Capítulo 1.
Vivir en una mentira.
(Marina).
Junio en Madrid puede ser realmente cruel, sobre todo si aún estás asistiendo a los exámenes y trabajos finales de la universidad. El sofocante calor de aquellos días, me hacía llegar a casa pegajosa y con el cabello sudado, especialmente en la nuca.
¡Maldito verano! Adoro el frío, por eso mi estación favorita es el invierno, quizás tenga algo que ver con mis viajes al norte de España, donde vivían mis abuelos, en las vacaciones de navidad, cuando tan sólo era una niña. Adoraba mis días allí más que nada en el mundo.
Dejé mi pesada bolsa con todos los libros y el ipad sobre la mesa de la cocina, agarré una manzana roja del frutero, y comencé a comerla a mordiscos, adentrándome en la enorme mansión de mis padres, reparando en el pequeño Mou, mi hermano pequeño, viendo los dibujitos frente al televisor, con el aire acondicionado a toda pastilla.
Aquello era vida.
Me quité los zapatos, dejándoles de cualquier manera junto al sillón, y planté los pies en la fresquita losa, sintiendo como estos se me relajaban. ¡Qué gustazo!
Seguí avanzando por el pasillo, más y más, hasta llegar a la escalera que subía a la planta de arriba, subí los escalones de dos en dos, saludé a papá, que estaba en su estudio, con la puerta entre abierta, trabajando sobre su mesa, como cada día, y luego torcí a la derecha, sin detenerme, entrando en mi habitación, tirando el hueso de la manzana en la papelera, pues a aquellas alturas, ya me la había terminado de comer.
Me tumbé sobre la cama, y cerré los ojos, relajando mi cuerpo, sintiendo como poco a poco el aire acondicionado calmaba mi piel, la enfriaba, y me hacía sentir bien.
Podría vivir en el polo norte, os lo aseguro, no habría otro lugar que me hiciese feliz en el mundo más que ese. Hielo, frío, glaciar. Esas eran las palabras que pasaban por mi mente en ese justo instante.
A día de hoy puedo sentirme orgullosa de ellos, ambos han crecido profesionalmente, como personas y en su relación de pareja, seguían tan enamorados como el primer día.
Mi madre era guapísima, no os lo voy a negar, tenía el cabello rizado, como yo, pero a diferencia del mío, el suyo era castaño tirando a rubio, tenía los ojos grises, en eso si coincidíamos, era alta, delgada, y atractiva, un bombón. Mi padre era moreno, con el cabello ligeramente rizado, y con algunas canas de la edad, un poco más bajo que ella, y estaba en forma, a pesar de que su trabajo no lo requería, pues se pasaba las horas muertas en el estudio, dibujando planos, era arquitecto.
La comida fue agradable, y el postre lo fue aún más, el tiramisú estaba aún más rico. Mamá era la mejor chef de toda la ciudad, y no lo digo sólo porque sea su hija.
Subí a la habitación después de eso, y me la pasé allí, preparándome para la noche, hacía mucho que no salía, y todo por culpa de los malditos exámenes. Gracias al cielo había terminado, justo a tiempo para aquella quedada improvisada con las chicas. Era una pena que Isa, mi mejor amiga, no pudiese estar, pero entendía perfectamente que tuviese que ensayar para el próximo certamen. Era bailarina de ballet profesional, y lo hacía de miedo.
Me depilé con cera hasta los lugares que no se ven, me pinté las uñas de las manos y la de los pies, me hice una sesión de spa en la cara, todo ese rollo de exfoliantes, mascarillas y un largo etc. Me dio también para cantar a viva voz mi canción favorita, como las locas, en la habitación, y reír sin parar al ser descubierta por el vecino de al lado.
A las nueve en punto ya estaba lista, con el cabello rizado y brillante, un poco de colorete en las mejillas, y unos labios bien marcados de rojo. Odiaba maquillarme mucho en verano, la piel no respira y empiezas a sudar como un cochino. Llevaba un vestido azul con flores blancas, de tirantas, que me llegaba por la rodilla, y unas sandalias marrones, a juego con la mochila.
