TOMO 2. CAPÍTULO 91. Un día diferenteLilianaLa enfermería de la prisión es un lugar frío y silencioso, casi como si el tiempo aquí se moviera más lento que en cualquier otro lado. Estoy acostada en la camilla que me asignaron, con las piernas ligeramente dobladas y las manos sobre mi vientre, sintiendo los movimientos de mis bebés.Mi pancita ya está grande, y a siete meses de embarazo, todo parece más pesado: mi cuerpo, mis pensamientos, incluso el aire que respiro.A mi lado, en la mesita de metal, está mi plantita de fresas. Es irónico que ahora la voz de Logan sea lo único que me acompaña en este lugar.Paso los días dormitando, tratando de no pensar demasiado en mi situación. Pero es imposible. Todo me asusta. Mi embarazo no va bien, lo sé. Apenas gano peso, y la doctora ya me lo ha dicho varias veces: necesito descansar más y comer mejor. Como si eso fuera algo que pudiera controlar aquí.Cada vez que trato de comer un poco más, las náuseas me ganan. Cada vez que intento relaj
TOMO 2. CAPÍTULO 92. Una verdad aterradora y una amenaza peor.LilianaCarolina LaRosa entra como una tormenta, abriendo la puerta de la enfermería de golpe. Su perfume, caro y penetrante, invade la habitación al instante, y su presencia me hace encogerme en la camilla. Lleva un abrigo elegante y botas que parecen costar más que toda mi vida. Es tan perfecta, tan fuera de lugar en este sitio lúgubre, que por un momento casi pienso que estoy alucinando.Pero no. Está aquí, mirándome con la misma expresión de desprecio absoluto que el primer día que nos conocimos.—Así que aquí estás —dice, con una sonrisa helada mientras da un par de pasos hacia mí. Su voz está cargada de veneno y de odio—. ¿Qué tal la vida en el infierno, Liliana?No respondo. Mi corazón está acelerado, y mis manos, instintivamente, se posan sobre mi vientre, como si pudiera proteger a mis bebés de su presencia con solo eso. Y por supuesto que ese gesto no le pasa desapercibido.—¿Nada que decir? Bueno, supongo que no
TOMO 2. CAPÍTULO 93. Un borrón en la memoriaLoganLa mañana de mi boda comienza como cualquier otro día, pero con un peso en el pecho que no logro sacudirme. Me miro al espejo mientras me ajusto el cuello de la camisa blanca, observando mi reflejo con una mezcla de hastío y resignación. Mi traje está impecable, cortesía de algún diseñador que Carolina insistió en contratar, pero a mí me da igual. Podría estar vestido con un saco de papas y sentirme exactamente igual: vacío.Gemma entra al cuarto y se detiene en seco al verme.—¿Estás bien? —pregunta, aunque su tono es más de advertencia que de preocupación.—Estoy bien —respondo sin mirarla, mientras me ajusto el reloj de pulsera.—No lo pareces.—No es tu problema.Ella suspira con fuerza y me lanza una mirada cargada de reproche, pero no dice nada más. En su lugar, camina hacia mí y ajusta mi corbata.—Logan, estás tomando la decisión correcta, te lo aseguro.La miro por fin. Su expresión es seria, un poco nerviosa y ni siquiera la
TOMO 2. CAPÍTULO 94. La fuerza de una madreLiliana.El silencio en la enfermería me cala hasta los huesos. Beri sigue observándome con esa mirada calculadora, intensa, como si pudiera ver a través de mí, y yo no sé si sentirme agradecida o aterrada. Sus palabras rondan mi cabeza como ese puñetazo invisible que a veces necesitamos para despertar.—Escucha, niña, tu historia me la puedes contar después, pero primero hay que sacarte de aquí —me dice y hace un gesto de la cabeza señalando a la puerta—. Escuché a la señorita Maléfica y no parece ser de las que se ande con cuentos.Pero mi mente se quedó atascada en una sola palabra.—¿Sacarme…? —murmuro y ella asiente.—Sí, sacarte, pero eso depende de ti. ¿Cuánto quieres conservar a tus hijos? ¿Podrías dejar de ser débil, por ellos?Nunca nadie me había dicho las cosas de forma tan directa. Nunca nadie había tenido el valor de mirarme a los ojos y decirme lo que yo misma me repito en silencio cada noche, pero sé que tiene razón.—Haré lo
