Después de presenciar el cursi espectáculo de sus padres abrazándose y besuqueándose en el pasillo como si ellos fueran los adolescentes en la casa, Lutxi decidió dejar su manía de espiar y se escabulló silenciosamente lejos de ellos, subiéndose al techo y mirando la noche estrellada.Esa escena le había confirmado lo que ya sabía: que era una locura que esos dos se divorciaran o estuvieran separados. No sabía ni lo primero ni lo último respecto a cuestiones amorosas, pero había cosas obvias en el universo, como que si mezclas azul y rojo obtienes morado, y que mezclando ácido fluorosulfónico y pentafluoruro de antimonio de la forma correcta podías obtener el llamado "ácido mágico", y que Zack y Moira debían quedarse juntos. Eran cosas obvias para cualquiera… menos lo de los ácidos, quizás.No quería presionar a su madre de ningún modo… ¡pero iba a caer!Rio maliciosamente, pensando en todos los trucos que podría usar para lograr lo que quería. Aunque no le gustaba ser considerada un
Los teleféricos se elevaron en el aire, llevándolos al otro lado del parque, y Zack decidió hacer un movimiento, confiando en la noche maravillosa que pasaron ayer y las sonrisas de complicidad que compartieron en la mañana.—¿Recuerdas la primera vez que estuvimos juntos en este parque de atracciones? —le preguntó sin mirarla, ambos mirando el paisaje a través de la ventanilla, pero ella volteó a verlo de inmediato ante esa pregunta, confundida.—No…—La primera vez que me besaste, fue en una de estas cosas. —Sonrió divertido ante el recuerdo, dejándola con la mandíbula desencajada.—¡¿De verdad?! —Él asintió—. Vaya… no puedo recordarlo… —Su gesto entristeció.—Quizás esto te ayude a recordar. —Se acercó a ella.—¿A qué te refie…? —Calló cuando él la besó de pronto, haciéndola abrir muchísimo sus ojos azules.Pareció a punto de apartarlo, pero él acarició su cuello, frotando su pulgar en esa zona sensible bajo su oído, que hizo a sus piernas debilitarse y casi caer encima de él, rind
Zack, Robert y Sirius entraron a una celda donde dentro esperaba Mandy McNeal, sentada con los brazos cruzados y una expresión fría y calculadora que se desvaneció al ver a Zack, entonces sonrió de una forma que solo podría describirse como desquiciada. —Zack… sabía que vendrías por mí… Intentó levantarse para abrazarlo, pero Sirius se adelantó y la empujó lejos de él, haciéndola chocarse contra la pared. —Te subestime demasiado, Mandy… debí haberme encargado de ti desde mi primera sospecha. —Zack sacó un guante y se lo enfundó en la mano lentamente—. Tú arrojaste a Moira por las escaleras hace siete años, ¿no es cierto? —Ella se quedó en silencio un momento. —No, se cayó sola, yo no… —Calló cuando Zack de pronto le asestó una fuerte bofetada en el rostro. —Mi padre me enseño a no golpear mujeres, y yo nunca fui una persona violenta, pero tú… —Se quitó el guante y lo metió en su bolsillo— tú no eres una mujer. Ni siquiera eres un ser humano… y yo me asegurare de que te trat
Moira se acercó lentamente al enorme edifico corporativo donde su novio Zack, el CEO e inventor reconocido como el más joven y el más famoso del país, seguía trabajando a pesar de que todos sus empleados hace tiempo que se habían marchado ya. El corazón le latía fuertemente en el pecho mientras avanzaba hacia las blanquecinas puertas dobles, y hasta sintió que se saltó un latido cuando finalmente entró a la oficina y vio a Zack trabajando en el proyecto de desarrollo de esa nanotecnología capaz de curar casi cualquier tipo de enfermedad o heridas que lo hizo tan famoso alrededor de todo el mundo. Zack Irissa era prácticamente el hombre más famoso del mundo.Y ella era solo Moira Jineo , una amiga de la secundaria por muchos años, y su novia desde la universidad.Aunque obviamente la notó entrar, Zack no levantó la cabeza de lo que sea que estaba escribiendo en sus papeles importantes, papeles que seguro para él ahora mismo eran más importantes que ella, su novia de cuatro años. —Hol
