Era una hermosa mañana, día soleado, oficina tranquila, sin mucho trabajo que hacer, todos parecían de un muy buen humor y...
Y Patrick seguía escondiéndose detrás de la máquina dispensadora, esperando pacientemente a que Jung se alejara de la sala de descanso. El pelinegro se recostó de la pared, dejando que el gran aparato ocultara su cuerpo por completo y cerró sus ojos, dejando escapar un pequeño suspiro por sus labios mientras escuchaba algunos pasos entrar y salir del lugar.
Jung recostó su espalda de la fría pared mientras se volvía y observaba al coreano, quien echaba un vistazo por la ventana con sus binoculares; era el tercer día que llevaban en aquel abandonado y sucio departamento y él sentía que estaba a sólo segundos de perder la cabeza.—Nada —Patrick suspiró y él hizo lo mismo—. Estos tipos no van a hacer nada, tendremos que forzarlos.—¿Est&aacut
—Debemos ser convincentes. —Patrick susurró en el oído del mayor y éste miró a otro lado.—No soy yo quien se ha estado atragantando toda la noche —refutó, aun mirando hacia otro lado.Jung apretó sus puños y tomó un gran respiro, sus nervios realmente estaban de punta aquella noche y todo era culpa del imbécil de Baker. Bien, podían atrapar a aquellos sujetos esa misma noche, pero por el amor de Cristo, ¡iba a darle un infarto! Llevaban al menos una hora en aquella fiesta y sentía que todas las miradas estaban sobre ellos, las personas seguían mirándolos de manera extraña ya que no se comportaban como una pareja normal que acababa de comprometerse y, sí, él entendía que la expectativa general era que quisieran meterse las lenguas en las gargantas y otras cosas en otros lugares que no quería pensar... ¡Pero &e
—Maldito Patrick —Jung susurró entre dientes mientras se agachaba junto aquel saco de la cocina.—Siempre digo que los escondites más evidentes son los mejores. —Sonrió aquel alto hombre que ya tenía los nervios del coreano de punta— ¿Quién buscaría en sacos de harina de la cocina? ¿Cierto?—Sí, ¿quién? —dijo, no pudiendo evitar rechinar sus dientes en el proces
—Ough...El raro sujeto de barba mal afeitada golpeó a Patrick, propinando un codazo a su pecho, haciéndolo perder el aire y caer sobre sus rodillas, aún no se había recuperado por completo de aquella bala que atravesó su chaleco.—¡Ja! —El hombre salió corriendo y él tosió.—¡¿Estás bien?! —Jung pasó por su lado corriendo y él le hizo una seña para que siguiera de largo.La vista de Patrick se posó en la espalda de Jung, que se alejaba rápidamente mientras corría detrás de aquel carterista que se había topado con ellos en un golpe de mala suerte. ¿Qué tan mal tenía que ir tu día para que la primera persona que intentaras robar en la mañana fuera un detective? Ese hombre realmente no tenía nada de suerte.En lo que pudo recuperar su aliento,
—Buenos días. —Jung caminó hasta su escritorio, tomando asiento sin mirar a la persona frente a él y comenzando a organizar algunos reportes sin terminar al lado de su computadora.Patrick tragó fuerte al ver al coreano y, cómo reflejo instantáneo, se levantó de su lugar, caminando a paso firme hacia la sala de incidencias con algunas fotos en sus manos y mirando fijamente a la pizarra de información que había estado construyendo desde hace muchos meses. Su acelerado corazón parecía no querer calmarse mientras arreglaba las nuevas fotos y quitaba las viejas, solta
Codos, brazos, bolsas de compras, algunos cabellos rebeldes que el viento soplaba, todos golpeaban a Jung mientras trataba de abrirse paso por la concurrida calle, alguno que otro pie también llegó a pisarlo, pero él estaba más concentrado en llegar a aquel estúpido club nocturno que, a según, estaba una cuadra y media más adelante.El coreano revisó su atuendo una vez más y apretó sus labios; unos tenis gastados y sucios, unos vaqueros entallados, algo rotos en ciertos lugares, marcando perfectamente sus largas y delgadas piernas, un suéter no tan amplio y no tan ajustado con su capucha baja, el color estaba algo opaco, parecía haber visto mejores días, y su cabello, claro y liso, algo despeinado para darle el último toque a su cubierta. Se suponía que Jung estaba personificado a un joven adicto que había perdido la mayoría de sus pertenencias debido a las d
Una mirada más al reloj de la pared, era ya de tarde, ¿cuánto tiempo más tenía que esperar para que Jung diera una señal de vida? Chris, que aún seguía en la camioneta, aseguraba que el coreano no había salido de aquel club en ningún momento de la tarde/noche del día anterior y en lo que llevaba de aquel día. Aún no habían pasado veinticuatro horas así que Patrick se sentía atado de manos.—¿Aún nada de Kim? —Jonathan se acercó a su escritorio y él subió su mirada con desgano— Tomaré
—¿Oh? Pero si es nuestro cliente favorito. —Momo se acercó al alto pelinegro que acababa de atravesar la puerta del club y le dedicó una sonrisa— Supongo que vienes a ver a Junnie, como todas las noches, claro. —Jugó con sus dedos detrás de su espalda mientras le daba una divertida expresión y Patrick asintió.—¿Dónde está? —preguntó luego de recorrer el lugar con su vista y notar que no había rastro del peliblanco.—Acaba de terminar su turno, quizás está cambiándose, o alguno de los clientes pudo haber pagado...—¡¿Qué?! —Patrick se volvió a verla con sus ojos muy abiertos y ella titubeó— Lo siento —suspiró luego de notar que le había gritado—. Uhm... ¿Está con... otro cliente? —preguntó preocupado y ella hizo un