Pasó una semana desde ese horrible incidente del secuestro de Lutxi y el como los niños heroicamente salvaron a Zack sin saberlo, y ahora Moira ya estaba preparando todo para mudarse a casa de Zack junto a su hija, puesto que había tomado la decisión de que eso sería más seguro.Además, Moira también quería pasar todo el tiempo posible junto a Zack. Después de casi perderlo, ahora ya no podía tolerar dormir sola en las noches, quería vivir con el hombre que amaba, quería aprovechar cada segundo a su lado. Aquel día luego del incidente, después de que todos se fueron a casa e Ibiza fuera llevado ante la justicia, Zack se quedó en casa con Moira y Lutxi, y simplemente porque no querían soltar a su hija acabaron durmiéndose los tres en el sofá, cosa que los hizo dormir muy a gusto.A la mañana siguiente desayunaron juntos y Lutxi les contó todo lo que habían tenido que pasar ella y sus pequeños amigos. Sus dos padres se disculparon por no haberla protegido adecuadamente, pero ella no le
Moira se despertó sintiéndose extraña, adormecida y muy, muy confundida. Apenas se despertó, un montón de doctores la rodearon, le hicieron varias pruebas y le hicieron muchas preguntas que la confundieron todavía más, hasta que una doctora les pidió darle espacio. La doctora la miró con mucha seriedad. —Nos alegra verte bien y despierta, señora Jineo. Dígame, ¿recuerda usted su nombre y edad? —Claro, Moira Jineo. —La miró confundida. —¿Recuerda en qué año estamos? Moira frunció el ceño. ¿Por qué no podía recordarlo con total claridad? —Es… 2040 ¿v-verdad? —Sí, muy bien. ¿Y recuerdas qué fue lo que pasó contigo? —No… No recuerdo. —Caíste por unas escaleras, fuiste sanada de inmediato con la nanotecnología de tu prometido, el WIX, pero no despertabas así que te trajo al hospital privado de Irissa Corp, uno de los mejores del mundo, donde estuviste en estado de coma durante dos semanas. Moira la miró en silencio. —No recuerdo nada de eso… —¿Y tú… recuerdas tu embarazo
Ya habían pasado dos meses desde que Moira había perdido a su bebé y las cosas no habían mejorado. De hecho, las cosas habían empeorado. Moira estaba bastante deprimida por haber perdido al bebé, y se sentía peor porque ni siquiera podía recordar qué fue lo que pasó exactamente, pero estaba convencida de que fue por su culpa. Como el doctor con el que había ido a hacerse la prueba dijo que ella fue con síntomas de mareo, Moira estaba convencida de que por estúpida y por no tener cuidado se mareó en las escaleras y se cayó. Zack no lo creía así, intentaba convencerla de que no fue su culpa, pero tampoco quería decirle que alguien la había empujado porque entonces podría sentirse peor o podría llenarse de tanto rencor y deseos de venganza como… como él. La verdad, Zack a veces no podía dormir por pensar que estaba dejando libre a la persona responsable de que hubieran perdido a su hijo. Y la falta de sueño estaba comenzando a cobrarle factura, más porque su trabajo estaba co
Pasaron los meses y tanto Zack como Moira comenzaron a ir a terapia. Para todos, Moira era la que peor estaba, la que más desanimada se mostraba, la que rara vez sonreía, pero con la terapia empezó a mejorar un poco, más al unirse más a su hija y a sus amigos. Incluso consiguió un trabajo en la jefatura de policías, volviendo a tener su puesto de antes de que se marchara a Londres por la ruptura de su noviazgo. Todos creían que Zack no estaba tan mal, así que nadie dijo nada cuando él dejó de ir a terapia, pero había una persona que sabía que, de hecho, Zack no había mejorado nada de nada. Y ese era Brandon, su padre. Lo emboscó en su oficina mientras Zack revisaba las cámaras y la información de la noche en el que Moira perdió al bebé.—Hijo… es tarde. ¿Por qué no estás con tu familia? —Ya voy, es que tengo que trabajar, yo… —No creas que no sé lo que haces. —Lo miró con tristeza—. Estás obsesionado con atrapar al supuesto responsable de que Moira perdiera al bebé. —Nada d
