Mientras los adultos hablaban, los niños salieron corriendo al patio. Los dos más pequeños que eran casi bebés de inmediato comenzaron a correr por todas partes y los grandes, incluida Lutxi, se sentaron cerca de un árbol. —¿Así que tú eres Lutxi? —Su primo Ricky la miró con curiosidad—. Creí que eras más pequeña… ¿no tenías cuatro años? —¡Claro que no! —Le frunció el ceño—. Tengo seis y medio —aseguró muy orgullosa—. Soy niña grande. —¡Es un placer conocerte! —De pronto un niño muy alto se le acercó y le acarició la cabeza, despeinando sus trencitas. —¡Mi nombre es Teddy! Tengo doce. —Sonrió enormemente. —No recordaba mucho a la tía Moira —murmuró la única otra niña allí presente—, pero es lindo tener otra niña aquí. —La miró con una sonrisa—. Mi nombre es Charlotte, tengo nueve. Puedes llamarme Chary, todos lo hacen. —¿Chary? ¿No Charly? —Ajá, Chary. Mi mamá me decía así antes de fallecer. —Suspiró con tristeza—. ¿No te presentarás, Henry? El tal Henry suspiró antes de mirarla
Zack maldijo su suerte mientras salía de otra de las escuelas primarias en las que realizó esas tontas ferias de ciencia idea de su padre.La primera no fue tan mala, ya que fue en la escuela de su hermanita menor, Samanta, pero las otras ya lo estaban hartando. Si bien disfrutaba ver el entusiasmo de las mentes jóvenes enamoradas de la ciencia, tener que lidiar tanto con mocosos era un verdadero dolor de muelas y era agotador. Al menos solo le quedaban otro par de escuelas para que esta absurda broma de su padre llegara a su fin. Era una suerte que nunca hubiera tenido hijos, porque la mayoría de esos niños con los que tanto tenía que lidiar en las ferias eran solo pequeños títeres de sus padres, buscando caerle bien por su fama y su fortuna. No eran más que niños malcriados que pataleaban, lloriqueaban y se quejaban. Eran pocos los que tenían verdadera creatividad e incluso esos eran niñitos arrogantes que creían que lo sabían todo y no tenían verdaderas ganas de aprender. S
Zack sintió su boca secarse mientras observaba a Moira, que parecía completamente paralizada.Ambos se quedaron estáticos un momento, hasta que los murmullos en la estación comenzaron a sonar demasiado alto y Zack se estremeció, apartando la mirada por un momento para suspirar y calmarse, ya que muchos allí debían conocerlos y saber del pasado que compartían, siendo ese el antiguo lugar de trabajo de Moira. ¿Qué estaba haciendo mirándola de esa forma? Pasaron siete años, ellos ya no eran nada. No conocía ni un poco a esa mujer. Ahora solo eran extraños. Además, ella ya tenía a su propia familia. Seguro él solo le provocaba incomodidad a este punto. Sería mejor actuar como si nada, no debía dejarla saber lo mucho que la afectaba. La miró de reojo mientras caminaba lentamente al escritorio de la recepcionista, examinándola lo más sutilmente posible, sin poder evitar notar lo joven que parecía a pesar de tener treinta y tres años, cualquiera podría pensar que apenas estaba a finales
Moira abandonó la delegación de ciudad Lion con el corazón latiéndole fuertemente en el pecho, sin poder creer lo que acababa de pasar, sin poder creer que la mala suerte de nuevo estaba persiguiéndola.Tenía muchos sentimientos encontrados y ni siquiera podía concentrarse en el hecho de que los únicos puestos disponibles eran inadecuados para ella y posiblemente tendría que buscar trabajo en otro lugar. No, no podía concentrarse en eso ahora. Lo único en su mente era Zack… Finalmente vio a Zack luego de siete años. Y él la vio… Ambos se vieron.Se veía diferente en persona comparado a las veces en las que lo vio en televisión o en los periódicos.No había cambiado mucho, había algunas arrugas alrededor de sus ojos, pero Moira lo veía tan guapo como siempre.Pero no debería estar pensando de ese modo… Él fue el hombre que le rompió el corazón, después de todo.Cuando ella quería darle todo, él le dijo que prefería su trabajo, que nunca sería lo que quería, prácticamente le dijo que l