Cuando llegué al bar, las chicas ya estaban allí. Saray la aventurera, que a cada poco tiempo cambiaba color y corte de cabello, en aquel momento, lo llevaba cortado como un chico, de un rubio platino que le quedaba de miedo. Esther la bilingüe, la más pija de las cinco, siempre llevaba ropa y zapatos de marca, y se sentía orgullosa de viajar a Irlanda todo el tiempo. Era pelirroja, labios siempre maquillados en tono naranja, y ojos verdes.
Me senté junto a ellas, haciéndole una señal a Quini para que me trajese una cerveza.
Bajó la cabeza en cuanto pronuncié aquellas palabras, ensanchando la sonrisa, nerviosa. Lo supimos en ese justo instante, pero antes de haber dicho nada, Saray se me adelantó.
Nos contó todo con pelos y señales. El susodicho se llamaba Borja. Era publicista, al igual que ella, habían coincidido una o dos veces en la cafetería, a pesar, de trabajar en empresas distintas.
A veces me doy cuenta de la suerte que tenemos de vivir en España, aquí la gente tiene una mentalidad mucho más abierta, pero en Tánger, creo que hay mucha menos libertad, incluso debía ir con un turbante a todas partes, a veces me parecía una monja de clausura, sus padres no la dejaban hacer nada, era un verdadero fastidio.
El alma se me calló a los pies en cuanto vi aquello. Era incapaz de creerlo. Abrí la boca, ligeramente, y los ojos casi se me salen de las órbitas, era imposible, aquello no podía ser cierto, sólo era… era…
Francisco estaba en una discoteca, junto a una chica, agarrándola de la cintura, mirándola, muy cerca de sus labios, mientras esta sonreía, con la cabeza ladeada, mirando sin darse cuenta hasta la cámara. La reconocí enseguida, era Isa. Mi Isa. Mi mejor amiga.
Capítulo 2.Dejar de creer en el ser humano. (Marina).Mis padres no entendieron mi repentino cambio, ni siquiera las chicas entendían lo que pasaba por mi mente para hacer algo así, pero lo necesitaba, tan sólo quería huir, poner tierra de por medio, esperar a que las cosas se solucionasen solas, incapaz de poder hacerlo por mí misma.No quería hablar con Isa, o con Francisco, ni siquiera podía decirles que lo sabía, me veía incapaz de enfrentarlos, tan sólo quería que todo se solucionase solo, sin hacer absolutamente nada, que él volviese a ser mi novio y ella mi mejor amiga, nada más.Me cerré en banda, ignoré todos los consejos de mis amigas, y todas las súplicas de mis padres porque hablase las cosas con él antes de tomar decisiones precipitadas. Pero no podía hacerlo, no cuando sent&ia
Capítulo 3.Spanish Girl.(Aidan).Acababa de terminar de trabajar, como cada día, el tráfico en la hora punta es algo horrible, y siempre me tocaba a mí estar hasta que se iba el sol, en una de las zonas más visitadas de la ciudad, dirigiendo el tráfico.Miré la hora en mi teléfono móvil, dándome cuenta de que tenía como diez llamadas perdidas de la pesada de Mina, mi madre adoptiva, la única que me dio un hogar cuando mi padre nos abandonó a nuestra suerte. Seguro que quería que le llevase más pasta para gastarla en drogas. Estaba tan harto de lidiar con aquella situación, y ni siquiera podía apoyarme en alguien, pues yo mismo alejé a todas las personas que una vez fueron importantes en mi vida, de mi lado.Por supuesto, Anna no había contestado a ninguno de mis men
Capítulo 4.Pasarlo bien con un desconocido. (Marina)Bailaba con él, en un bar, sin poder parar de reír, a cada rato, pues él bailaba realmente mal, hacía mucho que no salía a bailar con alguien tan torpe. Ni siquiera tenía ritmo.Aún no sé bien cómo acabamos allí, después de dejarme convencer para ir al cine, jamás pensé que acabaría con un completo desconocido en un bar. Pero … yo misma lo propuse, al darme cuenta de que se sentía incómodo en el cine, a causa de que la gente nos observaba. Me moría por saber más sobre el tema, él era demasiado misterioso, pero por el momento, me conformaba solo con aquel momento.Las cervezas irlandesas no están tan ricas como las españolas, eso tengo que admitíroslo, pero no estaban mal.