Después de hablar con Zack, Moira regresó a la casa que había compartido con él por dos años y tomó sus maletas ya hechas con todo lo que se llevaría. Dejaba algunas cosas atrás, pero nada demasiado importante, seguramente él se desharía con gusto de todo. Metió las maletas al asiento trasero de su auto y empezó a conducir directo al aeropuerto. Sin embargo, las lágrimas rápidamente nublaron su vista. La bocina de un auto la hizo doblar justo a tiempo para no provocar un accidente de tránsito, un accidente que tal vez la dejaría mal herida y le quitaría la única razón por la cual no deseaba morirse ahora. Estacionó el auto a un costado de la carretera y apoyó los codos en el volante mientras enterraba el rostro entre sus manos. Intentó contener las lágrimas, intentó ser fuerte, pero no pudo, todo lo contrario, cada vez se sentía peor y peor, cada vez lloraba más y más, con sollozos que hacían temblar su cuerpo. No podía, no podía pretender que nada le hacía daño, ella no era como
Moira no se permitió deprimirse, muy a pesar de que parecía que la vida le daba una patada tras otra. —Lo siento mucho, señorita Jineo, como no llegó el día acordado y no llamó para notificarnos el cambio de planes, decidimos contratar a otra persona que también estaba interesada en el puesto. —E-está bien, entiendo. —No le quedó de otra más que resignarse, esto se ganaba por irresponsable—. Gracias de todos modos. —Entonces ¿perdiste el empleo en Londres? —le preguntó Lilly con pesar en otra de sus visitas. —Lo olvidé completamente, fui muy estúpida. —Suspiró—. La verdad es que no quiero irme del todo… —Llevó sus manos a su vientre—. Quisiera que nazca aquí en California, que es donde nosotras nacimos, pero… necesito irme de aquí. No quiero volver a cruzarme con Zack nunca. —Se cruzó de brazos. —Bueno, eso se puede arreglar. —Robert sonrió, chasqueando los dedos—. Te quedas con nosotros hasta que el bebé nazca y por mientras te conseguiré un empleo en Londres. Y nos aseguraremos
Cuando pasaron seis meses desde el rompimiento de Zack y Moira, él no sintió que hubiera muchos cambios en su vida. Siguió ocupado con sus proyectos e inventos que significarían la salvación de millones de vidas alrededor de todo el mundo. Necesitaba masificar su nanotecnología para ponerla al alcance de las personas con bajos recursos, que eran las poblaciones más vulnerables. Esto claramente no le fue fácil, había intereses políticos y económicos tratando de frenarlo, empresas que se caerían por completo sí llegaba a implementar su tecnología, pero le importaba muy poco ese tipo de cosas. Él quería lograr el avance científico de la humanidad y nada lo iba a detener. Se ganó muchos enemigos con su tecnología, pero también muchos amigos, tenía sus conexiones y solo le faltaba encontrar el modo de hacer la más importante de las piezas con un material barato para que la masificación a nivel mundial fuera posible. Era el hombre más famoso del mundo, uno de los más poderosos, y nada
—Muy bien, niños. ¿Alguien puede decirme en qué país y en qué ciudad se creó el llamado "WIX", la nanotecnología que puede curar casi cualquier enfermedad? Cuando nadie contestó a esa pregunta, la maestra decidió escoger a uno de sus alumnos de seis años al azar.—Mmm… ¿Tú lo sabes, Lutxi? —Le dio la oportunidad a una de sus alumnas favoritas para responder. La pequeña lindura de coletas y hermosos ojos claros rápidamente sonrió con nerviosismo. —¿M-Madrid, España? —Obviamente no sabía la respuesta. La maestra suspiró mientras negaba con la cabeza. —No, dulzura. El WIX se inventó en California, Estados Unidos. —¿Cómo puedes no saberlo si tú naciste ahí mismo? —Uno de los niños problemáticos sonrió cruelmente—. ¡JAJA, Lutxi es una tonta! —La señaló groseramente. Toda la clase empezó a reírse y la pequeña Lutxi rápidamente se paró de su asiento con toda la intención de golpear al que empezó la broma, pero la maestra rápidamente intervino. —Niños, suficiente o habrá examen sorpres