por favor entregarme el celular? —Ah, ahora si puedes hablarme bien, ¿Para qué lo quieres? —inquirió. La niña volcó sus ojos, molesta, pero aun así dijo: —Es para revisar algo que tengo pendiente, yo… estoy por renunciar a la empresa donde trabajo. —Bien, ya que estas por renunciar a tu trabajo, no te molestes en buscar uno —masculló, dejándola con la boca abierta. —Señor Waltón, no se quien… La pequeña mujer no terminó de hablar, en ese instante el asistente entró a la oficina con una carpeta en sus manos, dirigiéndose a su jefe, directamente. —Señor, la información que pidió esta mañana, ha llegado. El hombre volvió para ver a la niña que se encontraba inmovil en la mitad de la oficina, recibió la carpeta y espero a que Paul, saliera. Respiró hondo y abrió la carpeta en sus manos. —Meylin Jones, 23 años, graduada en la prestigiosa universidad del país con honores —arqueo una ceja y prosiguió —. Diseñadora de Joy
—¡Oh, mi niña! —Ágata en cuanto vio a la chica corrió a ella para ayudarla a quitarse la venda de los ojos. —¿Agata? —inquirió, y al poder ver el rostro de la mujer esbozó una sonrisa. —Por Dios mi niña, llegamos a tiempo —su voz tembló. —Gracias —juntas se levantaron del colchón, mientras observaban al hombre. —Llévatelo y asegurate de que hable y que se pudra en la cárcel —el rostro del hombre se distorsionó al oír eso. —¿Quién diablos eres, para dar tal orden? —El hombre que hará de tu vida un infierno —susurró cerca. —¡Mierda! —grito al ver el rostro del joven. —Espera, Espera… —Mey, se apuró a decir antes de que se lo llevaran y se acercó a él a pasos largos. —¡Eres un imbécil! —lo abofeteó tan fuerte que el rostro de él se distorsionó, sin decir una palabra se dejó llevar por los policías. Mey, vio como se lo llevaban pensativa, el otro hombre escapó y ya no es seguro para ella estar en la isla, alguien sabe que está en ese lugar. volvió para ver a Agatha, y luego
—Señor el joven que contrató para que revisara las cámaras, ha tenido un accidente. Martín, que se encontraba en la oficina, se levantó de la sala de reuniones y salió a toda prisa. —Estaré allí pronto, llama a una ambulancia y a la policía, que investiguen todo. 20 minutos después llegó a la villa y enseguida se acercó, para la mala suerte de Jenny, al hombre lo llevaban en una camilla, no estaba muerto, pero se encontraba en coma. —¿Quien se dio cuenta? —inquirió Martín. —Señor la mujer encargada del aseo, ya la policía la está interrogando. —Está bien, envíela al estudio en cuanto termine. —Sí señor. Al entrar la mujer al estudio, enseguida fue interrogada por él también, descubriendo que decía la verdad, le pidió que saliera. —Espera, ¿has visto a Jenn? —inquirió. —No señor, no la he visto pero tampoco la he visto salir de la villa. —Está bien —contestó, pensativo se dirigió a la habitación de Jenn, en cuanto la vio dormir volvió a salir de a
—Ah… él, él no quiere nada con otra mujer, dañaste todo, todo lo que una vez tuve… me lo arrebataste, pero hoy acabaré con esto —la mujer sacó un cuchillo de la manga de la camisa y sin pensarlo dos veces lo llevó hacia la chica, sin darse cuenta que un hombre metió su mano para recibir el corte. —Ah —se quejó el chico mientras cerraba sus ojos, todo pasó en cámara lenta, la mujer mayor y la chica sorprendidas por lo que sucedía justo frente a ellas, observaron el rostro del chico. —¡Maldita sea! —al darse cuenta que no había logrado nada la mujer, soltó el cuchillo y corrió en dirección a las escaleras, nadie la detuvo, y nadie se dio cuenta de lo ocurrido, hasta que Mey, gritó. —¡Por favor llamen a una ambulancia! —exclamó, y al mismo tiempo Ágata se agacho para ayudarlo. El chico cayó de rodillas en el suelo, bajo la mirada de las pocas personas que se encontraban allí. —Tranquila —susurro soportando el dolor. —¿Pero… pero… qué… qué hacías aquí? —inquirió entre lágrimas