—Muy bien, clase, hoy tenemos una alumna nueva. No olviden ser amables. Entre, señorita Jineo. Insegura, Lutxi ingresó a su nueva aula de clases, echando un breve vistazo a sus nuevos compañeros antes de mirar a la maestra. Ella era alta, de cabello negro atado en un bollo y flequillo recto, no tenía una mirada tan dulce como su maestra anterior, pero parecía buena.—Eh, hola. —Agitó una mano hacia sus compañeros, sonriendo con nerviosismo.—¿Quieres presentarte a tus compañeros?—Umm… claro… —Se paró dándole la cara a la clase—. Soy Lu… Soy Lutxi Jineo. Tengo seis y medio y vengo de Londres, me crie allí, aunque nací aquí en ciudad Lion. Me gustan los deportes y la ciencia e inventar cosas. —Hizo otra reverencia.Una mano se alzó y la maestra permitió al niño de hablar.—¿Eres atleta? ¿O eres una nerd? Decídete.— el niño pareció confundido.Lutxi frunció el ceño.¿Sus compañeros aquí serían tan malos como en su antigua escuela?—Cállate, idiota. ¿Qué no sabes que los astronautas son
Sirius Newman era el mayor responsable de que Irissa Zack estuviera vivo, sano y salvo en la actualidad, era su jefe de seguridad y uno de sus amigos más cercanos. Era la persona en la que Zack más confiaba para cuidarle la espalda. Sin embargo, ese puesto no siempre fue de Sirius. En el pasado, Moira era la verdadera encargada de la seguridad de Zack. Siendo una policía e investigadora, y además su novia, Moira Jineo era la más interesada en mantenerlo a salvo de sus múltiples enemigos y Sirius simplemente la ayudaba, eran compañeros. Cuando Moira se fue, toda la carga de proteger al hombre más famoso del mundo de atentados terroristas e intentos de asesinato recayeron mayormente en Sirius, que dio todo de sí para mantener a salvo a su amigo, pero… no era suficiente. No importa lo mucho que quisiera ayudar a Zack. No podía salvarlo de sí mismo. No podía salvarlo de la miseria en la que se hundió desde que Moira se fue. Lo peor era que ahora sabía que Moira no solo se marchó
Zack abrió los ojos de golpe, solo para vomitar horriblemente en el piso, tosiendo y respirando con dificultad una vez pasada esa horrible experiencia.Sirius lo miró con cautela.—¿Qué hora… es? —Zack finalizó la pregunta con dificultad, con su respiración temblorosa impidiéndole ser muy coherente.—Son las cinco de la tarde —contestó su amigo con una mirada confusa—. ¿Estás bien? Creo que tuviste…—Un coma etílico, sí. —Tosió fuertemente—. Maldita sea, estuve inconsciente como doce horas, aunque recuerdo que iba y volvía de la inconsciencia. —Llevó dos dedos a su cuello, midiendo su propia presión sanguínea. Era bastante baja, no era de extrañar que se sintiera tan débil—. Me excedí con el alcohol… Diablos, necesito ir a un hospital.Odiaba ir a hospitales, la mayoría de las veces podía tratarse él mismo, pero con su pulso tan débil y su respiración tan irregular la verdad le sorprendía ser capaz de pensar racionalmente ahora mismo. Podría tener un maldito paro cardíaco en cualquier
En su segundo día de escuela a la hora del receso, Lutxi se sentó junto a Miranda, la niña pelirroja, una vez más.Y esta vez fue Ray Neils quien vino a sentarse con ellas, más precisamente junto a Lutxi.—Toma. —Le tendió cien dólares.—¿Eh? —Ladeó la cabeza—. ¿Esto no es lo que iban a pagarte por reparar el celular? —Lo miró confundida.—Sí… Realmente ni yo ni el chico creíamos que iba a poder repararlo. —Ajustó su cubre bocas, evitando mirarla—. Se sorprendió tanto que me pagó doscientos. Así que ten la mitad, porque tú lo hiciste. —Acercó más el billete a ella.—Oh. —Tomó el billete con los ojos muy abiertos—. Gracias… Quizás no debería haber aceptado el dinero cuando lo hizo como regalo para él, pero… los aparatos científicos costaban mucho dinero. —¿Te llamas Jineo, verdad?—No, Jineo es mi apellido. Dime Lutxi. —Te diré Jineo —insistió—. ¿Dónde aprendiste a reparar celulares? —La miró con curiosos ojos verdes.—Lo aprendí gracias al Dr. Irissa Zack. —Sonrió alegre