Capítulo 5.Ser yo mismo. (Aidan).Debí haberme vuelto loco por un segundo para hacer lo que hice. ¿Cómo se me ocurrió que sería una buena idea besarla? Era más que obvio que ella iba a mandarme a la mierda.La noche había ido genial, incluso me atreví a bromear. Sí, a bromear, yo. Pero en un solo instante lo había estropeado.Aunque, para mi sorpresa, no lo hizo, al contrario.Nos besábamos, nos estábamos enrollando allí, frente al bar de la que una vez fue mi niñera, cuando era un crío, y no estábamos ni un poco cerca de parar.Hacía mucho tiempo que no estaba con una mujer, más concretamente desde el instituto, no estaba preparado para aquello, pero parecía que mis labios sabían exactamente lo que hacer, incluso antes de q
El raro.(Marina)Caminaba hacia la parada del autobús turístico, pensando en lo acontecido el día anterior, en cómo ese idiota se marchó sin más, sin tan siquiera saludar, cuando nos vimos en el paso de peatones.Quizás se sentía avergonzado por ese beso que nos dimos a las puertas del bar.El beso. ¡Casi lo había olvidado!Yo también me sentía avergonzada. Pero ¿cómo se me había ocurrido besar a un desconocido, así como así?Sacudí la cabeza, era mi sexto día en aquella ciudad, me iría al día siguiente.Me detuve sobre el puente, haciendo una foto del bonito paisaje, hacía una tarde preciosa, girando la cabeza levemente, observando a un tipo frente a mí, pasándome de largo, con las manos metidas en los bolsillos y la vist
Es diferente.(Aidan)La ayudé a levantarse de la arena, dispuesto a llevarla al bar de mi ex nana, importándome bien poco las apariencias, mi decisión del otro día sobre seguir con mi vida y alejarme de ella, en aquel momento tan sólo quería que tuviese un buen viaje.También podemos quedarnos aquí un rato más – me dijo, sorprendiéndome, soltándose de mi mano, quitándose los zapatos. Pude ver que era lo que pretendía antes incluso de que lo hubiese hecho.Hace frío – la detuve, agarrándola de la cintura, para que se olvidase de meterse en el agua, pero ella era demasiado rebelde, nunca me haría caso – Marina…¿Por qué eres tan soso? – se quejó, la miré, molesto – Lo p
Un lado oscuro.(Marina)Me había vuelto loca, no había otra explicación para lo que estaba sucediendo, para lo que deseaba que me siguiese haciendo, para lo que quería hacer, para lo mucho que deseaba aquello, sin arrepentirme ni una milésima de segundo.Estaba en el infierno, siendo poseída por el mismísimo demonio, un desconocido que fingía ser un buen hombre, pero que en el fondo era todo lo contrario.Nuestros cuerpos sudados, a pesar del terrible frío que hacía en el exterior, se entrelazaban, conectaban de esa forma adicta que nos hace llegar a la locura. Sus labios se aferraban a la piel desnuda de mi hombro, mientras mis rizos se echaban hacia atrás, con cada cabeceo, gimiendo de placer, con cada uno de los movimientos que hacía sobre él, conduciéndome a la más plena locura, al éxtasis. Su
Capítulo 9.El verdadero Aidan.(Marina).Mientras subía a la habitación pensaba en él, y en la mínima posibilidad que tenía de volver a verle después de marcharme a España. Quizás podría cambiar mis plantes, quizás podría hacer algún máster, justo como hizo Esther, quizás podría mudarme y seguir estudiando o trabajando en la ciudad, quizás podría… Pero … Si lo hacía… ¿qué sucedería con Francisco? Aún tenía que solucionar ese tema, eso en lo que no había querido pensar en todo el viaje, en aquella traición.¿Por qué me estaba si quiera planteando venirme a aquella ciudad por él? ¿Qué me estaba sucediendo? Yo no era así, no solía encapricharme de los chicos c