Corazones rotos

Moira guio a Zack hasta la pequeña biblioteca que usaba para sus documentos de trabajo y los libros de su hija, aparte de ser una especie de oficina y el lugar que podría usar si alguno de sus jefes quería hacer una reunión en su casa o si Lutxi quería llevar amigos para estudiar.

Había una mesa baja con tres sillas alrededor y le indicó a Zack sentarse en una y ella se sentó frente a él.

Hubo una incómoda pausa en lo que ninguno de ellos habló, hasta que Moira finalmente no pudo más con la curiosidad.

—¿Qué quieres de nosotras, Zack? —preguntó seriamente.

Él rio por lo bajo.

—¿Eso es lo primero que preguntas? Siempre eres tan directa, veo que no has cambiado, colibrí. —Apoyó un codo en el reposabrazos, apoyando su mejilla en su puño y mirándola directamente, recorriendo su cuerpo con su mirada, de tal forma que la hizo sentir increíblemente nerviosa, por lo que se inclinó en su asiento, carraspeando.

—No entiendo qué haces aquí, eso es todo. —Cruzó los brazos bajo su pecho—. Aunque
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