—¿Otro...? —Patrick bajó su chocolate caliente y titubeó, Jung soltó un suspiro y tomó una de las galletas de coco, sabía a dónde iba aquella llamada— Estuve allí hace nada, ¿cómo que otro cuerpo apareció? —bufó, parecía frustrado— No, saca a la gente de allí y cierra el perímetro, ¿hay alguna manera de convencerlos de cerrar la iglesia hasta que...? Sí… no tenía mucha fe en eso. Iré en... —Parecía que lo habían interrumpido— ¿Estás seguro? —Apretó sus labios— Oh... Bien, gracias Sargento —dijo con desgano y colgó la llamada.
—¿Puedes decirme dónde estuviste entre las ocho treinta y tres de la noche del miércoles y las siete en punto del día de ayer? —Patrick preguntó al chico frente a él y éste titubeó.—¿Por qué es relevante? —soltó a la defensiva y Patrick suspiró, parando la grabadora una vez más y reclinándose en su asiento.—Escucha, no te ofendas, pero estoy buscando
Jung tragó fuerte luego de que el hombre terminara de hablar y miró a un lado, ¿cómo debía tomar aquello? Apretó sus puños y los guardó dentro de su suéter, el frío había comenzado a entumecer sus dedos y las escasas gotas de lluvia se habían comenzado a perder en su blanco cabello. No sabía qué decir.—Pensé que debía decirle a la policía, lamento molestar —agregó al ver que el peliblanco no respondía y éste negó con su cabeza.
—Junnie… —Patrick habló bajo— Pudieron escucharte hasta en la iglesia. —Soltó con una risita y Jung lo golpeó con su codo.—¿Y de quién fue la culpa?—Tú empezaste... —Patrick se encogió de hombros y lo levantó en sus brazos— Deberíamos tomar un baño. Jung corrió hacia el estresado Jonathan que se cruzaba de brazos y hablaba con Taylor mientras aquel chico de cabello largo y aretes pasaba por su lado con esposas en sus manos; la vista del coreano se posó en él por algunos segundos y suspiró, no podía creer que había discutido con el monseñor en medio de la iglesia para defenderlo y resultaba que el hombre tenía razón… no en el punto que trataba de justificar, pero tenía razón, al fin y al cabo.—¿Qué haces tú aquí? —El capitán de aquel precinto frunció másOpen Case N° 49: Dear Santa
—Ten cuidado de no tirarla, ¿bien? —Patrick indicó a su hija mientras sostenía sus piernas.—¡Sí! —Asintió con alegría.Jung sonrió al ver cómo Patrick levantaba a Sophie sobre sus hombros para que pudiera poner la estrella en la punta del árbol y siguió rebuscando entre los adornos que guardaba en una caja. Luego de leer la carta de la pequeña, el coreano había decidido adornar su árbol de navidad, era la primera vez que lo hacía en mucho tiempo y estaba emocionado; Patrick le había comentado que no tenía un árbol en casa y él podía entender por qué, el coreano tenía menos de dos años en la ciudad y ningún motivo para celebrar la navidad, sólo había llegado al ser transferido después de una horrible tragedia y no tenía a su hija consigo como para sentir
—¡Terminamos! —Jung caminó escaleras abajo y Patrick titubeó antes de seguirlo.—¡¿Cómo iba a saberlo?! —Tomó la mano del más bajo, pero éste sacudió su brazo.—¡¿Cómo qué…?! ¡Patrick Baker, no puedes ser un detective y ser así de estúpido! —Jung bufó, parpadeando con incredulidad, el menor seguía viénd
—... Las agallas —Taylor suspiró bajo y Jonathan se volvió a verlo.—¿Ocurrió algo? —preguntó a su segundo al mando, éste sólo se volvió a verlo con una de sus cejas alzadas.—¿Crees que éste "novio de Jung" es tonto? —preguntó, por el tono de su voz Jonathan no sabía si responder o no, se sentía intimidado. Sólo asintió.—Es decir, es algo realmente tonto, ¿no? —Se encogió de hombros— Sólo deberías asumirlo...—… claro... —Taylor volvió a suspirar— Ni siquiera sé por qué molestarme, es totalmente tu estilo... —El castaño se dio la vuelta y comenzó a alejarse.Su vista se topó con un muy cubierto Patrick, llevaba ropa distinta a la que traía antes, gorra, lentes oscuros y un cubre bocas
—… no creo que eso sea buena idea, papi —Sophie se abrazó a Chewy mientras veía cómo su padre se subía aquel cubre bocas, se colocaba unos lentes de sol y echaba su cabello hacia atrás antes de esconderlo completamente bajo una gorra—. Te vas a matar si saltas desde allí... —Señaló la ventana a la que él se estaba dirigiendo y Patrick rio bajo. Vamos, si no se había caído y matado por cruzar el alféizar de cuatro ventanas alrededor de las oficinas en el décimo sexto piso de un edificio, entonces realmente no iba matarse por