El sonido del latido de su corazón resonaba fuertemente en los oídos de Zack.
Por un momento, eso fue todo lo que pudo escuchar a la par de la risa despiadada de Ibiza.
—¿Zack? —El tono preocupado de Moira lo hizo pestañear aturdido, finalmente volviendo a sus cabales.
No. No podía dejar las cosas así.
Rápidamente se llevó dos dedos a la barbilla y comenzó a pensar frenéticamente.
¿Cómo librarse de esta situación vivo sin poner a su hija en peligro?
Por mucho que odiara admitirlo, Ibiza estaba en control de esta situación. Como tenía a su hija, entonces solo debía jugar bien sus cartas y ellos estaban completamente en sus manos.
Pero él no quería morir… No ahora que finalmente todo en su vida estaba comenzando a acomodarse. Ahora que parecía estar en su mejor momento, no podía ver una forma de salvarse.
Bueno, había opciones… pero ninguna que asegurara la seguridad de su hija. Y eso era lo más importante.
Si tenía que morir para que ella viviera, entonces que así sea.
Pero… al menos p