Cuando terminaron de entrenar, Elijah guardó su espada y se dispuso a conversar con Arthur. Por otro lado, Aarón se aproximó a Zaida corriendo, quien se puso de pie y comenzaron a charlar entre ellos. Yarden, por su parte, se mantuvo quieto en su posición, observando desde la distancia a Zaida y Aar
—¿Porqué estás tan callado? —preguntó Zaida, creyendo que Yarden seguía caminando cerca de ella. Sin embargo, tras mirar a su costado, se percató de que lo había dejado muy atrás—. ¡Yarden! —exclamó y retrocedió de nuevo hasta él—. ¿Qué pasa? ¿Porqué te quedaste quieto? —Ah… —el híbrido salió de su
***** Al siguiente día, Yarden fue el primero en llegar a la zona de entrenamiento. Como Arthur tampoco había llegado aún, se dispuso a caminar por los alrededores. De pronto, escuchó que unos pasos se acercaban y los dueños de dichos pasos se aproximaban conversando. Rápidamente reconoció sus voc
Aarón pestañeó repetidamente, contemplándolo desconcertado. —¿Es así como lo ves? ¿Crees que es una especie de juego para mí? —cuestionó. —No puedo verlo de otra manera, ya que tú no has sido del todo honesto conmigo, así que solo me toca sacar mis propias conclusiones —replicó—. Al parecer te div
—Sucede que ya no se trata de lo que yo quiera o no —esclareció Yarden—. Zaida ha decidido vivir una vida en soledad. No quiere formar una familia, desea dedicarse por completo a mantener la seguridad del Clan. —¿Cómo es eso de que "no quiere"? Estoy seguro de que sí quiere, pero cree que lo mejor
***** Al siguiente día, la mayor parte del Clan Mordou se hallaba en el santuario debido a que la ceremonia espiritual de Zaida había comenzado. La albina debió realizar una danza que aprendió leyendo los libros del templo, con la cual entregaba su vida al sacerdocio; además, debió rezar unas orac
Yarden asumió que Zaida podría estar hablando de Aarón, por lo que se echó para atrás y decidió no revelar sus sentimientos. Pensó que sería muy desconsiderado de su parte, pues la albina acababa de confesarle que estaba enamorada de alguien, por lo que no quiso abrumarla con sus emociones. De esa
En ese instante, Yarden frunció el ceño. No le agradó para nada lo que acababa de ver. Por una cuestión de impulso, agarró la muñeca del hombre e hizo que soltara la mano de Zaida. —Te agradecería que no fueras tan confianzudo —resaltó con firmeza. —Lo siento, no quería importunarla… —No lo has