TOMO 2. CAPÍTULO 95. Un dolor verdaderoLiliana.Todo pasa tan rápido que mi mente no puede procesarlo del todo. Apenas Beri y su esposo terminan de besarse y decirse todo tipo de ñoñerías, ella se acerca a mí y me toma de la mano de nuevo.—Liliana, él es Kolya Orlenko, mi esposo —dice Beri, como si estuviera presentándome al amor de su vida y no a un hombre que parece salido de una película de mafiosos.Kolya me asiente con un gesto breve, pero sus ojos penetrantes se detienen en mi rostro por un segundo antes de desviarse hacia mi vientre.—¡Uf, muy comprensible! —suspira con voz grave, pero tranquila—. Tenemos una debilidad por las mujeres embarazadas.Estos dos sí que están en sincronía, y por un segundo no sé si sentirme aliviada o aterrada.Estoy a punto de despegar los labios cuando Beri interviene, girándose hacia él y entregándole un pequeño USB que saca de su bolsillo.—Aquí está, amor. Todo lo que necesitas. Lo conseguí en un solo día.—¿Y los otros tres? —se queja su mari
TOMO 2. CAPÍTULO 96. Amor incondicionalLiliana.Nunca pensé que se pudiera sentir un dolor tan intenso, al menos físicamente. Es como si me estuviera desgarrando desde adentro una fuerza imparable que no puedo controlar. Pero lo peor no es el dolor físico, es el miedo. El miedo a que mis hijos no sobrevivan, a que este sea el principio del fin para los tres.—Beri, no puedo ir a un hospital —le digo, apretando su mano con todas mis fuerzas mientras la camioneta se sacude por el camino de tierra.—Lo sé, niña. Lo sé —responde, aunque su voz no suena tan segura como de costumbre.Está asustada y lo sé, pero a su lado su marido solo hace una llamada tras otra sin inmutarse ni por un segundo.—Llévame a la granja de mi mamá —le digo entre jadeos, esforzándome por respirar entre cada ola de dolor—. Ahí nací. Pase lo que pase con nosotros, mis hijos tienen que llegar ahí. ¡Por favor!Ella me mira fijamente durante un segundo, evaluando si estoy hablando en serio o si el dolor me está hacie
TOMO 2. CAPÍTULO 97. Un vacío en el corazón.LoganNo puedo dormir. No puedo comer. Todo el cuerpo me duele como si me estuviera apagando lentamente desde adentro. Carolina me observa con preocupación, pero sé que detrás de sus gestos está molesta porque arruino cualquier idea de que podamos tener una luna de miel decente.Me lo dice sin palabras, con la manera en que suspira o rueda los ojos cuando paso otro día encerrado en la habitación.Finalmente, no puedo aguantarlo más y me obliga a ir al hospital.—¡Tiene que tener algún virus o algo! —le grita al médico que me revisa—. ¡No deja de quejarse!—Pero no tiene fiebre ni ningún otro síntoma… —murmura el médico un poco descolocado.—¡Pues evidentemente algo se le descompuso! ¡Arréglelo! —insiste, pero yo sé que no es eso.No es algo tan simple como un virus. Es algo más. Algo que no pueden diagnosticar ni curar.Simplemente el cuerpo me duele, todo. Los médicos me examinan durante horas y terminan desconcertados. Me dicen que todos
TOMO 2. CAPÍTULO 98. Una venganza kármicaLilianaMis bebés están mejor con cada hora que pasa.Cada pequeño llanto suyo, cada movimiento de sus diminutas manitas, me devuelve un poco de esperanza; aunque tengo que confesar que los primeros dos días son una pesadilla. El miedo y la angustia no se me van, como si solo estuviera soñando todo esto, colmo si no fuera real que estoy fuera de la prisión, que tuve a mis hijos y que los dos están conmigo.—Has pasado por tanto en los últimos meses que la sensación es completamente normal —me asegura Beri cepillándome el cabello después de que termino de contarle toda mi historia—. Pero te aseguro que puedes dejar de tener miedo, no vas a volver a la cárcel nunca más, y nadie va a poder quitarte a tus hijos.La miro con una sonrisa de agradecimiento y tomo sus manos.—¿Podrías ser su tutora, por favor? —le pido y ella frunce el ceño.—¿Cómo madrina, quieres decir?—Sí, pero también como tutora. No tengo a nadie más, Beri, y sé que es mucho ped