Los siguientes meses fueron… difíciles. Lilly había muerto luego de mucho tiempo luchando con una dura enfermedad, dejando atrás a su esposo devastado, su hijo Ricky y a su hija de pocos meses de edad, Lina. Y claro, Moira y Lutxi también se sentían devastadas. Lutxi no era una niña que llorara fácilmente, a Zack le partió el corazón tener que consolarla cuando tuvo la difícil tarea de ser el que le dijera que su amada tía falleció. Moira, que finalmente había comenzado a salir adelante, decayó mucho, pero con los meses y el ir a terapia regularmente logró que mejorara un poco. Sin embargo, ese hueco en su corazón seguía allí, haciéndola suspirar con melancolía cada vez que quería sonreír. Cuando Lutxi cumplió nueve años, Zack decidió organizar un viaje de celebración, pidiendo vacaciones y pidiéndole a Moira que también tomara dos semanas de vacaciones para hacer un viaje en familia. Las cosas habían estado mejorando últimamente, con Moira en terapia y Zack dedicándose
Moira sonrió mientras observaba el hermoso atardecer frente a ella. Acarició su gran vientre de ocho meses de embarazo con cariño mientras caminaba por la orilla de la playa, observando el cielo anaranjado y al sol bajar más y más. A veces, cuando levantaba la mano y sentía los cálidos rayos del sol en su palma, lograba sentirse en casa, incluso aunque era nueva en esa pequeña isla. El viento aleteaba, jugando con su cabello, y los barcos regresaban a los muelles, haciéndola saber que ya era hora de que volviera a la pequeña casa que estaba rentando a las orillas del mar. Al llegar a su pequeña casita, tomó de un estante un periódico con la foto de Zack Irissa. En el periódico lo estaban alabando por sus grandes avances en la medicina, pero Moira solo pudo hacer una mueca de enfado y arrugar el periódico, antes de devolverlo con furia a donde estaba antes. Un mes después, Moira llegó al hospital sola, caminando con dificultad mientras sostenía su vientre de nueve meses de e
Zack se despertó con una sonrisa relajada al sentir unos cálidos brazos envueltos a su alrededor.Rápidamente se volteó, pasando sus manos por la suave piel desnuda de su acompañante hasta que ella abrió los ojos y rápidamente se lanzó a besarlo.A pesar de que no tenían nada más que las sábanas cubriéndolos, el beso fue inocente y casi dulce, pero aun así largo e intenso para ambos. Era un simple beso de buenos días.Se alejaron luego de un tiempo, y él pronto comenzó a pasar sus manos por su cabello.—¿Ya debes irte, verdad?—Sabes que sí. —Él gruñó, enterrando el rostro en su hombro.—Por favor, colibrí… Esto es ridículo. No tienes porqué irte…—Yo no… pero tú debes despertar, Zack.—¿Qué?—Despierta.—¡Despierta! —Unos insistentes golpes en la puerta hicieron a Zack levantar la cara de la almohada con pesadez—. ¡¿Qué hora crees que es, profe?! ¡Ya voy a irme a la escuela y tú sigues durmiendo! ¡Si no fueras el jefe en tu trabajo seguro que ya te habrían despedido! —Siguió golpeand
Era siete de enero y Zack se despertó con un sonoro golpeteo en su puerta, como ya le era costumbre.Amaba a Lutxi, pero vaya que era una experta en molestar a la gente.—¡Traigo el desayuno, profe! ¡Déjame entrar!Él se levantó desganado. Se puso unos pantalones y fue a abrirle, extrañado de que le trajera el desayuno.—¿Perdiste una apuesta y debes ser amable por un día o algo? —preguntó burlonamente luego de abrirle.—Muy gracioso. —Dejó la bandeja en la mesilla y acto seguido se lanzó a abrazarlo—. ¡Feliz cumpleaños, papá! —Besó su mejilla.Él se sorprendió.—Ah, cierto. —Por un momento olvidó que nació un siete de enero—. Gracias, princesa. —Le revolvió el cabello, despeinando sus coletas.—¿Qué se siente estar a un año de tener cuarenta? —Lo miró maliciosamente—. Ya estás viejo~.—¿Tu forma de celebrar cumpleaños es burlándote del cumpleañero? Me alegra ver que te eduqué tan bien. —Rio sarcásticamente, frotando sus sienes—. Y podrías intentar dejar de llamarme profe definitivame